ARQUITECTURA POPULAR X: MATERIALES, SOLADOS Y TECHUMBRES EN LA JARA

 

 

MATERIALES, SOLADOS Y TECHUMBRES EN LA JARA

Suelo de pizarra el suelo de una vivienda en ciudad de Vascos

Las casillas y cocinillas de la Jara son un ejemplo muy ilustrativo de como, en la arquitectura tradicional el hombre utiliza los materiales que le son más próximos, consiguiendo así una economía de medios y una adaptación sumamente sostenible al terreno.

En una casilla de las sierras jareñas, por ejemplo, el suelo lo forman las mejores ymas grandes lanchas de pizarra que el campesino haya podido encontrar en el entorno de su vivienda. puede también haberlas extraído de afloraciones  pizarrosas cercanas con un pico, o con una maceta y una cuña metálica que se introduce en las vetas de la roca, separando lajas fácilmente, ya que las pizarras jareñas son blandas en general. El barro húmedo servirá de lecho a las lanchas formando así el enlosado que se completa a veces con engorronado de cuarcita en los huecos que dejan entre sí las pizarras. Cuando éstas no se encuentran cercanas el suelo se hace de barro apisonado o de engorronado de canto rodado y a veces. en las cercanías de los ríos, de pequeños fragmentos de pizarra rodada de forma alargada que deja suelos muy vistosos.

Son escasas las techumbres de pizarra porque en la Jara esta piedra solo se lamina en lanchas de grueso calibre. En este caso solamente curbre el muro de una construcción secundaria.

La tradición de la utilización de la pizarra como enlosado, arranca en estas tierras, al menos de época visigoda, cuando las tumbas repartidas por todo el campo jareño se construían con grandes lanchas.  Los árabes continúan utilizándola y como ejemplo nos referimos a los llamados Baños de la Mora, en la Ciudad de Vascos, que podemos hoy todavía contemplar con el enlosado de pizarra original. Podemos remontarnos a épocas más antiguas en la utilización de la pizarra en monumentos funerarios y así el dolmen de La Estrella, con más de cuatro mil años, tiene algunos ortostatos de este material, también la estela de Las Herencias que representan un guerrero de la Edad del Bronce con su carro y su armamento es de este material.

Solado de engorronado de pizarras y cuarcitas rodadas combinadas el cuarzo blanco en La Estrella

Los muros se fabrican con los materiales más cercanos y fáciles de manejar, cuarcitas, pizarras, canto rodado o tapial se escogen en función de la accesibilidad principalmente, y se unen con el material más a mano y más barato, el barro; si es preciso ripiar las desiguales caras de los bloques de piedra se utilizarán fragmentos de pizarra o trozos de tejas rotas de anteriores construcciones; si es necesario enlucir algún muro se hará igualmente con barro, pero más arcilloso, de grano más fino y mezclado con paja de centeno para dar una mayor consistencia al rudimentario enfoscado.

Cuando se quieren salvar vanos se fabricarán los dinteles con troncos de encina o de fresno y la estructura de la techumbre se realizará igualmente con madera pero sin pasar por la serrería. Se escogerá el tronco adecuado, se le quitará la corteza para evitar el más fácil ataque por los parásitos y se dejará a secar aislado del suelo el tiempo necesario, ya que la instalación en el maderamen de alguna pieza verde podría llevar al pandeo e incluso la ruina de la techumbre.

Chimemea en una casilla de Paniagua en término de Alcaudete de la Jara. Una viga curva en la parte más alta, otra sobre la que se sostiene la campana hecha con palos, y cañizo protegido por torta de barro. A la izquierda el poyete donde dormía el pastor y una pequeña alacena

La mayor parte de estas construcciones rústicas están techadas a teja vana, es decir, con el armazón del tejado directamente sobre la habitación, sin cielo raso. Son edificios sencillos tejados a dos aguas, los dos aguilones se levantan sobre los muros laterales, en los que no se suelen dejar huecos que debiliten la estructura, la viga se apoya sobre los vértices de los aguilones y precisa ésta de una longitud considerable que sostenga toda la techumbre de la estancia, además de tener un perfil rectilíneo que iguale y nivele todo el caballete del tejado. Estas vigas rectas se solían obtener del álamo negro de las riberas o bien sobre todo en las mayores  construcciones urbanas, se importaban de Gredos o de Talavera donde se podían adquirir los troncos de pino con las dimensiones necesarias. Sobre la viga se apoyan las alfangías o cabrios, palos relativamente rectos sobre los que se colocará el cañizo o la jara que sostendrá el entortado de barro sobre el cual se colocan las tejas árabes. Las viviendas más primitivas utilizan la jara, pero en las del llano o los núcleos urbanos es más frecuente ver la techumbre de cañizo. Las cañas se disponen atadas entre sí con cuerdas de cáñamo o una caña principal algo mas fuerte (caña maestra) que va paralela a cada uno de los cabrios. Si los vanos que debe salvar la viga son excesivos se refuerza su apoyo con uno o más caballos, éstos son troncos que ya no tienen porqué ser rectilíneos, incluso suelen ser troncos curvos de fresno con la convexidad hacía el tejado y con un tarugo  suplemento vertical que lo une con la viga para ayudar así a sostener su peso. Estos caballos se apoyan en los muros paralelos a la viga y a veces desde la misma viga parten dos cabríos, un tanto curvo también, que apoyan sobre los extremos  del caballo para formar lo que se llama refuerzo «en tijera», que distribuye aún mejor las cargas. Los cabrios, por su extremo opuesto a la viga, descansan clavados’ y atados sobre un rollo o palo redondo que se ha colocado en la parte superior del muro.

Viga sobre la que se sostienen los cabrios y sobre ellos la jara, encima de la que se hecha la torta de barro y por último las tejas

La imprescindible chimenea no puede utilizar materiales más sencillos, una viga de madera más o menos recta apoyada en los muros sostiene una campana fabricada con cabrios y cañizo pero enfoscada con una gruesa capa de barro que impide el incendio. De la misma forma, sólo que con una base de adobe o de tapial se hacían los escasos tabiques que separaban las dependencias. Las tejas, la cal y la clavazón eran los únicos materiales que debía el campesino jareño adquirir en los pueblos más cercanos, a veces intercambiándolos en una economía de trueque, casi de subsistencia.

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