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FOTOS DE LA EXCAVACIÓN DE LOS CANALES DEL ALBERCHE POR PRESOS REPUBLICANOS

FOTOS DE LA EXCAVACIÓN DE LOS CANALES

DEL ALBERCHE POR PRESOS REPUBLICANOS

Presos republicanos cavando el canal del Alberche

Traemos hoy algunas fotografías de la excavación por presos forzados republicanos del Canal bajo del Alberche y sus acequias y canales secundarios., aunque también recibían algunos de ellos una pequeña retribución y otros trabajadores eran profesionales al servicio del estado.

Algunas proceden de la exposición que organizamos con la Plataforma en Defensa del Tajo y el Alberche, de trabajadores de la Confederación Hidrográfica del Tajo, de la propia colección de la CHT en su delegación de Talavera y de la colección del estudioso del tema e historiador talaverano José Pérez Conde.

Con la construcción de este canal por aquellos represaliados Talavera comenzó un crecimiento que triplicaría su población. Fuera de cualquier otra connotación política, aunque solo sea por humanidad, aquellos hombres bien merecen un recuerdo. Y qué mejor recuerdo que este fragmento del poema de Joaquín Benito de Lucas «El Cerro de Santa Apolonia»

…Algo más tarde supe

que en ese cerro de Santa Apolonia

santa patrona del dolor de muelas,

vivían unos hombres, todos encadenados

a un invierno sin fin,

que no reían ni cantaban.

Prisioneros del odio,

hacían del trabajo su redención, y nunca

se quejaban ni de dientes ni de muelas;

quizá porque la santa cuidó su dentadura

o porque no tenían qué llevarse a la boca.

Y seguían trabajando

en la estación total de su desgracia,

escarbando en la tierra con picos y con palas

sin encontrar las ocultas raíces

que dan en primavera

la tierna y delicada flor de la libertad.

Excavación del canal frente al cruce de la carretera de Ávila. Obsérvese también aquí una silueta de los militares que vigilaban a los presos
Cavandoelcanal
presos republicanos cavando el canal del alberche. Obsérvense las carretillas con raíles para retirar la tierra
Los presos encofrando los muros del canal
Otra vista de los encofrados del canal con el preso en primer plano con ropas militares
Canal en curva ya finalizado
Ingenieros observando los canales del Alberche ya finalizados
Presos construyendo las acequias del Canal Bajo del Alberche. Véanse las gorras cuarteleras
Acequias del Canal Bajo del Alberche con los cultivos de regadío ya en marcha

LA CAZA EN LAS TIERRAS DE TALAVERA

LA CAZA EN LAS TIERRAS DE TALAVERA

Cuadrillero de la Santa Hermandad de Talavera armado de ballesta y su carcaj con saetas

Las Tierras de Talavera siempre han tenido una gran riqueza cinegética en su extenso territorio. Hay numerosas referencias históricas que hacen alusión a la práctica de la caza. El rey Alfonso VII acostumbraba a pasar largas temporadas en nuestra ciudad saliendo de cacería con su cortejo e incluso llegó en una de esas salidas a presenciar el amojonamiento de los términos de la villa acompañando al concejo. Más tarde Alfonso XI en su Libro de la Montería recoge los parajes con más abundancia de caza de oso y puerco, que es como se llamaba entonces al jabalí.

Oso devorando una colmena en un azulejo de Ruiz de Luna

El oso era una especie abundante en los montes de La Jara y de la Sierra de San Vicente y no se extingue en nuestros bosques hasta el siglo XVIII. De hecho, era un problema severo para los colmeneros que se veían obligados a levantar elevados muros para proteger sus posadas de colmenas e intentar evitar que los plantígrados se comieran sus panales y destrozaran los corchos. La Santa Hermandad, que nace como institución de policía rural para proteger a los colmeneros, premiaba en metálico a los cazadores que presentaran las garras o la cabeza de un oso, y la cantidad asignada al premio era superior si se trataba de osas o de oseznos. Los trofeos eran clavados en las puertas de la cárcel hermandina junto a la puerta de Zamora. Los hospitales y ventas que jalonaban el camino de Guadalupe servían también para proteger a los peregrinos del ataque de osos y lobos, entonces muy abundantes en La Jara y Las Villuercas.

Escena cinegética en cerámica talaverana del siglo XVII

Eran numerosas las personas que se dedicaban a la caza en la comarca y muchas de ellas fueron las primeras que repoblaron los extensos territorios de la villa después de la reconquista de Talavera. Algunos cazaban con ballestas, arma que utilizaban los talaveranos con gran destreza, como figura en algunos textos medievales. Las mismas varetas de jara eran, templadas al fuego, de gran utilidad para fabricar flechas, o saetas como se decía entonces. Esos mismos “virus” de jara eran utilizados para unir entre sí las paredes de los corchos de las colmenas y los tajos de corcho para sentarse los pastores.

Calco de un grabado rupestre junto al Jébalo que representa un cérvicdo con su cornamenta

Otra técnica de caza era la utilizada por los loseros. Se trataba de cazadores que mediante trampas capturaban piezas de caza menor, utilizando una losa o lancha de piedra sujeta con palitos que, al ser derribados por el animal, dejaban caer la lancha de piedra y lo atrapaban. Otras veces las losas basculaban y las piezas caían en fosas preparadas al efecto. Estos loseros tenían privilegios concedidos por Alfonso VIII sobre los “cazadores de asalto” o armados, estando además eximidos de ciertos impuestos.

Las redes, los lazos y trampas ayudaban en el arte cinegético de los talaveranos pero en realidad por lo que fueron famosos principalmente fue por el uso de las ballestas. Las perdices eran capturadas ocultándose los cazadores detrás de los bueyes, acercándose así a las mismas y disparándolas con más facilidad. Esta técnica se intentó evitar mediante diferentes reglamentaciones, aunque la prohibición dio escaso resultado.

Pero la técnica cinegética que tiene su origen documentado en las Tierras de Talavera es la caza de palomas con cimbel. En este caso se practicaba principalmente en las dehesas que rodean a la villa, más que en los montes y sierras de La Jara. La técnica es descrita por un historiador de Talavera llamado García Fernández en el siglo XVI: “Cázanse por un arte sutil y es de esta manera: que los cazadores arman unos lazos con que en las encinas toman las palomas vivas y con lo hueco de una pluma del ala le entur bian o vuelven la niña de los ojos y ponen la cabeza de la paloma en su boca y dan grandes voces hasta que la atruenan y la quedan sorda y ciega y mansa y pónenle unas piguelas como a halcón y danle de comer con la boca, como ella hacía  a sus pollos. A esta ave le queda por nombre señuelo. Pónenle en los árboles en una vara y de la punta de ella atado un cordel que baja hasta una choza donde al pie del árbol está el cazador escondido y cuando las palomas andan en el aire, con el cordel mueve la vara y el señuelo se menea al modo de cuando la paloma se sienta en el árbol, y las que andan volando se sientan en el mismo árbol y el ballestero les tira con la ballesta”.

Jabalí representado en un documento de la Santa Hermandad de Talavera

En algunas partes del reino se usa esta ballestería de un tiempo acá, la cual se ha extendido desde Talavera”. La caza en todo el término de Talavera, es decir en la villa y toda su antigua tierra, estaba abierta a los vecinos para poder abastecer mejor a la villa, y por eso también estaba prohibido sacar cualquier pieza de su término.

Son muchas las especies venatorias que aparecen en los documentos históricos como los venados o los gamos, e incluso figuran en los legajos especies con nombre curioso, como cuando el cura de Mohedas afirma en las Relaciones del Cardenal Lorenzana que en su pueblo hay avestruces, pero no sabemos exactamente a qué ave se referiría. La cetrería está también documentada en numerosas referencias e incluso Calixto en “La Celestina” entra en el huerto de Melibea detrás de un azor. Los reyes casi siempre que en la Edad Media cedían territorios a nuestra villa para su repoblación se reservaban las crías de las aves rapaces, tan abundantes en nuestros montes.

FOTOS ANTIGUAS DE LA CONSTRUCCIÓN DE LA PRESA DEL ALBERCHE

LA CONSTRUCCIÓN POR LOS PRESOS DE LA PRESA DEL ALBERCHE

Portadilla decorada con motivos cerámicos talaveranos de la memoria de la construcción de la presa y los canales

Traemos hoy una serie de fotografías de la construcción de la presa de Cazalegas que serviría para llevar el agua al canal Bajo del Alberche. Los regadíos que conllevó esta obra realizada por el régimen del general Franco con la mano de obra de presos forzados republicanos fue la causa principal del crecimiento de Talavera de la Reina en los años 60 y 70.

La presa es en realidad un dique hecho por la acumulación de la tierra extraída de las elevaciones del lado sur del embalse recubierta con hormigón. Reproducimos también algunos planos y esquemas, la mayor parte extraídos de la documentación de un estudio publicado por el ministerio de Obras Públicas de entonces.

Croquis de la presa del Alberche
Terrero de donde extraía la tierra para hacer el dique de la presa.
Excavación de los pilares de la presa
Construcción de los pilares de la presa
El dique de tierra, base de la presa
Otra instantánea de la construcción de los pilares de la presa de Cazalegas
Muro y pilares más avanzados en la obra de la presa
El muro avanzado ya de la presa del Alberche
Croquis de la presa de Cazalegas
Construcción del muro de hormigón y las torretas de las compuertas de la presa
Construcción de los aliviaderos de la presa de Cazalegas
Sistemas de elevación de las compuertas
Presa del Alberche ya casi finalizada

CUANDO ERA EL TAJO EL QUE SE SALÍA DE MADRE (I)

CUANDO ERA EL TAJO EL QUE SE SALÍA DE MADRE

Adjuntamos en esta entrada algunas fotografías de inundaciones de Talavera procedentes de una exposición de la Universidad de Mayores y de la colección del popular Telesforo Jiménez, que con su barca y su familia auxiliaba a las víctimas y ayudaba a sacar a los ahogados del Tajo a consecuencia de los baños de verano. En los años 70, antes del trasvase se produjeron las últimas grandes inundaciones del Tajo.

El Tajo de lado a lado en una vieja postal
Telesforo con su barca junto a la gasolinera Edán
Telesforo y su familia en las actuaciones por las inundaciones
La Trinidad inundada a principios de siglo
Inundación aguas abajo del puente atirantado
Inundación del Tajo en la zona de Gomhersa
Inundación en la zona de Gomhersa. Universidad de Mayores
El Tajo en una inundación de los años 60
Inundación de huertas y granjas del Tajo en los años 70

LOS MOLINOS DE AGUA HACIA SU OCASO

LOS MOLINOS DE AGUA HACIA SU OCASO

Nuevo capítulo de mi obra agotada “Los Molinos de Agua en la Provincia de Toledo” en el que se trata sobre su historia desde el siglo XIX a la actualidad

Molino Nuevo de Valdeverdeja

Con la desamortización cambian de manos no sólo los molinos de propiedad eclesiástica sino que también afectan las expropiaciones a molinos concejiles[1].

En el siglo XIX la coincidencia con los edificios actuales es todavía mayor y en el caso del trayecto del Tajo desde Puente del Arzobispo hasta el límite de provincia, los molinos que he podido estudiar hoy en día, corresponden uno por uno con los que ya existían en 1842, salvo el conocido como Molino Nuevo que, como su nombre indica, fue construido más recientemente[2].

Durante las tres últimas décadas del siglo XIX y primera del XX se observan y documentan abundantes reconstrucciones y algunas nuevas edificaciones que están dotadas de los últimos adelantos tecnológicos. Una prueba de ello es la abundancia de inscripciones con fechas de esa época que se pueden observar en los revocados.

A prtir del siglo XIX se comienzan a levantar fábricas de harina más que molinos con maquinaria movido por ruedas y cintas accionadas por las ruedas hidráulicas

En estos años comienzan a instalarse turbinas hidráulicas adaptadas a los antiguos molinos de rodezno. Es el caso del molino del Estanco en Riofrío, algunos molinos manchegos que antes se movieron por el sistema de regolfo y un ejemplar de Villarejo de Montalbán que además suministraba energía eléctrica a este pequeño pueblo.

Se llegan a construir también algunas fábricas de harina por turbina hidráulica con una mayor complejidad en sus instalaciones. La fuerza del agua ya no moviliza sólo las piedras sino que también dinamiza toda la maquinaria accesoria como limpiadoras, dechinadoras, cernedoras, cintas y tornillos de Arquímedes para el transporte del grano etc. Algunos ejemplos de esta industria molturadora directamente descendiente del molino de agua son  Las Máquinas de Monteagudo en Oropesa, las fábricas de Villacañas o las de Toledo y Talavera[3].

Fábrica de harinas de las «Maquínas de Monteagudo» del siglo XIX junto a un viejo molinillo hidráulico en el Tiétar

La introducción del motor diésel, principalmente a partir de los años treinta, precipita la decadencia de nuestros viejos artificios. Aun así muchos de estos motores se adaptarán a los molinos de agua para completar su rentabilidad en épocas de sequía, aumentando así el periodo útil de los mismos. El motor se solía instalar en la misma sala del molino o en dependencias anejas. Desde allí movilizaba con una correa el eje de la piedra u otros ejes que suministraban energía a la maquinaria accesoria. Es característica en la imagen de estos molinos con motor, la presencia de un depósito de agua exterior de unos dos metros cúbicos de capacidad que era necesario para la refrigeración de los antiguos motores diésel.

Viejo motor diésel de un molino del arroyo de San Vicente

La Guerra Civil disminuye tanto los abastecimientos mecánicos como el suministro de petróleo y se producen así casos curiosos, como el del molino Ovejero de Parrillas que dejó de funcionar porque tras una avería una de las piezas del motor debía suministrarse desde zona nacional y otra desde la parte republicana. Otro caso de adaptación a la penuria de la época es el de un molino en Sotillo de las Palomas que fue impulsado por un motor de vapor de agua, al parecer adaptado de una vieja locomotora. Cuentan los testigos que generaba tal gasto de madera que apenas pudo funcionar un par de meses pues si no se hubiera detenido su funcionamiento habría acabado con la riqueza forestal de la Sierra de San Vicente, donde se localizaba sobre el río Guadyerbas.

Este molino del Guadyerbas en Sotillo de las Palomas funcionó en la guerra civil con un motor de vapor de agua

Pasada la contienda, el Servicio Nacional del Trigo asume el monopolio cerealístico como respuesta del régimen a la carestía de la posguerra[4], pero paga  precios muy reducidos a los agricultores que, ante esta circunstancia y la demanda de «pan blanco» de estraperlo que era en general de mayor calidad, prefieren ocultar al menos parte de sus cosechas para consumo propio o para venderla a particulares en condiciones mucho más ventajosas.

Pero todo este trigo, digamos sumergido, debe molerse en algún lugar oculto de la inspección de los temidos agentes de Fiscalía de Tasas que vigilan y penalizan el estraperlo, precintando las piedras de los molineros que burlan los controles estatales, al no declarar ni inscribir en el libro obligatorio de registro de maquilas la cantidad total del cereal que se ha molido realmente.

En el estudio ya clásico en antropología que Julián A. Pitt-Rivers dedicó al pueblo gaditano de Grazalema a principios de los años cincuenta, se describe esta misma situación que por su interés y por coincidir en esencia con los testimonios que he recogido entre los molineros toledanos reproduzco a continuación[5].

A En realidad la organización de control de productos alimenticios no controla más que el cincuenta por ciento de la cosecha. Esto es fácil de explicar. Los funcionarios responsables de inspeccionar la producción son también agricultores. Se declara menos de lo que se siembra y de la extensión declarada sólo se admite haber cosechado la mitad. Además, al agricultor se le permite retener grano para la siembra del año siguiente y cierta cantidad más para su manutención, en lugar de la parte del racionamiento que le corresponde. Puesto que el precio que paga el gobierno por el grano no guarda relación con el precio real, un agricultor que hiciera todos los años una honesta declaración pronto quedaría arruinado. El grano declarado es recogido por el inspector y, según dice la gente, para proveer la insuficiente ración de pan se envía al pueblo otro grano de inferior calidad. Este es el grano que se muele en el molino oficialmente autorizado, que es eléctrico y está situado en Grazalema. La cosecha no declarada sigue un camino diferente y más natural de productor a consumidor. Se deposita en molinos oficialmente clausurados y sirve para abastecer de pan no racionado que se vende abiertamente en las casas de campo. Hay en la zona una gran cantidad de molinos que trabajan ilegalmente. Aprovechan las corrientes de agua que vienen de la sierra. Lo traen en burros que hacen el viaje en solitario o por parejas, a veces de noche por miedo al inspector.

Afortunadamente para los molineros la Guardia Civil era, en general, más benévola con ellos y con los estraperlistas que los agentes de Fiscalía de Tasas. Había varias  razones, los molinos eran lugar de refugio para los guardias si había malas condiciones climatológicas, en ellos se realizaban relevos y controles de las patrullas pues muchas veces eran los únicos lugares poblados en las zonas agrestes. Les diré como anécdota que un molino sobre el río Sangrera conservaba todavía sobre las puertas antiguas pintadas de la Federación Anarquista Ibérica junto a las firmas de los guardias civiles que hacían allí sus relevos en los años treinta y cuarenta cuando deambulaban partidas de maquis por la zona.

Se establecía por todo lo anterior una lógica relación humana entre los guardias y los molineros. La penuria de postguerra acuciaba a todos y un costal de harina de vez en cuando en la puerta del cuartelillo suavizaba la vigilancia, según me relataba un viejo molinero. En este periodo de estraperlo muchos molineros se enriquecieron cobrando maquilas abusivas de hasta el cincuenta por ciento de la harina. Los molinos más alejados o peor comunicados son los que más se aprovecharon de estas circunstancias. Cuantas jugosas anécdotas he escuchado a los molineros sobre esta época, pero eso sí, una vez que les convencía de que mi persona no tenía nada que ver con instituciones estatales y solamente me guiaba el interés etnográfico, y eso que solamente había transcurrido medio siglo desde que sus molinos dejaron de funcionar.

Casi todos los molineros tenían preparados escondites muy diversos para ocultar el grano o la harina molida ilegalmente. Falsos techos, cubículos secretos, trampillas, cuevas, agujeros tapados con lanchas de pizarra o simplemente los jarales más cercanos servían para esconder rápidamente la mercancía de los ojos de los inspectores o de la Guardia Civil.

Un molinero me relataba cómo, nada más salir el agente que le había precintado las piedras y todavía caliente el plomo, se movía el alambre del precinto para que quedara holgado y poder así precintarlo y desprecintarlo a voluntad según la demanda estraperlista. En otras ocasiones se levantaba con delicadeza la piedra volaera que se había precintado y se colocaba otra diferente para moler. Un molinero relataba cómo incluso era avisado por el propio cabo de la Guardia Civil que enviaba por delante de él una perrita que advertía con su presencia de la no deseada visita de los temidos agentes de Fiscalía de Tasas.

A veces los avisos no eran suficientes y el molinero era cogido in fraganti. Por ejemplo, aquel que tras limpiar escrupulosamente toda la maquinaria del molino y una vez convenientemente reprecintada la piedra,

fue denunciado por haber olvidado sacudir una prenda tan integrada en el físico de nuestros campesinos como es la boina, que con su blancura lo delató ante el funcionario.

He escuchado el relato de penosas travesías nocturnas, incluso de vadeos de corrientes fluviales  para eludir la vigilancia. Es el caso de gentes de El Carpio de Tajo que cruzaban el río para acudir a los molinos menos vigilados de Villarejo de Montalbán para, después de la travesía nocturna, estar de vuelta antes de que saliera el sol.

Sin embargo, esta época de bonanza para los molineros era la del canto del cisne de los molinos de agua pues, aunque algunos molineros se lucraron considerablemente con las circunstancias antes referidas, el avance de la electrificación rural durante la década de los cincuenta y el abaratamiento de los combustibles, junto con la motorización del transporte, hicieron aparecer molinos no hidráulicos en muchos pueblos. Además, estos nuevos molinos estaban situados en el mismo casco urbano y a disposición más cómoda de los agricultores.

Aparecen, en fin, las fábricas de harina situadas en las cabeceras de comarca donde al mismo tiempo también se localizan los grandes silos estatales de almacenamiento de grano. El molino de agua agoniza en los años sesenta sirviendo ya solamente para la molienda de piensos en lugares muy puntuales y más bien apartados. En los ochenta no localicé ningún molino corriente y moliente en nuestra provincia si bien, alrededor de una docena mantienen su maquinaria en relativo buen estado.

[1] HIGUERUELA DEL PINO, L. : La Desamortización en Talavera de la Reina, Ayuntamiento Talavera,Talavera, 1995, pp. 22 y 27. PORRES MARTIN-CLETO, J. La Desamortización del Siglo XIX en Toledo, Toledo, 1966.

[2] MADOZ, P. : Diccionario Geográfico, Facsímil de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha sobre la obra de 1842, Salamanca , 1987, ver ATajo@ y los epígrafes de cada uno los pueblos ribereños.

[3] FERNANDEZ SANCHEZ, I. : Historia de Talavera de la Reina, 1896, facsímil, Talavera , 1983.p. 334.

[4] MAPA NACIONAL DE ABASTECIMIENTOS DE 1945, Madrid, 1946, p. 242 y EL SECTOR HARINERO EN LA PROVINCIA DE TOLEDO, Toledo, Federación Empresarial Toledana, 1966, pp. 17-22.

[5]PITT RIVERS, J.A. : Un pueblo de la Sierra de Grazalema, Madrid, Alianza Editorial, 1989, pp. 81 y 82.

CUANDO LA LUZ LLEGÓ A TALAVERA

CUANDO LA LUZ LLEGÓ A TALAVERA

Central eléctrica del Puente, la segunda de España después de la de Gerona

Las presas o azudas que, al menos desde tiempos árabes, servían para mover las piedras de molino que molturaban los cereales de la fértil vega talaverana, constituían una base inmejorable para aprovechar la energía hidráulica del Tajo en la producción de energía eléctrica. Por eso no es extraño que solamente seis años después de que Thomas Alba Edison iluminase con lámparas de incandescencia el Mento Park de Nueva York, se alumbrara por primera vez con luz eléctrica la Plaza de la Constitución, hoy del Reloj, de Talavera. Según nos cuenta Julián Quiroga, trabajador del sector eléctrico talaverano e investigador del mismo, el 18 de Noviembre de 1886 se trató en el ayuntamiento talaverano, regido a la sazón por don Justiniano Luengo, de la concesión del servicio de alumbrado público a los hermanos Miguel y Vicente Fernández Santamaría. La fuerza motriz se tomaría de los molinos del puente Viejo y se conduciría por las calles de Puerta del Río, San Bernardo, plazas de San Pedro y Villatoya, y Arco de San Pedro, para instalar en la plaza del Reloj una lámpara de cinco bujías que iluminaría la misma desde la puesta del sol hasta la una de la madrugada.

La central del puente edificios anejos. Todavía mantiene el rótulo de Hidroeléctrica Renilla

En 1891 la misma empresa extiende la red eléctrica a otras calles talaveranas mediante corriente alterna y transformadores que permitían una corriente de 110 voltios. Se trata de una de las primeras instalaciones de España junto a la de Gerona. Era propiedad de la misma empresa y considerada como una instalación ejemplar en Europa. En lo que sí parece que Talavera fue pionera, pues no se conoce otra instalación anterior, es en el transporte de corriente alterna de alta tensión, con un recorrido de unos 800 metros desde los molinos del Puente hasta la plaza. Todavía se conservan perdidas por el casco urbano palomillas con aisladores de porcelana de aquella primitiva instalación, y en fotos antiguas del puente se pueden observar los postes de madera que servían para llevar el fluido eléctrico.

Central eléctrica y molinos de Abajo

En los molinos de Abajo había en 1895 una instalación molturadora más compleja, una fábrica de harinas movida por una turbina a cuyo eje se adaptó un generador de corriente, siendo así la segunda instalación desde la que se produciría electricidad para nuestra ciudad. En 1903 se constituye sobre la base de esta instalación de los molinos de Abajo, una sociedad llamada Hidroeléctrica Avial, perteneciente a don Alejandro Avial y su esposa Victoriana Palavicino.

Postes originales que llevaban la corriente eléctrica a la plaza del Reloj en una antigua postal

Esta empresa es vendida en 1928 a Félix Moro, los hermanos Carrión y Francisco Gómez París, constituyéndose otra sociedad llamada Central Eléctrica La Milagrosa. Mientras, la empresa de los hermanos Fernández Santamaría que explotaba la central de los molinos del Puente vendió en 1919 la explotación a Hidroeléctrica Renilla, sociedad que ya había aprovechado para producir electricidad unos molinos de Cebolla y que luego se extendería por la sierra de San Vicentey Gredos.

Esta misma empresa instaló en 1929 una central térmica de reserva en la isla de los Molinos para aumentar la energía disponible y en 1934 mejoró sus turbinas y pasó a denominarse “Central Virgen del Pilar”.

Captación del agua de la central de Gavilanes

En 1935 construye el mayor salto de España de la época con 425 metros en el pueblo serrano de Gavilanes para dar luz a Talavera con una línea de 33 kilómetros de recorrido. Se denomina Hidroeléctrica Santa Teresa y se finaliza en 1956.

En 1958 se amplían las instalaciones de la Milagrosa pero en 1960 la gran empresa Hidroeléctrica Española, entre otras, van adquiriendo las pequeñas centrales consolidando uno de los monopolios típicos del franquismo. Ta m b i é n adquiere las instalaciones de Renilla, desapareciendo estas pequeñas empresas pioneras del abastecimiento eléctrico en nuestra tierra y en España.

Aliviadero formando cascada en el salto de Gavilanes.A la derecha discurre el tubo, aunque se percibe peor

Aquellos viejos molinos árabes que llamaron la atención de los viajeros medievales y que fueron la primera industria talaverana sirvieron también para traer la primera tecnología industrial a nuestra ciudad.

EL PLAN DE NAVEGACIÓN DE SIMÓN PONTERO

EL TAJO DIECIOCHESCO

EL PLAN DE NAVEGACIÓN DE SIMÓN PONTERO

La ermita de Ronda en El Carpio de Tajo y la barca actualmente restaurada

 Durante el reinado de Fernando VI, el Alcalde de Casa y Corte D. Carlos Simón Pontero retoma el proyecto de navegación hasta Talavera para mejorar los abastecimientos de la capital de España y conseguir además dinamizar la economía agrícola de las comarcas ribereñas. De esta forma expresan sus impresiones al respecto los ingenieros encargados del reconocimiento don José Briz y don Pedro Simó:

            Las cosechas de vinos, aceites y granos son copiosísimas en este gran pedazo de tierra desde Toledo poco poblada, pero muy dispuesta en hacer feliz a Madrid si se proporciona la navegación, porque se da la  mano con Extremadura.

La vega de Talavera causaba impresión en los ingenieros que hacían los planes de navegación

En 1756 se forma con apoyo del rey una compañía de cuarenta y seis accionistas  interesados en desarrollar el proyecto pero, solucionados los problemas de abastecimiento a Madrid de productos alimentarios, el sueño vuelve a caer en el olvido.

Casa del barquero de El Carpio de Tajo

Los planos de este proyecto carecen de las distancias aproximadas que se reseñan en el de Carducci, se señalan especialmente las plantas de las presas e instalaciones molineras de cuya observación se deduce, por la forma de los cuerpos y tajamares de los edificios entre los que se aprecia un espacio donde gira una rueda, que todavía nos encontramos en la mayor parte de los casos ante aceñas, es decir ante los antiguos molinos de rueda vertical, aunque es en este siglo en el que se difunde un nuevo tipo de molino, el llamado “de regolfo”, ingenio que se mueve ya por la energía centrífuga del agua y que es el antecedente directo de la turbina hidráulica. Se señalan también en este proyecto las presas arruinadas, los castillos, las ermitas y pueblos e incluso alguna fuente.

Plano de Navegación del proyecto de Simón Pontero con los molinos y la barca de Cebolla

 Descripción del río en el proyecto de Simón Pontero

Vuelven a aparecer los molinos de Corralejo en Malpica con un edificio de cuatro cuerpos o tajamares que alojarían cuatro aceñas o cuatro regolfos aprovechando su presa uno de los brazos del río. Se puede ver el castillo de Malpica con el de Villalba enfrente, y en la ribera del río lo que se denomina en el plano Soto de Malpica que nos da idea del paisaje ribereño de la época, más arbolado antes de convertir esa vega en regadíos.

Molinos de Corralejo en Malpica de tajo

Se reflejan en este proyecto varias barcas como ésta de Malpica que se sitúa por delante de la desembocadura del Pusa. La ermita de San Illán, famosa por sus aguas que según el vulgo curaban la rabia, y aguas abajo aparece el molino de Cebolla con la barca que lleva el nombre de este mismo pueblo, aunque no se refleja la de Montearagón cuya caseta aún se conserva hoy día.

Talavera y sus molinos en el plano del proyecto de navegación de Simón Pontero

El río Alberche es representado con su puente y la venta que se situaba en uno de sus extremos y que hoy, muy arruinada, permanece en pie. Llegando a Talavera aparece la ermita de la Virgen del Prado y sí que figura en este caso como molino perdido el del primer ojo del puente que por su aspecto da la impresión de haber sido también una aceña. Los molinos de Arriba, también en el puente, aparecen como pertenecientes a los jerónimos y se señalan además las presas de Palomarejos y la de Los Sifones que conducían el agua hacia los molinos como hoy todavía lo hacen hacia la vieja central eléctrica. Los molinos de Abajo no se han dibujado por no pretender este proyecto la navegación más allá de Talavera.

La ermita de San Illán en Cebolla, se representa en estos planos del proyecto de Navegación.

LA JARA ÉPICA Y ESTÉTICA

HOMENAJE A D. FERNANDO JIMÉNEZ DE GREGORIO

CONFERENCIA 18-3-1998

LA JARA ÉPICA Y ESTÉTICA

Este es el texto de la conferencia impartida por Miguel Méndez-Cabeza con motivo del homenaje que organizado por los colectivos de La Enramá y Arrabal, tributó Talavera a Don Fernando Jiménez de Gregorio

Chozo de pizarra en La Jara
Chozo de pizarra en La Jara

Es una satisfacción poder hacer una aportación personal con esta conferencia al homenaje que sin duda nuestra ciudad debía tributar al maestro, amigo y paisano que hoy preside esta mesa. Paisano que lo es y por partida doble, pues ya es talaverano de hecho y derecho pero también porque es jareño, nacido en uno de esos pueblos que fueron aldeas de Talavera, que ejerció de madre de todas ellas y también a veces, porqué no decirlo, un poco de madrastra.

Ahora que los grupos mediáticos dominantes nos dicen cual es la épica que debemos consumir, los humanos, siempre anhelantes de motivar nuestras aburridas vidas con lo heroico, y ahora que nuestros chavales son asaltados por la industria cinematográfica norteamericana, que antes de hacer una película ya sabe cuantos millones de dólares va a recaudar. Ahora que la gente joven piensa y hasta viste como deciden las grandes marcas multinacionales – a veces hasta visten de “yanquis pobres” como denuncia con ironía Camilo José Cela- a mí realmente se me llevan los demonios cuando veo que los héroes consumidos por nuestra juventud son musculosos héroes estúpidos cuyo nombre hay que traducir y además envueltos en una visión de la historia que hasta es ofensiva y sesgada para nosotros los españoles. Es el caso de la visión de la Inquisición que nos ha hecho tragar el mundo anglosajón en la que parece que España ha sido la madre de todas las infamias, cuando sabemos por ejemplo que el número de los que fueron quemados en la hoguera en muchos países de Europa es muy superior al de los que murieron en España a manos de tan terrible institución. Ahora, por ejemplo, debemos tragarnos en una película realizada por los descendientes de los cultivadores de algodón, una imagen de España como paradigma de nación esclavista. Una sarta de disparates en fin que además degustamos con delectación y lo que es peor, pagando por ello.

Pues bien, en un territorio pobre y olvidado que tenemos aquí cerca hay toda una épica, argumentos para mil novelas, madera humana para esculpir mil héroes en la imaginación. Porque quiero decirles que hoy mis palabras no quieren ser palabras de historia sino palabras de fantasía, de la fantasía que despiertan la historia y las gentes de La Jara en mi imaginación .

Dolmen de Azután
Dolmen de Azután

Y puestos a imaginar y a buscar aventuras, vayamos cuatro mil años atrás y veamos con nuestra neuronal máquina del tiempo cómo un grupo de hombres comienza a colonizar nuestro territorio jareño, imaginemos cómo traen por primera vez desde poniente la sabiduría de la agricultura. La humanidad ya no debe levantarse cada día por la mañana sin saber si va o no va a tener ese día un bocado que llevarse a la boca. La agricultura produce excedentes que deben ser custodiados del ataque de tribus cercanas y esto conlleva jerarquización de los pueblos. Esa renuncia de la libertad individual conduce sin embargo a poder llevar a cabo empresas ambiciosas como la construcción de dólmenes. Dólmenes como éste de Azután que podemos imaginar durante su construcción con esos primeros jareños sociales manejando rulos, palancas y toscas herramientas para cortar y transportar los enormes ortostatos de granito que conforman este primer monumento de La Jara.

Esas gentes que ya deben proteger de los enemigos cercanos sus primeros excedentes alimentarios o su valiosa producción mineral, se asientan en cerros elevados y fortificados con amurallamientos y empalizadas que dominan los valles de los ríos, verdaderas autopistas prehistóricas, para adentrarse en el fragoso terreno de nuestra tierra hasta llegar a las pobres pero superficiales y fácilmente aprovechables vetas de minerales jareños. Imaginemos la batalla entre los hombre de la Edad del Bronce que ocupaban por ejemplo las elevaciones del Jébalo contra otra tribu en el Pusa que hubiera perdido su cosecha por un incendio. Imaginemos guerreros como éste que aparece en la estela de Las Herencias con su casco su espada, su carro y su ajuar.

Estela de guerrero de Las Herencias de la Edad del Bronce
Estela de guerrero de Las Herencias de la Edad del Bronce

Un milenio después unas curiosas tribus célticas que van salpicando de extrañas esculturas de toros y cerdos nuestra tierra. Recorren los incipientes caminos ganaderos con su pobre ajuar de pueblos pastores en busca del aprovechamiento estacional de los pastos. Unos odres para el agua, una escudilla de madera y una mochila de cuero. Un pueblo este de los vettones que no ha dejado por ello casi restos arqueológicos. Solamente sus mágicos animales de piedra repartidos por toda La Jara y el resto de las tierras de Talavera.

Estos y otros pueblos son derrotados y deben descender de las elevaciones donde se asientan porque así lo consideran más seguro para su imperio los colonizadores romanos que van dejando pinceladas arqueológicas en los muros de nuestros modestos pueblecitos. Inscripciones y aras de una cultura latina sobre la que se levantará la nueva cultura cristiana. Hasta en las piedras sillares de las iglesias hallamos esas raíces romanas o en esas grandes tégulas y piedras de molino de mano que tropezamos en las orillas de cualquier arroyo, restos de esta nueva colonización que dejará repleto el territorio de “villares y villarejos”. Una recolonización más de esta tierra que lleva como un estigma en su nombre de “La Jara” la marca indeleble del inseguro desierto en que se convertirán una y otra vez sus tierras.

Capitel visigodo de Mohedas de La Jara
Capitel visigodo de Mohedas de La Jara

Otro pueblo más, el visigodo, se aventura a intentar sembrar estas duras tierras y suben por sus ríos y arroyos en una dispersión ruralizante a la que sucederá otra nueva fase de desierto. Dejan sus tumbas hechas de lajas de pizarra donde reposan hombres de buena envergadura pero que, en nuestro caso, apenas se acompañan en su último viaje de una jarrita junto a su cabeza y algún pequeño pendiente de nácar. De nuevo la épica de la supervivencia en una naturaleza dura, casi hostil.

Sepultura hecha de lajas en el prado de la Moneda en Los Villarejos en Alcaudete, hoy sumergido por embalse del Jébalo
Sepultura hecha de lajas en el prado de la Moneda en Los Villarejos en Alcaudete, hoy sumergido por embalse del Jébalo

España es conquistada por los musulmanes. Tariq y Muza se encuentran en la capital de La Jara, en Talavera, y aquí nos gusta creer en la leyenda de cómo el general presenta a su señor nada menos que la mesa de Salomón elaborada con oro y piedras preciosas que había arrebatado a los visigodos de Toledo, para así calmar sus iras. La Jara y Talavera se repueblan de aguerridas gentes norteafricanas, bárbaras según los propios árabes, los llamados bereberes, que en realidad se nombran a sí mismos como el pueblo amazigh. Guerreros que como tantas veces en la historia del Islam siguen al primer iluminado que quiere guardar las esencias de su religión. Ahmed ben Muáwiya, un cordobés apodado Ibn al-Quitt, que se hace pasar por Mahdí (es decir, por un imán misterioso, miembro de la familia de Mahoma que debía venir a restablecer la fe corrompida y someter a todo el universo al Islam), predica la guerra santa a los bereberes de la frontera inferior y media y les promete conquistar la fuerte ciudad de Zamora. Las gentes de Talavera y su alfoz se unen masivamente a la iniciativa. Al-Quitt consigue reunir un ejército de 60.000 hombres. Le ayuda el jefe de la fortaleza de Nafza, identificada con nuestra ciudad de Vascos, donde queda instalado el cuartel general. Cercada Zamora, fue derrotado y muerto el imán al Qitt en el año 901 y su cabeza colgada durante muchos días como trofeo de victoria en una de las puertas zamoranas.

Alcazaba de la ciudad de Vascos con el reculaje del embalse de Azután en el Uso
Alcazaba de la ciudad de Vascos con el reculaje del embalse de Azután en el Uso

Cuanto misterio encierra la ciudad de Vascos, una ciudad completa hispanomusulmana abandonada en un paraje tan agreste y hermoso junto a los despeñaderos del Uso. Pero no es la única, la fortaleza de Castros con los estribos de su puente, el castillo de Espejel, el castillo de Alija y el desaparecido de Canturias formaban esa impenetrable línea “maginot”, una casi inexpugnable línea defensiva que los árabes trazaron junto al Tajo para impedir así el avance de los cristianos. Era frontera de la marca media con los politeístas, como denominaban los musulmanes a nuestra tierra.

Puerta norte de la ciudad de Castros
Puerta norte de la ciudad de Castros

Esos castillos, pero sobre todo infinidad de torres, torrecillas y torrejones como esta de Alcaudete salpican La Jara. Desde ellas los musulmanes vigilaban el avance de los cristianos dicen algunos que avisando a los suyos con señales de humo. Más tarde, también los cristianos escudriñaban el horizonte temiendo las razzias del islam. Cuanto valor, cuanta necesidad obligaría a los pioneros repobladores de uno y otro bando que se atrevían a internarse en los desiertos jareños con sus rebaños y sus colmenas. Gentes con el miedo en el cuerpo, en una permanente inseguridad, viviendo miserablemente en sus chozas retamizas tantas veces quemadas, con sus ganados tantas veces robados, con sus mujeres violadas.

Torre medieval de Alcaudete de La Jara
Torre medieval de Alcaudete de La Jara

Conquista Alfonso VI Talavera y La Jara se convierte en la tierra de nadie donde solamente se atreven a internarse cazadores, pastores y colmeneros que inician la verdadera conquista de una tierra, conquista que no es la militar sino la aventura de la repoblación de LaJara por estas humildes gentes, siempre al límite de la supervivencia en una tierra salvaje. Nuevos caudillos integristas mueven a los mismos pueblos que hoy día se ahogan en sangre en Argelia, a penetrar nuevamente en territorio cristiano a sangre y fuego, son los almohades, los almorávides e incluso los benimerines, los que con sus continuas incursiones obligan a esos primeros y humildísimos jareños a refugiarse en las moradas, elevados escondrijos toscamente amurallados como el que lleva ese nombre, Risco de Las Moradas, el pico más alto de La Jara.

En el interiordel propio muro de la muralla castreña de la Sierra de la Estrella hay refugios o "moradas"
En el interiordel propio muro de la muralla castreña de la Sierra de la Estrella hay refugios o «moradas»

Después de la batalla de Las Navas de Tolosa se consolidan las fronteras y se afianza esa pequeña gran epopeya que fue la repoblación de los territorios jareños. Son colmeneros los primeros habitantes que van asentándose por toda La Jara con sus posadas de colmenas. Una especie de corral situado en pendiente y fabricado con muro de mampostería algo elevado para impedir el acceso de los osos, que además siempre debía situarse cercano a una corriente de agua por ser necesario para las abejas. Las colmenas hechas de corcho con virus de jara se cerraban con barro y boñiga de caballo. Esos colmeneros que basaban su industria en la escasez de edulcorantes de la época fueron también cultivando las tierras cercanas a sus colmenas, cultivando primero pequeños huertecillos y alguna tierra de pan llevar para después, junto a pastores y cazadores ir agrupándose en pequeñas aldehuelas que irían dando origen a los pueblos actuales. Sobrecoge la soledad y la incomunicación de aquellos pioneros jareños.

Pero aquellos colmeneros debían protegerse de los muchos bandidos que infectaban la Jara y que aprovechaban esas soledades para cometer todo tipo de atropellos contra ellos. Es así como se organiza un sistema de autoprotección popular que a principios del siglo XIV se sustanciaría en la Santa Hermandad Real y Vieja de Talavera que mediante expeditivos métodos justicieros asaeteaba atados a un árbol a los delincuentes atrapados in fraganti. ¡Cuantas escenas de persecuciones y llamadas nocturnas de favor a campana tañida podemos imaginar, cuantos miles de argumentos novelescos guarda el archivo de la Santa Hermandad.

Cuerda de presos custodiados por los cuadrilleros de la Santa Hermandad
Cuerda de presos custodiados por los cuadrilleros de la Santa Hermandad

Esa Santa Hermandad, que los historiadores de la Guardia Civil consideran como la más directa y antigua precursora de su instituto armado, vestía de verde, color que más tarde imitaría el Duque de Ahumada. El yugo y las flechas de los Reyes Católicos o las colmenas fueron algunos de símbolos de nuestra Hermandad.

Esa institución tan paradigmáticamente talaverana tenía su sede en el edificio y cárcel que junto a la puerta de Zamora se levantaba en torno a la iglesia de Rocamador y que fue lamentablemente destruido hace unos años. La Santa Hermandad era una institución simbólica de la identidad talaverana que se reunía en pie de igualdad con las hermandades de Toledo y Ciudad Real en las llamadas Llegas, reuniones que se producían en puntos generalmente equidistantes de las tres ciudades como Navas de Estena o El Molinillo.Estas reuniones se llevaban a cabo con un estricto protocolo y ceremonial en el que las grandes comitivas se acompañaban de los cuadrilleros con sus vistosos trajes e incluso arrastraban a una gran concurrencia de gentes como músicos, danzantes o titiriteros.

Imaginemos a los cuadrilleros hermandinos recorriendo la Jara de pueblo en pueblo buscando pruebas y testimonios de los delitos cometidos en despoblado, investigando robos, asaltos, violaciones, delitos de cuatreros, incendiarios, bandoleros, falsificadores y timadores. ¿Qué falta nos hace acudir a Holliwood o al salvaje oeste cuando todos sus personajes, todos sus héroes y víctimas ya estaban inventados en La Jara cientos de años antes de que el imperialismo cultural americano nos hiciera tragar sus personajes de cartón piedra..

La jara fue históricamente refugio para gentes perseguidas, para gente marginada o automarginada de la sociedad que se echaba al monte por los más variados motivos, desde los golfines, considerados como el primer ejemplo de bandolerismo por los historiadores de este fenómeno social tan español, hasta los contrabandistas que cruzando sierra tras sierra desde Portugal o desde Andalucía utilizaban la Jara como lugar estratégico de paso hacia la capital del reino y el interior peninsular.

Maquis capturados por la Guardia Civil
Maquis capturados por la Guardia Civil

O los maquis que a partir de los primeros huidos de la represión de comienzos de la Guerra Civil, que tantos restos de fortificaciones dejó en nuestro territorio, forman grupos de guerrillas en las sierras jareñas que intentarían resistir hasta que una hipotética victoria de los aliados en la guerra europea hubiera precipitado una caída de la dictadura que nunca llegó. Otro episodio éste de la épica jareña en el que, como en toda actividad del hombre se produjeron hechos de valor y grandeza junto a otros de sangre, venganza y miseria humana. Nombres de maquis, “los de la sierra” como se conocían en La Jara, como el de Quincoces o Chaquetalarga están vinculados a una etapa de la historia que por razones obvias ha sido poco desentrañada, poco analizada objetivamente. Talavera, fue centro de referencia de las guerrillas antifranquistas de Gredos, La Jara y Extremadura que cuando iban sus mandos a reunirse en la huerta del tío Matapulgas, junto a la estación de ferrocarril fueron sorprendidos muriendo en la acción varios activistas que tenían su contacto y proveedor de armamento en un maquinista de la línea Madrid -Lisboa.

Los viajes y peregrinaciones son fuente inagotable de experriencia humana y de contacto entre los pueblos y las culturas, pero también de picaresca y delincuencia. Nuestra tierra fue recorrida por miles de peregrinos que cruzando el Puente del Arzobispo se encaminaron al segundo objetivo más frecuentado en la historia de las peregrinaciones españolas, me refiero a Guadalupe que desde la Edad Media atrajo a nobles, reyes y gentes modestas entre los que se mezclaban numerosos oportunistas y pícaros que se encargaba de vigilar la Santa Hermandad de Talavera, ya que Guadalupe pertenece a esa Gran Jara que después se dividiría por cuestiones políticas y burocráticas. Todavía permanecen en pie los hospitales de Puente, Villar del Pedroso y el Hospital del Obispo que recogían a los peregrinos enfermos, pero mientras que otras rutas de peregrinación son potenciadas y financiada su rehabilitación, nuestro Camino de Guadalupe sigue olvidado.

Capiteles del Humilladero de Guadalue, desde donde los peregrinos daban vista al monasterio por primera vez
Capiteles del Humilladero de Guadalue, desde donde los peregrinos daban vista al monasterio por primera vez

¿Qué más queréis en cuanto a personajes de aventura se refiere? ¿ Queréis fiebre del oro?, pues también la tuvimos, la Jara fue tierra mineral donde desde la antigüedad se intentaron explotar sus recursos. La mina de oro más rica de España de la época moderna se encontraba en La Nava de Ricomalillo, de ella se extraía el oro que serviría para acuñar las doblas Jaeñas, la mina de La Oriental, y tal era su riqueza que el rey tuvo que intervenir en cierto episodio del siglo XVIII cuando por un problema de concesiones fueron arrasadas y quemadas las chozas de los mineros por una tropa al mando del alcalde de Talavera. Pero no fue esta la única mina de La Jara, otras de hierro o de galenas argentíferas salpicaron el territorio y fueron bautizadas con nombres tan sugerentes como: Madmoiselle, Sultana, Fortuna, Feliz, Nueva California, Demasía, Potosí y muchas otras con nombre de mujer. Un borrico, unos serones, un pico y una pala era todo el armamento con el que estos mineros de fortuna se enfrentaban a la Jara más profunda dejándonos solamente las galerías abandonadas y las pobres casas donde residieron. Aunque verdaderas instalaciones industriales como las ferrerías del Mazo o de el Fresnedoso en Anchuras han quedado como abandonado recuerdo de aquella peculiar fiebre del oro jareña.

Bocamina en Anchuras
Bocamina en Anchuras

También podemos hacer películas de safaris en la Jara. La actividad cinegética ha sido y es todavía una de las actividades más características de las gentes jareñas. Ya en los grabados del Martinete aparecen arqueros y ciervos. Según los medievalistas, fue en estas tierras de Talavera donde se practicó por primera vez la caza con cimbel por ejemplo, o los osos, jabalíes y venados que cazaba Alfonso el Onceno por estos lugares. y aunque ya no hay osos en La Jara, hay que decir que la Santa Hermandad pagaba ciertas cantidades por acabar con algún ejemplar de ellos, lo cual se tenía que demostrar aportando la cabeza y las garras del animal, que eran exhibidos en las puertas de la Cárcel de la puerta de Zamora. El enfrentamiento a los animales salvajes era frecuente en las sierras y por ejemplo así describen las gentes de Robledo del Mazo su cercanía con las bestias salvajinas, como decían entonces: “ y ha sucedido en este lugar de cuatro a séis días a esta parte, entrar en el dicho lugar de día un lobo y encontrarse con las gallinas que andaban en el exido que está junto a las casas de este dicho lugar y andar retozando con ellas y echarle perros para ver si le podían matar y hacerles rostro y los perros volverse de miedo y volver el dicho lobo a retozar en las urracas que andaban en el dicho exido”. A quienes hayan visto la película bailando con lobos les sonará esta escena. O el más conocido episodio que da explicación al nombre de Robledo del Mazo cuando “ para evitar el dicho daño de los osos en las colmenas hicieron en el arroyo que dicen de los Regatos del Mazo, un argumento que la misma agua del arroyo a un mazo que le pusieron hechizo, daba grandes golpes de noche y de día para con ello espantar a los dichos osos”.

Calco de un cérvido en los grabados de El Martinete
Calco de un cérvido en los grabados de El Martinete

Cientos de kilómetros de cañadas y cordeles cruzan nuestro territorio camino de Extremadura o de la sierra de Gredos. Talavera y su tierra jareña tuvieron una gran relación con la trahumancia y su organismo regulador, el Honrado Concejo de la Mesta. Esta relación no fue siempre satisfactoria y numerosos enfrentamientos jalonaron la relación entre los serranos que deambulaban con sus merinas y los labradores linderos que se veían perjudicados por los abusos de tan omnipotente institución. Podemos imaginar al todopoderoso alcalde entregador impartiendo justicia en los humildes pueblos jareños sobre las usurpaciones de cañadas, aplicando la ley con suma dureza y seguido con gran pompa de un cortejo que en ocasiones llegaba a las trescientas personas.

Oveja de raza talaverana
Oveja de raza talaverana

Pero no son los cuadrilleros, bandoleros, mineros, cazadores, golfines o peregrinos o trashumantes los personajes que a mí más me sobrecogen de nuestra querida Jara. Son sus sencillos habitantes que durante siglos vivieron al límite de la supervivencia, como relataban los vecinos de uno de sus pueblos también en el siglo XVI “ que es lugar de pocos aprovechamientos e que antes saben que el dicho lugar viene de cada día en disminución que en crecimiento por ser la tierra miserable y de pocos aprovechamientos, lo cual es causa de irse a otros pueblos por la nescesidad”.

La verdadera epopeya de La Jara es la de sus gentes humildes y laboriosas que sacaban cuatro espigas de centeno a las pedregosas laderas, que conseguían hacer un huerto sobre la ribera de un arroyo donde antes solamente parecía que podrían crecer las pizarras y los cantuesos, que día y noche vivieron en las sierras con sus cabras rodeados de lobos y de soledad o que plantaron los nobles olivos sobre sus empinadas laderas, en fin la epopeya de la supervivencia con el único recurso del trabajo de unas manos que extrajeron su escaso fruto a esta tierra poco agradecida de rañas y canchales.

Placa de cerámica de Las Herencias que alude a una epidemia de cólera
Placa de cerámica de Las Herencias que alude a una epidemia de cólera

Gentes que por si esto fuera poco veían además como la naturaleza se ensañaba con ellos, gentes que dedicaban sus fiestas a los santos que les libraban de las pestilencias, el pedrisco, el pulgón o la langosta y celebraban por ejemplo en esta placa de cerámica de Las Herencias que una casa se hubiera podido construir en tiempos de cólera. Hombres y mujeres que durante siglos estuvieron íntimamente en contacto permanente con la muerte, que se vivía como algo cotidiano que sin embargo se olvidaba al llegar la fiesta, representada con numerosos y arcaicos rituales religiosos unos y con evidentes raíces paganas otros como estos que veis de la vaquilla de Aldeanueva o la subida de la bandera al mogorro para protegerse las gentes de La Nava de las tormentas, que siempre fueron las inclemencias del tiempo duras y caprichosas con La Jara que hasta tiene una fiesta en fuentes que conmemora una nevada en Agosto.

Pero esa es precisamente la belleza de esta tierra, la belleza de la sobriedad castellana que siglos de vida austera marcaron en el carácter de los jareños, que sin embargo tienen un algo de sureño en su amabilidad, en la buena acogida al forastero y en su habla peculiar y socarrona. Una belleza que además de en el paisanaje, se observa en un paisaje duro, casi bronco de tierras antiguas

Olivares en las rañas de La Jara
Olivares en las rañas de La Jara

La Jara es bella en su luz intensa, en su sol abrasador que ya dibujaron junto al estenilla los hombres de la Edad del bronce,

en su luz azul castellana y mesetaria,

en su suelo arisco y mineral donde hace millones de años vivieron extraños seres hoy petrificados en sus cuarcitas y pizarras.

en su olor de mil plantas aromáticas.

en sus rañas y secanos pardas que se encienden con el sol rojo que se refleja en sus tierras rojas en los atardeceres de verano.

en sus sierras, en sus cumbres,

en sus castillazos y atalayas.

en sus valles,

en sus barrancos

en sus riberos

es hermosa en sus arroyos

en sus lagos y represas

sus lagunas efímeras

en sus ríos molineros

y en el Tajo que es su linde

es hermosa en sus espacios gigantescos

y en sus broncos cañones

en su pavorosa soledad

y en su deliciosa soledad

en su monte bajo

y en su alto monte

en sus casi volcánicos canchales

y en sus frondosos castañares

sus iglesias

sus ermitas

en sus casas

y en su arte

y en sus gentes

y en sus gentes

y en sus gentes

LAS REALES FÁBRICAS Y SU INFLUENCIA EN LAS RIBERAS DEL TAJO

LAS REALES FÁBRICAS Y SU INFLUENCIA EN LAS RIBERAS DEL TAJO

Panoramica deL Talavera-siglo xviii (Biblioteca-CLM), donde se observa un esquema de las reales Fábricas de Seda a la orilla del Río
Panoramica deL Talavera-siglo XVIII (Biblioteca-CLM), donde se observa un esquema de las reales Fábricas de Seda a la orilla del Río

El principal edificio de las Reales Fábricas de Seda de Talavera fue el que alojaba la hilatura y que se encontraba en la zona en que actualmente se sitúa el Instituto Ribera del Tajo. Se trataba de una  construcción de considerables proporciones cuya planta conocemos por un plano que se guarda en el Archivo Municipal. Pasada la Guerra Civil sirvió de cárcel en la que se alojaron miles de presos republicanos que hubieron de sufrir además la humedad del río que prácticamente tocaba sus muros.calle-hilanderascalle-funderiacalle-fabrica-de-sedas

Se trata de un gran edificio levantado en 1746 en aparejo de ladrillo en hiladas y machones con  paneles de tapial entre ellos. Muestra en los dibujos y fotografías numerosas ventanas con tejado abuhardillado y un casetón sobre la entrada principal con algunas garitas de vigilancia en las esquinas como la de la foto inferior.

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Edificio de las Reales Fábricas con las garitas que servían para vigilar el edificio cuando era cárcel tras la guerra civil.

Un poco más al oeste se encontraba el Paseo de los Leones, donde el director de las Reales Fábricas Juan Ruliére impulsó la creación de un paseo recreativo con arboleda y una fuente que tenía como decoración un antiguo escudo de la familia Meneses que hoy se encuentra encastrado en el muro de la ermita.

Dibujo de lahistoria de Torrejon, zona oeste.Los números 11 y 12 son edificios de la Reales Fábricas y el paseo de la izquierda es el paseo de los Leones que diseñó Juan Rulière
Dibujo de lahistoria de Torrejon, zona oeste.Los números 11 y 12 son edificios de la Reales Fábricas y el paseo de la izquierda es el paseo de los Leones que diseñó Juan Rulière

También quiso repoblar la isla de la Morana de moreras para alimentar el gusano subiendo el agua mediante una rueda hidráulica pero la idea no llegó a buen fin, ya sea por el terreno arenoso de la isla o por falta de riego efectivo. Hubo algunos otros parajes ribereños que también fueron repoblados por más de 160.000 moreras.

Foto del rio de Ruiz de Luna desde la isla del-paredon con las reales-fabricas al fondo
Foto del río de Ruiz de Luna desde la isla del paredón con las reales-fabricas al fondo

Algunos de los artificios y molinos de las fábricas de seda eran movidos por agua para conseguir un movimiento más regular de la maquinaria, aunque en otros como los de Cervera se utilizaban bueyes.

Las reales fábricas en la-otra orilla frente al canoeclub
Las reales fábricas en la-otra orilla frente al canoe club

DIBUJOS Y REPRESENTACIONES DEL TAJO EN EL SIGLO XVIII

DIBUJOS Y REPRESENTACIONES DEL TAJO EN EL SIGLO XVIII

Historia de Talavera de 1768. Manuscrito 82-biblioteca-clm
Historia de Talavera de 1768. Manuscrito 82-biblioteca-clm

Hay en el siglo XVIII algunas representaciones idealizadas de la ciudad y en algunas de ellas aparece el río Tajo, aunque de forma muy esquemática.

Es el caso de la vista de Talavera que se reproduce en una de las historias manuscritas de la ciudad la de fray Andrés de Torrejón que se encuentra en la Biblioteca de Castilla-La Mancha y que se hizo en 1768.

Detalle del grabado anterior con la parte occidental de la villa
Detalle del grabado anterior con la parte occidental de la villa

De izquierda a derecha podemos ver en la parte ribereña del dibujo en primer lugar lo que denominan “paseo de chopos” (10) donde se representan los árboles que ordenó plantar su director Juan Ruliére en el Paseo de los Leones para dotar al barrio de San Andrés de un paseo y jardín, ya que los otros parques de la ciudad, la Alameda y el Prado, se encontraban en el otro extremo de la villa.

También se señala al fondo la Puerta de Cuartos (9) y por primera vez podemos ver representados algunos edificios de la Real Fábrica de Sedas, y en concreto el edificio hoy desaparecido de la Afinaduría (11), donde se hacían los hilos de oro y plata para adornos y entorchados. Entre éste y la puerta de Cuartos estaría el único edificio que queda en pie de la factoría, el llamado de los Molinos Nuevos, que en el otro dibujo del mismo autor aparece como Casa de las Estofas de Oro y Plata.

Con el número 12 se señala el que en realidad era el mayor de todos los edificios de de la seda, el de la Hilanza el que hemos dicho que sería cárcel de presos políticos tras la Guerra Civil para ser derruido después. Con el número 13 se señala la desembocadura de la Portiña y detrás la muralla de Entretorres con una de las albarranas ya arruinada y un portillo abierto en el lienzo.

Detalle del grabado anterior
Detalle del grabado anterior

Más a la derecha se representa la Torre de Nazar que ya hemos comentado se adentraba en el río y sostenía una noria para elevar el agua. A continuación está la Puerta del Río que se dibuja con un arco de sillería y rematada con una especie de espadaña o un balconcillo. En el puente no se representan los molinos del primer ojo del mismo, sí aparecen los que había donde hoy se sitúa la central eléctrica y en el ángulo de l quiebro de su recorrido se puede ver lo que parece un mojón o un monolito junto al número 15 que probablemente tuviera algún escudo o inscripción de una de sus reconstrucciones.

A la derecha del puente se ve la desembocadura del arroyo de Papacochinos y dos pontezuelas que lo salvaban. Y a la derecha del puente aparece la isla de Los Molinos y la del Palodulce o Paloduz. Donde hasta no hace mucho se recogían las raíces del regaliz y se vendía como golosina.

Si seguimos por la ribera encontramos la puerta de Sevilla que todavía hoy día se mantiene en pie. En el lienzo de muralla se perciben dos portillos, probablemente en la zona de la alcazaba, y más al este la torre del Polvorín (20). A continuación se ve el “prado de la villa” con algunas casillas de las que la más cercana a la ermita del Prado y rematada con pequeña espadaña puede ser la ermita de San Joaquín y Santa Ana hoy desaparecida.

Detalle con las torres de iglesias y conventos de Talavera
Detalle con las torres de iglesias y conventos de Talavera

En el casco urbano se levantan las torres de iglesias y conventos de la que algunas han desaparecido como la cúpula de los carmelitas descalzos (8) la torrecilla de la iglesia de san Clemente (7) junto a la puerta de Mérida (6). Luego de izquierda a derecha vemos la torre de El Salvador (4), la desaparecida cúpula de los jesuitas (3), hoy teatro Palenque. También ha desaparecido la de San Pedro (30) hoy Almacenes Moro. Ya existía la torre del Reloj aunque diferente de la actual y a continuación el campanario de los jerónimos que hoy es una espadaña de ladrillo (5) y al final Santa Leocadia. La torre a su derecha podría ser la del hospital de San Lázaro en la calle Cristo de la Guía.

Otro esquema dieciochesco que veremos en la próxima entrada de «Ríos de Historia» solamente aporta una imagen esquemática de la Casa de la Hilanza y la Alameda junto a la ermita del Prado.