Archivo de la categoría: Uncategorized

RÍO SANGRERA (1)

Valle del nacimiento del Sangrera, al fondo el Risco Ñañas
Zona alta del Sangrera

RÍO SANGRERA (1)

Hoy vamos a comenzar a recorrer otro de los ríos jareños que aunque poco caudaloso también guarda sus encantos y su patrimonio: El Sangrera

Nace el Sangtrta en la confluencia de los términos de Torrecilla de la Jara, Espinoso del Rey y Navalucillos, con la confluencia de tres arroyos, el llamado de la Ruda y otros dos pequeños arroyuelos que nacen bajo el risco Ñañas, paraje mágico del que luego hablaremos. En realidad la mayor parte del naciente se encuentra en término de Torrecilla de la Jara y allí es donde está una de las captaciones de agua potable del pueblo.

Las rañas de La Jara desde el risco Ñañas

El valle de la Ruda, con nombre de planta medicinal es un lugar donde desde ya en el siglo XVII venían de otros lugares para recolectar diferentes especies de plantas que se utilizaban en la farmacopea tradicional. Fue también una zona conocida por los muchos cerezos que se cultivaban y de los que ya abandonados quedan ejemplares escasos, aunque persisten algunas de las calanizaciones utilizadas para el riego de los frutales y huertecillos que allí se cultivaban.

Sale luego el río Sangrera en dirección norte entre los cerros de Valdefuentes y El Molinillo, cuyo nombre se debe a un antiguo molino del que apenas queda el pequeño cubo hecho de atanores.

Cubo de uno de los molinillos del Sangrera que tiene la peculiaridad de estar formado de piezas cilíndricas llamadas atanores. T

Al risco Ñañas se asciende entre pinos, madroños y rebollares. Se trata de una gran risquera cuarcítica con un covacho donde se ha situado un mirador desde el que disfrutaremos de una hermosa vista sobre la Jara Oriental y Valdepusa con una gran variedad de colores por los olivares barbechos y rojas tierras labradas. Es uno de esos lugares que tienen un halo de misterio entre los habitantes de la comarca pues se dice que en las noches de San Juan sale una mora a peinarse a la luz de la luna. También hay un risco cercano que se mueve y suena cuando las gentes se balanceaban sobre él.

Seguimos nuestro recorrido fluvial entre fresnedas y pequeñas zonas de pasto y cultivo hasta llegar a la carretera de Toledo a Guadalupe que parece haber coincidido en parte con una calzada romana, de la que aún se puede ver algún tramo situado más al este. Y eso nos lleva a visitar Ispinum, el pueblo de Espinoso del Rey del que hoy vamos a conocer su historia antes de seguir nuestro periplo por el Sangrera.

Fresnedas en el naciente del Sangrera

Esta vía romana sería directa heredera de una antigua calzada que comunicaba Toledo (Toletum) con Mérida (Emérita Augusta), y que además enlazaba con otra vía secundaria que llegaba desde Talavera (Caesaróbriga) hasta Puerto de San Vicente. Basándose en la descripción de esta calzada algunos historiadores han querido ver en nuestro Espinoso la Ispinum de los romanos.

Pocos elementos arqueológicos tenemos que nos puedan ayudar a conocer la historia de Espinoso del Rey. Solamente se tiene constancia del hallazgo de una moneda romana, concretamente un dupondio, probablemente de la época de Constantino, y algunas ruinas antiguas de muros y basas de columnas. En los términos de otras poblaciones limítrofes se han hallado otros restos, como en el cercano paraje de Los Villarejos, cuyo nombre indica ya la presencia de habitación humana anterior. La historiadora local Concepción Rueda refiere la existencia aún reconocible de algunos tramos de esta calzada en las inmediaciones del pueblo, así como la existencia de un yacimiento castreño amurallado con abundantes restos cerámicos y estructuras de antiguas viviendas sobre una elevación. Son también numerosos los hallazgos de asentamientos rústicos hispano-romanos y visigodos en el curso del río Fresnedoso.

Una de las viviendas tradicionales de Espinoso

Como el resto de La Jara, Espinoso estaría poblado en época musulmana por los componentes de tribus bereberes que defendían la zona fronteriza talaverana contra el avance de los cristianos que, una vez conquistada la fortificada villa del Tajo, avanzaron con sus colmenas y ganados repoblando tímidamente los desiertos jareños. Sancho IV El Bravo otorgó a Talavera, entre otras, la dehesa de los Xebalillos, que comprendía los territorios situados en torno a la cabecera del río Jébalo, en cuyo ámbito se localiza Espinoso.

Rollo jurisdiccional de Espinoso del Rey

Pero en 1579, necesitado Felipe II de fondos para sus empresas bélicas, decide vender a los lugares de su reino el derecho a convertirse en villas independientes de sus señoríos. El primero en separarse de Talavera, y por tanto del señorío arzobispal, fue el lugar de Espinoso pasando a estar bajo la jurisdicción real directa, de ahí el apellido “del Rey” que lleva nuestro pueblo. Como símbolo de la nueva condición de villa que toma se erige el rollo jurisdiccional. Los vecinos deciden comprar su independencia  al monarca alarmados porque un aventurero flamenco llamado Comelín intenta comprar el lugar para vendérselo a un noble talaverano. Con todo ceremonial se hace el amojonamiento del término que, por su aislada situación y cercanía a las sierras jareñas, siempre estuvo muy relacionado con los cuadrilleros de la Santa Hermandad Real y Vieja de Talavera. Es tradición local que aquí pernoctó Santa Teresa, precisamente cuando seguía este antiguo camino romano entre Toledo y Guadalupe.

RELATO DE UN VIAJE A LAS HURDES

RELATO DE UN VIAJE A LAS HURDES

Estampa hurdana en Riomalo de Arriba

La lectura del diario de viaje de Marañón a Las Hurdes en compañía de Alfonso XIII despertó en mí una curiosidad que me impulsó a viajar a esta comarca llena de maravillas. Su gente y sus atractivos me llevaron a conocer mejor a esa tierra de héroes de la piedra hasta el punto de escribir una novela «Aldeas sin perros que pronto aparecerá.

Me llamaba especialmente la atención ese empeño de sabios y políticos por negar lo evidente históricamente hablando, que esta comarca había padecido una miseria que aunque no era excepcional en España ni mucho menos, se negaba siempre despachando la cuestión con un “eso es la leyenda negra de las Hurdes”. No era políticamente correcto recordar esos tiempos pasados aunque todavía cercanos y era curioso que saltando como un resorte todos negaban lo evidente.

Ya conocía ejemplos similares como el de aquella ocasión, cuando elaborando el que esto escribe una guía sobre la vía abandonada que discurre entre Talavera de la Reina y Villanueva de la Serena para aprovecharla como recurso turístico, quise hacer ver a los políticos que el nombre que los vecinos de los pueblos cercanos daban a esa vía férrea era el de Vía del Hambre y que así es como yo creía que debía ser denominada. Se llamaba así porque en los años cincuenta había dado trabajo a muchos obreros de los pueblos por donde discurría pero los padres de la patria se negaron a que la vía llevara ese nombre, como si fuera un baldón, un oprobio para los vecinos. Finalmente se le puso el nombre de Vía Verde de La Jara, un nombre que sinceramente creo tiene mucho menos gancho para el turista.

Pero quizá no tenga mucha importancia porque en general quienes recorren hoy esas vías y rutas son en la mayor parte de los casos aprendices de vigoréxicos que se les da una higa que en su camino halla artesanía, pinturas rupestres o minas de oro en los que curiosear. Lo importante es el tiempo invertido en realizar el recorrido.

Una de las modestas casas hurdanas tradicionales

Así que quise ver con mis propios ojos lo que podía quedar de lo que describían Unamuno, Maurice Legendre o Antonio Ferres y me dirigí hacia Las Hurdes. Recorriendo los accesos hasta la comarca en sus pueblos más altos voy observando desde la cómoda aunque curvilínea carretera los preciosos senderos que, paralelos a los ríos y arroyos me recuerdan que Alfonso XIII llevaba guías en su expedición para adentrarse por aquellos vericuetos. Como aquel que cuando el ministro de la gobernación pidió café con leche, el «sherpa» real contestó que aunque no había en una distancia importante una sola vaca y siendo las pequeñas cabras hurdanas poco productoras del lácteo y ministerial capricho, él se lo conseguiría. Volvió al poco con la leche y cuando el jefe de todos los guardias y policías del solar patrio la degustaba fue sabedor por boca del guía de que la leche era de su propia mujer y el prócer comenzó a dar tales arcadas y hacer tales aspavientos que asustó a toda la comitiva real afeitándose luego sus largos mostachos que creía contaminados. Otro tabú más, pues al ser humano le produce más repugnancia la leche de mujer que la de cáprido por ejemplo.

Pizarra sobre pizarra fueron trazando año tras año, siglo tras siglo esos senderos encantadores que suben y bajan entre enebros y jarales. Dan ganas de recorrerlos todos aunque solo sea por prolongar el uso de algo que tantos afanes costó a aquellas gentes descalzas que aparecen en las conmovedoras fotos de los años veinte.

Rincón hurdano

Pendientes que sobrecogen y que hacen recordar al curioso cómo habían de trasponerlas los que iban a enterrar a sus difuntos, como recrea Buñuel en su Tierra sin Pan, o los que simplemente querían ver a un familiar o a la novia en otro valle.

Y  esas terrazas tan pintorescas que se elevan comiendo terreno las laderas de piedra, fertilizándola con idas y venidas para coger el humus de las madroñeras y hasta el último pedacito de materia orgánica que pueda enriquecerlo, como cuenta el antropólogo Legendre que tanto amó a esta tierra. Y algo queda todavía de aquella agricultura heroica porque al iniciar un camino hacia el río Hurdano veo como un abuelete encorvado recoge tres hojas de higuera ya caídas y las coloca con un poco de paja que corta de la cuneta con sumo cuidado y lo deposita todo junto al tallo de un solitario cerezo plantado en una minúscula terracilla de altos muros a la que se accede por una empinada y rústica escalinata de lanchas de pizarra.

Quedan todavía por aquí y por allá retazos de aquella vida al límite de unas gentes generosas. Busco a alguien que me venda unas cerezas, lo pregunto en un bar de El Gasco y uno de los paisanos que están en la barra sale aprisa del establecimiento, yo supongo que va a avisar a alguien que pueda vendérmelas, pero al cabo de unos momentos vuelve con una bolsa de la que asoman las hojas de las cerezas recién cogidas. Me las tiende con una sonrisa y cuando le pregunto qué le debo:

-Ná, lo que hace falta es que le gusten a usté.

Gran meandro del Alagón en Riomalo de Abajo

Lo mismo me sucedió cuando dos días después visité La Huetre, otra de las aldeas que mejor conservan el aire hurdano. Dos ancianas jubiladas conversan a la solana.

-Somos como hermanas. Siempre que pasa por aquí echa un vistazo para ver que no me he muerto. Pero no me saque retratos con la máquina, que a mí me da lo mismo, pero si le ve mi hijo se va a enfadar- le dice a uno de mis compañeros.

Comprendemos que los hurdanos están hartos de los turistas de la miseria que vienen todavía buscando unas Hurdes que ya no existen pero de las que sí quedan pistas y retazos, como la arquitectura popular, esas viviendas que eran calificadas como zahúrdas por los escritores de comienzos del siglo XX. Aquello conjuntos de viviendas primitivas que parecían caparazones de tortugas prehistóricas tendidas sobre las laderas todavía pueden verse en agrupaciones repartidas por algunos rincones de las aldeas. Observamos un grupo de ellas totalmente desprovistas de sus tejados de pizarra que enseñan sus vigas pudriéndose a la intemperie.

-¿Qué ha pasado con el techo de esas casas, con lo bonitas que son –pregunta mi compañero.

-Vino un señor que las compró muy baratas diciendo que iba a hacer unas casas rurales de esas. Vino un día con camiones y se llevó todas las pizarras y no volvimos a saber de él.

-¿Pero no dijeron nada las autoridades?

-Hubo quien protestó, pero ahí las tienen ustedes, echas una ruina.

– Con lo que habremos pasao en esos cuchitriles dice la otra mujeruca

RÍO JÉBALO (7), HACIA LA DESEMBOCADURA

RÍO JÉBALO (7), HACIA LA DESEMBOCADURA

Lechugas en la huerta de Alcaudete

Después de conocer Alcaudete de la Jara continuamos río abajo y vemos el pueblo rodeado de las huertas en las que se cultivan sus famosas lechugas.. El paisaje ha cambiado, ya no estamos en el cañón granítico por el que discurre el río que en este último tramo hasta la desembocadura en el Tajo discurre por una llanura de buenas tierras cultivables con la corriente entre fresnedas y alamedas, pastos y labrados.

Búnker de la Guerra Civil en el valle del Jébalo

El valle y la carretera están protegidos por algunos búnkers, trincheras y polvorines en cueva que se construyeron durante la Guerra Civil para impedir el acceso a Talavera y el valle del Tajo.

Puente del camino de Las Herencias

Pasamos por el llamado puente Cacharro y más tarde pasaremos por otro puente decimonónico de ladrillo situado en el camino que viene de Las Herencias.

Dehesa y torre medieval de Castellanos

Entramos  en la dehesa de Castellanos que perteneció al arzobispo Tenorio y más tarde a los jerónimos de Talavera y  en ella se puede ver una torre que es de mayores dimensiones  que la de Alcaudete, pero  está reformada con desafortunado gusto y ha sido dedicada a palomar y pajar, aunque su interior está cubierto por una bóveda de arista en el primer piso.

Esta zona es riquísima en restos arqueológicos época a la que pertenecen unos de los primeros vasos documentados en España pertenecientes a la cultura Campaniforme que se encontraron en la labranza de La Golilleja.

Cerámica campaniforme de La Golilleja

Damos un salto en el tiempo de un par de milenios y tenemos que referirnos a la tumba hallada en la labranza de “El Carpio”. Un enterramiento de características principescas, como se deduce de la calidad de los objetos metálicos en hierro y plata y el ajuar cerámico de tipo orientalizante aparecidos en su excavación que nos hablan de una influencia del mundo tartésico en las culturas de la zona allá por el siglo VII antes de Cristo, en la transición de la Edad del Bronce a la edad del Hierro.

Vasijas de plata encontradas en la tumba principesca de El Carpio junto al Jébalo

Son varios los asentamientos romanos documentados en el término y el Padre Fita asegura que el “Castellun Ciselli” se hallaba en el paraje del Tajo conocido como Canturias que, erosionada la ribera por el río, acabó desplomándose sobre sus aguas.

En el lugar de Aguilera parece que existió un convento femenino en época visigoda o paleocristiana, como se deduce de algunas inscripciones halladas en la zona.

También en esta zona cercana a la desembocadura del Jébalo en el Tajo se encontraron al bajar las aguas del embalse de Azután restos de una de las muchas atalayas medievales de observación y refugio que defendían estas tierras fronterizas. En este caso concreto se puede deducir que es de construcción musulmana por los restos cerámicos con inscripciones en letra cúfica hallados en su entorno, aunque posteriormente la torre fue reutilizada ya en época cristiana.

Sepulturas romanas descubiertas por el agua en la desembocadura del Jébalo

En 1081, pocos años antes de conquistar la Talabaira musulmana, Alfonso VI recibe la fortaleza de Canturias del rey de la taifa toledana a cambio de ayudarle en su defensa contra el reyezuelo de Badajoz . Una vez conquistada la villa de Talavera, comienza la repoblación de estos territorios, aunque dificultada por la inseguridad que las razzias de los almohades causaron hasta que, con la batalla de Las Navas de Tolosa, se consolida la línea fronteriza al sur del Guadiana.

Llegamos por fin a la desembocadura en el Tajo, río que por el reculaje del embalse de Azután se adentra por el cauce del Jébalo formando unas tablillas con espadañas que son un lugar interesante para la observación de aves

Reculaje del Tajo en la desembocadura del Jébalo y labranza de El Carpio

EL JÉBALO (5) POR EL CAÑÓN HASTA ALCAUDETE

EL JÉBALO (5) POR EL CAÑÓN HASTA ALCAUDETE

Valle medio del Jébalo y al fondo la sierra de La Estrella

Todos los ríos jareños tienen una zona de pequeños cañones graníticos cuando al salir hacia el valle del Tajo rompen el batolito granítico y así tenemos la zona del Pusa en Santa Ana, del Cedena en Villarejo de Montalbán, el Uso frente a La Estrella o el Jébalo junto a Alcaudete, inculo el Sangrera frente a Retamoso nos muestran barancos berroqueños que suelen tener una gran belleza.

Desde el muro del embalse del Jébalo hasta Alcaudete el paisaje tiene estas características y cuenta con pozas y chorreras entre grandes bloques graníticos. Son varios los yacimientos de l la Edad del Cobre o medievales que custodiaban la entrada del valle del Jébalo, alguno de ellos amurallado con grandes bloques de piedra. También contaba este tramo con algunos molinos de agua pero el último de ellos, ya a la salida del cañón ha sido muy desafortunadamente restaurado y luego abandonado.La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es escanear0021.jpg

El Jébalo sale del cañón y riega la huerta de Alcaudete, donde se cultivan sus famosas lechugas. Ya hemos hablado en anteriores capítulos de la prehistoria en el valle: los grabados del Martinete, la inscripción ibérica de Los Maíllos, los yacimientos romanos de Los Villarejos etc, y ahora vamos conocer el pueblo de Alcaudete

La llamada Torre del Cura y la iglesia parroquial de Alcaudete

Alcaudete es palabra de origen árabe que habría derivado del latín africano “caput aqua” o “cabeza del agua”, es decir “manantial”. Según Jiménez de Gregorio la terminación “ete” sería una huella mozárabe que habría permanecido en el nombre de nuestro pueblo. No es extraño que los musulmanes aprovecharan estas huertas construyendo para su protección las dos torres que hoy podemos encontrar en su término. Por un lado la conocida como “El Torreón” o como “La Torre del Cura y la torre que se encuentra en la dehesa de Castellanos, que es de mayores dimensiones y está reformada con desafortunado gusto. En su interior está cubierta por una bóveda de arista en el primer piso.

Explicación en el moumento al primer repoblador de Alcaudete

A los pioneros cristianos que repoblaron estos inseguros territorios está dedicado el monumento que se sitúa a la entrada del pueblo En él se representa, en escultura de hierro sobre pedestal de ladrillo mudejarista, a uno de aquellos primeros jareños  de pie junto a la simbólica torre de Alcaudete y armado con la ballesta, que a su vez es símbolo de la actividad cinegética del primer repoblador de Alcaudete que, complementada por la explotación de las posadas de colmenas, la ganadería y los huertecillos habría constituido el modo de vida de los protagonistas de las primeras incursiones en el nuevo territorio conquistado.

Monumento a los repobladores jareños en Alcaudete

En el siglo XIII,  Fernando III el Santo dona a Talavera para su repoblación la dehesa de Los Xebalillos, en la que está incluido gran parte del actual término de Alcaudete. La noble familia talaverana de los Duque de Estrada tuvieron vinculación con estas tierras, como se deduce de que el “Torreón” perteneciera a Hernán Duque de Estrada durante el siglo XVI, aunque ya en el siglo XIV otro noble llamado Juan Ortiz Calderón, arrepentido de sus faltas, entre las que destacaba haber asesinado a un alcalde de Talavera, deja en herencia al arzobispo Pedro Tenorio Duque de Estrada la dehesa de Castellanos con su torre para que allí se funde un monasterio que, finalmente, acabaría radicándose en Talavera como monasterio jerónimo de Santa Catalina.

Aparejo de un muro de Alcaudete de tapial y canto rodado

CONJUNTO URBANO

Este pueblo de la Jara Baja se caracteriza por una arquitectura de ladrillo y, sobre todo, de adobe y tapial, generalmente enjalbegados y casi siempre levantando una sola planta. Sin embargo, en la zona central del caserío se conservan media docena de casonas de interés donde el granito y la rejería nos orientan a la existencia de cierta clase acomodada poco frecuente en el resto de la comarca. La zona de la plaza fue reconstruida por el organismo Regiones Devastadas debido las inundaciones que asolaron el pueblo, manteniendo un conjunto no desafortunado dentro de las típicas formas constructivas que se utilizaron en la época franquista, tanto en estas rehabilitaciones de zonas destruidas como en los llamados pueblos nuevos de colonización.

Alcaudete es de los pocos pueblos jareños que cuentan con alguna casona menos modesta que lo que es habitual encontrar en La Jara

Además de estos edificios urbanos, encontramos repartidas por su extenso término algunas viviendas rústicas en pizarra y granito, sobre todo al sur, además de las grandes labranzas del valle bajo del río en el norte, en torno a la Dehesa de Castellanos, con mayores dependencias y la entrada situada casi siempre bajo un palomar. Otros edificios peculiares son los de las huertas y molinos cercanos al casco urbano.

En el próximo capítulo acabaremos de conocer Alcaudete y llegaremos hasta la desembocadura del Jébalo en el Tajo.

SIGUIENDO EL JÉBALO POR EL VALLE DE ROBLEDO DEL MAZO

NUESTROS RÍOS, EL JÉBALO 2

SIGUIENDO EL JÉBALO POR EL VALLE DE ROBLEDO DEL MAZO

El río Jébalo a su paso por el valle de Robledo del Mazo

Vamos a conocer ahora el resto del hermoso valle de Robledo del Mazo, formado por este pueblo jareño y sus cuatro aldeas situadas en torno a la cabecera del río Jébalo que nace cerca de Piedraescrita como ya sabemos.

Ya cerca de Navaltoril, otra de las aldeas del valle del   se encuentra el lugar donde las gentes de Espinoso y Piedraescrita desarrolan un curioso ritual sobre el río pasando la imagen de un pueblo al otro.

Cada siete años, durante los meses de Mayo a Septiembre, o bien por necesidad causada por plagas o sequía, y también con una duración de cuatro meses, tienen derecho los espinoseños a tener en su poder la venerada y antigua imagen. El traslado a Espinoso es todo un acontecimiento para el pueblo y la imagen es acompañada por los agrestes parajes serranos que deben atravesarse rezando y cantando coplillas  a la Virgen.

Romería de Piedraescritade 2016 en el momento de cruzar el Jébalo con la imagen FOTO DE LA VOZ DEL TAJO

Primero se lleva la imagen a la vecina aldea de Navaltoril, también situada en el valle de Robledo. Allí se celebra una multitudinaria misa de campaña que preside también la imagen de la Inmaculada de Navaltoril con asistencia de gentes de todos los pueblos de los alrededores. Después se conduce la imagen hasta el paraje conocido como “El Agua de las Juntas” donde, en el mismo lecho del río Jébalo, entregan la imagen las autoridades del valle a las de Espinoso. El camino es largo y para el recorrido se despoja a la Virgen de su corona y se la pone un manto para que no se moje, pues es mucha la fe en su intercesión para traer la lluvia en tiempos de sequía. Es recibida con las calles engalanadas con arcos florales y hierbas aromáticas alfombrando el suelo, entre la emoción de todo el vecindario que la espera en el paraje conocido como el “Plaerón

Iglesia de Navaltoril

Navaltoril es otra de las aldeas de Robledo del Mazo que todavía conserva una arquitectura popular con sabor serrano en un entorno muy agradable, ya que el pueblo se sitúa desde el siglo XV en un antiguo postuero de ganados entre los prados de una nava. Cuenta con dos molinos arruinados cercanos en las riberas del Jébalo. Uno de ellos se encuentra cerca del pueblo y junto a él podemos ver un rústico.

Puente sobre el Jébalo cerca de navaltoril. Ingeniería popular en un puente de roncos jara y tierra apisonada

El otro molino está frente al cruce de la carretera que nos subirá hasta la pequeña aldea de Robledillo, cuyo caserío se sitúa en la cota más alta en la comarca y también está rodeado de un marco natural privilegiado. Es una labranza de Robledo que comienza su andadura en el siglo XVIII conociéndose el nombre de su fundador como “el abuelo Cirilo Galán”.  Cuenta el pueblo con una piscina natural y si continuamos por la misma carretera en dirección a Espinoso podemos disfrutar de la zona de recreo que se ha preparado en torno al ameno paraje de la fuente de La Teja. Otra bonita excursión desde Robledillo es la que nos acerca dirigiéndonos hacia el oeste por una senda hasta el paraje de Vallesú donde mana una caudalosa fuente.

Plaza de Robledillo

Desde Robledillo volvemos a descender hasta el valle de Robledo y continuamos la carretera en dirección oeste pasando por el lugar de Las Humfrías que, como las otras aldeas del municipio, conserva algunas muestras de la arquitectura tradicional y las ruinas de varios molinos en el cercano arroyo de Las Lanchas, pintoresco por sus cascadas.

El caserío de las Humfrías y al fondo el monte conservado con el original bosque mediterráneo en su aspecto original con los canchales típicos de las sierras jareñas

ROBLEDO DEL MAZO

Historia

El pueblo de Robledo del Mazo se fundó a mediados del siglo XV, según se deduce del testimonio de uno de los vecinos que declaran en las Relaciones de Felipe II. Refiere que uno de los fundadores fue su padre, quien con otros cuatro colmeneros se asentó en el valle para explotar una posada de colmenas. El mismo testigo asegura que el nombre del lugar deriva de que los osos que por entonces andaban por aquellas sierras jareñas causaban daños a las colmenas buscando la miel. Para espantarlos, los primeros pobladores de aquellos robledales instalaron en un arroyo un artificio al que “ pusieron hechizo” para que, movido por las aguas, diera sonoros martillazos que ahuyentaran a los animales.

Cascadas del arroyo de Las Lanchas cerca de Las Humfrías

Un testimonio del siglo XVIII asegura que “un incendio redujo a cenizas toda la población y aún los vestidos de la imagen titular, De suerte que habiendo quedado Diego García único vecino y alcalde, entregó en el ayuntamiento de la villa de Talavera su vara y jurisdicción, que con dicho motivo se agregó a la del lugar de Sevilleja. Mas, habiéndose reunido de su calamidad los vecinos dispersos, lograron reintegrarse el dominio privativo del egido y solar del pueblo”. 

CONJUNTO URBANO

Arquitectura popular jareña en el valle de Robledo

El núcleo urbano de Robledo se reparte por la ladera de su asentamiento, con las casas siguiendo calles empinadas y formando grupos bastante homogéneos de viviendas de pizarra enjalbegadas. Las construcciones son de una tipología característica en la Jara serrana, de finalidad totalmente utilitaria, y forman un conjunto curioso que conserva todavía algunos rincones con agradable sabor rural.

IGLESIA

El templo de Robledo  es muy sencillo y también sufrió los avatares bélicos. Estuvo bajo la advocación de Nuestra Señora del Robledo durante el siglo XVI para, más tarde, ser Nuestra Señora de la Encarnación su patrona. La iglesia se independizó de la de Piedraescrita en 1.676 .

 

LOS MOLINILLOS DE ARROYO DEL TÉRMINO DE TALAVERA

MolinIllos de Talavera, el entorno.

Antes de referirnos a los grandes molinos del Tajo en Talavera conoceremos algunos molinillos de arroyo que se situaban en las proximidades de la ciudad, concretamente sobre las pequeñas corrientes que descienden desde las sierrecillas de El Berrocal.

 

Molino de cubo del arroyo Malojo en El Casar de Talavera

Sobre el arroyo Malojo, en las cercanías de El Casar de Talavera, persisten las ruinas de un cubo sin referencias históricas (Ml 1). En el arroyo Bárrago he podido encontrar restos de hasta cinco molinos. Dos de ellos se localizaban en el término de Mejorada, el primero es de cubo (Ba 1), el segundo es de rampa con una presa paralela a la corriente (Ba 2). El tercero apenas es reconocible (Ba 3) pero parece haber sido también movilizado por una rampa y el cuarto mantiene todavía en pie un cubo y una rampa (Ba 4). El quinto se halla muy modificado por la construcción de una vivienda sobre sus ruinas (Ba 5). En el Catastro de Ensenada se documentan dos molinos en el Bárrago en término de Talavera pero pertenecen a vecinos de Mejorada[1].

Cuarto molinillo del arroyo Bárrago

También molieron dos ejemplares en el arroyo de la Portiña, fueron testigos de los momentos más violentos de la Batalla de Talavera contra las tropas napoleónicas ya que se encontraban en la misma línea de combate. Uno de ellos todavía deja ver en ruinas los restos de su cubo y de los muros. El otro parece haberse localizado en el lugar que hoy ocupa el paredón de la presa de abastecimiento de aguas a Talavera.

Tercer molinillo del arroyo Bárrago

En el libro de Mª Jesús Suárez Alvarez sobre “ Talavera en la Edad Media” se anota la existencia de un molino en La Portiña, en la colación de la parroquia de San Andrés. Su localización geográfica nos inclina a pensar en la existencia de este tercer ejemplar en un tramo más bajo y cercano al casco de la ciudad.

Restos de los molinos de la Portiña en un dibujo de 1909

En la Historia de Talavera de Francisco de Soto escrita en el siglo XVII, aparece una referencia a una fuente de Pepino tan caudalosa como para mover una rueda de molino y podría hacer alusión a la que da origen al arroyo de la Portiña[2]. En el siglo XIX, en el Diccionario de Madoz ya ni siquiera aparecen todos estos molinillos. Otro pequeño artificio, dinamitado en la postguerra, se podía ver en el arroyo Zarzueleja de Gamonal pero sus restos son hoy apenas reconocibles.(Zr 1).

Restos que quedan actualmente de uno de los molinos de la Portiña por debajo del murode la presa

DIBUJOS DE TALAVERA DE 1919 de Joaquim Renart y García ( Y 2): Tienda de Genaro Suela, tipos talaveranos, taller de Ruiz de Luna, cigüeñas…

Otro de estos dibujos coloreados, de los que Juan Atenza nos ha aclarado que  el autor es Joaquim Remart  nos muestra una pintoresca visión de la tienda de Genaro Suela (Botiga de Jenaro Suela), situada al principio de la calle Carnicerías, junto a la plaza del Reloj. En ella se ve a varios tipos con indumentaria tradicional entre sacos de harina, sombreros, cestos, sacos de harina y otros productos.

Traemos también una fotografía que refleja la misma tienda en una época próxima a la del dibujo y curiosamente se ve a un tipo similar a los que aparecen en el dibujo.

Exterior de la tienda de Genaro Suela cuyo interior refleja el dibujo

Un dibujo de gran interés porque nos aporta dos interesantes detalles de la indumentaria tradicional de Talavera y su comarca. En primer lugar se muestra uno de esos sombreros o monteras de ala ancha con borlas y cintas de adorno y la copa cónica. En el dibujo inferior una mujer se cubre con pañuelo con motivos vegetales en color verde y cubre sus hombros con una mantilla

Dos son los dibujos de esta serie que están relacionados con la cerámica talaverana. El primero de ellos muestra un azulejo de la sacristísa de la ermita de la Virgen del Prado y el autor deja la siguiente leyenda: Convento de Ntra Sra del Prado. Sacristía. Rajoles del arrimadero, cerámica antigua Valorados en 1000 pesetas cada una. «Rajoles» es azulejos en catalán o valenciano. El autor cree que la ermita es un convento. El letrero inferior ya lo comentamos en la entrada anterior.

En el otro dibujo hace un apunte en el que aparecen varias artesanas del taller de cerámica de Ruiz de Luna. Mi amigo Pedro García del Pino Ruiz de Luna me dice que en el libro de visitas del taller no hay firma alguna que nos pudiera orientar sobre la autoría de estos dibujos. En la época, la fama de Ruiz de Luna hacía que artistas, intelectuales y personajes tuvieran como visita obligada el alfar de don Juan Ruiz de Luna.

Dos son los dibujos que representan las cigüeñas de dos de las cúpulas de templos talaveranos. En uno de ellos lo rotula como perteneciente a San Agustín el Viejo, en realidad se trata de la iglesia del convento de los jesuitas que fue ocupado por los agustinos durante un tiempo, al igual que los jesuitas estuvieron un tiempo en el edificio del antiguo convento de los jerónimos y luego Fundación San Prudencio. Se puede comprobar en la fotografía de la desaparecida iglesia de los jesuitas que el dibujo coincide con ella.

Le llaman la atención las abundantes cigüeñas en nuestra ciudad y por ello dibuja otros nidos en la cúpula de otra iglesia

LOS GRABADOS DEL MARTINETE EN EL JÉBALO, Patrimonio comarcal en peligro 12

LOS GRABADOS DEL MARTINETE EN EL JÉBALO,

Patrimonio comarcal en peligro 12

Bajo el enebro que cuelga a la derecha de la imagen se encuentran los grabados y pinturas

FICHA DE BIEN EN PELIGRO

Denominación.-

Grabados y pinturas rupestres de El Martinete

 Término Municipal.-

Alcaudete de la Jara

 Situación.-

En la orilla oeste del Jébalo sobre una gran roca lucida por la erosión del agua.

 Categoría.-

Pinturas y grabados de arte esquemático 

Cérvido de gran cornamenta en la estación de arte rupestre de El Martinete

Descripción del Bien.-

En el curso medio del río Jébalo  se observan, en el paraje conocido como El Martinete, unos curiosísimos grabados y pinturas rupestres que corresponden al llamado Arte Esquemático de la Edad del Bronce, aunque es probable una mayor antigüedad en su ejecución pues algunos especialistas retrasan su datación hasta la Edad del Cobre o Calcolítico, con más de 4500 años, e incluso otros llegan hasta el epipaleolítico añadiendo un par de milenios más.

La mayor parte de los grabados están realizados con técnica de piqueteado sobre unas superficies rocosas lamidas por el Jébalo en sus crecidas y situadas en un lugar intrincado y de entorno agreste. El lugar tiene aspecto de «capilla» o de recogido paraje religioso. Muchos de los motivos son homúnculos, es decir, hombrecillos esquemáticos en diferentes actitudes, como uno de ellos, por ejemplo, que parece representar un arquero caído.

También aparece la imagen de la cabeza de un cérvido y lo que da la sensación de ser una escena de lucha entre otro animal astado y un hombre. Además, se percibe un carro o una vivienda esquemática y otros signos y dibujos muy sencillos pero de difícil interpretación. Las figuras se distribuyen sobre un panel principal y otro secundario más elevado y situado más hacia el norte.

Detrás de los grabados se observan también pinturas en tonos rojizos muy desvaídos en los que se distinguen dos imágenes formadas por círculos concéntricos con el típico aspecto de los ojos esquemáticos que caracterizan a muchos idolillos hallados en los dólmenes y en otras estaciones de arte esquemático.

 

Grabado del martinete que parece representar un arquero caído

Cronología principal.-

Segundo Milenio a. de C.

 Protección legal.-

Las Genéricas de protección autonómica y estatal

 Propietario.-

Dominio fluvial del río, Público

Calco de un cérvido representado en los grabados de El Martinete

 Valoración del Bien.-

  • Valor histórico
  • Valor arqueológico
  • Valor artístico

Principales riesgos apreciados.-

  • Riesgo de deterioro por vandalismo, graffitis o repiqueteado

    Pinturas de la estación de El Martinete que parece representar ojos o soles con círculos concéntricos

Bibliografía de referencia.-

-Jiménez de Gregorio, F., Grabados y Pinturas Rupestres de El Martinete, Alcaudete de la Jara, Toledo. Pyrenae nº 9

-Portela Hernando, D., Los grabados Rupestres Postpaleolíticos de «El Martinete». Alcaudete de La Jara. Congreso de Arte Rupestre Esquemático de la Península Ibérica. Los Vélez

Uno de los paneles de arte rupestre obra de Domingo Portela

CAÑADA LEONESA ORIENTAL (IX) EN TORNO A EL BERCIAL Y EL EMBALSE DE AZUTÁN

CAÑADA LEONESA ORIENTAL IX

Verraco vettón doble de El Bercial y otro sencillo

Recorrido aproximado 14 kilómetros (con desviación a El Bercial de San Rafael y a los yacimientos de la presa de Azután), 6 horas.

La cañada cruza la carretera de Talavera a Puente del Arzobispo y, unos quinientos metros después, podemos desviarnos de la cañada si lo deseamos y tomar un camino que nos llevará al Bercial de San Rafael.

Alfonso VIII donó al Hospital del Rey de Burgos, regentado por el monasterio de las Huelgas Reales de esa misma ciudad, la dehesa que entonces se conocía como “Real Vosque, Villa y Casa de Vercial”. Su tierra se dividía en diez departamentos o millares donde pastaban las ovejas que eran propiedad del monasterio. Como tenía consideración de villa, tenía su rollo y su horca, así como la iglesia parroquial y una casa-palacio, actualmente en pie, donde residía el Caballero-Comendador, delegado de la abadesa del monasterio para administrar la cabaña. La campana del torreón tenía por fin “llamar a los pastores repartidos por la dehesa en el caso de ser acometidos en tal desierto de alguna invasión de gente de mal vivir o de algún incendio”. Contaban también con “fuertes y seguros calabozos con porzión de grillos y cadenas y todo género de prisiones”.

Los habitantes de los alrededores se beneficiaban de la finca con la recogida de criadillas de tierra, muy valoradas en toda España, y con la corta de retamas destinadas a los hornos alfareros de Puente del Arzobispo. Esta actividad contribuiría sin duda a la deforestación que actualmente se observa en el paisaje de la zona. En su término se encontraban, sobre la orilla del Tajo, los antiguos molinos de Ciscarros y el puente de Pinos que pertenecía a las monjas de San Clemente de Toledo, señoras del pueblo de Azután.

Fuente de La Solana con dos sepulcros romanos comoabrevaderos

Hoy día esta finca se denomina El Bercial de San Rafael y pertenece al patronato que financia al hospital de San Rafael de Madrid. Quedan muestras en su entorno de haber sido habitado el territorio desde antiguo, como demuestran los dos curiosos verracos unidos por el costado a modo de siameses y otro más deteriorado, tres esculturas zoomorfas que nos hablan de las raíces célticas de estas tierras que antes de los romanos estuvieron habitadas por los vettones que las esculpieron. Varios son los hallazgos que confirman la presencia romana en los alrededores, como la fuente de La Solana, que cuenta con dos sepulcros antropomorfos por abrevadero, o la fuente de El Arco, en la que se aprecia una piedra de molino romana formando parte de su estructura. Pero sin duda la pieza más valiosa se encuentra encastrada en el muro del hermoso patio del palacio. Se trata de una inscripción sobre mármol que según algunos eruditos se refiere a la muerte de un joven en unas carreras y según otros dice que el individuo en cuestión murió joven, demasiado rápidamente.

Estela romana de El Bercial

El último asentamiento se produce hace unas décadas cuando, en una parte expropiada de la finca, se construye un poblado del Instituto Nacional de Colonización, para aprovechar así las vegas más próximas al embalse de Azután, otro de los “pueblos nuevos” similar a los de Talavera la Nueva o Alberche del Caudillo.

UN PASEO HASTA EL EMBALSE DE AZUTÁN Y SUS YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS

Riberos del Tajo entre Calera y Alcolea

Andando podemos acercarnos desde Alcolea hasta el muro de hormigón que embalsa desde 1969 las aguas del Tajo para la producción de energía eléctrica. El inmenso lago artificial llega en su reculaje casi hasta Talavera, poco antes ya hemos hablado de la riqueza en avifauna de las llamadas “tablillas” de Azután junto al camino del Barro o en el reculaje de la desembocadura del Jébalo. Un ecosistema lacustre artificial que se prolonga hasta aquí y en el que asientan colonias de garcillas bueyeras, martinetes, garcetas, avetorillo, avetoro, garza imperial, calamón, aguilucho lagunero y pájaro moscón. En invierno anátidas de diferentes especies, grullas, cormoranes o águilas pescadoras alegran con su bullicio este gran lago mesetario.

El río discurre entre los más encajados riberos de Calera y Aldeanueva de Barbarroya en la otra orilla. Antes del embalse, el agua corría por estos parajes en “rapidos furiosos” que amedrentaban a los ingenieros que desde el siglo XVI recorrieron el río para intentar hacerlo navegable. Bajo sus aguas se encuentran los antiquísimos molinos de Ciscarros, una calzada romana o el puente Pinos que servía para cruzar el río antes de que el arzobispo Tenorio construyera el suyo. Estos riberos son un magnífico lugar para la práctica de la pesca y del piragüismo, disfrutando de la fauna que se concentra en sus encinares y acebuchales.

El próximo viernes visitaremos los dos yacimientos arqueológicos y el pueblo de Alcolea

ESTANCIAS REALES EN TALAVERA (y 2)

ESTANCIAS REALES EN TALAVERA (y 2)

Escudo de los Reyes Católicos que actualmente se halla en la Basílica del Prado y que se trajo aquí desde la cárcel de la Santa Hermandad real y Vieja de Talavera en la puerta de Zamora

También camino de Guadalupe y de Andalucía visitan Talavera en varias ocasiones los Reyes Católicos. Estos y otros monarcas solían en general tomar el camino viejo de Guadalupe, por Puente del Arzobispo, Villar del Pedroso, Puerto de Arrebatacapas y Hospital del Obispo. Durante una de las estancias llegan cartas de unos moros de Granada de la tribu de los abencerrajes que querían hacerse cristianos. Según algunos, viajaron a Talavera donde fueron bautizados.

Vista la magnificencia de las fiestas de Mondas en Talavera, quieren los reyes que los fondos que se obtienen en la ermita y en las corridas de toros pasen a engrosar los fondos destinados a la guerra de Granada pero se opone fray Hernando de Talavera aduciendo que esas cantidades están destinadas al culto de la Virgen.

Los problemas sucesorios de los comienzos del reinado de Isabel hace que pase hacia Extremadura en varias ocasiones para conocer la situación y establecer las alianzas necesarias. Durante una de sus estancias, la reina ordenó que se embargaran las rentas del arzobispo de Toledo y un capitán de su confianza tomó Talavera por la noche para evitar que la ciudad, que estaba bajo el señorío de los arzobispos toledanos, se pasara al campo enemigo. En la primavera de 1477 pasa la reina camino de Guadalupe. Los dos monarcas vuelven en el otoño de 1482 a la ida y a la vuelta de otro viaje a Guadalupe, monasterio donde construyeron un palacio que la reina denominaba “mi paraíso”.

Palacio de los Condes de la Oliva, donde se alojaron algunos reyes de paso por nuestra ciudad

Vuelven en la primavera de 1502 para recibir a su hija Juana y a su marido Felipe el Hermoso con los que se encuentran en Cebolla. Felipe duerme en Talavera ese mismo verano y el rey Fernando vuelve a pasar por aquí camino de Andalucía para supervisar la armada.

Durante otra de las estancias de la reina en Talavera intentan llevarse el Santísimo de la iglesia de la Trinidad, que entonces se encontraba a las afueras de la villa y un tanto aislada. Como quiera que en el barrio hay gran número de residentes mudéjares y judíos, doña Isabel, pensando en protegerlo, pide a los escribanos de la villa que velan el Santísimo en la iglesia de Santiago, que lo hagan a partir de entonces en la del monasterio de la Trinidad para darle más seguridad.

Fernando el Católico pasa también, ya viudo de doña Isabel por Talavera camino de Andalucía donde va a pasar revista a la flota. En su último viaje ya en 1515 descansa don Fernando en Talavera antes de viajar a Extremadura donde muere en el pueblecito de Madrigalejo, según algunos a causa de un brebaje compuesto de testículos de toro y ciertas hierbas con el que sus médicos intentaban aumentar su potencia sexual.

El emperador Carlos I pasó y pernoctó en varias ocasiones en Talavera, también camino de Extremadura y Guadalupe, de donde volvió atravesando la Jara hoy adscrita a la comunidad extremeña, por el pueblo jareño de Garvín donde parece que fue huésped de la familia Duque de Estrada, en la torre que allí poseían.

Felipe II consideró a la ermita de la Virgen del Prado como la «Reina de las ermitas»

Felipe II pasa en varias ocasiones por Talavera y durante todas ellas se hospeda en el monasterio de los jerónimos, su orden predilecta. Como su padre y sus abuelos, va de paso para Guadalupe donde en 1570 agradecerá a la Virgen de Las Villuercas su victoria sobre los moriscos sublevados. Seis años más tarde se reúne en el monasterio con su sobrino el rey de Portugal don Sebastián, que le intenta convencer de que se sume a su empresa en África en la que acabará perdiendo la vida.

También pasa el rey Prudente hacia Portugal con su cuarta esposa Ana de Austria, precisamente a tomar posesión del reino de Portugal que le correspondía por herencia dinástica a la muerte de su sobrino. La reina morirá en Badajoz y su cadáver volverá a pasar por Talavera camino de Madrid, como sucedió con los restos de la hija de Juana la Loca, doña Leonor, casada con Francisco I de Francia y muerta en Talavera la Real.

Felipe III y Felipe IV también estuvieron en Talavera. El primero se detuvo  en nuestra ciudad de vuelta de Portugal sufrió una gastroenteritis que comenzó en Talavera y le hizo convalecer en el pueblo de Casarrubios del Monte antes de llegar a Madrid, episodio que describimos en otra entrada de este blog.

Panel de azulejos que representa el escudo real de Carlos II, pues el el monarca en la fecha que aparece de 1679. No sería por tanto como se ha dicho en ocasiones el de Felipe V que visitó el alfar de Mansilla

María Luisa de Saboya acude a esperar a su esposo Felipe V a la vuelta de sus campañas victoriosas en Portugal durante la Guerra de Sucesión. La reina visita el alfar de Mansilla quien la agasaja tan generosamente que la Reina le hace hidalgo. La situación bélica hace que el rey pernocte en Talavera en otras ocasiones. Con su segunda esposa y acompañado del que sería Fernando VI pasa años más tarde para que el infante contraiga matrimonio con la princesa portuguesa doña Bárbara de Braganza. El matrimonio es doble pues la infanta María Ana se casará también con el futuro rey de Portugal José I.

También pasa el infante don Luis que luego viviría en Velada y Arenas de San Pedro desterrado de la corte por su hermanastro Carlos III. Años más tarde María Ana reina viuda de Portugal volvería a pasar por Talavera a visitar a su hermano Carlos.

También pasa Carlos IV por Talavera camino de la guerra con Portugal y en otra ocasión para cazar en Arenas de San Pedro visitando el palacio de Velada, donde vivió su tío el infante don Luis.

Fernando VII desterró a Portugal a su hermano don Carlos que pasó de camino también por Talavera. aunque se prohibió que se les hicieran agasajos.

Palacio de Villatoya donde pernoctaron algunos de los monarcas de paso porTalavera

Los reyes suelen dormir a su paso en los monasterios o en las casas y palacios de los nobles como las de los condes de la Oliva, los marqueses de Villatoya o en las casas de don Manuel Cerdán. Se les salía a recibir al paraje del Olivón, un gran árbol situado junto al arroyo Cordera. Cuando venían de Portugal se les recibía en el arroyo de Bárrago. Corridas de toros, arcos florales, trucos de tramoya, fuegos artificiales, cañas y torneos danzas, misas solemnes y besamanos son los actos más frecuentes que se realizan en honor de los reyes. Esto supone además otros gastos que debe hacer el Concejo para arreglar los caminos y el puente del Alberche