1090, EL GOBERNADOR DE TALAVERA EJECUTADO POR TRAICIÓN

Año 1090, EL GOBERNADOR DE TALAVERA ES EJECUTADO POR TRAICIÓN

Tropas musulmanas al mando de galafrón cruzaron el Tajo con consentimiento del gobernador de Talavera
Tropas musulmanas al mando de galafrón cruzaron el Tajo con consentimiento del gobernador de Talavera

Esta historia comienza de Ávila, en plena canícula del año 1090. Un pastor llega agotado a la ciudad del Adaja y pide ver al conde don Raimundo de Borgoña, gobernador de ella y casado con doña Urraca, la hermana del rey Alfonso VI. El asustado serrano cuenta cómo una partida de moros al mando de un tal Galafrón han cruzado el Tajo y se hallan en “los pinares”, con trescientos de a caballo y cien de a pie corriendo toda la tierra, robándoles sus ganados y aprisionando a sus pobladores y “faciendo grandes desaguisados e que si no les valían fincarían todos muertos e captivos”. Por “los pinares” se conocía a la ladera sur de Gredos, donde al igual que hoy día eran extensos los bosques de pinos.

El conde montó en cólera y pidió su caballo para acudir “a la brega”, pero su mujer “fincó de hinojos” rogándole que no fuera, por lo que el conde hizo sonar las trompas y llamar a sus soldados. Ordenó tomar doscientos caballeros franceses de los suyos y doscientos castellanos de la compañía de Sancho de Estrada y Juan Martínez del Abrojo. También el obispo de Ávila quiso ir a pelear con sus tropas pero no se lo consintieron.

Otros nobles se ofrecieron pero el conde sólo aceptó la participación en la expedición a Fernán López y a Fortún Blázquez. Cargaron además a sesenta rocines y mulas con las viandas y partieron con el pastor como guía. En la “primera nava”, que es como llaman en el relato a la parte de la sierra que se encuentra pasado el puerto de Menga, llegaron más pastores con alimentos y les informaron de que los moros habían pasado ya “el Puerto”, nombre que daban al puerto de El Pico, y que iban ya en dirección a Talavera para cruzar el Tajo con sus muchos cautivos y los ganados mayores y menores robados.

Hay que señalar que ocasionalmente los pastores hacían entonces de soldados serranos para defenderse de las razzias de los musulmanes.

Las tropas de Raimundo de Borgoña descendieron por la calzada del puerto del Pico
Las tropas de Raimundo de Borgoña descendieron por la calzada del puerto del Pico

Como ya era tarde y estaba oscuro, “lobreguido” como dicen en la crónica, se entabló entre los nobles una discusión sobre si avanzar o descansar, pues las bestias se encontraban cansadas después de subir la sierra. Al final decidieron seguir cuatro horas más hasta trasponer el puerto y se emboscaron antes del “albor”en un castañar, probablemente el de Cuevas del Valle. Dieron de comer heno y avena a los caballos y descansaron hasta que les llegaran nuevas noticias sobre el lugar en que se encontraban los moros.

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Puerto y alle de Mijares

Llegó otro pastor que les informó de que los árabes habían avanzado hacia Talavera y se encontraban a nueve millas y media, y de que ese día no seguirían la marcha, por lo que les recomendaba que al llegar la noche avanzaran en la oscuridad guiados por él mismo hasta alcanzarlos. Llegaron otros pastores desde las “navas fondas” de la sierra, los más perjudicados por la acometida de los árabes, y se ofrecieron a unirse a las tropas si les esperaban, pero los caballeros no quisieron hacerlo por encontrarse ya los cristianos muy cerca del campamento de Galafrón.

Sancho de Estrada hizo montar al pastor en un caballo y se dirigieron hacia el soto donde estaba el campamento enemigo. En el camino toparon con un vaquero que les informó de que los musulmanes se encontraban descuidados descansando y con los caballos recogidos en un prado a cierta distancia de las tiendas. Ordenó Sancho de Estrada que Fernán López fuera por sorpresa con cien hombres y les quitaran las monturas.

Los moros que cuidaban a los caballos fueron sorprendidos de madrugada y corrieron hacia el campamento, situado en un soto donde Galafrón reposaba junto a una fuente. Atacaron entonces los cristianos haciendo gran cantidad de cautivos y muertos entre los moros, uno de los cuales fue el propio Galafrón que fue hallado con una lanzada. Las bajas musulmanas fueron trescientas veinte, y once las de las tropas abulenses. Entre el botín que llevaban se encontraron muchas cabezas de ganado

Los caballero cristianos salieron de Ávila para defender la sierra de los moros que cruzaron por Talavera
Los caballero cristianos salieron de Ávila para defender la sierra de los moros que cruzaron por Talavera

También fueron aprisionados tres “malos cristianos” que guiaban a las tropas de Galafrón. Los victoriosos caballeros rezaron en acción de gracias y vieron como llegaban los habitantes de las “navas fondas” con becerros y viandas para agradecerles la lucha mantenida en su defensa.

Fernán López fue nombrado juez para devolver los bienes a sus legítimos dueños y los caballos que traían los moros fueron repartidos entre los señores y escuderos españoles y entre los franceses de las compañías de Raimundo de Borgoña. Al otro día “se dio pregón para volver a Ávila” y tocando las trompas comenzaron el viaje de vuelta y se mandaron cartas al obispo y al conde sobre la buena nueva.

La comitiva estaba formada por las diferentes compañías precedidas del pendón del noble al que pertenecían. Unos custodiaban a los cuatrocientos prisioneros, otros a los caballos o al botín. Pararon una noche en la sierra e hicieron allí grandes hogueras y lo celebraron. A siete millas de Ávila les recibió la compañía de Gimén Blázquez y un poco después el obispo“con asaz de prestes y arciprestes”.

En Ávila la población acudió a dar gracias a la iglesia de El Salvador. El señor conde de Borgoña hizo gracia a los caballeros y al obispo de los moros cautivos y de los caballos que fueron repartidos entre todos.Esta imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es santiagopiedret-758x1024.png

Pero pasados los momentos de alegría, el conde envió a Talavera a Fernando de Llanes y a Martín Roanes para que prendieran a su gobernador Sancho del Carpio y lo llevaran a Ávila, quedando el primero de ellos como sustituto del gobernador. Se le acusaba de no haber sido cuidadoso en la vigilancia de la frontera impidiendo que Galafrón y los suyos pasaran el Tajo. Solamente Álvaro Álvarez se levantó ante el conde para defender a Sancho del Carpio, por considerar que había prestado al rey don Alfonso valerosos servicios de armas y que por ello le había dado en premio el gobierno de Talavera, cuando hacía ya siete años se la había conquistado a los moros. Dijo además que Talavera era de jurisdicción real y que por tanto el conde no podía juzgar lo que allí sucediera. Raimundo de Borgoña se irritó tanto ante la defensa que hacía del gobernador que echó de la reunión a don Álvaro, aunque después el obispo intercedió y fue perdonado. Tanto a él como a los otros cinco nobles que habían intervenido en la batalla el conde les dio como premio el privilegio de armar un molino en el río Adaja.

Llegó al poco la comitiva desde Talavera con el gobernador cargado de cadenas sobre “un magro rocino e con gran tristura”.

Detrás iba su mujer Roma Vélez con gran amargura sobre un palafrén con paños negros rodeada de algunos sirvientes. Álvaro Álvarez la llevó a casa de sus padres y allí acudieron a consolar su llanto las mujeres de los nobles.

Mientras, el nuevo gobernador de Talavera recogía los testimonios de varios testigos que aseguraban que Sancho del Carpio había sabido del paso de los moros y lo había consentido. Otros talaveranos se quejaban también de su mal gobierno. Fueron nombrados además dos nobles llamados Lope Moreno y Gómez Sánchez como sus defensores, pero no consiguieron encontrar en la villa ni un solo testimonio en su defensa. El conde mandó también al Notario Mayor de Ávila para que embargara los bienes de Sancho del Carpio en Palencia y a Fernando Llanes para que hiciera otro tanto en Talavera.

El gobernador fue juzgado y condenado a cortarle la cabeza. En el coso mayor, probablemente la plaza del Pan, se armó un tablado. Veinte escuderos y veinte ballesteros fueron a por el traidor a la cárcel y envuelto en una larga cadena fue subido a un caballo después de confesarle el obispo.

Le fue cortada la cabeza delante de los judíos, moros y cristianos de la ciudad y después fue su cuerpo despedazado en cuatro y puestos los cuartos en los caminos de

PALEOLÍTICO EN EL VALLE DEL TAJO. DE LA SERIE «RÍOS DE HISTORIA· (2)

Canto trabajado del paleolítico en las terrazas del Tajo del Cerro Negro

LOS HOMBRES DEL PALEOLÍTICO INFERIOR EN LAS ORILLAS DEL TAJO

Canto trabajado hallado en el Guadyerbas

La mayor parte de los útiles tallados en piedra que se han hallado en nuestra comarca, se han recogido en sedimentos fluviales de las terrazas del Tajo de ambas orillas. En las prospecciones realizadas en el valle del río con motivo de las excavaciones del yacimiento de Pinedo en Toledo, encontraron M. Santonja y Mª Angeles Querol en el kilómetro 33,300 de la carretera de Talavera a los Navalmorales, en el Cerro Negro, en superficie y sobre la terraza de + 140 metros del Tajo, un canto trabajado que se dató en principio con unos 200.000 años de antigüedad. Es la primera huella documentada del hombre en nuestra comarca.

Recreación de un taller del paleolítico en el museíllo de los yacimientos de El Bercial

Recreación de un taller del paleolítico en el museíllo de los yacimientos de El Bercial

Desde entonces (1979), se han ido encontrando por diferentes investigadores locales nuevos yacimientos del Pleistoceno en la comarca. La mayoría se han localizado en graveras y fuera del contexto estratigráfico por lo que todavía está por hacer una prospección sistemática de cuenca que parece prometedora por lo numeroso de los posibles asentamientos.

En los casos que vamos a enumerar se han documentado materiales elaborados sobre todo en cuarcita, principalmente cantos trabajados, bifaces y objetos realizados sobre lascas de piedra, todos ellos con paralelos en los periodos denominados Achelense Inferior y Medio.

En la margen derecha, los yacimientos se sitúan en la terraza por donde hoy discurre la autovía de circunvalación, de hecho en su construcción se halló por el servicio de Arqueología de la Diputación Provincial, un yacimiento en el que destaca un bifaz de buena factura en término de Pepino y en la zona del Chaparral. Otros útiles líticos fueron hallados en el arroyo Malojo, cerca de El Casar de Talavera, en el arroyo del Canal y ya dentro del casco urbano de Talavera en las excavaciones realizadas junto a la muralla, el ayuntamiento, y en Cabeza del Moro. En varias graveras de las proximidades del casco urbano también se han localizado estratos con diferentes objetos de piedra retocados por la mano humana.

Excavación del yacimiento de Puente Pinos junto al muro del embalse de Azután Excavación del yacimiento de Puente Pinos junto al muro del embalse de Azután

Río abajo también se descubren materiales en las proximidades del embalse de Azután y también en el término de Alcolea de Tajo en el paraje de Vaciatrojes se ha documentado el hallazgo de industria paleolítica entre 1979 y 1980, durante la explotación de una gravera situada al Sur de dicha localidad y abierta en una terraza alta de la margen derecha del Tajo, donde aparecieron cuatro colmillos de elefante antiguo (tres de ejemplar adulto y uno de joven), así como trozos de mandíbulas, dientes y cornamentas de, al menos, un cérvido (Jiménez de Gregorio, 1989). También menciona don Fernando hallazgos de industria y de restos de cérvidos en el arroyo Manzanas (Las Herencias),. Refiere expresamente un fragmento de diente de Cervus elaphus y tres herramientas líticas de cuarcita, entre ellas dos bifaces, que adscribe al Paleolítico Inferior.

Podemos  por tanto imaginar un Tajo enorme, desde el Cerro Negro hasta los berrocales de Pepino, Mejorada y Segurilla. Un río que inundaría la práctica totalidad del actual casco talaverano habitado con pequeñas bandas de seres humanos cazando elefantes o los grandes ciervos y bóvidos que pastaban entre las corrientes del deshielo de los glaciares. Aquellos primeros “talaveranos” fabricaron las primeras herramientas toscas de piedra.

Industria lítica hallada en el arroyo Zarzoleja junto a Gamonal

INDUSTRIA LÍTICA DEL PALEOLÍTICO SUPERIOR

Mención aparte merece la industria del paleolítico que descubrí en otro de nuestros ríos, el Guadyerbas, ya que es en sus orillas donde se encuentra la mayor riqueza y densidad de unos yacimientos que con numerosa industria de sílex es la representación más significativa, hasta el momento, del paleolítico superior de las tierras de Talavera. Llama la atención la gran variedad de materiales, tanto por su forma como por el colorido y diferentes tamaños de los mismos. Las pátinas y el grado de rodamiento también son muy variables, incluso se encuentran algunos objetos en cuarcita que, por su aspecto, bien pudieran pertenecer al paleolítico inferior o al menos a dataciones más antiguas que la generalidad del material. Los núcleos de sílex utilizados para hacer esas herramientas vienen arrastrados por el río desde las zonas calizas de Montesclaros.

Todos estos hallazgos se distribuyen por una gran zona que comprende las riberas de los arroyos del Molinillo, el de Los Huertos, el de Alcañizo y los ríos Guadyerbas y Riolobos. En la desembocadura del Guadyerbas en el Tiétar aparece también industria, aunque no se halla en este último río geológicamente más condicionado por los plegamientos de la Sierra de Gredos. Concretamente en este punto, con motivo de los estudios sobre el impacto del Embalse de Monteagudo, realizaron Fco. Javier Díaz y Ramón Gómez un estudio geológico que nos permite datar la antigüedad de este yacimiento entre los 8000 y los 10000 años. El material está tallado sobre lascas de tamaño medio en general (2-8 cm) y con morfologías muy diversas. Según la especialista en paleolítico Josefa Enamorado «La importancia de estas colecciones radica en que es la primera vez que en el valle medio del Tajo se registran objetos con estas características y cronología”. Es raro además que estos yacimientos se localicen al aire libre ya que lo habitual es que se encuentren en cuevas y abrigos. Estas colecciones ribereñas del Guadyerbas aportarán más luz sobre la vida y comportamientos humanos de los habitantes del interior peninsular ya que, por ahora, solamente existen paralelos a estas culturas en la cornisa cantábrica.

Industria paleolítica del Guadyerbas Industria paleolítica del Guadyerbas

Además de los yacimientos del Guadyerbas, también he localizado tres nuevos asentamientos con características diferentes a los anteriores, uno en el arroyo de Malojo pero en zona más alta del arroyo que el otro yacimiento ya enumerado y perteneciente al paleolítico inferior, otro en las orillas del arroyo Zarzueleja cercano a la población de Gamonal y un tercero en el arroyo de la Sal. Todos presentan una industria realizada en sílex de tonalidades mayoritariamente blanquecinas, con retoque menos elaborado que el del Guadyerbas pero que por su situación estratigráfica pertenecen también al paleolítico más reciente o incluso al epipaleolítico. Como vemos son las corrientes de agua las que muestran las huellas de los primeros habitantes de nuestra tierra.

LA CERÁMICA EN LA TALABIRA MUSULMANA, EN HISTORIA FÁCIL DE LA CERÁMICA DE TALAVERA (10)

 

Pistero, vasija para verter con cierta precisión los líquidos en la mesa o la cocina. Siglos X-XI. Hallado en excavación del convento de las madres Agustinas de Talavera

LA CERÁMICA EN LA TALAVERA MUSULMANA

La cerámica es una expresión cultural de los pueblos. Las diferentes civilizaciones no sufren una aculturación inmediata tras una invasión, sino que la influencia de la cultura invasora va impregnando poco a poco a la del pueblo invadido. Es el caso de la población visigoda e hispanorromana tras la conquista de Hispania por los árabes.

Miniatura de bota de juguete hallada en las excavaciones de Entretorres. Siglos X-XI. Talavera de la Reina

 

Cantarilla hallada en excavaciones de la calle de la Lechuga en Talavera de la Reina

Las técnicas y las formas de la cerámica visigoda permanecerán todavía durante muchos años, pero de manera paulatina se van introduciendo otras formas en las vasijas y otras decoraciones propias de la cultura recién llegada. Es conocido que se han hallado algunas piezas claramente visigodas con inscripciones o pinturas en letra cúfica que demuestran esa pervivencia cultural que, por otra parte, también se irá modificando con las necesidades que la diferente dieta y alimentación de la nueva cultura junto a otros muchos factores, como el utilitarismo de las nuevas piezas fabricadas para diferentes funciones laborales, artesanales e incluso estéticas que van conformando una cultura material determinada.

Olla con tapadera hallada en las excavaciones del actual centro cultural Rafael Morales. Siglos X-XI

Otro factor de gran importancia en las cerámicas medievales es la convivencia, más o menos alterada en determinados momentos históricos, de diferentes religiones y de los rasgos culturales que ellas  condicionan. Mozárabes, muladíes, judíos, musulmanes, mudéjares, cristianos viejos conviviendo en el territorio irán imprimiendo a lo largo de la historia sus específicas inclinaciones estéticas o funcionales en los objetos fabricados para su vida diaria con una mayor o menor influencia sobre los otros colectivos.

Ataifor o «plato hondo» hallado en las excavaciones de la calle de la Lechuga 1. SglosX-XI. Talavera de la Reina. (Catálogo A témpora)

Una vez que pasa la ciudad a manos de los cristianos con Alfonso VI, comienza en el territorio talaverano una mayor influjo de la cultura castellana y, aunque los almorávides y almohades mantuvieron acciones militares y razzias contra la villa del Tajo su cerámica solamente se fabricó en la parte invadida por estos grupos africanos en el sur de la comunidad autónoma, en La Mancha.

Sobre el sustrato visigodo comienza a influir la cultura cerámica árabe y empiezan a encontrarse tras la invasión nuevas decoraciones con pintura roja en trazos anchos o formas nuevas como el tazón o el candil de piquera, la pieza quizá más característica entre los objetos cerámicos musulmanes. Conviven con piezas de tradición visigoda como los jarros con fondo plano y pellizco vertedor o las ollas trípode, muchas veces elaborados con torno lento.

Jarra, siglos X-XI con decoración pintada, hallada en las excavaciones de Entretorres. Talavera de la Reina: ( Catálogo A témpora)

Pero la innovación tecnológica más específica del mundo musulmán en la cerámica es el vidriado que protege los contenidos alimentarios e impermeabiliza las vasijas y acaba por aplicarse en ambas superficies de los cacharros que se fabrican ya con el torno alto. En muchos casos cuentan estas piezas con anillos soleros, primero de perfiles angulares y luego más redondeados. El vidriado suele ser de color melado o verde, o blanco, verde y manganeso. Es frecuente también el tratar algunas superficies para que adquieran color negro con el manganeso, ya que es color sagrado para los musulmanes. Esa religiosidad también hace que sólo se representen motivos de resonancias religiosas sin temas figurativos salvo las aves del Edén, la flor de loto, o las estrellas del firmamento, cuya bóveda es representada simbólicamente por la concavidad de la pieza.

Ataifor con decoración incisa en el borde

Las formas de las vasijas de mesa son de volumen considerable y ello nos indica que se hacían muchas comidas familiares en común, esa “cucharada y marcha atrás” que es costumbre que hasta hace muy poco se mantenía en muchos hogares rurales, compartiendo con las cucharas respectivas un mismo recipiente. También hay otras piezas tratadas con engobe, mezcla de barro líquido con pigmentos de vidriado.

Decoración de una tinaja musulmana hallada en la Ciudad de Vascos

En Talavera hay yacimientos muy significativos en los que han podido encontrarse piezas de gran interés. Es el caso de los yacimientos de la calle de la Lechuga y Entretorres donde, por ejemplo, se han hallado ollas llamadas de escotadura, con sus tapaderas, típicas del período omeya. También son típicas las cazuelas empleadas en la cocina, anchas de diámetro, pero de baja altura y con dos o cuatro asas. Algunas están decoradas en sus bordes con incisiones o con trazos de pintura roja agrupados muchas veces de tres en tres. Hay una gran variedad de tipologías en cuanto a las vasijas documentadas y en Talavera hay que destacar entre otras un pistero y una cantarilla.

Orza hallada en Ciudad de Vascos de perfil bicónico y pintada en negro

También son de destacar las tinajas domésticas para contener agua o grano y de las que se han hallado buenas muestras en la ciudad de Vascos, población hispanomusulmana de gran interés arqueológico por tratarse de una ciudad fortificada de ocho hectáreas de extensión que fue abandonada tras perder su interés estratégico por anexionarse Alfonso VI Talavera y otras poblaciones ribereñas del Tajo como Castros, Espejel o Alija, todas ellas en el alfoz talaverano.

Tinaja ovoide hecha a mano y cordada en el borde. Hallada en Ciudad de Vascos SigloX-XI

Las excavaciones de este yacimiento están proporcionando numerosas piezas de cerámica omeya y de la época taifas de gran interés, aunque la mayoría son objetos de uso en la cerámica doméstica, llamada “común”, con escasas muestras de las que podríamos denominar de cerámica de “lujo”, tanto por el poco nivel de vida de la mayor parte de los habitantes de este asentamiento militar y agropecuario de Vascos como porque probablemente esas pocas piezas de mayor calidad y decoración se las llevarían consigo sus habitantes al abandonar la ciudad en el siglo XI. Es en los objetos destinados al ajuar de la mesa donde encontramos una mayor calidad de técnicas como la cuerda seca total o parcial, o los vidriados verdes y de manganeso, así como los motivos decorativos más complejos dentro de su sencillez.

Botella globular con vidriado melado hallada en ciudad de Vascos (Ricardo Izquierdo)

Muchas de los recipientes que se han hallado estaban destinados a contener y trasportar el agua que se encuentra a relativa distancia de la muralla bajando al río Huso por pendientes pronunciadas, aunque probablemente también se haría alguna represa en el arroyo de la Mora para abastecimiento. Encontramos por ello cantimploras, lebrillos, cántaros y tinajas. Otros líquidos, alimentarios o no, se contenían en las jarras, los jarros o las redomas, mientras que los alimentos se contenían en los ataifores, una especie de platos hondos.

Redoma a torno con pico vertedero. Ciudad de Vascos siglo X-XI (Ricardo Izquierdo)

Otra pieza muy característica es el candil que se ha hallado con cierta abundancia. También se hallan numerosas tapaderas destinadas a cubrir las ollas para cocinar, los anafes, una especie de hornillo portátil, o los coladores que también se pueden confundir con la vasija que utilizaban para hacer el cuscús. Otras piezas muy características son las botellitas y las limetas, de cuerpo ancho y cuello alargado.

Colador hallado en Ciudad de Vascos Siglo X-XI (Ricardo Izquierdo)

Hay otros yacimientos de interés para el estudio de la cerámica en la comarca. Uno de ellos es el de Torrejón en Malpica donde se han encontrado ataifores con vidriado verde, otros con verde y manganeso con anillos de solero y con formas ataiformes y otros fragmentos realizados con la técnica de la cuerda seca parcial con fragmentos de jarritas o cuencos.

Jarrita a curda seca con decoración geométrica y vegetal hallada en Ciudad de Vascos (Ricardo Izquierdo)

EL RÍO DE LOS PRIMEROS TALAVERANOS. DE LA SERIE «RÍOS DE HISTORIA» (1)

EL RÍO DE LOS PRIMEROS TALAVERANOS

Terrazas del Tajo en la Barranca de la Media Luna Terrazas del Tajo en la Barranca de la Media Luna

El Padre Juan de Mariana, nuestro paisano y “padre de la Historia”, como le llamaba Pérez Galdós, escribe que Talavera “Está sentada en un valle de cuatro mil pasos de anchura… que cortan muchos ríos de amenísimas riberas, entre ellos el Tajo, célebre por sus arenas de oro, por su extenso cauce y por los muchísimos arroyos que le dan tributo. Besan hacia el norte las aguas de este río las firmes murallas de aquel antiguo municipio…”

El Padre Tajo ha sido siempre el principal referente geográfico de Talavera. Primero el vado y más tarde el puente, además de la estratégica confluencia de cañadas y caminos, condicionaron sin duda el nacimiento y crecimiento de nuestra ciudad. Vamos a ver en esta serie de artículos hasta qué punto los ríos forman parte de nuestra historia y nuestra cultura.

UN POCO DE GEOLOGÍA DEL RÍO

Terrazas del Tajo cerca de Las vegas de Pueblanueva Terrazas del Tajo cerca de Las Vegas de Pueblanueva

El valle por el que discurre el Tajo se limita por las elevaciones y barrancas del Cerro Negro al sur y por la pequeña sierrecilla de El Berrocal, con las elevaciones de Mejorada y Segurilla, al norte.

Como su nombre indica, El Berrocal es un paisaje granítico que se corresponde en su geomorfología labrada hace dos mil ochocientos millones de años, con la era geológica conocida como precámbrico. Es continuación hacia el oeste de la Sierra de San Vicente y resulta de un sistema de fractura alpina relacionado geológicamente con Gredos.

Esta imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es 2.-BIFACES-PALEOLÍTICO-INFERIOR.jpg Útiles paleolíticos de las terrazas del Tajo

La mayor parte de las rocas graníticas que lo conforman han ido sufriendo el modelado de los agentes externos, como vientos, lluvia, cambios de temperatura, que han conseguido formar los típicos bolos, pilancones, taffonis y piedras caballeras, característicos del paisaje de las inmediaciones de La Portiña o de Santa Apolonia, Mejorada, El Casar o Gamonal.

Nos vamos ahora a la otra orilla del Tajo y damos un salto en el tiempo. Hace unos veinticinco millones de años, durante el final del Terciario, se formaron los rellenos sedimentarios de las fosas que habían originado los plegamientos alpinos, es decir se elevan las sierras graníticas de nuestro entorno y los valles formados se rellenan de sedimentos

Por entonces el clima es en nuestro ámbito árido-seco. Las lluvias son irregulares pero torrenciales y consiguen que desde los grandes macizos montañosos se arrastren sedimentos que quedarán depositados en las cuencas. Así se formaron las elevaciones del Cerro Negro, esos estratos de arcosas de hasta cien metros de altura que conforman las alturas que, al sur de Talavera, limitan el valle del Tajo. Esos sedimentos se modelaron después por la erosión de las corrientes de agua y formaron cárcavas y barrancos como los de El Águila, la Media Luna o el Cerro Negro.

Las arcosas y subarcosas que constituyen el material de estas elevaciones, en las que se ha excavado fácilmente el polvorín del Cerro Negro y sobre las que se ha trazado el magnífico circuito de motocross, son de color claro, amarillento o grisáceo y entre ellas se han encontrado ya algunas muestras de la fauna de finales del terciario, concretamente en el arroyo de Lientes, donde se han documentado huesos de roedores, tortugas y cocodrilos de esa época prehistórica.

Hace tres millones de años, en el periodo conocido como Villafranquiense, con clima seco y frío, se forman rampas suaves y colgadas hasta a doscientos metros de altura sobre los cauces fluviales actuales, se trata de las llanuras que en Talavera podemos contemplar si nos dirigimos hacia el sur por las carreteras de La Jara después de subir las barrancas antes aludidas y que conocemos con el nombre de rañas. Las arcillas de color rojo y las cuarcitas, esos característicos cantos más o menos rodados, son los materiales más característicos de estas rañas, muy habituales en el paisaje jareño.

Y nos venimos ahora hasta hace dos millones de años, cuando comienza la era cuaternaria. Durante ella se alternan periodos fríos con otros más suaves en los que se deshielan los glaciares, aumentando el caudal de los ríos. Podemos imaginar un enorme río Tajo al comienzo de los deshielos con una profundidad de cien metros a su paso por el actual territorio talaverano. Esos periodos sucesivos de inundación provocaron lo que se conoce con el nombre de terrazas fluviales formadas cuando el río bajaba de caudal, abandonaba el nivel anterior provocado por el deshielo y labraba un cauce nuevo a otro nivel inferior. Y así se formaron los once niveles o terrazas que han querido ver los geólogos, aunque las han resumido en cuatro:  la terraza de los 5-7 metros, la de los 15-20, la terraza de los 45-55 metros en la que ya aparecen restos de herramientas elaboradas por la mano del hombre en el paleolítico inferior, y por último la terraza de los 95-100 metros o más. Estas terrazas se localizan en ambas riberas pero se identifican con mayor claridad en la orilla del lado sur del río.

Recreación del despiece de un ElePhas Antiquus en el museíllo de los yacimientos arqueológicos de El Bercial Recreación del despiece de un Elephas Antiquus en el museíllo de los yacimientos arqueológicos de El Bercial, en Alcolea de Tajo

Los primeros tres o cinco metros actuales del cauce del Tajo se consideran como aluviales o formados por la hidrodinámica más reciente del río. Las gravas, cantos, arenas y limos arrastrados por la corriente son los materiales que constituyen estos estratos cuaternarios y que se aprovechan actualmente en las graveras talaveranas.

El hombre deja las primeras huellas de su existencia en las herramientas realizadas sobre esos cantos rodados que se han localizado en varios yacimientos de la zona. Con esas herramientas del ser humano también aparecen restos de grandes animales cuaternarios como el Bos Primigenium, o el Elephas Antiquus, enormes toros o elefantes que convivían con nuestros paisanos del paleolítico

UN RELATO SOBRE EL JÉBALO HACE 3500 AÑOS

TRIGO Y BRONCE

(Río Jébalo, 1523 a.C.)

Relato sobre la vida de los hombres de la Edad del Bronce en los poblados a orillas del río Jébalo

Grabado de la Edad del Bronce. Arte esquemático. Representa un arquero caído Grabado de la Edad del Bronce. Arte esquemático. Representa un arquero caído.

Sobre la cumbre del cerro humean las fogatas. Las techumbres de las chozas se dejan ver entre los grandes troncos afilados de la empalizada que se levantan amenazantes sobre la muralla de piedras y tierra.

Se escucha llorar a un niño y el sonido agudo de dos piedras que chocan entre sí. Es Atra, el mejor fabricante de lascas del poblado. Bajo la sombra de un acebuche, machaca sin cesar los cantos rodados que ha subido desde el río en su esportillo de esparto. Cuando acaba de golpear las esquirlas de piedra selecciona algunas de ellas, las que son más delgadas y tienen mejor corte, y va embutiéndolas en un palo curvo para formar una hoz que regalará a su amigo Soltru, el minero.

Atra se levanta, toma una torta del fuego, ante las protestas de las mujeres que se afanan a su alrededor, y se dirige río arriba. Allí, otros guerreros de su clan intentan sacar la piedra verde de la tierra. Cuando se encuentra próximo a la orilla escucha el canto monótono de dos hombres y, al acercarse, comprueba que son los dos sacerdotes de la tribu que pintan sobre la pared del risco sagrado. Atra se detiene y en cuclillas observa como uno de ellos, sin dejar de cantar, mezcla en unos cuencos una de tierra colorada con unas plantas que previamente ha machacado en su mortero. El otro dibuja con ese pigmento unos grandes ojos sobre la piedra junto a otros trazos que representan ciervos y hombrecillos. Sin hacer ruido se retira del lugar reculando, sin hacer ruido.

En el camino comprueba si en alguna de sus trampas ha capturado una presa y una sonrisa apenas perceptible entre la suciedad y la barba de su rostro indica que ha habido suerte. Se acerca a unas zarzas donde un conejo intenta zafarse del lazo que dos días antes había situado en un pequeño sendero marcado por el paso de los roedores. De un golpe certero acaba con los sufrimientos del animal guardándolo en la bolsa de piel de ciervo que lleva colgada del hombro.

Grabado de un ciervo en la estación rupestre de El Martinete

Según avanza va escuchando más claramente las risas de las mujeres que siegan las espigas de trigo de los campos de la tribu. Atra es recibido con bromas y enseguida le son requeridas las hoces de palo que necesitan para seguir con su tarea. Se siente satisfecho porque su trabajo es valorado, nadie sabe trabajar el sílex como él, nadie sabe encontrar las piedras que guardan en su interior los cuchillos más cortantes y, aunque los mineros con sus fraguas fabrican las hachas y las flechas de la piedra verde, sabe que su labor todavía es necesaria. Antes de seguir su camino se detiene con los dos guerreros que vigilan los campos día y noche para evitar las rapiñas de las tribus vecinas. Uno de ellos está inquieto, dice haber oído ruidos extraños durante la madrugada.

Mina de cobre, la "piedra verde" del relato de La Borracha
Mina de cobre, la «piedra verde» del relato de La Borracha

Atra continúa su camino y llega junto a la mina. Varios hombres se afanan sacando espuertas de tierra y piedra verdosa de una estrecha grieta abierta en un talud. Otros se dedican a traer leña y reavivar los hornos donde se obtiene el metal. Atra se acerca a su amigo Soltru que, en esos momentos, se dispone a verter el líquido incandescente sobre un molde de piedra donde ha vaciado un hueco con forma de punta de flecha. Luego enfría con agua el preciado objeto de bronce y se lo ofrece a su amigo. Éste le responde entregándole la hoz de palo que ha fabricado con especial cuidado esa mañana. Ambos se preguntan por sus familias mientras beben cerveza de un pellejo de cabra entre risotadas.

Pero bruscamente, al mirar río abajo, Soltru grita:

-¡Fuego en el poblado!

Los mineros toman sus armas y corriendo se dirigen hacia donde se eleva la columna de humo. La distancia es larga y cuando llegan la imagen es desoladora. Tres ancianos que habían intentado repeler la agresión yacen en el suelo con los cráneos destrozados por las hachas de sus enemigos. La empalizada todavía arde, mientras que un grupo de mujeres y niños aterrorizados y heridos salen del bosque donde corrieron a refugiarse al darse cuenta de lo que se les venía encima. Los silos excavados en el suelo están vacíos. Los asaltantes Han saqueado todo el grano y se han llevado las cabras. Los hombres se revuelcan en el polvo mientras aúllan gritos de guerra y de venganza.

Pozas de Malpasillo en el río Jébalo junto al paraje de Paniagua

Atra sabía que algo así podía suceder, el poblado vecino había perdido todos sus alimentos, la sequía del año anterior había esquilmado sus reservas y un rayo había incendiado la cosecha de esta primavera. El ataque sólo era cuestión de tiempo y Atra creía que el jefe debía haber tomado más precauciones. El cerro donde se sitúa el poblado está defendido por grandes paredes de piedra pero la noche anterior sus vecinos, que antes habían formado parte del mismo pueblo se ocultaron de noche en las junqueras del río a la espera de que los hombres salieran del recinto.

Ahora a la tribu de Atra sólo le quedaba vagar en busca de bayas y animalejos por los bosques, el hambre y la muerte  o, lo más probable, otra nueva guerra en el valle.

FOTOS ANTIGUAS DE LA PLAZA DEL RELOJ (Y 2)

Vamos hoy a observar otra serie de fotografías de la plaza del Reloj en la que estudiaremos otros lados y perspectivas de esta plaza emblemática de Talavera situada junto a una de las entradas principales del primer recinto amurallado y donde confluían varias calles que alojaron oficios y comercios medievales y de ahí sus nombres: Cerería, Mesones, Zapaterías (San Francisco) o Carnicerías , además de la Corredera que discurría a lo largo de la muralla.

Fue cruce de caminos y lugar de encuentro donde se desarrolló una mayor actividad comercial que hizo que en tiempos se la denominara plaza del Comercio. También se llamó plaza de la Villa y en ella se instaló el rollo jurisdiccional durante un tiempo. Plaza de la Constitución en diferentes épocas históricas y de monarcas como Fernando VII, Isabel II o Alfonso XIII, para después de la guerra llamarla del Generalísimo.

Tuvo esta plaza esos nombres a lo largo de la historia, aunque popularmente ha sido conocida como Plaza del Reloj porque desde el siglo XVI se instaló sobre la torre albarrana adosada al arco de San Pedro un reloj que regía la vida de la ciudad, sustituyendo a otros que se instalaron anteriormente en la plaza del Pan y en la torre de la Colegial. Después se situó en una torre derribada en 1934, hasta que se instaló en el edificio actual.

Fachadas del lado oriental de la Plaza del Reloj. A la izquierda el edificio que ocupaba el actual solar del bar Nueva España

Esta primera foto nos muestra las edificaciones de tres alturas del lado oriental de la plaza con los balcones típicos talaveranos que cantó Rafael Morales y comercios en la planta baja. Una farola de hierro ocupaba el centro de la plaza.

Edificio que ocupaba el lado sur de la confluencia de la calle San Francisco.

El edificio de ese lado sur, en la confluencia de la calle San Francisco en la plaza del Reloj se construyó en los años 50 con un estilo muy similar al del hotel La Española situado enfrente con la torre del Reloj.

Confluencia de la calle Carnicerías con la plaza del Reloj de los años cuarenta.

En la otra acera del inicio de la calle San Francisco se encontraba el bar Metro Chico del que se observa en la foto anterior la cerámica de su fachada. Todavía no se ha construido el edificio del Banco de España y se combinan edificios de ladrillo de arquitectura tradicional con otros que pretenden tímidamente mostrar cierto aire de modernidad.

Postal de Ruiz de Luna de la plaza del Reloj vista desde la confluencia de la calle Carnicerías.

La entrada de Arco de San Pedro como vemos a la izquierda en la foto anterior también tenía soportales en una acera, y en la otra se encontraba la antigua torre del reloj de la que hablaremos en otra ocasión. En el centro se observa la farola de fundición. Las casas castellanas porticadas del fondo nos muestran la verdadera arquitectura tradicional talaverana.

Arco San Pedro con dos de los edificios que supusieron un intento de modernización de la plaza en los años 50

La torre del reloj antigua se derriba en 1934 y se sustituye por el edificio que hace esquinazo exhibiendo arriba el reloj y un remate típico de la arquitectura urbana de mediados del siglo XX. Al lado, el hotel La Española que es en realidad un edificio diferente como se ve en las siguientes fotografías, aunque se combinaron después ambos para formar un conjunto.

La antigua torre del Reloj y el Hotel La Española
El hotel La Española antes de derribar la primitiva torre del Reloj
La plaza del Reloj desde la confluencia de la calle Carnicerías

En la anterior fotografía se observa a la derecha el edificio que ocupaba la actual oficina de correos, en cuya planta baja primero hubo unos billares y después una zapatería .

LA PLAZA DEL RELOJ ANTES DE ATILA (1)

LA PLAZA DEL RELOJ ANTES DE ATILA

Ayer en nuestra sección del Museo de los Horrores veímos el esperpento causado por las obras de remodelación de la Plaza del Reloj y hoy traemos algunas fotos de cómo era la plaza antes de que varias generaciones de talaveranos hicieran de las suyas con este lugar emblemático de la ciudad.

Hoy traemos una serie de fotografías y postales que nos muestran el lado norte de la plaza y en próxima entrada veremos otras perspectivas.

Vista de la plaza del Reloj. El edificio que aparece por detrás de la mujer es la actual cafetería Nueva España Vista de la plaza del Reloj. El edificio que aparece junto a la escalera es la actual cafetería Nueva España

Esta primera fotografía nos muestra la zona noreste de la Plaza, Al fondo, tras una escalera de mano se puede ver la vivienda de tres pisos que ocupa actualmente la cafetería Nueva España, fundada en los años cuarenta como su nombre hace sospechar. Edificio de Vargas todavía está porticado como en toda buena plaza castellana y un grupo de guardias civiles hablan junto a él con paisanos. Aparece el rótulo de Ferretería Carrasco» y da la sensación de haberse celebrado un acto público antes de tomarse la instantánea

El comienzo de la Corredera en la plaza del Reloj mostraba estos magnífcos pórticos que se han querido recear con el adefesio de la entrada anterior en esta web El comienzo de la Corredera en la plaza del Reloj mostraba estos magnífcos pórticos que se han querido recrear con el adefesio de la entrada de esta web «Un ovni en la plaza del Reloj»

Como vemos en esta otra fotografía, la Corredera y la plaza del Relos mostraban a principios de siglo unos magníficos soportales con colunas de granito decorados con capiteles que en algunos casos parecen antiguos. En una talavera rural como aquella las caballerías pasaban por la plaza y vemos que todos los tipos salvo el del fondo parecen tipos dedicados a las labores agrícolas. También adornan las fachadas balcones como los que recuerda Rafael Morales en sus poemas.

Visión de la plaza del reloj desde la librería Camino aproximadamente Visión de la plaza del reloj desde la librería Camino aproximadamente

Bonitas viviendas de tres alturas en los edificios que albergarían a   «Vargas» y «Mazuecos», aunque este último establecimiento es posible que ya sea uno de los comercios por la edad de la foto. Si pincháis la foto veréis como todo el rincón inferior derecho está retocado por posible deterioro de la plaza, aunque se aprecia el rótulo «Almacén de Hierros» «Ferretería y quincalla» también se ve la base de la antigua torre del Reloj de la que hablaremos otro día. Se ven carros tirados por caballerías.  En la foto anterior el edificio está porticado.

Al fondo se ve un edificio que en la última altura tiene las típicas ventanas rematadas en arco de medio punto de las que apenas quedan muestras pero que eran muy frecuentes desde el siglo XVI en los edificios talaveranos, como se observa en el dibujo de Van der Wingaerde.

Es una fotografía más antigua que la anterior que ya muestra en este solar otro edificio sin el corral delantero.  A su izquierda lo que hoy es  el bar Nueva España y luego un edificio con una relojería en su bajo donde comienza la calle de Mesones.

Dibujo de Enrique Reaño sobre una fotografía antigua de la plaza del reloj Dibujo de Enrique Reaño sobre una fotografía antigua de la plaza del Reloj.

Esta escena costumbrista con tipos rústicos en la plaza del Reloj nos da algunos datos sobre las forma de vestir a principios de siglo en nuestro medio rural, los sempiternos pañuelos y largos guardapiés para ellas y la faja, los pantalones de pana, el blusón y la montera del personaje del borrico. vemos también enfrente la ferretería Carrasco en el edificio de «Vargas» y es foto coetánea con la primera por estar todavía los edificios porticados.

Fachadas del lado norte de la Plaza del Reloj

Es frecuente ver vehículos detenidos en la plaza por ser lugar  habitual de la parada de los primeros coches de línea y coches de alquiler que operaban en la ciudad,

Otra vista de la misma línea de fachadas de época muy próxima.

Vemos en las dos fotografías las casas porticadas y las casas con comercios, una arquitectura castellana desgraciadamente desaparecida salvo las casas porticadas situadas frente al Cristo de los Mercaderes.

Pórticos del noroeste de la plaza del Reloj

LA ENFERMEDAD EN LA PROVINCIA DE TOLEDO EN EL SIGLO XVIII (y II)

Fuente de los antiguos baños de la Ferrumbrosa en Aldeanueva de San Bartolomé. Antiguos balneario popular para enfermedades reumáticas
LA ENFERMEDAD EN LA PROVINCIA DE TOLEDO EN EL SIGLO XVIII  (y II)

Artículo de Miguel Méndez-Cabeza publicado en la revista del Colegio de Médicos de Toledo

En las Relaciones del Cardenal Lorenzana se relacionan remedios para la fiebre en el pueblo de Pepino
En las Relaciones del Cardenal Lorenzana se relacionan remedios para la fiebre en el pueblo de Pepino

En el capítulo anterior veíamos cómo a través de las Relaciones del Cardenal Lorenzana los curas párrocos de los pueblos de la diócesis toledana referían las que, a su modo de ver, eran las causas de las enfermedades que aquejaban a sus parroquianos. Ahora vamos a comentar las principales patologías que se daban en la época según estas mismas Relaciones.

En primer lugar hay que destacar la absoluta prevalencia del paludismo entre nuestros antepasados dieciochescos. En más de un ochenta por ciento de los pueblos la primera enfermedad citada, y en muchos casos la única, es lo que en la época se denominaban las fiebres tercianas, que no eran otra cosa que el paludismo endémico con el que podríamos decir que convivían las gentes de entonces. Cuando las fiebres acometían al paciente cada tres días se denominaban tercianas, cuartanas si lo afectaban cada cuatro y dobles si los episodios eran diarios. En este último caso también se conocía la infección por el plasmodio con el término de “ciciones” o “sisiones”.

Los medios terapéuticos con los que contaba la medicina de la época eran escasos pero con el paludismo al menos ya se podía disponer de la quina. Los españoles habían observado sus efectos beneficiosos en los indios americanos ya en el siglo XVII y desde 1643 se contaba con los extractos de esta planta en la península después de que Juan Vega observara los efectos beneficiosos que la misma había tenido en el virrey del Perú conde de Chinchón, de donde derivó su primer nombre de “polvos de la condesa”. Fueron los jesuitas quienes más difundieron su uso por lo que en los medios europeos protestantes causó recelo su utilización. Es curioso constatar que se utilizaba la quina en los accesos febriles que se producían durante el otoño y que las sangrías, los purgantes y los refrescos se administraban más en las recaídas de la primavera. No se comentan cuales eran los purgantes que además de las sangrías aumentaban el calvario de estos enfermos pero sí sabemos que los llamados refrescos eran agua de limón e incluso horchata.

Entre las plantas medicinales autóctonas usadas para aplacar las tercianas estaba la centaura, el agua escabiosa, la Sal de Higuera y los parches de cantárida además de otros productos como el “armoniaco” y “el espíritu de nitro dulce”.

Foto de una fresneda en el río Sangrera en San Bartolomé de las abiertas, donde la tos se cura con centaura y palodulce
Foto de una fresneda en el río Sangrera en San Bartolomé de las Abiertas, donde la tos se cura con centaura y palodulce

La segunda patología referida por los párrocos es lo que entonces se conocía como tabardillo que no es otra cosa que el tifus, pero que sospechamos debía incluir otras enfermedades que cursaran con fiebre y gastroenteritis porque aunque, como es lógico pensar por las condiciones higiénicas, deberían ser frecuentes en la época no aparecen reseñadas específicamente. Las purgas las sangrías y los refrescos eran también las únicas armas que utilizaban los cirujanos locales para luchar contra la salmonella.

La tercera entidad nosológica señalada es la del “dolor de costado” donde tal vez deberíamos incluir las neumonías, los procesos pleuríticos y tal vez algunas formas de tuberculosis que como tal solamente aparece citada como “tisis” en Casarrubios.

Las “calenturas ardientes” eran otras patologías de difícil adscripción que aparecen con cierta frecuencia en las Relaciones y que en Villacañas intentan remediar con agua de nitro, polvo de asta de ciervo y las consabidas sangrías. También encontramos las llamadas “calenturas pútridas” que completan el elenco de las enfermedades que producían el síntoma más directamente relacionado por la población con la enfermedad, la fiebre, que cuando es repentina y muy ardiente se denomina “causón”, término que todavía podemos escuchar en las consultas de algunos pueblos. En Pepino por ejemplo, la fiebre alta se trata con infusiones de cardo santo, centaura, achicoria, grama y correhuela.

El predominio de la patología infecciosa entre los toledanos del siglo XVIII debía ser abrumador ya que también hallamos algunas alusiones a la erisipela y al carbunco, dos enfermedades que en Lillo achacan a que la suya es “tierra sulfúrea”. En Orgaz parece que en la época en que se hacen estas Relaciones habían descubierto el infalible remedio de curar los carbuncos con un “grano de solimán” depositado sobre la lesión, mientras que en Villacañas utilizan las “blanduras de malvavisco” o en Villafranca las “cataplasmas de vido y un cartico que se guarda por secreto”. Acabamos este apartado con la alusión a ciertas enfermedades infantiles como el garrotillo o difteria, a la viruela en Pelahustán o “el salampión” en San Bartolomé de las Abiertas donde las toses se tratan con agua de violetas y palo dulce como las “úlceras anginosas de garganta y partes pudendas” que en Villafranca intentaban atajar con el pobre remedio de los gargarismos de zarzamora y miel rosada. En Marjaliza padecían especialmente de “fluxiones en las muelas”. En Mohedas de la Jara son frecuentes los “apostemas” y diviesos que se achacan a que sus habitantes, obligados por el hambre, comen “carnes mortecinas”. El cura de Ciruelos es más explícito en la causa principal de los males de sus feligreses y considera que su principal afección es el hambre a secas.

En pelahustán hay referencias a las muertes por viruela
En Pelahustán hay referencias a las muertes por viruela

El resto de enfermedades no infecciosas tiene una escasa representación en la patología observada por los curas dieciochescos y así, en Alcabón se especifica que buen número de ancianos mueren de hidropesía y que además muchos de ellos son sordos. Los dolores reumáticos aparecen en Aldeanueva de San Bartolomé, en Lucillos o en Méntrida, donde se recomienda a los afectados tan pobres remedios como los baños o “tomar aires”.  Otra causa de muerte es la perlesía, definida en la época como “una resolución y relaxación de los miembros en que pierden su vigor y se impide su movimiento y sensación”, una elegante manera de describir un accidente cerebrovascular. Muchas de estos antiguos términos médicos son todavía utilizados en nuestros pueblos considerándose equivocadamente vulgarismos, cuando en realidad son arcaísmos de lo más sustancioso. Yo mismo he oído, por ejemplo, decir a una paciente que su marido paralítico estaba perlático, palabra derivada de perlesía que aparece en el Diccionario de Autoridades en el siglo XVIII

Son numerosas las referencias a determinadas fuentes que se encuentran en los términos respectivos de nuestros pueblos de aguas que “no implan” o “mueven el vientre” y se suele apoyar la defensa de lo curativo de sus cualidades con el argumento de los efectos beneficiosos que las aguas han tenido sobre algún intestino noble e incluso real. El problema del meteorismo no era considerado patología leve pues son varias las alusiones al mal de “flato” en villas y lugares.

La patología quirúrgica más frecuente es el “mal de hijada” que es como llaman a las hernias inguinales en San Pablo de los Montes. En Ugena las “quebraduras” son achacadas a las aguas delgadas y se tratan con parches y bragueros, mientras que en Caudilla, donde asegura el cura que nacen muchos quebrados, son tratados con el expeditivo método de “castrarlos de pequeñitos”.

Otros párrocos tienen un concepto más moderno de los factores de riesgo, como el de La Torre de Esteban Hambrán que considera como raíz de la patología de sus feligreses el consumo de aguardientes y tabaco de hoja.

Dado el escaso arsenal terapéutico de los médicos y cirujanos de la época, no es extraño que la población desconfíe de su ciencia, como el cura de Huerta de Valdecarábanos que dice: “Las enfermedades son las regulares de las estaciones, las curan los médicos como les dicen sus libros y unos se mueren y otros sanan y estos deben su beneficio a su naturaleza, que no a los potaxes que los prescriben…y al que se quiere poner en cura lo pasa peor y remata con la sepultura y acabaron todos sus males”, claro que teniendo en cuenta que los dolores de costado eran tratados con esperma de ballena y sangrías no es de extrañar el dramático final de la mayoría de los infortunados pacientes.

san esteban EN AZULEJERÍA TALAVERANA

San Esteban representado en azulejería de Talavera del sigloXVI en la ermita de Virgen de Gracia de Velada

SAN  ESTEBAN

Fue después de Jesús el primer mártir del cristianismo. Murió en Jerusalén en el año 33. Nombrado por los apóstoles para ser uno de los primeros siete diáconos o servidores, “hombres de buena reputación llenos de espíritu y sabiduría”, como se dice en “Los Hechos de los Apóstoles”.

Destaca el santo por su entrega alos pobres y a la predicación del cristianismo, intentando incluso convertir alos sacerdotes judíos, por lo que el sanedrín le juzgó acusándole de haber blasfemado contra Dios y Moisés. Cuando les llama “reacios de oído” les acusa de haber matado al mesías y asegura que en ese momento está viendo el cielo abierto y a Jesús sentado a la diestra de Dios Padre, los sacerdotes se enfurecen y la multitud lo saca a la calle para lapidarlo. Mientras le apedrean sus ropas son dejadas a los pies de un joven llamado Saulo que en ese momento aprueba el martirio de Esteban, escena que se piensa es una referencia a san Pablo antes de su conversión. Las últimas palabras antes de morir son “Padre perdónales este pecado”.

En el siglo X se escribió una vida fabulosa de san Esteban en la que se dice que el día de su nacimiento fue secuestrado por el demonio, pero fue rescatado por un obispo llamado Julián .

El hallazgo de sus reliquias y su periplo posterior tiene también numerosos aspectos legendarios. En el año 415 un sacerdote llamado Luciano es informado en sueños por el  rabí Gamaliel, tutor de Pablo, del lugar donde se encuentran enterrados los restos de San Esteban. Las reliquias son halladas, un olor agradable e intenso se extiende cuando se abre su tumba y se decide trasladarlas a Roma pasando antes por Costantinopla y dejándose parte de ellas en otras iglesias del recorrido. Al llegar a Roma se quiere situarlas junto al cuerpo de san Lorenzo, santo nacido en España, pero, al no haber sitio suficiente y ser su sepulcro demasiado pesado, el cuerpo de san Lorenzo se desplaza milagrosamente con su sepultura a un lado para dejarle sitio al cuerpo de Esteban, por lo que el santo de la parrilla fue llamado desde entonces el “español cortés”.

Detalle del apedreamiento de San Esteban

Las escenas de su vida más representadas en el arte son la ordenación del santo por san Pedro, san Esteban predicando, el hallazgo de sus reliquias y sobre todo su lapidación, como en el caso de la imagen que nos acompaña hoy. Pertenece a uno de los paneles del retablo principal de la ermita de la Virgen de Gracia de Velada que, a diferencia de lo smanieristas paneles de los retablos laterales parece haber sido realizado por el ceramista Loaysa en el siglo XVI.

En ella aparece Esteban con su dalmática de diácono, con la que es representado al igual que san Lorenzo y san Vicente de Zaragoza. Casi siempre se le dibuja recibiendo las piedras arrodillado en actitud orante, joven, imberbe y con el cabello cortado con la tonsura clerical. Las piedras que le son lanzadas en la escena aparecen en otras representaciones como atributo específico del santo ya sea sobre su cabeza, en la mano, sobre el hombro e incluso en algún pliegue del vestido, a veces manchadas de sangre. Otros elementos que se pueden ver a veces son la palma del martirio, un incensario, la estola o el libro del Evangelio.

Su festividad es el 26 de diciembre y entre los oficios a los que protege se encuentran los picapedreros, escolares varones, toneleros, cocheros, albañiles, sastres, tejeros y otros. Es el más antiguo de los santos protectores de animales y especialmente de los caballos.

En cuanto a las enfermedades, ha sido un santo tradicionalmente invocado contra las piedras en el riñón o la vesícula, los dolores de costado y para pedir por una buena muerte.

LA ENFERMEDAD EN LA PROVINCIA DE TOLEDO EN EL SIGLO XVIII (I)

LA ENFERMEDAD EN LA PROVINCIA DE TOLEDO EN EL SIGLO XVIII (I)

Artículo publicado por Miguel Méndez-Cabeza en la revista del Colegio de Médicos de Toledo

En el año 1782 el Cardenal Lorenzana solicitó a todos los curas del arzobispado de Toledo que contestaran una encuesta en la que se realizaban preguntas de interés eclesiástico, histórico y económico sobre cada una de las parroquias de su demarcación.

En Piedraescrita achacan la salud de sus habitantes a sus buenos aires y aguas
En Piedraescrita achacan la salud de sus habitantes a sus buenos aires y buenas fuentes. Ermita de Piedrescrita

La pregunta número trece de este cuestionario pedía concretamente que se describieran “las enfermedades que comúnmente se padecen, y cómo se curan ; número de muertos y nacidos para poder hacer juicio de la salubridad del pueblo”.

Las respuestas de los párrocos son de lo más jugoso, ya que nos aportan datos curiosos sobre las mentalidades de la época con respecto a la salud, la enfermedad y a los médicos y cirujanos que entonces atendían a la población mayoritariamente rural del obispado.

Los curas vierten opiniones sobre las causas que a su entender pueden condicionar la morbilidad de su localidad y así, son numerosos los sacerdotes que valoran como positivo el hecho de que su pueblo se encuentre en un alto, el de Almonacid considera que la salubridad del lugar viene determinada por su situación en una umbría a las faldas de la sierra del Castillo. En Piedraescrita se considera que los buenos aires y las buenas fuentes de este pueblecito jareño son la causa de la  salud de sus habitantes. El viento de “solano” es considerado en La Torre de Esteban Hambrán como la causa de los muchos “dolores de costado” que allí se padecen y, sin embargo “lo delgado de las aguas” es motivo para que sean numerosas las “quebraduras” o hernias. Mientras en Méntrida es el el viento del “cierzo” el que produce las pulmonías. Hay cierto sentido medioambiental en cuanto al concepto etiopatogénico de los más diversos males y por ejemplo en Chueca cree el párroco que la causa de la salud de sus feligreses es que el pueblo está rodeado de olivos y “protegido de Aquilón”. La humedad es relacionada con el reumatismo por el informante de Navahermosa.

Danzantes de Méntrida en azulejería talaverana

Otros como el cura de Ocaña no se limitan al territorio nacional en sus valoraciones y asegura, sin darnos ninguna razón que lo justifique, que la comarca de la Mesa de Ocaña es “la más saludable que puede haber en Europa”.

Los Navalmorales era en el siglo XVII lugar ideal para curar las heridas de cabeza, según su párroco. Detalle de una reja de la parroquia de Los Navalmorales
Los Navalmorales era en el siglo XVIII lugar ideal para curar las heridas de cabeza, según su párroco. Detalle de una reja de la parroquia de Los Navalmorales

La edafología también entra dentro de las especulaciones epidemiológicas de los entrevistados y, por ejemplo, el cura de Lillo dice que la causa de la mucha erisipela que se padece en el pueblo tiene su origen en “la composición sulfúrea del suelo”. Hay determinadas enfermedades que se curan con mayor facilidad en unos lugares que en otros y así Navalmoral de Toledo, uno de los dos pueblos que se unirían más tarde para formar Los Navalmorales, es buen sitio para las heridas de la cabeza y malo para los pacientes con heridas en las piernas. Esta creencia de considerar unos lugares mejor que otros para la curación de heridas viene desde la antigüedad, como es el caso de Talavera que durante el sigo XVI recibía la visita de gentes que pretendían mejorar de sus heridas en la cabeza.

Los curas de pueblo dieciochescos ven también en la alimentación uno de los condicionantes de la salud. Como el de Méntrida que considera que parte de los males de sus parroquianos vienen del “exceso en comer higos pepinos y melones”. El pepino y el exceso de fruta también es considerado perjudicial en La Torre de Esteban Hambrán donde, además, considera el cura que el mucho consumo de tabaco en hoja, el vino y otros vicios son la causa de lo enfermizo de sus habitantes. Lo mismo sucede en el Casar de Escalona, donde el párroco observa que “el demasiado uso del vino en la gente trabajadora” perjudica a su salud. Vemos como hace más de doscientos años los caldos de la zona que hoy abarca la denominación de origen de “Méntrida” hacían  estragos en los hígados de sus cultivadores.

Con la inveterada costumbre de culpar a los extranjeros de las propias desgracias el cura de La Mata culpa de las enfermedades del pueblo a los soldados portugueses que pasaron por allí en las confrontaciones bélicas de la época.

Mohedas de la Jara un día de tormenta.
Mohedas de la Jara un día de tormenta. Achaca el párroco la mala salud de sus habitantes a las fatigas del campo

Otros sacerdotes tienen ya cierta perspectiva social de la enfermedad y así, por ejemplo, el de Bargas considera que los muchos “affectos de pecho” del lugar tienen el origen de sus patologías en su oficio de arrieros y panaderos. Además observa perspicaz que abundan más las tercianas en los mozos de labor que trabajan en las zonas de ribera. En Alameda de la Sagra las últimas epidemias han sido originadas “ en gentes de tercera clase, que ocupados en el real sitio de Aranjuez en sus trabajos, o se alimentan poco o les causa la intemperie del sitio novedad”. El duro trabajo de la siega también es considerado como la causa de la muerte de los lactantes en Almonacid donde “el número de párvulos muertos son bastantes cada año por el verano, a causa que las pobres madres les precisa ir a espigar, y bien acaloradas dan el pecho a las criaturas de que se origina que mueran de indigestión”. Las gastroenteritis son también asociadas en Villatobas con el abastecimiento de la población con agua de pozo. En Camuñas  se piensa que los trabajos de siega están en el origen de las “calenturas malignas” y en Mohedas de la Jara son las culpables las “fatigas del campo”. El cura de Ciruelos es más explícito cuando dice que la etiología de los padecimientos locales no es otra que el hambre. En Yepes, la insalubridad de las cuevas en que habitan los vecinos se asocia con una mayor incidencia del paludismo que como veremos en la segunda parte de este artículo era ya asociado con las aguas estancadas en muchas localidades de la provincia.

Página Talavera y su Tierra de Miguel Méndez-Cabeza Fuentes

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