LOS JUDÍOS EN TALAVERA

LOS JUDÍOS EN TALAVERA

Rótulo del callejón de los Judíos en el barrio de San Esteban

Ya en época musulmana había judíos en Talabira, pero es a partir de la reconquista cristiana de la ciudad cuando empieza a quedar constancia documental de la existencia de una importante aljama o colonia judía en nuestra ciudad. Algunos de ellos, probablemente los más pudientes, tenían sus viviendas intramuros de la villa, en el entorno de la Colegial, donde se encontraba la carnicería judía, y en las inmediaciones de la iglesia de San Pedro, donde muchos de ellos regentaban tiendas y comercios. Otras zonas donde residían muchos judíos era lo que en la Edad Media se conocía como el barrio del Mercado, situado en las cercanías de San Ginés o Santo Domingo.

En el siglo XIX se encontraron algunas tumbas hebreas en la zona del barrio de San Esteban y tal vez por eso se puso el nombre de “callejón de los Xudíos” a uno de sus adarves o callejones sin salida, típicos del urbanismo medieval.

Rótulo de una calle de Navamorcuende dedicado a Leví un famoso médico de la época de los Reyes católicos que ejerció en Talavera y su comarca pero también en la corte con nobles y poderosos.

Los oficios que conocemos que practicaban los judíos de nuestra ciudad son los habituales de su pueblo, por ejemplo el médico Yosef ibn Ferrusel, más conocido como Cidelo sirvió a Alfonso VI, el rey que conquistó Talavera a los musulmanes. Ya en el siglo XV y XVI eran al menos seis los judíos que se dedicaban a la medicina y a la cirugía en nuestra ciudad. Algunos de ellos se encargaban al igual que en otros lugares del mundo de administrar las propiedades de los ricoshombres, de las transacciones comerciales o simplemente eran prestamistas.

Pero tal vez el más famoso de los talaveranos de sangre hebrea, por ser conocido que era de familia de conversos, fuera Fernando de Rojas, autor de la Celestina y alcalde de Talavera donde ejerció su oficio de bachiller en leyes.

El más famoso de los Talaveranos de sangre judía, Fernando de Rojas en un dibujo de una de las primeras ediciones de la Celestina

Otra ocupación habitual entre los judíos era la artesanía, y por eso se documentan oficios como el de platero, gremio que tenía sus tiendas cerca del Arco de San Pedro, había también herreros, horneros y oficios relacionados con el cuero, entre los que destacaban por su fortuna tres zapateros, y otros artesanos más modestos dedicados a la industria textil. También había numerosos hebreos que podríamos considerar pertenecientes a las clases más menesterosas.

La aljama de Talavera llegó a estar entre las veinte más importantes de Castilla y León y en determinados periodos históricos alcanzaron a representar hasta la quinta parte de la población total de la villa, llegando a tener hasta su propio juez. Pero en el siglo XIV comenzaron a aplicárseles medidas discriminatorias que aparecen en los Libros de Acuerdos del ayuntamiento. Debían retirarse a sus casas “desde quel relox diese las ocho”, tenían absolutamente prohibido llevar armas y estaban obligados a llevar bien visible una señal roja en el hombro que les identificara. Durante el año 1480 son obligados, como en otros lugares de España, a abandonar su residencia junto a los cristianos, por lo que se desplazan a la zona de la antigua parroquia de San Esteban y la calle Olivares. El decreto de 1492 les obliga a convertirse o a abandonar España en el plazo de cuatro meses.

Los Reyes Católicos ceden las dos sinagogas que tenían en Talavera al arzobispado de Toledo, para así financiar con su venta las obras que se estaban acometiendo en la Colegial. Son varios los procesos del Santo Oficio en los que aparecen conversos judaizantes de Talavera y son conocidos también algunos casos de hebreos que fueron expulsados de ésta su tierra y vagaron por África para después convertirse y volver a Talavera recuperando incluso sus bienes.

En la Trinidad sucedieron los hechos que relatamos cuando se acusó a los judíos de un sacrilegio con la hostia consagrada. Fragmento de una foto de de Ruiz de Luna

En cierta ocasión en que pernoctaba la reina Isabel en Talavera corrió el rumor de que los judíos habían intentado robar del monasterio de la Trinidad la hostia consagrada expuesta en Jueves Santo y la reina Isabel pidió al gremio de escribanos de Talavera que desde aquel día custodiaran el «Santísimo» turnándose en las fechas señaladas.

En el libro “La Biblia en España” de George Borrow, el autor asegura haber encontrado todavía en el siglo XIX a un judaizante talaverano mientras viajaba hacia nuestra ciudad.

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