Arquitectura popular en el entorno de Aldeanueva de San Bartolomé
Abandonamos La Estrella y vamos paralelos al arroyo Andilucha que en esta zona está muy deforestado y solamente conserva las resistentes y punzantes tamujas que festonean sus riberas. Comienzan ya a aparecer las primeras labrancillas y majadas construidas en pizarra.
Dolmende la Aldehuela en La estrella, cerca de Aldeanovita
Desde La Estrella podemos acercarnos a la pequeña aldea de Fuentes, y a conocer algún paraje más de su entorno además de los ya señalados, como el de «la Puente».
A unos tres kilómetros del casco urbano en dirección oeste, por la pista que va a Carrascalejo, se sitúa el paraje de “La Puente”. Sobre el arroyo Andilucha cruza un puente de aspecto medieval de buena factura con el piso bien empedrado. Aguas arriba y aguas abajo del puente se sitúan sendos pozos con sus pilas de lavar en un conjunto ameno para visitar. El arroyo Andilucha va trazando numerosas curvas en su recorrido en unos parajes solitarios y áridos, pero con cierto encanto.
Arquitectura popular de Fuentes
FUENTES
Esta pequeña aldea jareña nació junto al cordel de merinas en un lugar donde reposaban y abrevaban los ganados en las proximidades de una fuente que todavía puede visitarse, la fuente del Venero. Para los curiosos de la etnografía, cerca de esta fuente, en una elevación situada al suroeste, se sitúan dos caleros, hornos en los que se elaboraba la cal que serviría para hacer el mortero para trabajar en albañilería antes de la generalización del cemento. También se utilizaba para la decorativa e higiénica labor de blanquear o “enjalbegar” las paredes de las viviendas.
Horno de cal en Fuentes
Las calles de Fuentes conservan todavía algunos edificios de la arquitectura tradicional. La iglesia cuenta con un modesto artesonado y está bajo la advocación de San Juan Bautista, pero las fiestas se dedican a la Virgen de las Nieves los días 5 y 6 de agosto en conmemoración de una nevada que se produjo en tan calurosas fechas.
Con motivo de una epidemia de langosta que afectó también a La Nava de Ricomalillo, se celebra otra fiesta el primer domingo de mayo
Fachada de la iglesia de Fuentes
Para llegar desde La Estrella hasta Puerto de San Vicente tenemos dos opciones. Una de ellas es continuar por la carretera que une La Estrella con “Aldeanovita” para, después, pasar por Mohedas y llegar así a Puerto de San Vicente atravesando las tres poblaciones. La otra posibilidad es continuar por el cordel que desde Aldeanueva de Barbarroya cruzaba el ya aludido puente del siglo XVI que construyó la Mesta para el paso de ganados trashumantes y que llegaba hasta Fuentes
Detalle de esgrafiado en Fuentes
Desde esta aldea podemos seguir el mismo cordel que discurre paralelo a la carretera pero que no atraviesa los núcleos urbanos pasando su trazado casi paralelo a la carretera, pero unos cuatro kilómetros al este de ella. Los peregrinos a Guadalupe utilizaban las dos alternativas, pero en épocas de mala climatología o de inseguridad en los caminos preferían recorrer el camino que va de pueblo en pueblo.
Abandonamos La Estrella y vamos paralelos al arroyo Andilucha que en esta zona está muy deforestado y solamente conserva las resistentes y punzantes tamujas que festonean sus riberas. Comienzan ya a aparecer las primeras labrancillas y majadas construidas en pizarra.
En el entorno de Aldeanueva encontramos hermosos parajes dignos de visitar. De especial interés son las empinadas laderas que van a dar al Tajo en la zona de Los Riberos, La Marquesa y Ciscarros, lugar este último donde se situaban unos antiquísimos molinos a los que hoy cubren las aguas del reculaje del embalse de Azután. Aquí, sobre la presa del molino, cruzaba antiguamente una barca de maroma, sobre la que atravesaba las gentes de uno y otro bando durante la Guerra Civil. Antes de la construcción del muro del pantano, el Tajo discurría por aquí en “rápidos muy furiosos” que hicieron pensar a los ingenieros de los planes de navegación del siglo XVII en hacer un canal que llevara a las barcazas, a través del arroyo de Alcañizo y del Tiétar, de nuevo hasta el Tajo evitando estos obstáculos, una obra quimérica para la época. Las riberas son muy agradables, pobladas de olivos, almendros y cornicabras entre los que discurren arroyuelos y donde nos tropezamos con algunos chozos de bonita arquitectura popular. En las orillas se puede intentar echar la caña y sacar algún barbo, carpa o black-bass de buenas dimensiones.
Riberos del Tajo frente a Ciscarros
Además de esta romería de verano, Aldeanueva celebra en invierno bajo la advocación de la Virgen de La Paz una típica fiesta de quintos que mantiene todavía aspectos muy arcaicos como costumbre “ La Vaquilla” por la que los mozos recorren el pueblo con una armadura de madera con unos cuernos acometiendo al personal e invitándoles a beber de la bota. Este ritual no es otra cosa que la “vitula” de los romanos que hace dos mil años salía en las fiestas invernales y que ha pervivido impregnando las celebraciones cristianas.
La Vaquilla en la fiesta de las Paces
Reanudamos el camino desde el lavadero de Aldeanueva en dirección oeste y a un kilómetro aproximadamente nos encontraremos con la Vía Verde de la Jara. Recorridos unos metros de la misma, accedemos a la pista asfaltada que une Aldeanueva con La Estrella. De ella parte un camino en dirección oeste por el que nos desviaremos y, recorridos unos trescientos metros, encontraremos una roca situada en la misma margen izquierda del camino que los lugareños conocen como “ El Canto del Perdón”.
Canto del Perdón. Se observan las piedras depositadas en sus grietas
En este lugar mágico y curioso podemos observar sobre la piedra un grabado rupestre que, aunque tiene labrada junto a él una fecha del siglo XVIII, se trata probablemente de un grabado de la Edad del Bronce con añadidos posteriores. La tradición popular asegura que si arrojas una piedra y formulas un deseo, éste se cumplirá y se perdonarán tus pecados.
Grabado del Canto del Perdón
Se explica el origen de la creencia en cierta pendencia sucedida en un mesón del pueblo, un hombre es perseguido con saña por el ofendido que pretende dar fin a su vida, cuando llegan a este paraje y ya está a punto de consumarse el asesinato por venganza, el agresor se arrepiente perdonando la vida a su víctima. En algunas versiones se dice que se aparece la Virgen a continuación.
Puente de la Mesta sobre el río Huso
Volvemos sobre nuestros pasos hasta llegar de nuevo a la pista asfaltada por la que descendemos en dirección al río Uso. Antes se cruzaba por un puente colgante casi arruinado que se localiza pasado un molino de agua río arriba del puente actual, a algo menos de un kilómetro
Valle del río Uso con un viaducto de la vía verde y la sierra de La Estrella al fondo
El valle del río Uso en este tramo bajo de su cuenca merece que nos detengamos y disfrutar de sus paisajes que impresionan por lo abrupto de las paredes de piedra que delimitan su cañón. Los parajes más agrestes podemos localizarlos río abajo del puente referido hasta la desembocadura en el Tajo. Son pintorescas formaciones graníticas donde anidan numerosas especies de pájaros y rapaces. Para los esparragueros es esta zona, junto con la inmediata sierra de La Estrella, un magnífico lugar para hacernos en su época con un buen manojo de espárragos “de cambronera”, que se diferencian de los trigueros por su mayor grosor, su sabor algo más amargo y, como sugiere su nombre, por ser su planta de mayores dimensiones y más punzante.
Los espárragos de «cambronera» del río Uso con su fruto
«La Puente» sobre el arroyo Andilucha con La Buha al fondo
A poniente contemplamos desde la pista la Sierra de La Estrella. Esta encantadora sierrecilla, que se levanta como un bastión en medio de la Jara Baja, conserva en la vertiente oriental su vegetación de bosque mediterráneo con arroyuelos que riegan terrazas y huertecillos. Sus cumbres fueron siempre un lugar estratégico de observación y refugio donde actualmente se proyecta instalar un parque de energía eólica.
Dolmen de La Estrella
En la cima de la Sierra Ancha, la mayor de las dos elevaciones que la forman, podemos visitar los restos del amurallamiento de un castro de la Edad del Hierro en el que es curioso observar los huecos disimulados en el grueso del muro y que servían como refugio. Probablemente, estas cuevas camufladas también fueron utilizadas como escondite por los cristianos que, tras la reconquista, se atrevían a repoblar estas tierras inhóspitas batidas por las razzias de almohades y almorávides que les obligaban a refugiarse en estas alturas que eran denominadas “ las moradas” por los asustados repobladores que dejaron en otras elevaciones de La Jara topónimos y murallas similares.
Fuente y abrevaderos en la sierra de La Estrella
En la Buha, el cerro más puntiagudo, se sitúa una explotación minera antigua. La forma del monte y la cueva minera han hecho que la fantasía popular haya querido ver un antiguo volcán en la cumbre de esta montaña.
Objetos romanos de bronce hallados en La Estrella
Desde el collado que cruza el camino entre la Buha y la Sierra Ancha desciende en dirección este hacia el río un camino que nos llevará a otro paraje curioso. Se trata de la Cabeza del Conde, una elevación granítica formada en su cumbre por grandes bloques de piedra entre los que se refugiaron los hombres de la Edad del Cobre, más tarde gentes que se escondían durante los inseguros tiempos del medioevo, bandoleros y, más recientemente, los grupos de maquis que frecuentaban La Jara, sobre todo las partidas de Quincoces.
Arquitectura popular en las inmediaciones de la Cabeza del Conde
Por debajo de Cabeza del Conde discurre el río Uso sobre el que cruza un puente del siglo XVI construido para el paso de los ganados trashumantes por un cordel que anteriormente vadeaba la corriente río arriba para llegar hasta la pequeña aldea de Fuentes. Unos setecientos metros río abajo del puente, podemos visitar las ruinas de un antiguo molino, situado también en un lugar muy ameno en el que durante las primaveras y comienzos del verano disfrutaremos del baño en sus tablas solitarias.
«Marmilas de gigante» formadas por la erosión de las aguas en el río Uso
Desde el collado de la sierra recorremos los dos kilómetros que nos separan del pueblo de La Estrella. En su término se han hallado numerosos restos arqueológicos que demuestran la presencia de pueblos antiguos. Es el caso de las gentes del Calcolítico o Edad del cobre que hace más de cuatro mil años construyeron el dolmen de La Aldehuela. Por él pasaremos más adelante siguiendo nuestro camino hacia Guadalupe. Hay quien quiere hacer derivar Estrella de “stella”, es decir que éste sería un lugar donde se encuentran enterramientos con estelas que llevan inscritas inscripciones sepulcrales romanas en las que aparecen nombres latinos como Sereno, Apiano o Ifito. Jiménez de Gregorio sugiere también que el nombre de “El Estrella” quiere decir en realidad “El castillo”, y pudiera que la fortaleza en cuestión fuera el castro céltico encaramado en la cumbre de sierra Ancha del que hablamos en el capítulo anterior.
Amurallamientos del castro de La Estrella en la cumbre de su sierra
Desde el despoblado de Corralrubio se puede acceder a Aldeanueva por el antiguo camino que venimos recorriendo o por una nueva pista cuyo trazado discurre al sur del anterior.
Construcción en el entorno del despoblado de Corralrrubio
PATRIMONIO HISTÓRICO ARTÍSTICO
En el río Uso a su paso por el término de Aldeanueva se han encontrado útiles paleolíticos de cuarcita labrada. La población romana se halla constatada por una calzada de la que más tarde hablaremos y la presencia musulmana es segura por la proximidad de la Ciudad de Vascos.
Calzada romana de Aldeanueva de barbarroya
Uno de los primeros núcleos de población de la comarca se encontraba dentro del actual término de Aldeanueva. Se situaba al sur del casco urbano, en torno a una iglesia hoy desaparecida llamada Santiago de Zarzuela que ya aparece referida en el Libro de la Montería de Alfonso XI, donde podemos leer que en el siglo XIV era éste buen monte para la caza del oso en invierno. Esta parroquia fue hasta su desaparición iglesia madre de muchos de los templos de esta parte suroccidental de La Jara.
Otro núcleo que daría más tarde lugar a la formación de nuestro pueblo es Santa María de Barbarroya. Solamente queda la iglesia, cuyo edificio es hoy un pajar donde se podía contemplar una escultura de probable origen ibérico ya destruida. Al final de la Edad Media se va poblando una “aldea nueva” que más tarde toma el apellido de Barbarrroya, aunque hay un tercer despoblado, Corralrubio, que también incrementó con sus vecinos la población de Aldeanueva. Este es pueblo jareño y por tanto, hasta la abolición de los señoríos en el siglo XIX, perteneció a las antiguas tierras de Talavera.
LA IGLESIA
Fachada de la iglesia de Aldeanueva de Barbarroya
La iglesia destaca sobre el caserío y en ella es evidente la diferencia entre sus dos fases de construcción, la primera, más imponente por sus dimensiones, está datada en 1514 y es de estilo gótico plateresco con ábside de tres paramentos y contrafuertes rematados en bolas renacentistas. El ábside se cubre mediante bóveda de crucería con medallones en las claves. La parte más occidental, en la que se abren las dos puertas, es de construcción más modesta y está cubierta por sencillo artesonado de madera de par y nudillo, observándose embutidos en el exterior de sus muros columnas y otros elementos más antiguos que probablemente pertenecieran a la iglesia del antiguo despoblado de Santiago de Zarzuela. En la fachada oeste se abre la entrada principal y se remata con la espadaña de dos ojos para albergar a las campanas.
CONJUNTO URBANO
Rincón de arquitectura popular de Aldeanueva de Barbarroya
También vale la pena dar una vuelta por el pueblo pues se conservan varias construcciones de cierto empaque construidas en granito con algún que otro blasón en sus portadas. Al norte del casco se encuentra la única estación en el trazado de la Vía del Hambre que se encuentra en un núcleo urbano. Construida en los años cincuenta mantiene todavía el edificio de la estación, los hangares, los muelles de carga, las viviendas de los operarios y hasta un palomar en un conjunto fantasmal que nunca vio pasar el tren. Tenemos por tanto en Aldeanueva un magnífico acceso a la Vía Verde de La Jara.
El «puente Amador», viaducto de la Vía Verde de la Jara sobre el Tajo
No nos marcharemos del pueblo sin acercarnos a uno de esos lugares de encuentro que existían antiguamente en los pueblos y que además tiene interés etnográfico y pintoresco. Se trata del lavadero de la Fuente Blanca. En él se alinean decenas de pilas labradas en granito donde acudían a hacer su colada a mano las mujeres del pueblo. Podemos detenernos e imaginar el bullicio de este mentidero local con las ropas tendidas en vallados y juncales. Para llegar hasta él basta preguntar en el pueblo por el lavadero.
Lavadero de Aldeanueva de Barbarroya
ERMITA
Desde Aldeanueva podemos hacer otra pequeña excursión recorriendo un camino de unos cuatro kilómetros que nos permite acercarnos a la ermita de la Virgen del Espino. Nos encontramos ante una encantadora ermita rodeada por un peristilo en tres de sus lados, uno de ellos formado por columnas y los otros por machones. A los pies se encuentra el acceso bajo el arco central rematado por una espadaña.
Ermita de la Virgen del espino, foto hacia 1992
En su interior se encuentra la imagen de la Virgen del Espino a la que se honra con una concurrida romería el último domingo de Agosto. Recientemente se han hallado al excavar su cripta enterramientos medievales y la sepultura de un caballero protector de la ermita que luchó en los tercios de Flandes. Para llegar solamente debéis preguntar en el pueblo por la pista que, en dirección sur, nos llevará hasta la ermita.
Bunker sobre el reculaje del Tajo en la desembocadura deel Jébalo
Abandonamos Las Herencias tomando el camino de Belvís que asciende desde la parte oriental del casco urbano. No debemos confundirlo con el de Alcaudete, que sale del mismo punto pero más hacia la izquierda. Después de un empinado ascenso llegamos a las elevaciones donde nace la impresionante barranca de Valdecasillas. Limita por el oeste con los cortados de Los Castillos.
El valle bajo de El Jébalo desde el camino que vamos recorriendo
El camino discurre paralelo a las cumbres y permite una magnífica vista, hacia el sur contemplamos el valle bajo del Jébalo con las riberas pobladas de frenos y choperas de repoblación y, al norte, el Tajo con las tablillas de Azután. Río abajo, se sitúa el paraje de Canturias identificado por el padre Fita como el “Castellum Ciselli”, que se desplomó sobre las aguas debido al desgaste de las riberas por la corriente y en cuyo entorno se encontró además una lápida funeraria visigoda. En el caserío de la finca actual se ha establecido un complejo de turismo rural que dejaremos a la derecha de nuestro recorrido.
Puente sobre el río Jébalo en nuestro recorrido
La ruta discurre entre chaparros, retamas y algunas coscojas, especie esta última característica de las terrazas altas del Tajo más adaptada a la condición más caliza del terreno. Comenzamos a descender hacia el valle del Jébalo después de haber andado unos cuatro kilómetros desde Las Herencias. Quinientos metros antes del río el camino se bifurca en dos, uno de ellos seguirá hasta Belvís y atravesará por un hermoso puente de ladrillo situado en un ameno paraje.
Torre medieval de la dehesa de castellanos sobre el valle del Jébalo
Tomando a la izquierda otro camino que parte río arriba pero, antes de cruzar el puente, podemos acercarnos a la Torre de Castellanos. Esta construcción medieval es una de tantas que servían de observatorio y refugio en los inseguros tiempos medievales en que las acometidas de los cristianos y las razzias de los árabes batían las tierras fronterizas del Tajo. La torre está muy deteriorada por las malas actuaciones que se han realizado sobre ella para utilizarla en funciones agrícolas y ganaderas, pero desde su altura domina esta antigua Dehesa de Castellanos propiedad en el siglo XIV de Juan Ortiz Calderón, un caballero de vida poco edificante que poseía una gran fortuna. Al parecer mató a un alcalde de Talavera y desterrado en Portugal conoció al obispo de Coimbra que en aquel entonces era don Pedro Tenorio al cual nombró albacea testamentario. Su última voluntad era que en estas fértiles vegas se fundara un monasterio jerónimo, pero la insuficiente dote y lo insalubre del terreno llevaron al ya por entonces arzobispo de Toledo a destinar tanto esta propiedad como la de Pompajuela al nuevo convento jerónimo que se establecería en Talavera, el monasterio de Santa Catalina.
Volvemos sobre nuestros pasos y cruzamos el puente. Recorremos un kilómetro hasta la carretera y seguimos por ella hasta otro puente que cruza el sobre el Jébalo, también a un kilómetro aproximadamente. Poco antes de este puente sale a la izquierda el camino de Aldeanueva a Talavera por el que continuaremos nuestro periplo jareño.
Objetos de plata hallados en la tumba principesca de transición de la edad del Hierro a la del Bronce halla en la orilla del embalse
Nos encontramos en otro paraje natural de gran belleza. El Tajo, debido al reculaje del embalse de Azután, sube e inunda el valle del Jébalo sobre su antigua desembocadura y aquí, al igual que en las tablillas de Azután, la riqueza de avifauna es considerable. Anátidas y garzas reales abundan entre las espadañas o se posan en los troncos secos de los árboles muertos por la inundación. El paisaje al atardecer es digno de disfrutarse armados de unos prismáticos que nos permitan observar las aves. El camino continúa bordeando la margen izquierda del pantano atravesando unos parajes que también son muy ricos en yacimientos arqueológicos. En la finca de La Golilleja se encontró una de las primeras muestras de la cerámica llamada campaniforme.
Vasijas de cerámica Campaniforme de la Edad del Cobre halladas en La Golilleja, cerca de la desembocadura del Tajo
En la orilla norte, dentro de la finca de El Carpio, que conserva todavía los grandes edificios de su labranza, se encontró una tumba principesca de la transición de la Edad de Bronce a la del Hierro con interesantes cerámicas y un puñal de este metal, novedad tecnológica para la época. También son estos restos, como los ya reseñados de Las Herencias, de tendencia orientalizante y vinculan a esta comarca con el sureste español y el mundo tartésico. Esta tumba fue descubierta por las aguas, al igual que una villa romana cuyas piedras hizo también aparecer el embate de las olas del embalse.
Fresnedas en el Jébalo bajo
Seguimos el viaje hasta una casa casi inundada por las aguas desde la que el camino asciende separándonos del río. Atravesamos junto a las típicas casillas de piedra de las fincas de almendros antes de llegar al arroyo Tamujoso. En este mismo lugar se produjo en los años cuarenta un asalto de los maquis a los vecinos de Aldeanueva que volvían de las ferias de Talavera.
Desde estas lomas podemos ver a la derecha el viaducto o puente de Amador, una impresionante obra que se construyó para el paso de la “Vía del Hambre”. Cruzamos el arroyo y subimos hacia el antiguo solar que ocupaba Corralrrubio, un pueblo hoy desaparecido del que solamente queda una fuente y los vallados de las antiguas propiedades. Proseguimos nuestro viaje y llegamos a Aldeanueva de Barbarroya
Ventana en Las Herencias, decorada con azulejería de Ruiz de Luna
Enfrente de la isla de El Alariche se encuentra la antigua granja de Pompajuela. Es una explotación agrícola que aparece en los textos históricos desde la Edad Media y cuyo nombre, según Jiménez de Gregorio, derivaría de algún personaje romano llamado Pompeyo. No sería extraño que en tierras tan feraces hubiera tenido su solar alguna villa romana y en el mismo sentido apuntarían los restos arqueológicos de la época hallados en su entorno. Seguir leyendo PASAMOS POR LAS HERENCIAS, Camino de Los Bandoleros a Guadalupe (2)→
Cuadrillero de la Santa Hermandad de Talavera, Perseguían a los bandoleros que hacían asaltos en el Camino de Guadalupe
Iniciamos hoy el segundo camino más utilizado por los peregrinos para acercarse a Guadalupe. El Camino Real o Camino VIejo, ya descrito, es el más antiguo pero debido a lo inseguro, despoblado y agreste de su recorrido fue menos utilizado desde el siglo XVII en adelante, cuando se comenzó a utilizar el camino que discurría a través de La Jara cruzando los Guadarranques. Sobre esta vía de acceso y sus variantes versarán los siguientes capítulos.
Los viajeros debían cruzar primero el Puente Viejo de Talavera, arruinado por las avenidas del río y en muchas ocasiones restaurado precariamente con tablas y maderos. Ya en la otra orilla, tomaban el camino a la derecha hacia el puente de Hierro donde, paralelo a la carretera de Alcaudete, discurre más próximo al río, el antiguo camino de Las Herencias.
Las elevaciones de la orilla sur del Tajo han sido habitadas desde la prehistoria
El recorrido podría ser más agradable si no fuera por el destrozo incontrolado que las graveras han ocasionado en el entorno y que llevan camino de destruir toda la ribera, pues solamente quedan restos de la vegetación ribereña en un pequeño soto de tarays y fresnos y en algunos álamos blancos que apenas resisten el empuje de la especulación.
Foto del autordel kiosco del paredón en sus últimos tiempos hacia 1974
Pasaremos primero por la presa de El Paredón que forma parte del conjunto de azudas que retenían el agua del Tajo para mover los molinos de Abajo y que, según muchos de los viajeros antiguos que pasaban por Talavera, eran la causa de que el paludismo, las fiebres tercianas que decían entonces, fuera un mal endémico en la ciudad por la facilidad con que se criaban los mosquitos anófeles en las aguas estancadas. Era costumbre en Talavera acudir en procesión con los jerónimos a abrir las compuertas de estas presas para que se limpiaran una vez al año las arenas y limos retenidos en el fondo.
Una de las estelas de guerrero de Las Herencias en la Edad de Hierro
Vamos a discurrir por parajes de nombre antiguo, heredades llamadas de la misma forma desde la Edad Media como Miralrío, Los Álamos, Aldea del Rey, Albiches, Tejadillo o Manzanas. Tierras fértiles de vega que han sido pobladas desde la prehistoria como iremos viendo.
Esquema de estela de guerrero en el que se aprecia el escudo,el guerrero, la lanza, el carro o la cimera
UN POCO FENICIOS
Primero cruzaremos el arroyo de Lientes en el que han sido hallados huesos de animales prehistóricos y cantos tallados que nos recuerdan que hace cientos de miles de años ya estaban pobladas estas terrazas del Tajo durante los deshielos cuaternarios. El siguiente arroyo es el Manzanas donde el erudito talaverano, y tal vez el primer defensor del maltratado patrimonio histórico de la ciudad, Luis Jiménez de la Llave, encontró en el año 1860, en el paraje conocido como Las Fraguas, una tumba de dos mil seiscientos años de antigüedad en cuyo interior se hallaban varios objetos de gran interés por cuanto demostraba en sus influencias orientalizantes que nuestra comarca fue la frontera norte del mítico mundo tartésico.
Vasija hallada en el arroyo Manzanas, actualmente en el museo metropolitano de Nueva York
Una cultura íntimamente unida a influencias fenicias, por lo que no van tan descaminados los que tildan de “fenicios” a los talaveranos a causa de su ancestral dedicación a las más variadas actividades comerciales. En el enterramiento en cuestión se encontró una vasija metálica de gran interés, un jarro piriforme con asa de triple sección que termina en tres cabezas de serpiente y en su arranque se decora con una palmeta rematada por dos capullos. El profesor Fernández Miranda demostró que esta pieza no es otra que la que hoy día se expone en el Museo Metropolitano de Nueva York al que fue donada en 1956, después de estar en poder de varios anticuarios hasta que la fundación Pulitzer- Bequest la donó al museo en 1956. También se halló en la sepultura un timiaterio y restos de un braserillo que servían para la realización de una serie de rituales con libaciones e incineración de sustancias olorosas que acompañaban a los enterramientos de rango aristocrático.
Esquema de la vasija del Metropolitano en dibujo de Jiménez de la Llave
Siguiendo arroyo arriba por el mismo Manzanas en un agradable paseo de un kilómetro, se llega al lugar donde se encuentra la fuente del Sauco junto a la que antiguamente se levantaba la ermita del mismo nombre, hoy desaparecida.
Otra muestra arqueológica de esas influencias orientales en los pueblos indígenas de nuestra comarca se encuentra en las estelas de guerrero, datadas ochocientos años antes de Cristo. Una de las más significativas se halló también en estas elevaciones al sur del Tajo. Se trata de una laja de pizarra en la que se representa esquemáticamente al guerrero enterrado bajo la misma. También se han grabado en esquema los objetos de su ajuar que indicarían que se trata de un miembro destacado de la tribu o que en vida fue un héroe de la misma. En esta estela aparecen concretamente un carro, una lanza, un escudo de los llamados de escotadura, un espejo y lo que tal vez pudieran ser unas tenazas. Este antiguo guerrero jareño aparece tocado con un casco de cimera.
Las elevaciones que limitan hacia el sur la vega debido a la proximidad del río, a la feracidad del terreno y a su fácil defensa han estado pobladas desde antiguo, como demuestran los numerosos yacimientos arqueológicos hallados en su suelo. Justo al oeste del arroyo Manzanas se sitúan sobre estos cerros restos de la edad del bronce y de la edad del hierro. De esta última época es uno de estos yacimientos donde vivieron gentes relacionadas con el mundo de los vetones y que por su cultura y cronología estarían vinculados con el famoso castro céltico de El Raso que podemos visitar en Gredos y que nos dará una idea de cómo vivían estas gentes hace más de dos mil años. Del peculiar ecosistema de estas barrancas pobladas por enebros y coscojas hablaremos en próximos capítulos.
Se han indicado por el ayuntamiento varias rutas por las inmediaciones de Valdeverdeja. En el paseo que sugerimos hoy recorreremos en realidad dos de ellas. Y para ello primero nos dirigiremos a la llamada fábrica de la luz. Tomaremos el camino que discurre junto al cementerio viejo. Justo después de pasarlo se bifurca el camino y tomaremos el de la derecha y más tarde otro que sale hacia a la izquierda.
Riberos del Tajo en Valdeverdeja
Vemos un risco que domina el paisaje y a él nos subiremos. Primero por tener desde su cumbre unas vistas impresionantes sobre el Tajo, que en estos parajes hace honor a su nombre, y después porque es interesante curiosear los restos arqueológicos que en él se asientan, pues allí se hallan los restos de un antiguo poblado de la Edad de Hierro sobre una elevación coronada por dos cerretes, en uno de los cuales se ha labrado en la roca viva un curioso aljibe para almacenar el agua y resistir así los asedios de otros grupos humanos enemigos en aquella época. También se encuentran restos de cerámicas a hechas a mano y otras sigillatas de origen romano, además de algunas piedras trabajadas de poblamientos anteriores con algunos restos de murallas.
Pozo en el entorno de Valdeverdeja
Bajaremos después siguiendo el arroyo y pasando por los restos de un viejo puente hasta la central eléctrica de los años treinta que se asienta sobre las ruinas de los molinos de Los Sacristanes y unas aceñas anteriores, en un paraje escarpado realmente hermoso. En la orilla de enfrente se ve el molino de Tani.
Central eléctrica de Valdeverdeja
Volveremos después sobre nuestros pasos hasta la primera bifurcación del viejo cementerio y seguiremos el otro camino que también va hacia el Tajo. Bajamos hacia el río por una colada que discurre paralela a una granja al final del camino, hasta el arroyo del Pueblo o de Malezo. El arroyo se despeña después de un primer molinejo precedido de una presa por pequeñas cascadas y luego junto a otro molinillo de arroyo en ruinas. Llegamos así siguiendo un camino molinero a la ribera del Tajo, que aquí presenta una vista espectacular, y visitamos el gran molino de los Capitanes, que nos impresiona por su sólida estructura y sus bóvedas y regolfos. Desde él parte otra senda que nos lleva aguas abajo hasta el molino Nuevo, en ocasiones semisumergido por el reculaje del embalse de Valdecañas y que, como su nombre indica, es más moderno, con restos de ejes y ruedas que movían lo que más bien era ya una pequeña fábrica de harinas movida por energía hidráulica.
Molino de los Capitanes en Valdeverdeja
Pero no acaban aquí los lugares de interés de Valdeverdeja. Junto a las escuelas del pueblo sale también una pista que nos lleva al lugar de La Facciosa, donde se ha adecentado la ribera con una zona verde y un restaurante. Es un lugar que se puede tomar como punto de partida para preciosas excursiones en piragua. Una de ellas puede consistir simplemente en cruzar el río para curiosear en el castillo de Espejel, fortaleza musulmana que se sitúa justo enfrente, en término ya de Valdelacasa de Tajo. Los molinos de Espejel, río arriba, se mantienen bajo el agua y solamente puede verse la casa de los molineros y de los frailes, ya que pertenecieron durante años al monasterio de Guadalupe.
Molino Nuevo de Valdeverdeja
En otras entradas conoceremos otras rutas molineras de este tramo del río Tajo.
Interior de uno de los grandes molinos de aldeverdeja
Una estampa repetida desde hace siglos, las ovejas por la Cañada Leonesa Oriental a su paso por Almendra
A
Hornacina en la antigua iglesia de Almendral, hoy cementerio
ALMENDRAL DE LA CAÑADA
Recorrido aproximado 10 kilómetros, dos horas y media
Salimos de Fresnedilla y, tal como indica el plano, en una curva de la carretera que une esta localidad con El Real de San Vicente sale la cañada en dirección oeste hacia Almendral, entrando así en la provincia de Toledo.
Discurre la vía pecuaria amplia y respetada en toda su anchura, como en los orígenes de estos caminos ganaderos que algunos remontan hasta tiempos prehistóricos, cuando los vettones y pueblos ganaderos aún más antiguos se movían con sus ganados para aprovechar los pastos de las zonas cálidas en invierno y las frescas y serranas en verano. Vamos entre encinares y cercados, con la Sierra de San Vicente al sur y el farallón de Gredos al norte, hasta que, recorridos aproximadamente seis kilómetros, parte un camino hacia la izquierda que va hasta los Baños de la Pólvora, un balneario popular donde se podían tomar baños fríos y calientes de aguas medicinales con propiedades que, según sus usuarios, son beneficiosas para las enfermedades reumáticas. Disponía de alojamiento y servicio de comidas en un ambiente aislado y rústico.
Poco antes del caserío se levantan en medio del cordel las ruinas de la ermita del Cristo de la Sangre.
Ermita del Cristo en Plena cañada leonesa oriental
El pueblo se llamó Almendral de Arriba hasta 1916, en que su apellido pasó a ser “de la Cañada”, precisamente la que vamos conociendo. El cordel de ganados ha marcado incluso la toponimia de los pueblos de su recorrido.
Fuente en plena cañada a su paso por Almendral
Aunque existen los restos de los que pudiera haber sido un dolmen en el lugar conocido como “Los Majanos” junto al arroyo de las Fuentes, la primera referencia al lugar es de 1337, año en el que parece haber restos de una torre musulmana en su entorno, lo que explicaría el nombre de “Almenar”(atalaya o torre de observación) fuera con más probabilidad el nombre original, que habría derivado en Almendral. Cosas de la toponimia que podemos creer o no. No conocemos su primitiva localización aunque sí se encuentran restos de población medieval por todo el término, como en el paraje de “Las Artesas”, llamado así por la existencia de sepulcros medievales labrados en la piedra y que en la imaginación popular simulan las artesas, esos recipientes rectangulares en los que se hace la matanza o se guarda el pan.
Fue lugar del señorío de Navamorcuende, por lo que debía pagar al feudal una gallina por el solar donde asentaban sus viviendas.
Torre de la vieja iglesia del Salvador. hoy cementerio, tras la cruz blanca la cripta en la que se retiraba Ana de Almendral
No debemos dejar de visitar el cementerio, que en realidad es de la primitiva iglesia de El Salvador, arruinada ya. Sus antiguos muros guardan el pintoresco camposanto, con una de las viejas capillas convertida en un panteón familiar. En el muro oriental se puede ver una a modo de alacena de decoración gótica que serviría probablemente de sagrario. Al oeste se sitúa los restos de la torre y de la cripta donde, según sus escritos, tuvo sus primeras experiencias místicas la beatificada Ana de San Bartolomé, la que fuera secretaria de confianza de Santa Teresa, y la que con ella compartió proceso inquisitorial. Nació en 1549 y en sus memorias han quedado algunas anécdotas de su infancia en Almendral, como cuando la vaca “Cereza” la salvó de morir por la mordedura de un perro rabioso llevándola al pueblo sobre su lomo, o cómo los bueyes se amansaban para trillar con facilidad y no alterar las oraciones de Ana. Acabó sus días en una de las fundaciones carmelitas de Bélgica. Ha sido recientemente beatificad y se le ha erigido un monumento en Almendral junto a una fuente abovedada.
Monumento a la secretaria de Santa teresa, Beata Ana de San Bartolomé
Otros lugares con halo de magia se encuentran en el término, como La Mora Encantada, un lugar cerca de los molinos de Tejea, donde dicen que a los pastores que pasaban por allí se les metían serpientes por la boca.
Arquitectura Popular de Almendral de la Cañada
En el pueblo encontraremos también algunos rincones pintorescos con arquitectura tradicional en mampostería granítica, y veremos también la actual iglesia y las agujas de piedra del antiguo cerramiento de la plaza para las corridas de toros.
Ermita de San Sebastián junto a la Cañada con otra de sus fuentes.
En el término, lo que más llama la atención en es el gran robledal que puebla toda la cara norte del cerro de Cruces, aunque también valen la pena los paseos por el entorno de la garganta Torinas, donde quedan restos de algún molino de agua. En una relación de 1951 se habla de la riqueza natural de nuestro pueblo y se dice que había raposos, tejones erizos, hurones, gatos monteses y alguna nutria.
Página Talavera y su Tierra de Miguel Méndez-Cabeza Fuentes
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