LA VIDA DEL MOLINERO (1)

LA VIDA DEL MOLINERO (1)

Molino en el arroyo Pizarroso de Valdelacasa

Aunque no era el oficio de molinero un trabajo que tuviera muchos niveles de especialización, sí que podíamos hablar de peones molineros y de molineros propiamente dichos. Otro escalón superior era el de maestro molinero que ostentaban quienes no solamente sabían accionar adecuadamente la maquinaria molinera, sino que además estaban capacitados para las reparaciones, diseño y construcción de los artificios. En el Diccionario de Autoridades figura como oficio diferenciado el de aceñero, que es definido como “el que tiene arrendada la aceña o cuida de ella”[1].

Muchos molineros comenzaban a trabajar en el molino como simples peones acarreadores, llevando cargas de grano al molino o ajechando, palabra que definía el trabajo de limpiar manualmente el grano con un arnero. Auxiliaban además a su “amo en lo que fuera menester” para, en muchas ocasiones, llegar ellos mismos a convertirse con el tiempo en molineros.

Molino de arroyo en Valdeverdeja

Algunos molineros me relataban cómo empezaron a familiarizarse con el oficio en la postguerra, conformándose con el pobre pago de la comida, el alojamiento y “lo que sisaran”, que venía a ser entre medio y un celemín de grano diario.

Era frecuente la cría de cerdos o de gallinas con “lo que se barría” del suelo del molino, mezcla de harina y salvado de gran valor alimenticio para los animales. Precisamente las cochineras son dependencias algo separadas de la casa del molinero y del propio molino pero casi siempre presentes en su entorno.

Molino de agua en el río Jébalo cerca de Las Hunfrías

En La Jara se asociaba con cierta frecuencia la molinería con el cuidado de las colmenas en los agrestes parajes molineros siguiendo la tradicional cultura apícola jareña, pues debemos tener en cuenta que las abejas precisan de la cercanía del agua para un buen rendimiento. Menos frecuente es la presencia del palomar en el mismo molino o en dependencias anejas.

La horticultura y la pesca fueron actividades muy unidas a la molienda y  todavía he podido estudiar los restos de algún cañal, antiguo artilugio hecho de cañas y situado en un canal de obra o de madera mediante el que se pescaba en las chorreras cercanas al molino e incluso en su mismo cárcavo. Los animales abonaban con sus excrementos la huerta del molino que además se regaba fácilmente abriendo los vierteaguas del canal.

Molino de agua en el río Huso, cerca de Campillo

En otras ocasiones, la situación estratégica de determinados molinos junto a los puentes o a las  vías de comunicación, unida al trasiego continuo de clientes, hacía rentable la explotación de otros oficios y servicios que, dada la vinculación de la molinería con el transporte, resultaban rentables, como sucedía en el caso ya comentado de Puente del Arzobispo en cuyo molino se formó un complejo que daba servicio de carretería, herrería y herrador completando así los ingresos del dueño del molino.

[1] REAL ACADEMIA DE LA LENGUA : Diccionario de Autoridades Edición facsímil, Ed. Gredos. Madrid 1990.

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