LA PLAZA DEL RELOJ ANTES DE ATILA (1)

LA PLAZA DEL RELOJ ANTES DE ATILA

Ayer en nuestra sección del Museo de los Horrores veímos el esperpento causado por las obras de remodelación de la Plaza del Reloj y hoy traemos algunas fotos de cómo era la plaza antes de que varias generaciones de talaveranos hicieran de las suyas con este lugar emblemático de la ciudad.

Hoy traemos una serie de fotografías y postales que nos muestran el lado norte de la plaza y en próxima entrada veremos otras perspectivas.

Vista de la plaza del Reloj. El edificio que aparece por detrás de la mujer es la actual cafetería Nueva España Vista de la plaza del Reloj. El edificio que aparece junto a la escalera es la actual cafetería Nueva España

Esta primera fotografía nos muestra la zona noreste de la Plaza, Al fondo, tras una escalera de mano se puede ver la vivienda de tres pisos que ocupa actualmente la cafetería Nueva España, fundada en los años cuarenta como su nombre hace sospechar. Edificio de Vargas todavía está porticado como en toda buena plaza castellana y un grupo de guardias civiles hablan junto a él con paisanos. Aparece el rótulo de Ferretería Carrasco» y da la sensación de haberse celebrado un acto público antes de tomarse la instantánea

El comienzo de la Corredera en la plaza del Reloj mostraba estos magnífcos pórticos que se han querido recear con el adefesio de la entrada anterior en esta web El comienzo de la Corredera en la plaza del Reloj mostraba estos magnífcos pórticos que se han querido recrear con el adefesio de la entrada de esta web «Un ovni en la plaza del Reloj»

Como vemos en esta otra fotografía, la Corredera y la plaza del Relos mostraban a principios de siglo unos magníficos soportales con colunas de granito decorados con capiteles que en algunos casos parecen antiguos. En una talavera rural como aquella las caballerías pasaban por la plaza y vemos que todos los tipos salvo el del fondo parecen tipos dedicados a las labores agrícolas. También adornan las fachadas balcones como los que recuerda Rafael Morales en sus poemas.

Visión de la plaza del reloj desde la librería Camino aproximadamente Visión de la plaza del reloj desde la librería Camino aproximadamente

Bonitas viviendas de tres alturas en los edificios que albergarían a   «Vargas» y «Mazuecos», aunque este último establecimiento es posible que ya sea uno de los comercios por la edad de la foto. Si pincháis la foto veréis como todo el rincón inferior derecho está retocado por posible deterioro de la plaza, aunque se aprecia el rótulo «Almacén de Hierros» «Ferretería y quincalla» también se ve la base de la antigua torre del Reloj de la que hablaremos otro día. Se ven carros tirados por caballerías.  En la foto anterior el edificio está porticado.

Al fondo se ve un edificio que en la última altura tiene las típicas ventanas rematadas en arco de medio punto de las que apenas quedan muestras pero que eran muy frecuentes desde el siglo XVI en los edificios talaveranos, como se observa en el dibujo de Van der Wingaerde.

Es una fotografía más antigua que la anterior que ya muestra en este solar otro edificio sin el corral delantero.  A su izquierda lo que hoy es  el bar Nueva España y luego un edificio con una relojería en su bajo donde comienza la calle de Mesones.

Dibujo de Enrique Reaño sobre una fotografía antigua de la plaza del reloj Dibujo de Enrique Reaño sobre una fotografía antigua de la plaza del Reloj.

Esta escena costumbrista con tipos rústicos en la plaza del Reloj nos da algunos datos sobre las forma de vestir a principios de siglo en nuestro medio rural, los sempiternos pañuelos y largos guardapiés para ellas y la faja, los pantalones de pana, el blusón y la montera del personaje del borrico. vemos también enfrente la ferretería Carrasco en el edificio de «Vargas» y es foto coetánea con la primera por estar todavía los edificios porticados.

Fachadas del lado norte de la Plaza del Reloj

Es frecuente ver vehículos detenidos en la plaza por ser lugar  habitual de la parada de los primeros coches de línea y coches de alquiler que operaban en la ciudad,

Otra vista de la misma línea de fachadas de época muy próxima.

Vemos en las dos fotografías las casas porticadas y las casas con comercios, una arquitectura castellana desgraciadamente desaparecida salvo las casas porticadas situadas frente al Cristo de los Mercaderes.

Pórticos del noroeste de la plaza del Reloj

LA ENFERMEDAD EN LA PROVINCIA DE TOLEDO EN EL SIGLO XVIII (y II)

Fuente de los antiguos baños de la Ferrumbrosa en Aldeanueva de San Bartolomé. Antiguos balneario popular para enfermedades reumáticas
LA ENFERMEDAD EN LA PROVINCIA DE TOLEDO EN EL SIGLO XVIII  (y II)

Artículo de Miguel Méndez-Cabeza publicado en la revista del Colegio de Médicos de Toledo

En las Relaciones del Cardenal Lorenzana se relacionan remedios para la fiebre en el pueblo de Pepino
En las Relaciones del Cardenal Lorenzana se relacionan remedios para la fiebre en el pueblo de Pepino

En el capítulo anterior veíamos cómo a través de las Relaciones del Cardenal Lorenzana los curas párrocos de los pueblos de la diócesis toledana referían las que, a su modo de ver, eran las causas de las enfermedades que aquejaban a sus parroquianos. Ahora vamos a comentar las principales patologías que se daban en la época según estas mismas Relaciones.

En primer lugar hay que destacar la absoluta prevalencia del paludismo entre nuestros antepasados dieciochescos. En más de un ochenta por ciento de los pueblos la primera enfermedad citada, y en muchos casos la única, es lo que en la época se denominaban las fiebres tercianas, que no eran otra cosa que el paludismo endémico con el que podríamos decir que convivían las gentes de entonces. Cuando las fiebres acometían al paciente cada tres días se denominaban tercianas, cuartanas si lo afectaban cada cuatro y dobles si los episodios eran diarios. En este último caso también se conocía la infección por el plasmodio con el término de “ciciones” o “sisiones”.

Los medios terapéuticos con los que contaba la medicina de la época eran escasos pero con el paludismo al menos ya se podía disponer de la quina. Los españoles habían observado sus efectos beneficiosos en los indios americanos ya en el siglo XVII y desde 1643 se contaba con los extractos de esta planta en la península después de que Juan Vega observara los efectos beneficiosos que la misma había tenido en el virrey del Perú conde de Chinchón, de donde derivó su primer nombre de “polvos de la condesa”. Fueron los jesuitas quienes más difundieron su uso por lo que en los medios europeos protestantes causó recelo su utilización. Es curioso constatar que se utilizaba la quina en los accesos febriles que se producían durante el otoño y que las sangrías, los purgantes y los refrescos se administraban más en las recaídas de la primavera. No se comentan cuales eran los purgantes que además de las sangrías aumentaban el calvario de estos enfermos pero sí sabemos que los llamados refrescos eran agua de limón e incluso horchata.

Entre las plantas medicinales autóctonas usadas para aplacar las tercianas estaba la centaura, el agua escabiosa, la Sal de Higuera y los parches de cantárida además de otros productos como el “armoniaco” y “el espíritu de nitro dulce”.

Foto de una fresneda en el río Sangrera en San Bartolomé de las abiertas, donde la tos se cura con centaura y palodulce
Foto de una fresneda en el río Sangrera en San Bartolomé de las Abiertas, donde la tos se cura con centaura y palodulce

La segunda patología referida por los párrocos es lo que entonces se conocía como tabardillo que no es otra cosa que el tifus, pero que sospechamos debía incluir otras enfermedades que cursaran con fiebre y gastroenteritis porque aunque, como es lógico pensar por las condiciones higiénicas, deberían ser frecuentes en la época no aparecen reseñadas específicamente. Las purgas las sangrías y los refrescos eran también las únicas armas que utilizaban los cirujanos locales para luchar contra la salmonella.

La tercera entidad nosológica señalada es la del “dolor de costado” donde tal vez deberíamos incluir las neumonías, los procesos pleuríticos y tal vez algunas formas de tuberculosis que como tal solamente aparece citada como “tisis” en Casarrubios.

Las “calenturas ardientes” eran otras patologías de difícil adscripción que aparecen con cierta frecuencia en las Relaciones y que en Villacañas intentan remediar con agua de nitro, polvo de asta de ciervo y las consabidas sangrías. También encontramos las llamadas “calenturas pútridas” que completan el elenco de las enfermedades que producían el síntoma más directamente relacionado por la población con la enfermedad, la fiebre, que cuando es repentina y muy ardiente se denomina “causón”, término que todavía podemos escuchar en las consultas de algunos pueblos. En Pepino por ejemplo, la fiebre alta se trata con infusiones de cardo santo, centaura, achicoria, grama y correhuela.

El predominio de la patología infecciosa entre los toledanos del siglo XVIII debía ser abrumador ya que también hallamos algunas alusiones a la erisipela y al carbunco, dos enfermedades que en Lillo achacan a que la suya es “tierra sulfúrea”. En Orgaz parece que en la época en que se hacen estas Relaciones habían descubierto el infalible remedio de curar los carbuncos con un “grano de solimán” depositado sobre la lesión, mientras que en Villacañas utilizan las “blanduras de malvavisco” o en Villafranca las “cataplasmas de vido y un cartico que se guarda por secreto”. Acabamos este apartado con la alusión a ciertas enfermedades infantiles como el garrotillo o difteria, a la viruela en Pelahustán o “el salampión” en San Bartolomé de las Abiertas donde las toses se tratan con agua de violetas y palo dulce como las “úlceras anginosas de garganta y partes pudendas” que en Villafranca intentaban atajar con el pobre remedio de los gargarismos de zarzamora y miel rosada. En Marjaliza padecían especialmente de “fluxiones en las muelas”. En Mohedas de la Jara son frecuentes los “apostemas” y diviesos que se achacan a que sus habitantes, obligados por el hambre, comen “carnes mortecinas”. El cura de Ciruelos es más explícito en la causa principal de los males de sus feligreses y considera que su principal afección es el hambre a secas.

En pelahustán hay referencias a las muertes por viruela
En Pelahustán hay referencias a las muertes por viruela

El resto de enfermedades no infecciosas tiene una escasa representación en la patología observada por los curas dieciochescos y así, en Alcabón se especifica que buen número de ancianos mueren de hidropesía y que además muchos de ellos son sordos. Los dolores reumáticos aparecen en Aldeanueva de San Bartolomé, en Lucillos o en Méntrida, donde se recomienda a los afectados tan pobres remedios como los baños o “tomar aires”.  Otra causa de muerte es la perlesía, definida en la época como “una resolución y relaxación de los miembros en que pierden su vigor y se impide su movimiento y sensación”, una elegante manera de describir un accidente cerebrovascular. Muchas de estos antiguos términos médicos son todavía utilizados en nuestros pueblos considerándose equivocadamente vulgarismos, cuando en realidad son arcaísmos de lo más sustancioso. Yo mismo he oído, por ejemplo, decir a una paciente que su marido paralítico estaba perlático, palabra derivada de perlesía que aparece en el Diccionario de Autoridades en el siglo XVIII

Son numerosas las referencias a determinadas fuentes que se encuentran en los términos respectivos de nuestros pueblos de aguas que “no implan” o “mueven el vientre” y se suele apoyar la defensa de lo curativo de sus cualidades con el argumento de los efectos beneficiosos que las aguas han tenido sobre algún intestino noble e incluso real. El problema del meteorismo no era considerado patología leve pues son varias las alusiones al mal de “flato” en villas y lugares.

La patología quirúrgica más frecuente es el “mal de hijada” que es como llaman a las hernias inguinales en San Pablo de los Montes. En Ugena las “quebraduras” son achacadas a las aguas delgadas y se tratan con parches y bragueros, mientras que en Caudilla, donde asegura el cura que nacen muchos quebrados, son tratados con el expeditivo método de “castrarlos de pequeñitos”.

Otros párrocos tienen un concepto más moderno de los factores de riesgo, como el de La Torre de Esteban Hambrán que considera como raíz de la patología de sus feligreses el consumo de aguardientes y tabaco de hoja.

Dado el escaso arsenal terapéutico de los médicos y cirujanos de la época, no es extraño que la población desconfíe de su ciencia, como el cura de Huerta de Valdecarábanos que dice: “Las enfermedades son las regulares de las estaciones, las curan los médicos como les dicen sus libros y unos se mueren y otros sanan y estos deben su beneficio a su naturaleza, que no a los potaxes que los prescriben…y al que se quiere poner en cura lo pasa peor y remata con la sepultura y acabaron todos sus males”, claro que teniendo en cuenta que los dolores de costado eran tratados con esperma de ballena y sangrías no es de extrañar el dramático final de la mayoría de los infortunados pacientes.

san esteban EN AZULEJERÍA TALAVERANA

San Esteban representado en azulejería de Talavera del sigloXVI en la ermita de Virgen de Gracia de Velada

SAN  ESTEBAN

Fue después de Jesús el primer mártir del cristianismo. Murió en Jerusalén en el año 33. Nombrado por los apóstoles para ser uno de los primeros siete diáconos o servidores, “hombres de buena reputación llenos de espíritu y sabiduría”, como se dice en “Los Hechos de los Apóstoles”.

Destaca el santo por su entrega alos pobres y a la predicación del cristianismo, intentando incluso convertir alos sacerdotes judíos, por lo que el sanedrín le juzgó acusándole de haber blasfemado contra Dios y Moisés. Cuando les llama “reacios de oído” les acusa de haber matado al mesías y asegura que en ese momento está viendo el cielo abierto y a Jesús sentado a la diestra de Dios Padre, los sacerdotes se enfurecen y la multitud lo saca a la calle para lapidarlo. Mientras le apedrean sus ropas son dejadas a los pies de un joven llamado Saulo que en ese momento aprueba el martirio de Esteban, escena que se piensa es una referencia a san Pablo antes de su conversión. Las últimas palabras antes de morir son “Padre perdónales este pecado”.

En el siglo X se escribió una vida fabulosa de san Esteban en la que se dice que el día de su nacimiento fue secuestrado por el demonio, pero fue rescatado por un obispo llamado Julián .

El hallazgo de sus reliquias y su periplo posterior tiene también numerosos aspectos legendarios. En el año 415 un sacerdote llamado Luciano es informado en sueños por el  rabí Gamaliel, tutor de Pablo, del lugar donde se encuentran enterrados los restos de San Esteban. Las reliquias son halladas, un olor agradable e intenso se extiende cuando se abre su tumba y se decide trasladarlas a Roma pasando antes por Costantinopla y dejándose parte de ellas en otras iglesias del recorrido. Al llegar a Roma se quiere situarlas junto al cuerpo de san Lorenzo, santo nacido en España, pero, al no haber sitio suficiente y ser su sepulcro demasiado pesado, el cuerpo de san Lorenzo se desplaza milagrosamente con su sepultura a un lado para dejarle sitio al cuerpo de Esteban, por lo que el santo de la parrilla fue llamado desde entonces el “español cortés”.

Detalle del apedreamiento de San Esteban

Las escenas de su vida más representadas en el arte son la ordenación del santo por san Pedro, san Esteban predicando, el hallazgo de sus reliquias y sobre todo su lapidación, como en el caso de la imagen que nos acompaña hoy. Pertenece a uno de los paneles del retablo principal de la ermita de la Virgen de Gracia de Velada que, a diferencia de lo smanieristas paneles de los retablos laterales parece haber sido realizado por el ceramista Loaysa en el siglo XVI.

En ella aparece Esteban con su dalmática de diácono, con la que es representado al igual que san Lorenzo y san Vicente de Zaragoza. Casi siempre se le dibuja recibiendo las piedras arrodillado en actitud orante, joven, imberbe y con el cabello cortado con la tonsura clerical. Las piedras que le son lanzadas en la escena aparecen en otras representaciones como atributo específico del santo ya sea sobre su cabeza, en la mano, sobre el hombro e incluso en algún pliegue del vestido, a veces manchadas de sangre. Otros elementos que se pueden ver a veces son la palma del martirio, un incensario, la estola o el libro del Evangelio.

Su festividad es el 26 de diciembre y entre los oficios a los que protege se encuentran los picapedreros, escolares varones, toneleros, cocheros, albañiles, sastres, tejeros y otros. Es el más antiguo de los santos protectores de animales y especialmente de los caballos.

En cuanto a las enfermedades, ha sido un santo tradicionalmente invocado contra las piedras en el riñón o la vesícula, los dolores de costado y para pedir por una buena muerte.

LA ENFERMEDAD EN LA PROVINCIA DE TOLEDO EN EL SIGLO XVIII (I)

LA ENFERMEDAD EN LA PROVINCIA DE TOLEDO EN EL SIGLO XVIII (I)

Artículo publicado por Miguel Méndez-Cabeza en la revista del Colegio de Médicos de Toledo

En el año 1782 el Cardenal Lorenzana solicitó a todos los curas del arzobispado de Toledo que contestaran una encuesta en la que se realizaban preguntas de interés eclesiástico, histórico y económico sobre cada una de las parroquias de su demarcación.

En Piedraescrita achacan la salud de sus habitantes a sus buenos aires y aguas
En Piedraescrita achacan la salud de sus habitantes a sus buenos aires y buenas fuentes. Ermita de Piedrescrita

La pregunta número trece de este cuestionario pedía concretamente que se describieran “las enfermedades que comúnmente se padecen, y cómo se curan ; número de muertos y nacidos para poder hacer juicio de la salubridad del pueblo”.

Las respuestas de los párrocos son de lo más jugoso, ya que nos aportan datos curiosos sobre las mentalidades de la época con respecto a la salud, la enfermedad y a los médicos y cirujanos que entonces atendían a la población mayoritariamente rural del obispado.

Los curas vierten opiniones sobre las causas que a su entender pueden condicionar la morbilidad de su localidad y así, son numerosos los sacerdotes que valoran como positivo el hecho de que su pueblo se encuentre en un alto, el de Almonacid considera que la salubridad del lugar viene determinada por su situación en una umbría a las faldas de la sierra del Castillo. En Piedraescrita se considera que los buenos aires y las buenas fuentes de este pueblecito jareño son la causa de la  salud de sus habitantes. El viento de “solano” es considerado en La Torre de Esteban Hambrán como la causa de los muchos “dolores de costado” que allí se padecen y, sin embargo “lo delgado de las aguas” es motivo para que sean numerosas las “quebraduras” o hernias. Mientras en Méntrida es el el viento del “cierzo” el que produce las pulmonías. Hay cierto sentido medioambiental en cuanto al concepto etiopatogénico de los más diversos males y por ejemplo en Chueca cree el párroco que la causa de la salud de sus feligreses es que el pueblo está rodeado de olivos y “protegido de Aquilón”. La humedad es relacionada con el reumatismo por el informante de Navahermosa.

Danzantes de Méntrida en azulejería talaverana

Otros como el cura de Ocaña no se limitan al territorio nacional en sus valoraciones y asegura, sin darnos ninguna razón que lo justifique, que la comarca de la Mesa de Ocaña es “la más saludable que puede haber en Europa”.

Los Navalmorales era en el siglo XVII lugar ideal para curar las heridas de cabeza, según su párroco. Detalle de una reja de la parroquia de Los Navalmorales
Los Navalmorales era en el siglo XVIII lugar ideal para curar las heridas de cabeza, según su párroco. Detalle de una reja de la parroquia de Los Navalmorales

La edafología también entra dentro de las especulaciones epidemiológicas de los entrevistados y, por ejemplo, el cura de Lillo dice que la causa de la mucha erisipela que se padece en el pueblo tiene su origen en “la composición sulfúrea del suelo”. Hay determinadas enfermedades que se curan con mayor facilidad en unos lugares que en otros y así Navalmoral de Toledo, uno de los dos pueblos que se unirían más tarde para formar Los Navalmorales, es buen sitio para las heridas de la cabeza y malo para los pacientes con heridas en las piernas. Esta creencia de considerar unos lugares mejor que otros para la curación de heridas viene desde la antigüedad, como es el caso de Talavera que durante el sigo XVI recibía la visita de gentes que pretendían mejorar de sus heridas en la cabeza.

Los curas de pueblo dieciochescos ven también en la alimentación uno de los condicionantes de la salud. Como el de Méntrida que considera que parte de los males de sus parroquianos vienen del “exceso en comer higos pepinos y melones”. El pepino y el exceso de fruta también es considerado perjudicial en La Torre de Esteban Hambrán donde, además, considera el cura que el mucho consumo de tabaco en hoja, el vino y otros vicios son la causa de lo enfermizo de sus habitantes. Lo mismo sucede en el Casar de Escalona, donde el párroco observa que “el demasiado uso del vino en la gente trabajadora” perjudica a su salud. Vemos como hace más de doscientos años los caldos de la zona que hoy abarca la denominación de origen de “Méntrida” hacían  estragos en los hígados de sus cultivadores.

Con la inveterada costumbre de culpar a los extranjeros de las propias desgracias el cura de La Mata culpa de las enfermedades del pueblo a los soldados portugueses que pasaron por allí en las confrontaciones bélicas de la época.

Mohedas de la Jara un día de tormenta.
Mohedas de la Jara un día de tormenta. Achaca el párroco la mala salud de sus habitantes a las fatigas del campo

Otros sacerdotes tienen ya cierta perspectiva social de la enfermedad y así, por ejemplo, el de Bargas considera que los muchos “affectos de pecho” del lugar tienen el origen de sus patologías en su oficio de arrieros y panaderos. Además observa perspicaz que abundan más las tercianas en los mozos de labor que trabajan en las zonas de ribera. En Alameda de la Sagra las últimas epidemias han sido originadas “ en gentes de tercera clase, que ocupados en el real sitio de Aranjuez en sus trabajos, o se alimentan poco o les causa la intemperie del sitio novedad”. El duro trabajo de la siega también es considerado como la causa de la muerte de los lactantes en Almonacid donde “el número de párvulos muertos son bastantes cada año por el verano, a causa que las pobres madres les precisa ir a espigar, y bien acaloradas dan el pecho a las criaturas de que se origina que mueran de indigestión”. Las gastroenteritis son también asociadas en Villatobas con el abastecimiento de la población con agua de pozo. En Camuñas  se piensa que los trabajos de siega están en el origen de las “calenturas malignas” y en Mohedas de la Jara son las culpables las “fatigas del campo”. El cura de Ciruelos es más explícito cuando dice que la etiología de los padecimientos locales no es otra que el hambre. En Yepes, la insalubridad de las cuevas en que habitan los vecinos se asocia con una mayor incidencia del paludismo que como veremos en la segunda parte de este artículo era ya asociado con las aguas estancadas en muchas localidades de la provincia.

MUSEO DE LOS HORRORES EL ARCO DE SAN PEDRO

MUSEO DE LOS HORRORES

EL ARCO DE SAN PEDRO

Dibujo de Enrique Reaño sobre foto antigua del arco o puerta de San Pedro de Talavera
Dibujo de Enrique Reaño sobre foto antigua del arco o puerta de San Pedro de Talavera

Ya hemos hablado de la destrucción sistemática de las puertas de la muralla durante el siglo XIX. Una de ellas, que daban acceso al primer recinto amurallado era la puerta de San Pedro, llamada así porque aunque era de construcción musulmana estaba muy cerca de esa iglesia del mismo nombre hoy desaparecida. Fue la más monumental de todas ellas, y todavía hoy da nombre a la calle en la que se situaba.

Fotografía reciente del lugar donde se encontraba el arco o puerta de San Pedro

Fotografía reciente del lugar donde se encontraba el arco o puerta de San Pedro

Fue derribada en 1885 y se apoyaba en la antigua muralla árabe aunque modificada y agrandada en varias ocasiones. De una de estas reconstrucciones tenemos referencias, concretamente de la reforma que realizó el Cardenal D. Pedro González de Mendoza, cuyo escudo aparecía sobre la puerta que, además, estaba dotada de rastrillo para asegurar el acceso. El padre Fita refiere que había en esta puerta una inscripción que decía: «Esta puerta mandó alçar el cardenal nuestro Señor el año de MCCCCXCIIII años, siendo corregidor el comendador Juan de Horosco». 

Su estructura declara la época de la reforma ya que en los dibujos que han llegado hasta nosotros se aprecia que la puerta es construcción típica del siglo XV con su arco carpanel y su decoración de bolas con tres pináculos. Sobre el central de ellos se situaba una imagen gótica de la Virgen con doselete, actualmente está adosada a uno de los muros del interior de la Ermita de la Virgen del Prado.Esta imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es fotos-talavera-antigua-227.jpg

También decoraban la puerta algunas pinturas de temas religiosos alusivos a la Eucaristía que, según dice el padre Fita, habrían sido pintadas en el siglo XVI o el XVII: «en la cúspide representa la custodia del sacramento, con varias figuras a los lados y en las gradas inferiores: ya alegóricas como la Fe; ya históricas como Santo Tomás de Aquino, el noble autor del Pange Lingua, ya bíblicas en fin y muy adecuadas, de mayor tamaño que el natural, como David con su arpa y Moisés con el rótulo profético, tomado del Deutoronomio, XVIII, 15».

Dibujo del siglo XVIII de Pedro Guerra de una tinaja árabe embutida en la muralla del arco de San Pedro
Dibujo del siglo XVIII de Pedro Guerra de una tinaja árabe embutida en la muralla del arco de San Pedro

En los lienzos de muralla inmediatos, había alguna inscripción epigráfica romana dedicada a Pompeyo. Sobre la cimentación de una de las torres que protegían esta puerta se construyó la antigua torre del Reloj y sobre el arco discurría un pasadizo para dar acceso al relojero. En una casa particular, que tenía a la inmediata torre albarrana formando parte de su estructura, existía todavía en el siglo XVIII una tinaja, cuyo dibujo realizó  Pedro Guerra y que muestra su escritura árabe.

Imagen de la Virgen que se encontraba en el Arco de San Pedro y hoy se halla en la basílica de la Virgen del Prado

tres muchachos en una CUEVA

 

TRES MUCHACHOS EN UNA CUEVA

Relato sobre la huida de los Santos Mártires Vicente, Sabina y Cristeta, patrones de Talavera

Septiembre del año 306

Cueva de los Santos Mártires en la cumbre del cerro de San Vicente Cueva de los Santos Mártires en la cumbre del cerro de San Vicente[

 Entre la grieta que dejan dos grandes moles de granito se asoman los ojos asustados de un joven mientras el viento agita su túnica. Desde la cumbre del Monte de Venus mira como el Tajo se acuesta en el valle. Al fondo, angustiado, vislumbra los tejados de los templos de la ciudad de Ébora. Vincencio ha recogido unas bellotas que lleva envueltas en un pedazo de lienzo. Vuelve sobre sus pasos hasta le entrada casi oculta de una cueva por la que desciende hasta su interior. Con las espaldas apoyadas sobre la piedra dos muchachas esperan aterradas, pero sonríen aliviadas al verle mientras le interrogan con su mirada.

-No se ven soldados. El día ha salido despejado y debemos continuar -dice entre imperativo y cariñoso su hermano.Esta imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es P2233519-1024x630.jpg

Aunque las hace estremecer el aire que azota la cumbre esa mañana, al salir de su refugio, la luz y el tibio sol de otoño las reconfortan. Con un poco agua de un fontarrón cercano lavan las heridas de sus pies defendidos de una caminata de nueve horas bajo la lluvia tan sólo por unas pobres sandalias. Antes de descender hacia el Piélago, el muchacho mira desconfiado hacia atrás y recuerda las historias que le contaba su abuelo. Aquí mismo se había fortificado el famoso guerrero Viriato y tuvo en jaque a los romanos desde estas alturas. Pero el lusitano al menos tenía armas. Vincencio, sin embargo, sólo tiene la certeza que empapaba todas sus vísceras de que la religión del judío crucificado, la que dice que los pobres heredarán la tierra, era la religión verdadera. Tan seguro estaba que hacía dos días, delante de Dacio, el gobernador que había encerrado a la piadosa Leocadia en las mazmorras de Toledo, había renegado de los viejos dioses asegurando que cuando los romanos los adoraban era como si veneraran a un montón de piedras y palos. Vincencio no lo creía, pero oyó decir a los soldados que le custodiaban que, en la piedra sobre la que descansaba cuando compareció ante el gobernador, quedaron marcados, como si la roca fuera de cera, sus pies y el báculo que le sostenía.

Esos mismos soldados le liberaron esa noche y con sus hermanas Sabina y Cristeta había huido entre encinas y enebros hasta el Monte de Venus. No podía permitir que el empecinamiento que Dacio achacaba sólo al fanatismo de los cristianos afectara a sus hermanas. Pero ellas, tanto y con tanta vehemencia habían escuchado hablar a su hermano sobre la nueva religión, que ya le acompañaban en lo que para unos era delirio y para otros eran convicciones profundas. Estaban ya dispuestas a morir con él sin renunciar al nuevo Dios que los emperadores perseguían con tanta saña.

Los bosques de El Piélago desde la Cueva de los Santos Mártires. Al fondo, Gredos Los bosques de El Piélago desde la Cueva de los Santos Mártires. Al fondo, Gredos

Caminando entre los robles habían llegado al otro extremo de aquellos montes y podían ver frente a ellos la alta sierra de Gredos que deberían cruzar si querían ponerse a salvo. Unos pastores que los encontraron comiendo moras junto al río Tiétar les dieron refugio esa noche. No subieron por el puerto del Pico pues, junto a la calzada, siempre había soldados que controlaban el paso del ganado y de las mercancías. La senda por la que les condujo uno de los cabreros era empinada pero más segura. Después de alimentarse de carne seca durante cuatro días llegaron, tras atravesar los piornales y las praderas de las cumbres, hasta la ciudad de Ávila. Uno de los pastores, interrogado por los soldados, delató a los hermanos y cuando llegaron a la ciudad de los fríos inviernos estaban esperando para apresarles.

Otra vez los ofrecimientos de renuncia, otra vez mantenerse en esa curiosa fe que a Daciano, en realidad, le parecía tan falsa como la suya propia, una forma más de someter a los que debían someterse. Los desnudaron y los sacaron fuera de la ciudad y después les azotaron hasta la extenuación. En el tormento que llaman hecúleo descoyuntaron sus miembros sobre una cruz en aspa. Como no acababan con sus vidas apretaron las cabezas de los tres hermanos en una prensa formada por dos tablones poniéndoles, en fin, grandes losas de piedra y golpeando sobre ellas con grandes mazos hasta que sus sesos quedaron desparramados.

Después de muertos los arrojaron  a una cueva que llaman de la Soterraña. Y dicen las gentes de Ávila que, como no permitieran los soldados que nadie enterrase los cuerpos, una gran serpiente salió de las profundidades levantada la cerviz y dando temerosos silbidos. Cuentan que un judío miraba sus cuerpos con poca reverencia y la culebra se enroscó en su cuerpo casi asfixiándole hasta que prometió, convirtiéndose al cristianismo, levantar un templo que custodiara los cuerpos de los tres muchachos de Ébora.

Los Santos Mártires huyen de Talavera, decoración esculpida en el cenotafio de la basílica de San Vicente en Ávila

HISTORIA FÁCIL DE LA CERÁMICA EN TALAVERA (9). UNA CIUDAD PUJANTE Y COMERCIAL DE AL -ANDALUS

Foto de Ruiz de Luna río años 20 con la muralla árabe lamida por el río y donde se ve la torre de Nazar

UNA PUJANTE CIUDAD DE AL-ANDALUS

Hace mil años, un viajero árabe llamado Al -Edrisi describía así la Talabayra de entonces:

Talavera es una gran villa construida en la orilla del Tajo; el castillo está perfectamente fortificado y la villa es notable por su belleza, su extensión y la variedad de sus producciones. Los bazares son dignos de verse y las casas están agradablemente dispuestas; un gran número de molinos se elevan sobre las aguas del río. Capital de una provincia importante, Talavera está rodeada de campos fértiles. Sus barrios son hermosos y antiguos, y se encuentran allí monumentos de remota antigüedad. Está situada a setenta millas de Toledo.

La villa de Toledo es una capital no menos importante por su extensión que por el número de habitantes

Las aceñas y molinos del Tajo impresionan a Al Edrisi

Si analizamos este texto observamos la referencia a su importancia estratégica y militar, constatamos las alusiones a una ciudad pujante en la que destacan, su aspecto comercial, los bazares, y su actividad agropecuaria.

Otra constante de Talavera es su vinculación con una gran comarca, en el texto vemos que Al- Edrisi comenta que es capital de una provincia importante, el “iqlim” talaverano que, aunque dependiente del reino toledano, gozó según los historiadores de una relativa independencia. También es curiosa la alusión a los antiguos monumentos, probablemente romanos, que llaman la atención de Al-Edrisi. En definitiva, una gran ciudad que el viajero árabe se permite comparar en términos de igualdad en el último párrafo con la ciudad que había sido capital del reino visigodo, Toledo. Una gran ciudad que en Córdoba, la capital del califato, daba nombre a una de las puertas de su muralla.

Una vista de la alcazaba de ciudad de Vascos, uno de las ciudades del Iklim o provincia de Talavera

En toda la civilización musulmana se producía una fractura importante entre el medio urbano y el rural, Talavera no es una excepción y podemos imaginarnos nuestra comarca de una manera muy parecida a la actual, un foco de atracción urbano importante y una población rural cada vez más dispersa en la comarca. La cultura del agua, tan dominada por la técnica islámica, nos hace imaginar un gran número de huertas en fincas de recreo con jardines, situadas en la que también Al-Edrisi considera fértil vega talaverana.En el río los molinos de rueda vertical, las aceñas, eran dinamizados por los azudes del río, las presas que coincidían en gran medida con las actuales. En una de las torres de la muralla que se adentraba en el cauce del río, una rueda de arcaduces como la albolafia de Córdoba; la alcazaba, el palacio de los gobernadores, con sus baños, como esos otros baños que probablemente ya existían en época musulmana y que dieron nombre a una de las calles de lo que entonces eran arrabales de la ciudad, la calle del Baño. La impresionante muralla árabe es el monumento más importante que nos queda de aquella época y precisaría todo un libro para su descripción.

Rótulo de la calle del Baño de Talavera

La influencia de Toledo hace que hasta aquí se irradie el gran movimiento científico y cultural de la capital del taifa, acudiendo, por ejemplo, a impartir lecciones a Talavera grandes juristas como Muhamed ben Abdús. No olvidemos que nuestra ciudad era la segunda en importancia del territorio de Castilla la Nueva después de Toledo y que en ella se desarrollaba una sociedad próspera y poderosa con notables personajes como Abu Othman caid ben Haken Al Karashi nacido en Talavera ya en época de dominación cristiana, 1205, fue rey de Menorca y además de justo y buen gobernante, fue considerado un hombre muy culto, escritor y poeta con profundos conocimientos de derecho y medicina. Reunió en su corte una importante colección de libros científicos y volúmenes preciosos, allí acudían ante él sabios de todas partes, aunque tenía también fama de sanguinario, llegando en su intransigencia a aplicar penas de tortura y muerte a los que bebían vino o a quien cometía faltas igualmente leves pero consideradas negativamente por la moralidad musulmana.

Pocos restos arqueológicos quedan de aquella época, fragmentos de cerámica que aparecen por doquier pero apenas nada más salvo la muralla. Según algunos arqueólogos, la falta de estudios serios y de excavaciones sistemáticas, además de las numerosas incursiones bélicas que la arrasaron pueden ser la causa.

Arcaduz de noria  árabe de cerámica hallado en la excavación del centro Rafael Morales

Para algunos, la mezquita mayor se situó en el solar de lo que más tarde sería iglesia colegial, para otros es el solar del frontero Hospital de la Misericordia el que la habría albergado, ya que existe una curiosa referencia al hallazgo en él de una inscripción epigráfica en la que se leía en letras cúficas: En este lugar no es lícito decir cosa mala, cuando más hacerla.           

En otras entradas de este blog puede el lector encontrar información sobre la ciudad de Vascos y las otras fortalezas del Tajo, sobre la muralla árabe y la alcazaba y también sobre las atalayas y torrecillas de la comarca.

Lucerna o candil árabe de Talavera

DOS ENCINAS MONUMENTALES EN EL BERROCAL

LA ENCINA MEREGIL

Encina Meregil en Cervera de los Montes
Encina Meregil en Cervera de los Montes

La primera de ellas se encuentra al noroeste de Cervera de los Montes y hay una ruta indicada desde el pueblo en un paseo agradable y liviano. Es conocida como la encina Meregil.

Se encuentra sobre un plinto redondo de piedra y desde el lugar se contempla una espléndida vista sobre la zona occidental de la sierra de San Vicente y el valle del Tiétar con el farallón de Gredos.

El tronco deteriorado de la encina Meregil por la extración de madera del corazón para la fabricación de badajos para los cencerros
El tronco deteriorado de la encina Meregil por la extración de madera del corazón para la fabricación de badajos para los cencerros

Es uno de los símbolos incluidos en el escudo del lugar y su tronco se encuentra un tanto deteriorado porque antiguamente se hacían los badajos de la mejor madera conocida para la fabricación de cencerros, el corazón de encina.

Su copa no es especialmente frondosa pero su inclinación como vencida por el viento le da un aspecto pintoresco.

LA ENCINA DE DOÑA GERMANA

Encina de doña Germana en término de Pepino
Encina de doña Germana en término de Pepino

Es curiosa la leyenda de esta encina monumental que se encuentra a algo más de tres kilómetros de la población de Pepino en dirección este por el cordel que une esta localidad con San Román de los Montes.

No sabemos por qué se dice que en ella se columpió doña Germana de Foix, la bella y joven noble francesa que se casó en segundas nupcias con Fernando de Aragón tras la muerte de su esposa Isabel la Católica.

Precisamente murió el rey en Madrigalejo, en la provincia de Cáceres cuando para que pudiera yacer con la muchacha, al ya anciano rey le dieron un brebaje compuesto de hierbas y testículos de toro, y a la mañana siguiente amaneció muerto, vamos que falleció víctima de un «viagrazo».

Puede que en alguno de los viajes de la corte pasaran los monarcas por Talavera y se columpiara en la vetusta encina doña Germana, ¿quién lo sabe? Lo que sí es cierto es que la joven reina tuvo tras la muerte del rey Fernando una apasionada relación con su nietastro Carlos V de la que nació una hija bastarda.

Está el árbol monumental en la misma linde del camino y su tronco está hendido en dos. Su copa es más frondosa y globular que la de la encina Meregil.

Cerca de ella hay otra encina peculiar llamada en Pepino «La Tiesa» por estar podada de forma que ha alcanzado gran altura.

 

Camino empedrado hacia la encina Merejil

 

UNA HISTORIA FÁCIL DE LA CERÁMICA DE TALAVERA (8) APUNTES SOBRE LA TALABAYRA MUSULMANA

La corte de Abderramán III gran impulsor de Talavera y sus fortificaciones

TALABAYRA

Recién iniciadas las campañas de conquista de los musulmanes en la península, aparece Talavera en las crónicas como el lugar donde Muza, gobernador del Magreb, se encuentra con su lugarteniente Tarik que, con su expedición relámpago, había conseguido el dominio de la hispania visigoda venciendo al rey Rodrigo. Este hecho un tanto legendario y que diferentes autores localizan en diferentes lugares parece que tuvo lugar en Talabayra en el año 713 y el liberto bereber Tarik, para suavizar el enfado de su superior que venía a su encuentro desde Mérida, trajo inmensas riquezas como presente desde Toledo, ciudad en la que se encontraba cuando fue requerido por su superior. Los cronistas destacan entre esos regalos la llamada mesa de Salomón fabricada en metales y piedras preciosas, además de las coronas de los reyes godos, pero cuentan que no fueron suficientes para aplacar las iras de Muza por la desobediencia del general, humillándole de palabra e incluso abofeteándole.

Talavera y su entorno fueron ocupadas y repobladas por aguerridos pueblos beréberes que defendieron la zona fronteriza entre los reinos cristianos y musulmanes convirtiéndose la ciudad en una de las llaves estratégicas entre ambos territorios. En ocasiones, tribus beréberes que se habían sublevado en otros lugares y ciudades del territorio de Al-Andalus acudieron a refugiarse a Talavera en la que los repobladores eran mayoritariamente de esa etnia, como lo eran los habitantes de la próxima ciudad de Nafza, que parece se corresponde con Ciudad de Vascos.

Arco de herradura en el castillo árabe de Marco en Villar del Pedroso

Dado que muchas de las sublevaciones internas contra el poder árabe estaban protagonizadas por estos pueblos norteafricanos, la frontera norte de Al-Andalus se convirtió, sobre todo en el valle del Duero, en una zona sumamente insegura que aprovechó el rey asturiano Alfonso I para ampliar su dominio territorial hacia el sur. Este hecho obligó a los árabes a crear una línea de fortalezas con el Tajo como eje que servirían para frenar el avance cristiano. En nuestra comarca, la propia Talavera, Canturias, Nafza, Castros, Espejel o Alija fueron algunas de esas fortalezas, todas ellas situadas a las orillas de nuestro río.

En el año 788 muere Abderramán I dejando su reino al tercero de sus hijos, Hixem. Sus dos hermanos, Suleiman y Abdalah no lo aceptan y se hacen fuertes en Toledo sitiándolos Hixem. A duras penas se mantiene la paz hasta su muerte en 796. Nombra heredero a su hijo Al-Hakam, que ordenó mejorar las fortificaciones de Talavera, pero sus tíos Abdalah y Soleimán vuelven a reclamar su derecho dinástico y se sublevan nombrando a Ubayd Allah Humayd como autoridad suya en Toledo.

Los bereberes de Talavera, al mando del renegado Amrús, permanecen fieles al emir de Córdoba que le ordena sofocar la rebelión de los toledanos. Consigue el jefe de la guarnición talaverana que, a cambio de dinero y riquezas, le entreguen la cabeza del general rebelde de Toledo. Los emisarios que traen la cabeza a nuestra ciudad son bereberes toledanos, los Banú-Majsi, que tenían cuentas pendientes con el clan de los bereberes talaveranos y al anochecer, aunque habían depuesto sus armas contra el emir son asesinados por venganza. Amrús deja en Toledo a su hijo Yusuf como jefe de la guarnición.

Placa fundacional de la muralla y la alcazaba levantadas por Abderramán III

Pero no es este el único suceso sangriento en que se ve envuelto el jefe militar musulmán de Talavera, ya que en el 805 los toledanos, ayudados por soldados francos, vuelven a sublevarse y Yusuf es tomado preso. Amrús vuelve a vencer, se inician conversaciones y se restablece la paz simulando Amrús haber perdonado a los insumisos e invitándoles a una fiesta en la que, durante la conocida como “Jornada del Foso”, asesina y decapita a cuatrocientos notables árabes toledanos y expone sus cabezas en público. Cuentan las crónicas que este hecho fue presenciado por un adolescente, el futuro Abderramán II, que quedaría afectado toda su vida por un tic nervioso originado por la impresión que le causó la masacre.

Estas y otras sublevaciones de los toledanos explican la importante fortificación de Talavera pues, como vemos, su importancia estratégica no estaba sólo condicionada por ser un bastión ante el avance cristiano sino también como punto de control sobre los insumisos toledanos, junto a otras ciudades como Madrid, Zorita y Calatrava  que con ese fin fueron fortificadas por Muhamad I que, en el caso de esta última fortaleza manchega, refuerza su guarnición en el año 855 con  gentes de Talavera, conocidas en la época por su ímpetu y preparación militar.

Pero los enfrentamientos entre Toledo y nuestra ciudad no cesarían y así, en el año 857, las tropas bereberes toledanas atacan Talavera, sufren una emboscada y son setecientas las cabezas de los vencidos atacantes que son enviadas a Córdoba.

Ahmed ben Muhawiya, un cordobés apodado Ibn al Quitt, “el hijo del Gato” se hace pasar por mahdí, jefe religioso miembro de la familia de Mahoma que debía venir a destruir la fe corrompida y restablecer la verdadera fe del Islam en todo el universo. Este visionario predica la guerra santa a los bereberes de las fronteras inferior y media prometiéndoles conquistar la ciudad de Zamora. Las gentes berberiscas de Talavera y su alfoz se unen masivamente a la iniciativa y Al-Quitt reúne un ejército de 60.000 hombres. Le ayuda el jefe de Nafza y en esta ciudad musulmana se establece el cuartel general. Cercada Zamora en el año 901, Al -Quitt es derrotado y su cabeza colgada como trofeo en una de las puertas de la ciudad.

A medida que se fortalecen los reinos del norte, comienza Talavera a sufrir las incursiones de los monarcas cristianos como es el caso de Alfonso III, rey de León que, en una expedición contra el reino de Toledo, ataca Talavera y vuelve a Zamora con un rico botín a comienzos del siglo X. Otras incursiones de D. García, Ordoño II, Ramiro II y Ordoño III afectan a la Talabayra musulmana de este siglo ocasionándola en mayor o menor medida daños en sus murallas, despoblación, destrucción de cosechas y pérdida de ganados y otros bienes.  En el año 936, Abderramán III construye la alcazaba talaverana dejando en la torre sureste la placa fundacional que hoy se halla en el Museo Arqueológico Nacional.

En otras ocasiones Talavera servía de campamento base para las razzias de los musulmanes contra los reinos cristianos de Galicia o León.  El mismo Almanzor pernocta en la alcazaba talaverana en una de sus aceifas contra los cristianos.

Tinaja musulmana con inscripción en árabe hallada en Talavera al hacer obras en el arco de San Pedro, una de las puerta musulmanas de la muralla

Todos estos hechos bélicos en torno a la ciudad condicionaron no sólo la ya comentada fortaleza de sus murallas, sino la abundancia de atalayas y torres de observación en su entorno y en toda la comarca, es el caso de las atalayas de Segurilla, El Casar y Mejorada, o de castillos como el del Cerro de San Vicente, toda una línea de observación y avanzadilla situada en las elevaciones de El Berrocal, para que Talavera no fuera sorprendida ni por los ataques cristianos ni por los reinos taifas vecinos en los últimos años de la dominación árabe. Parece que desde las atalayas se avisaba a la población con señales de humo. Tenían una puerta elevada sobre el suelo con una escala que se podía retirar en caso de peligro y varios pisos sin apenas huecos de ventana y almenadas en su borde superior. La de El Casar se observan algunas estructuras de habitación en su entorno.

Talavera contaba con un sistema de inundación del foso que discurría entre la muralla y otro muro externo de menor envergadura. Este sistema se alimentaba de las aguas del Tajo que inundaban el foso cerrando las presas y aliviaderos de los molinos y aceñas del Tajo pero en algún asedio se invalidó su misión defensiva derribando simplemente la presa de los molinos de Abajo.

Dividido Al-Andalus en reinos taifas, Talavera queda incluida en el reino de Toledo y uno de sus reyes, Al Mamum tiene que huir a Talavera tras su derrota a manos del reino taifa de Zaragoza que había conquistado parte de sus territorios de Guadalajara. Desde nuestra ciudad pide ayuda al rey de Pamplona enviándole dinero y regalos.

Atalaya de El Casar de Talavera

El sucesor de Al-Mamum fue el último rey árabe de Toledo, Al- Qadir. Su debilidad, las revueltas internas y la injerencia de taifas vecinos como el de Badajoz o el de Zaragoza, obligaron a Al Qadir a pedir ayuda a Alfonso VI que se la concedió en varias ocasiones, pero imponiéndole cada vez condiciones más duras, incluso la concesión de la fortaleza musulmana más cercana a Talavera, Canturias, en el Tajo, frente a la actual población de Calera.

Alfonso VI había sido acogido por Al- Mamum en Toledo hasta la muerte de su hermano y enemigo Sancho IV. Aunque Alfonso VI, mientras vivió su anfitrión, respetó la integridad del reino de Toledo, pero la precariedad de la situación de Al-Qadir llevó a la postre a la capitulación de la ciudad de Toledo en 1085. Dos años antes, en 1083, Talavera y otras plazas cercanas, ya estaban en manos cristianas.

RUTA: CEBOLLA Y SUS DOS ERMITAS

RUTA: CEBOLLA Y SUS DOS ERMITAS

Recorrido aproximado 14 kilómetros, tres horas y media. Con desviación a los molinos: 18 kilómetros, una hora más. 

Rollo del desaparecido pueblo de Sanchón entre los olivares de Cebolla
Rollo del desaparecido pueblo de Sanchón entre los olivares de Cebolla

Comenzamos la ruta de hoy en la población de Cebolla, por cuyo entorno vamos a deambular conociendo su patrimonio. Salimos en dirección a levante siguiendo el cordel o camino llamado de Talavera en su tramo anterior a Cebolla. Nos llevará a encontrarnos con un rollo o picota de ladrillo en medio de los olivares. Se trata del rollo de Sanchón, uno de los despoblados medievales que dieron lugar a Cebolla, al igual que otro llamado llamado la Aldehuela, lugar que en el siglo XVIII da el párroco como origen de la villa en torno a unos cebollares en el arroyo, aunque Jiménez de Gregorio hace derivar el curioso nombre de Cebolla de “yebaila”, palabra árabe que significa montecillo.

Aunque en vega tan fértil no es extraño que se hayan encontrado huellas del paleolítico o la Edad del Bronce, los romanos dejaron sus huellas, como por ejemplo una estela con epigrafía a nombre de un hispano llamado Asterio, un “Astérix” español de probable origen céltico. También hay restos romanos en el castillo de Villalba, del que hablaremos en otra ruta y los restos de un sepulcro, además de restos visigodos. En 1184 aparece ya el propio lugar con el nombre de Cebolla en un documento mozárabe.
Plano de la ruta Cebolla y us dos ermitas

Plano de la ruta Cebolla y sus dos ermitas

Seguimos nuestro camino y poco después pasamos junto a la fuente con el sugestivo nombre de Fuente de la Mora, relacionada también con el despoblado de Sanchón.

Tomamos a continuación un camino a la derecha y luego otro que sale también a la derecha para llegar así a la ermita de San Illán, edificio de ladrillo que se encuentra sobre una elevación con una magnífica vista panorámica y cuenta con gracioso pórtico en las caras sur y oeste, donde se sitúa la entrada. Es la ermita de Nuestra Señora de la Antigua, con magnífica imagen del siglo XIV, que la tradición dice que proviene del castillo de Villalba, y también tiene la advocación de San Illán. Es tradición que este santo es el hijo de San Isidro. Se trata de un culto local que no ha sido reconocido por los hagiógrafos, que incluso aducen razones de anacronismo, pues dicen que Illán vivió en el siglo XI e Isidro en el XII por lo que sería imposible que fuera su hijo. En un magnífico panel de cerámica del siglo XVI de la ermita antes referida se han representado escenas de la vida de San Illán en cuadros diferentes datados en la parte inferior por una inscripción que da el nombre del vicario que ordenó hacer los azulejos. La ermita era muy conocida por la fuente que junto a ella manaba y que  decían protegía contra la rabia, y cuenta la leyenda que fue el propio santo con la reja de su arado el que la descubrió. Para algunos, Illán sería la deformación del nombre del patrono de San Isidro, Juan o Ivan en grafía antigua, aunque para la mayoría solamente sería equivalente a Julián. Los cuadros cerámicos representan la aparición de la Virgen a San Illán, la resurrección del caballo del amo del santo, cómo amansa a unos toros bravos y labra con ellos, o cómo un toro rabioso descubre la tumba del santo, además de la escena en que sus compañeros de trabajo se quejan de que no trabaja, como sucede con San Isidro, al que mientras oraba un ángel le hacía sus tareas.

Panel de azulejos talaveranos del siglo XVI en la ermita de Mañosa o San Blas
Panel de azulejos talaveranos del siglo XVI en la ermita de Mañosa o San Blas

Olivos, higueras y viñas adornan el paisaje que vamos recorriendo, mientras vemos que en la vega del Tajo los regadíos se han ido extendiendo. Llegamos a la carretera, que cruzamos para ir más cómodamente por un camino paralelo al otro lado. 

Al llegar al pueblo parte un camino en dirección sur que nos llevará hasta los que fueron grandes molinos del Tajo, propiedad del señor de Cebolla y sobre los que se han instalado una central de los años cincuenta y otra moderna, aunque quedan cárcavos y bóvedas antiguas de grandes dimensiones edificadas en ladrillo que pertenecieron a los primitivos molinos de varias centurias de antigüedad.

En el siglo XIII es señor de Cebolla don García Álvarez de Toledo, su hijo Fernando deja la mitad del señorío y el castillo y despoblado de Villalba a su esposa en 1398, y en el siglo XV adquiere el castillo de Villalba don Juan Álvarez de Toledo, del que pasa a  Diego López de Ayala. El rollo jurisdiccional de la villa podemos datarlo a finales del XV o principios del XVI y lleva el escudo de los Ayala con las consabidas ménsulas finalizadas en cabezas de animales y fuste de cinco piezas sobre grada con remate cónico.

Ermita de San Illán en Cebolla
Ermita de San Illán en Cebolla

En Cebolla debemos visitar su iglesia, un edificio del siglo XVII de grandes proporciones. Es una gran mole de ladrillo que se levanta sobre el caserío con su torre  estilizada de cuatro cuerpos rematada mediante templete metálico con estatua de Jesús Redentor. En el interior del templo la nave central está cubierta con artesonado y el crucero con bóveda de media naranja sobre pechinas. Son de destacar los retablos barrocos y las imágenes de San Sebastián y la del Cristo de la Salud, del siglo XIV, cuya capilla se adorna con azulejos talaveranos del siglo XVI.

También debemos ver el antiguo palacio de los señores de Cebolla, los duques de Frías y Condes de Oropesa, que es también un edificio barroco de ladrillo del XVII con ventanales adornados por buena reja y en el centro balconada sobre forma redondeada de ladrillo.

En un breve paseo nos acercaremos al despoblado de Mañosa, donde solamente queda la iglesia de lo que fue un lugar habitado hasta finales de este siglo. La antigua parroquia, que hoy es ermita de san Blas, estaba bajo la advocación de San Pedro, que aparece dibujado en una bonita placa de cerámica de Talavera sobre la puerta principal. En su interior veremos el artesonado y la azulejería del siglo XVI que adorna los muros junto al altar. El entorno tiene su encanto, allí se hace la fiesta de san Blas y se encuentra poblado de las higueras de Cebolla, famosas desde antiguo por sus frutos que se exportan, las viñas cercanas producen el vino de Montearagón, el más comercializado y conocido de la comarca hasta la llegada de las bodegas de Valdepusa.

Azulejo del siglo XVIII representando a San Illán en la fachada de su ermita 

Página Talavera y su Tierra de Miguel Méndez-Cabeza Fuentes

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