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EL CONVENTO, LA ARQUITECTURA Y OTRAS COSILLAS DE LA CALZADA

EL CONVENTO, LA ARQUITECTURA Y OTRAS COSILLAS DE LA CALZADA

Fachada del convento de Calzada de Oropesa

EL CONVENTO: Cuenta la leyenda que en cierta ocasión un antiguo hospital del pueblo situado en el camino de Carrascalejo vio como se derrumbaba por falta de medios una de sus estancias. Al cabo de unos días las gentes de La Calzada comenzaron a observar que entre los cascotes del derrumbe se veía una luz extraña e, intrigados por el hecho, removieron los escombros y apareció la imagen del Santo Cristo de las Misericordias, que primero se veneró en el hospital, para más tarde construir para su alojamiento una ermita con las limosnas que ofrecieron los devotos y curiosos que acudían a visitar la imagen para remediar sequías, epidemias y hasta un terremoto que, afectando a toda la zona, dejó  sin embargo indemne a esta villa arañuela.

Cùpula de la iglesia del convento de La Calzada de Oropesa

En 1667 se transformó la ermita en iglesia siendo su maestro de obras el calzadeño Pedro Sánchez. El recinto tenía una sola nave separada de la capilla mayor por una escalera de tres peldaños cerrada con reja de madera sobre zócalo de piedra. El coro está a los pies en planta alta y la fachada estaba rematada por espadaña de un solo hueco. Los muros son de aparejo toledano tanto en la iglesia como en el resto del actual edificio conventual.

Convento y torre de la iglesia de La Calzada

Fray Francisco Ignacio del Castillo fue el agustino que a mediados del siglo XVII tomó la iniciativa para que se instituyera el convento de agustinas recoletas de Calzada de Oropesa, bajo cuya custodia quedaría el Cristo de la Misericordia, así como también fundó el convento hermano de Serradilla en Cáceres. En ambas instituciones tuvo mucho que ver sor Isabel de la Madre de Dios, nacida en Guadyerbas las Altas, despoblado situado en el ámbito geográfico de Navalcán, en cuya parroquia se conservan sus actas de bautismo. Fue sobrina de otra mística y tía suya, también navalqueña llamada sor Isabel de Jesús, profesó en el cenobio de Arenas de San Pedro para desde allí salir a fundar el convento de la población extremeña de Serradilla, desde donde vino a La Calzada para fundar otro monasterio. Fue esta monja famosa en su tiempo por su santidad y misticismo y a ella acudían nobles y prelados para consultar diversas cuestiones.

Casa de la Hidalga en La Calzada de Oropesa

A petición de la madre Isabel, el conde de Oropesa, Manuel Joaquín Álvarez de Toledo y su esposa Isabel Pacheco, piden a la villa de La Calzada la ermita y el viejo hospital para la fundación de un convento, lo que concede el concejo local a cambio de que el conde les proporcione otro edificio para destinarlo a funciones hospitalarias. En 1675 comienzan las obras y se inaugura en 1676. En 1704 se hacen algunas reformas añadiendo la parte de la iglesia que sobresale de la fachada y haciéndose la espadaña actual de tres huecos.

Arquitectura popular de La Calzada de Oropesa

La iglesia del monasterio tiene planta de cruz latina con una sola nave. El crucero está cubierto por cúpula de media naranja con linterna que descansa sobre un rico cimborrio. En las pechinas hay pintados santos de la orden agustina. Tiene tres buenos retablos barrocos y en el central se encuentra la hermosa talla del  Cristo de la Misericordia.

Labores de La Calzada de Oropesa

ARQUITECTURA POPULAR: La Calzada cuenta con algunas casas solariegas y viviendas de típica arquitectura popular que nos invitan a dar una vuelta por el pueblo. Son de destacar la antigua casa de los presbíteros y canónigos del siglo XVI, la casa curato del XVII, o la casa de los Tebar también de esa centuria, además de algunas viviendas decimonónicas de empaque como la casa de la Hidalga, la casa de La Castilla, la casa de los Huertas Vega y algunas más repartidas por el casco urbano.

Corona de granito sobre la puerta del ayuntamiento de La Calzada

FIESTAS: En cuanto a las fiestas populares debemos destacar dos días en que se sale a disfrutar en los campos cercanos, el día del Calbote que se celebra el 1 de noviembre y el del Hornazo el 25 de abril. En las fiestas del Cristo de Septiembre se hace una comida colectiva popular con la vaquilla y en el mes de mayo se va a la romería de la Virgen del Rosario.

Siempre ha tenido La Calzada artesanos que destacaron por su arte pastoril, fabricando algunos de ellos hermosos objetos en raíz de fresno como morteros o rabeles. También hay un cestero, Germán Parra, que fabrica piezas de artesanía del mimbre. Las monjas del convento decoran piezas de cerámica. También fue famosa La Calzada por sus magníficos herreros que han dejado como muestra algunas de las rejas repartidas por las fachadas del pueblo.

UNA VISITA A LA CALZADA DE OROPESA (1)

UNA VISITA A LA CALZADA DE OROPESA (1)

Una de las pinturas de Claudio Coello en la iglesia de La Calzada de Oropesa

Como su nombre indica, La Calzada ha sido tierra de paso desde la antigüedad. Así lo atestigua el verraco vettón hallado en su casco urbano y los restos romanos que se reparten por su demarcación, entre los que cabe destacar la necrópolis de sepulturas formadas por lajas de pizarra descubierta en las inmediaciones de la laguna de Las Limas al construir la autovía, moderna heredera de la antigua calzada que unía Toletum con Emérita Augusta. En un principio esta villa estuvo formada por dos núcleos de población La Calzada y Carrascalejo, que no debemos confundir con el pueblo jareño y del que solamente queda una fuente a “dos tiros de ballesta” del casco urbano actual de La Calzada, concretamente en el paraje conocido como Carrasca. Seguir leyendo UNA VISITA A LA CALZADA DE OROPESA (1)

VISITANDO TORRALBA:

VISITANDO TORRALBA

Uno de los tres verracos de Torralba de Oropesa

Llegamos a este pequeño pueblo que, por hallarse situado junto a la cañada y antigua calzada que iba de Toletum a Emérita Augusta, ha sido desde siempre una localidad vinculada al mundo del transporte. Por ello, tanto las herrerías como las carreterías daban servicio a los muchos viajeros que por aquí transitaban. Además, como quiera que es también lugar rico en aguas fue poblado desde la antigüedad.

Puerta norte de la iglesia de Torralba

En el cerro de La Atalaya se han encontrado piedras talladas por el hombre del paleolítico inferior y en el arroyo de Alcañizo y otros se han hallado numerosas lascas de sílex pertenecientes a culturas del paleolítico superior. También se han localizado cerca del Horquillo hachas pulimentadas de datación incierta, pues este tipo de instrumentos se utilizaron desde el neolítico hasta la Edad del Bronce.

Arquitectura popular de Torralba

Hace más de dos mil años, en la llamada Edad del Hierro II, los pueblos indígenas de la zona eran vettones, un pueblo céltico que nos dejó sus esculturas zoomorfas, los verracos, de los que en Torralba podemos ver tres ejemplares muy cercanos entre sí en el entorno de la plaza. De uno de ellos solamente se conserva un fragmento al que le faltan los cuartos traseros y parte del hocico. Se sitúa junto a un portal en el lado nordeste de la plaza.

Torre de la iglesia de Torralba

El segundo se encuentra junto a la iglesia en su lado norte, Bastante bien conservado, es de tosca factura y tiene cazoletas repartidas por todo el cuerpo. Su peculiaridad es que cuenta con lo que parecen tres pares de patas o más bien, que por sus dimensiones, no se desbastara la zona media para evitar así su fractura quedando un pilar central.

Otro de los verracos de Torralba

El tercer verraco se encuentra a la entrada del pueblo por la antigua carretera de Extremadura y es el de mejor factura de los tres. Como ellos, está labrado en granito apreciándose detalles como los genitales, el espinazo, los colmillos o la boca. Se reutilizó en época romana pues muestra en su lomo izquierdo una dedicatoria funeraria de un tal Tancinio a su hija.

Cruz junto a la iglesia de Torralba

La presencia romana está demostrada por la presencia de restos en lugares como El Horcajo o Los Tesorillos y necrópolis como la de Los Ocadales, donde se halló en una de las tumbas un brazalete de bronce con cuentas verdes.

Cerca del casco urbano podemos dar un paseo en dirección suroeste hasta los restos del molino de viento. Junto a otro similar en Velada, constituye una rareza en nuestro territorio plagado de molinos de agua, pero la llanura de Campo Arañuelo con la escasa pendiente de sus corrientes fluviales y lo arenoso de sus cauces hizo necesario que aparecieran estos ingenios más propios de tierras manchegas. En este caso apenas se conserva parte del muro de unos dos metros de altura con un arco de ladrillo en la portada. En el interior se percibe el arranque de la escalera circular para acceder a la maquinaria y verter el trigo en la tolva, estructura típica de esta clase de artificios.

Restos del molino de viento de Torralba
Fuente de Torralba

Muy cerca se encuentra el Pilón del Fraile,  junto al camino de Oropesa. La acometida del agua es un túnel abovedado en el que cabe una persona de pie. Como tantos otros túneles, fuentes y cuevas, tiene su leyenda de moras en la que una joven herida de mal de amores llora y deambula en las noches de luna por los alrededores gritando y gimiendo su desdicha de enamorada. Consta de un pilón cuadrado y otro redondo de granito con numerosas pilas de piedra alineadas.

PASAMOS POR CALERUELA

PASAMOS POR CALERUELA

Restos de la vieja iglesia de Caleruela

El nombre es fácil deducir que proceda de algún afloramiento calizo del que se aprovechara la cal y que se nombra en diminutivo para diferenciarlo del cercano pueblo de Calera. En documentos históricos aparece también como Carreruela, palabra relacionada con carrera o camino que podría asociarse con la condición de lugar de paso de la calzada romana que se dirige hasta el Puente del Conde.

Arquitectura popular en Caleruela

Durante unas obras realizadas para reformar la iglesia en los años sesenta se encontraron restos de un poblamiento céltico de la Edad del Hierro que siguió habitado en época romana y visigoda, como demostraron las sepulturas y sarcófagos de época tardorromana y las pilastras visigóticas halladas. Incluso, apareció una inscripción epigráfica dedicada a la diosa lusitana Ataecina.

Detalle del retablo de Caleruela

Tres cuartas partes del término pertenecían a un Censo del Conde Francisco de Toledo con el que se financiaban sus obras pías. Este censo se redimió en 1978 pasando a pertenecer las tierras a la hacienda municipal.

Es Caleruela un lugar relacionado con el paso de ganados trashumantes donde hasta hace muy poco subían a Gredos sus gentes para aprovechar los pastos frescos de verano de la sierra. Obtiene su independencia del condado de Oropesa con el privilegio de villazgo de 1650.

Pozo y pilón en Caleruela

La iglesia está bajo la advocación de San Juan Ante Portam Latinam y, aunque en el exterior sufrió la poco afortunada restauración antes aludida, cuenta el templo en su interior con tres buenos retablos renacentistas. El mayor es plateresco obra del abulense Diego de Rosales y tiene algunas pinturas conservadas. También se custodian algunas imágenes de valor como una talla de la Virgen del siglo XIV. La puerta es de arco apuntado enmarcada en alfiz y frente a ella se exhiben ya en el exterior del templo las columnas y otros elementos de la antigua iglesia del siglo XV que se desmantelaron durante las obras de restauración. A esa misma centuria parece pertenecer otra buena talla de Santa Ana y además se pueden ver un buen púlpito granítico y un curioso confesionario tallado de época reciente.

Portada norte de la iglesia de Caleruela

Una vez hemos hecho la obligada visita a la iglesia parroquial, existen algunos otros elementos de interés en el pueblo, como su arquitectura de granito y adobe que conserva algunos rincones típicos y algunas sobrias rejas castellanas. Se mantiene en pie un viejo molino de aceite de granítica mampostería, un pilón abrevadero con una pila circular y otra rectangular cuyo entorno se ha adecentado, además de la cruz de Las Viñas a la entrada del pueblo cuando venimos de Herreruela.

Hoy día la fiesta se celebra el seis de mayo, San Juan Evangelista, y el segundo fin de semana de agosto, la fiesta de verano.

Arquitectura popular de Caleruela en mampostería y tapial

En cuanto a la artesanía debemos destacar los bordados al estilo lagarterano con ciertas características propias como el llamado “punto moruno”, introducido según algunos por la esposa de Juan Ramón Jiménez, Zenobia Comprubí. Tradicionalmente ha habido en el pueblo buenos artesanos de la forja y de la madera.

Ya hemos comentado la importancia de las bodas en Caleruela, donde se podía degustar la “patiburrilla” guiso a base de las patas y los callos del magnífico cordero de la zona. Los dulces como las mangas y floretas se daban a los invitados de las bodas y se siguen consumiendo, así como los suspiros o las roscas.

Patio típico con enlosado y pozo de granito

EL MUSEO DE HERRERUELA, SU ARTESANÍA Y GASTRONOMÍA

EL MUSEO DE HERRERUELA, SU ARTESANÍA Y GASTRONOMÍA

Vista parcial del Museo de Herreruela

En Herreruela son amantes de sus tradiciones y con el impulso de José Castaño editan una magnífica revista etnográfica y sobre el patrimonio del Campo Arañuelo.

También cuentan con un buen museo con una peculiar e interesante muestra de pesos y medidas, único en España, que además muestra fotografías antiguas y otros muchos elementos culturales y etnográficos mantenido con el entusiasmos de unos pocos vecinos, a los que hay que felicitar y animar a seguir con su labor.

Jaula de corcho y palos, una de las curiosas piezas del Museo

 

En cuanto a la artesanía, sus mujeres realizan hermosos bordados de estilo lagarterano, sus viviendas nos sugieren el trabajo de buenos canteros y también ha sido tradicional la ejecución de objetos de arte pastoril en cuerda de diversos colores.

Museo de Herreruela con su impulsor José Castaño

Herreruela ha vivido tradicionalmente de la ganadería lanar y porcina y por ello no podía menos que tener un magnífico queso de leche de oveja y una gastronomía apoyada sobre todo en los productos del cerdo. Uno de los más típicos es el conocido como bondejo. Se elabora mediante el relleno del estómago del cerdo con las costillas adobadas, la cara y otros huesos aprovechables del animal. Es tradicional que los bondejos se abran el día de San Ildefonso, utilizándose principalmente para “alegrar” platos tradicionales como el cocido, las patatas y otros guisos domésticos. Este embutido tiene sus primos hermanos en el botillo del Bierzo o en el botelo gallego. Otros embutidos típicos de Herreruela son los “lomos entelaos” o el “chorizo maldito” y, para acabar tan suculentas sugerencias, hay que resaltar la repostería tradicional con las mangas, perrunillas, roscas, floretas etc.

Vecinos de Herreruela posan en una matanza con tripas y chorizos

Las fiestas se celebran los días 23 y 24 de Enero en honor de San Ildefonso, pero también se hace una fiesta veraniega en agosto el llamado “Día de la Amistad”.

Todo tipo de medidas y distribuidores comerciales de sólidos y líquidos podemos observar en el museo de Herreruela

HERRERUELA DE OROPESA

HERRERUELA DE OROPESA

Herrajes y llavera de una puerta en Herreruela

Nuestra próxima ruta parte desde el pueblo de Herreruela en cuya demarcación no se han hallado restos arqueológicos significativos, aunque ya existía el topónimo Ferreruela en el siglo XII, siendo un lugar habitado en el siglo XIV, cuando pasa a formar parte del señorío de Oropesa. En el año de 1751 se exime de su jurisdicción delimitándose el término.

Arquitectura popular en Herreruela

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VISITAMOS EL TORRICO

EL TORRICO

Rollo de El Torrico

En el término de El Torrico se han hallado cerca del río Tajo numerosos útiles de piedra tallada del paleolítico inferior, como hachas, bifaces, núcleos y raederas. Damos un salto en el tiempo y nos encontramos en la segunda Edad del Hierro, cuando hace más de dos mil años los vettones deambulaban por aquí con sus ganados y dejaron un verraco en la finca de Valdepalacios.

El nombre de El Torrico deriva según algunos de la existencia en un cerro cercano de una torre fortificada medieval, una de las muchas atalayas de observación que tanto musulmanes como cristianos dejaron por estas tierras. Para algunos, esta torre se situaría precisamente en la base de la torre de la iglesia parroquial. Estas tierras se comenzaron a repoblar a partir del siglo XIII, situándose el pueblo en el ámbito de las tierras colonizadas por los aguerridos caballeros abulenses.

Ermita de El Torrico

Doña María de Toledo Quiñones, viuda de Diego Fernández Quiñones, era señora de El Torrico en el siglo XV, hasta que en 1447 vendió la población al señor de Oropesa don Fernando Álvarez de Toledo. En aquella época todavía existía un castillo-palacio perteneciente al feudal del que tomó posesión el nuevo señor y del que actualmente no quedan restos. Sí permanece en pie sin embargo el rollo jurisdiccional que, aunque muy gastado por el tiempo, nos recuerda el privilegio de villazgo de El Torrico en 1642. Se apoya en gradería de tres peldaños y en él podemos observar todavía dos argollas de hierro y el cuchillo esculpido en relieve, símbolo de la utilidad penal de la picota. Los brazos esculpidos apenas dejan ver su terminación en forma de cabezas de animales y se corona el monumento en remate cónico con escamas. Sobre el quinto tambor de piedra de los seis que forman el fuste se puede ver el escudo de la villa.

Iglesia parroquial de El Torrico

LA IGLESIA: En el siglo XVI y XVII se construye en sillería y ladrillo la iglesia parroquial de San Gil. El templo es de planta rectangular con una sola nave dividida en cuatro tramos separados entre sí por arcos de medio punto sobre pilastras. El ábside es poligonal y la cabecera se cubre con bóveda de arista, aunque en 1993 se descubrió que estaba cubierta anteriormente por una techumbre de madera ochavada y pintada primitivamente en rojo y azul. Junto a esta techumbre se conservaban pinturas murales del siglo XVIII representando ángeles, cortinajes y símbolos de la Pasión de Cristo. El acceso al templo se hace por la portada norte rematada en arco carpanel y otra protegida por un tejadillo en la fachada sur. Recientemente se ha reconstruido al sur del pueblo, junto a la carretera de Valdeverdeja, la ermita de Santa Ana que se encontraba arruinada.

Arquitectura popular de El Torrico

ARQUITECTURA POPULAR: En El Torrico quedan viviendas tradicionales en mampostería y adobe. Son típicos algunos balconcillos de madera que aún se conservan. Entre estas casas la más pintoresca se sitúa en la esquina noroccidental de la plaza. Muchas otras dejan ver todavía las solanas que, acristaladas hoy día, sirven para que las mujeres cosan en invierno. En el patrimonio inmueble también debemos señalar el antiguo pósito y varias fuentes con pilón como las de El Pilar, El Caño o el de Las Ranas, situado este último en un agradable paraje al norte del casco urbano con gran un pilón de granito redondo y otro rectangular.

Un lugar pintoresco es el de la presa molinera de Tarrara junto a la carretera que nos lleva a Oropesa. Se ha adecentado el entorno pero de los ingenios hidráulicos queda bien poco, aunque sí permanece sin embargo el recuerdo de un accidente luctuoso allí sucedido en el dicho popular “Los molinos de Tarrara no muelen trigo, que muelen las tripas de Hermenegildo”. En la ruta conoceremos los molinos del Tajo y del arroyo del Pilón

Soldadesca de El Torrico

FIESTAS: Entre las celebraciones festivas de El Torrico debemos destacar las fiestas de San Gil, con su concurrida procesión el 1 y 2 de Septiembre. El veintiséis de Julio se celebra la fiesta de Santa Ana que ya tiene su nueva ermita como escenario. Pero tal vez las tradiciones más interesantes y arcaicas se celebren en invierno con la quema del chozo el 31 de Diciembre por parte de los quintos. La soldadesca del carnaval con su abanderado, la capitana y sus sargentos y sargentas que desde la Candelaria recorren las calles pidiendo para las ánimas del purgatorio. El Martes de Carnaval salen en desfile vestidos con los tradicionales trajes torriqueños que, aunque no sean tan abigarrados como los lagarteranos, no tienen que envidiarles en belleza, como sucede también con las labores tradicionales que, aunque parecidas, tienen sus propias peculiaridades. El Domingo de Gallos o de Carnaval se comen los tradicionales dulces como floretas, roscas y suspiros y se recogen por las casas huevos y embutidos.

Uno de los pilones y fuentes de El Torrico

El Sábado Santo los jóvenes salen al campo para coger centeno y confeccionan  con él largas trenzas que decoran la plaza y las calles que serán al día siguiente escenario de la Procesión del Encuentro. Otra peculiar costumbre de paganos orígenes es la de vestir dos peleles llamados Los Mayos, uno de hombre y otro de mujer.

Antes de abandonar El Torrico debemos visitar el museo etnográfico que exhibe objetos de la cultura material del pueblo donados por sus vecinos

CAMINO DE LOS BANDOLEROS A GUADALUPE (15) CONOCEMOS ALÍA Y SU ENTORNO

Detalle de la decoración mudéjar de la iglesia de Alía

La guerra causó grandes destrozos en el patrimonio de Alía. Uno de los monumentos dañados, aunque después parcialmente restaurados, fue la ermita de la Virgen de la Concepción que se halla en la dehesa Boyal y que era llamada antes de Aguas Santas por acudir a ella los vecinos en épocas de sequía. A la salida del pueblo, camino de Guadalupe, se ha levantado recientemente una hornacina con una imagen en cerámica de esta misma advocación, a la que el quince de Agosto se venera desde las doce de la noche a las dos de la mañana en los llamados “Buenos días a la Virgen”. Otra ermita también afectada por la contienda se encuentra en el casco urbano y es conocida como la de La Pasión. Según el historiador local Valentín Alcojol fue un antiguo hospital de peregrinos.

Una de las ermitas de Alía

También conserva el pueblo una arquitectura tradicional típicamente jareña que describimos en una entrada hace unos días

Bóveda de crucería en la iglesia de Alía

LA IGLESIA

Durante nuestro periplo por los caminos guadalupanos iremos visitando algunas obras de arte mudéjar de gran interés y con ciertas características comunes y similitudes derivadas de la influencia que el monasterio y los alarifes que trabajaron en él llevaron a  las construcciones del entorno.

La iglesia parroquial de Alía se encuentra bajo la advocación de Santa Catalina, patrona de la localidad. Se trata de un templo de tres naves y crucero con una mayor altura en la central. Remata con una cabecera poligonal. Las naves están separadas por hermosos arcos apuntados construidos en ladrillo, como los pilares en los que se apoyan que son achaflanados y rematados en imposta. Esta característica así como la combinación de mampostería y ladrillo en el aparejo de sus muros o el portal del acceso de sur son algunos de los aspectos comunes  con la  iglesia de Valdecaballeros, que junto a la de La Calera y la de Castilblanco dependieron de ésta parroquia de Alía. Por supuesto se perciben también algunas semejanzas con motivos del claustro del monasterio de Guadalupe.

Torre y pórtico de la iglesia de Alía

El presbiterio se eleva en el exterior sobre el cuerpo de la iglesia con arcos ciegos apuntados fabricados en ladrillo. La torre es curiosa, rematada en espadaña, de planta rectangular y de pequeñas dimensiones, desproporcionada con la amplitud del cuerpo de la iglesia. Es también muy similar en su tipología a una de las torres del monasterio de Guadalupe.

Arquitectura popular de La Calera con grandes chimeneas

En el entorno de Alía es posible disfrutar también de algunos parajes de interés, además de los ya conocidos de los Guadarranques y Peña Amarilla. Podemos acercarnos al encantador pueblecito de La Calera incluido también en este ayuntamiento. Se trata de una aldea sumergida en las Villuercas, al pie de la Sierra de La Palomera. Tiene un par de bares y una arquitectura popular con algunos edificios que conservan el sabor serrano y si tomamos un camino que va directamente a Guadalupe desde La Calera pasaremos junto a una presa que resulta curiosa y pintoresca entre estas barreras y barrancos.

Presa cercana a La Calera

También al nordeste del término de Alía, solo que más cercano a Navatrasierra, en las riberas de uno de los afluentes del Guadarranque se encuentra el bonito paraje del charco de  La Trucha que cuenta con uno de los mejores bosques de loros del entorno y una quesería donde se puede adquirir queso de cabra con marchamo ecológico. Las magníficas pozas pueden servirnos para refrescarnos en el verano y seguro que nos sorprende la fauna de estos lugares solitarios donde no es extraño que nos crucemos con algún venado. También tiene algo de mágico el lugar pues uno de los charcos que se forman entre las cascadas aseguran los lugareños por su profundidad y oscuridad que es un “resolgaero del mar y si una cabra cae a él salen sólo sus tripas porque se la han comido los tiburones”

Charco de la Trucha

Al sur del casco urbano de Alía, como a cuatro kilómetros, discurre el Guadalupejo en cuyas orillas se asientan antiguos molinos de agua que serán, junto al paisaje y la soledad, otro atractivo para pasear por sus riberas. Podemos llegar al río siguiendo un cordel que va a parar junto a las ruinas del primero de los molinos, el de Los Cerezos. Subiendo después aguas arriba encontramos el molino de La Puente, llamado así por encontrarse junto a un encantador puentecillo de mampostería. Si ascendemos más encontramos los restos de los molinos de Los Vallejos, de Las Covachas y el de Las Corchas en un recorrido ribereño de unos tres kilómetros.

Los valles del entorno de Alía son de una gran belleza y soledad

Pasado el kilómetro 156 de la carretera que nos traía desde Puerto de San Vicente sale un camino en dirección sureste que nos puede acercar hasta unos antiguos baños hoy arruinados donde acudían gentes del entorno para aliviar sus dolores. El último tramo del camino debe realizarse necesariamente a pie.

En cuanto a la artesanía, en Alía hay visitar viejos telares de tradición árabe en los que todavía se elaboran hermosos tejidos de lana y lino. También son de gran interés los bordados locales.

Semana Santa en Alía

Las fiestas populares se celebran el 25 de Noviembre en honor de Santa Catalina y del 13 al 15 de Agosto las fiestas estivales de la Virgen. El 1 de Mayo se va en romería a la ermita de la Concepción.

En cuanto a la gastronomía, en dos de los restaurantes de la localidad nos repondremos de las caminatas degustando la cocina local de la que forman parte sustancial los platos de caza además de los típicos gazpacho, migas, caldereta de cabrito, cuchifrito y “rebolao”. De postre los “encanutaos”, roscas, perrunillas o candelillas y el magnífico queso de cabra de la zona.

Flora de los Guadarranques

CAMINO DE LOS BANDOLEROS (13) CONOCEMOS PUERTO DE SAN VICENTE

Labranzas ycorrales como este encontraos en nuestro recorrido hacia Puerto

Su iglesia dependió de la ya nombrada parroquia de Santiago de Zarzuela que agrupó a gran parte de la Jara occidental, pasando más tarde su cabecera a la iglesia de La Estrella. El actual templo de Puerto probablemente se asentó sobre una primitiva ermita de San Vicente. A su vez, de la parroquia local dependió un hospital que durante siglos sirvió de refugio a pobres, enfermos y peregrinos. También Santiago Zamora, saca a la luz un documento de 1624 en el que se describe el templo como “de una nave, capilla mayor con tres altares. El mayor con retablo dorado y finas pinturas y los dos laterales en nichos pobres aunque decentes. La sacristía está al lado del evangelio con pocos ornamentos y poca plata. El coro y la pila bautismal en capilla a los pies de la iglesia con alacena para los óleos. Su edificio es de piedra y cal. La techumbre es de madera, todo nuevo, reparado con torre de espadaña y en ella dos campanas y un cymbalillo, todo está aseado y con gusto”. Seguir leyendo CAMINO DE LOS BANDOLEROS (13) CONOCEMOS PUERTO DE SAN VICENTE

CAMINO DE LOS BANDOLEROS A GUADALUPE (12) DESDE MOHEDAS A PUERTO

Sierra de Altamira con los arroyos que descienden desde ella y que eran aprovechados por las gentes de Moheda

Mohedas se encuentra muy cerca de la Sierra de Altamira por lo que podemos organizar desde el pueblo alguna que otra excursión a sus laderas. Los caminos suben por entre los arroyos que descienden de sus cumbres y que fueron cultivados desde antiguo con pequeños huertecillos y frutales que suponían un complemento económico para las economías familiares locales, ya que sus productos eran comercializados en caballerías por todos los pueblos vecinos. Entre las más pintorescas de estas pequeñas gargantas podemos destacar las del Zauceral, Las Tablas o La Huesa.

Peculiar torre de Mohedas con la portada occidental bajo ella

Si ascendemos por las laderas comienzan a aparecer los bosques de chaparros, madroños, quejigos y rebollares con manchas dispersas de castaño que hacen de estos parajes un lugar sumamente agreste y agradable. Podemos subir hasta los Riscos Altos o hasta las Moras, las dos elevaciones más destacadas de la sierra donde se refugiaban partidas de maquis y desde las que podemos disfrutar de un magnífico paisaje con la Jara hacia el este y el valle del Gualija y las Villuercas al oeste; el ascenso es duro pero realmente vale la pena. Otra elevación cercana, situada más al norte del término, es el Cerro del Castillo llamado así seguramente por los restos de amurallamientos que lo circundan. En el llano, el paraje de La Dehesa conserva como su nombre indica un buen espacio de bosque mediterráneo adehesado.

Fuente en Mohedas junto a los molinos

Entre las fiestas populares de Mohedas debemos resaltar la que se celebra el quince de Agosto en honor de la Virgen del Prado, patrona del pueblo a quien está dedicada la ermita ya reseñada. En invierno se celebra San Sebastián. Esta es sobre todo una fiesta religiosa sin las connotaciones arcaicas y a veces paganas que suelen tener los festejos celebrados bajo esta advocación en otros pueblos, aunque por supuesto no faltan la música, pólvora y la procesión con subasta de las andas del santo. El día de Todos los Santos se sigue manteniendo la costumbre de hacer el Calvote saliendo los vecinos al campo pertrechados de toda clase de frutos secos a disfrutar de un día en contacto con la naturaleza.

Olivo en Mohedas, donde decían en el siglo XVIII que el aceite es como ámbar

Abandonamos Mohedas por el camino de Puerto de San Vicente que coincide con la actual carretera desde el límite del término de Mohedas, aunque los primeros cinco kilómetros discurre paralelo a la carretera. Ya sabemos que también podemos acceder directamente por la cañada que desde “Aldeanovita” nos lleva a Puerto sin pasar por Mohedas.

Tanto el camino como la carretera son agradables pues sus nueve kilómetros de trayecto pasan muy cerca de las faldas de la sierra, entre pinares de repoblación con buenas vistas sobre La Jara profunda.

Chozo junto a los huertos en Mohedas

LLEGAMOS A PUERTO DE SAN VICENTE Y CONOCEMOS ALGO DE SU HISTORIA

Debido al estratégico lugar en que se sitúa este encantador pueblecito jareño, no es extraño que haya sido habitado desde antiguo en torno a las fuentes que brotan en el casco urbano o en sus alrededores. Es probable que también en este paraje se localizara una antigua ermita además de las ventas referidas. Pero incluso antes de los primeros núcleos habitados por la repoblación cristiana, los visigodos dejaron aquí muestras de su paso, como lo demuestra el tenante de altar labrado típico de esta época que se puede ver en la iglesia parroquial.

Puerto de San Vicente desde la cueva de la Fuente Santa

Varias monedas locales de los siglos XI y XII se han encontrado en el propio caserío según nos cuenta la historia local escrita por su párroco Santiago Zamora. En el siglo XIV ya andaba Alfonso XI cazando por estos montes entregado a su pasión venatoria y todavía en el siglo XVI, Puerto de San Vicente es, como todos los pueblos de La Jara, “del arzobispo de Toledo y sujeto a Talavera”.

Cerca del lugar había entonces dos ermitas, la de San Bartolomé de la Raña, que probablemente coincide con el actual lugar de Puerto Rey, “que está dos leguas de este lugar y por donde sus majestades han pasado y pasan a Nuestra Señora de  Guadalupe”; y por otra parte también hay constancia de la existencia de la ermita de Nuestra Señora de la Concepción, que se encontraba en el mismo collado del puerto, en el hermoso lugar desde el que, al trasponer la sierra, se contemplan los desiertos valles serranos de los Guadarranques, y el curso del río Gualija, entre las sierras del Obispo y la de Altamira. Lugares todos ellos muy agrestes, como decían en 1578 sus vecinos: “…no es tierra abundosa y que tiene leña abundosa y que es muy montosa de montes bajos de jara y berezo y madroñas y aulagares y que hay muchos osos y lobos y zorras y texones y guarduñas y gatos monteses y algunos venados y ciervos y jabalínes y conejos y liebres y otras cazas que por la prolixidad no se ponen y salvaxinas con que comen los panes y no dexan medrar los labradores comiéndose los ganados y las colmenas en que les hacen mucho daño”.