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Año 1090, EL GOBERNADOR CRISTIANO DE TALAVERA ES EJECUTADO POR TRAICIÓN

 

Tropas musulmanas al mando de galafrón cruzaron el Tajo con consentimiento del gobernador de Talavera
Tropas musulmanas al mando de galafrón cruzaron el Tajo con consentimiento del gobernador de Talavera

Esta historia comienza de Ávila, en plena canícula del año 1090. Un pastor llega agotado a la ciudad del Adaja y pide ver al conde don Raimundo de Borgoña, gobernador de ella y casado con doña Urraca, la hermana del rey Alfonso VI. El asustado serrano cuenta cómo una partida de moros al mando de un tal Galafrón han cruzado el Tajo y se hallan en “los pinares”, con trescientos de a caballo y cien de a pie corriendo toda la tierra, robándoles sus ganados y aprisionando a sus pobladores y “faciendo grandes desaguisados e que si no les valían fincarían todos muertos e captivos”. Por “los pinares” se conocía a la ladera sur de Gredos, donde al igual que hoy día eran extensos los bosques de pinos

Alfonso VI rinde la ciudad musulmana de Toledo en azulejería de Ruiz de Luna

El conde montó en cólera y pidió su caballo para acudir “a la brega”, pero su mujer “fincó de hinojos” rogándole que no fuera, por lo que el conde hizo sonar las trompas y llamar a sus soldados. Ordenó tomar doscientos caballeros franceses de los suyos y doscientos castellanos de la compañía de Sancho de Estrada y Juan Martínez del Abrojo. También el obispo de Ávila quiso ir a pelear con sus tropas pero no se lo consintieron.

Otros nobles se ofrecieron pero el conde sólo aceptó la participación en la expedición a Fernán López y a Fortún Blázquez. Cargaron además a sesenta rocines y mulas con las viandas y partieron con el pastor como guía. En la “primera nava”, que es como llaman en el relato a la parte de la sierra que se encuentra pasado el puerto de Menga, llegaron más pastores con alimentos y les informaron de que los moros habían pasado ya “el Puerto”, nombre que daban al puerto de El Pico, y que iban ya en dirección a Talavera para cruzar el Tajo con sus muchos cautivos y los ganados mayores y menores robados.

El alcázar de Talavera, residencia de los gobernadores cristianos y musulmanes en la Edad Media

Hay que señalar que ocasionalmente los pastores hacían entonces de soldados serranos para defenderse de las razzias de los musulmanes.

Las tropas de Raimundo de Borgoña descendieron por la calzada del puerto del Pico
Las tropas de Raimundo de Borgoña descendieron por la calzada del puerto del Pico

Como ya era tarde y estaba oscuro, “lobreguido” como dicen en la crónica, se entabló entre los nobles una discusión sobre si avanzar o descansar, pues las bestias se encontraban cansadas después de subir la sierra. Al final decidieron seguir cuatro horas más hasta trasponer el puerto y se emboscaron antes del “albor”en un castañar, probablemente el de Cuevas del Valle. Dieron de comer heno y avena a los caballos y descansaron hasta que les llegaran nuevas noticias sobre el lugar en que se encontraban los moros.

Llegó otro pastor que les informó de que los árabes habían avanzado hacia Talavera y se encontraban a nueve millas y media, y de que ese día no seguirían la marcha, por lo que les recomendaba que al llegar la noche avanzaran en la oscuridad guiados por él mismo hasta alcanzarlos. Llegaron otros pastores desde las “navas fondas” de la sierra, los más perjudicados por la acometida de los árabes, y se ofrecieron a unirse a las tropas si les esperaban, pero los caballeros no quisieron hacerlo por encontrarse ya los cristianos muy cerca del campamento de Galafrón.

Sancho de Estrada hizo montar al pastor en un caballo y se dirigieron hacia el soto donde estaba el campamento enemigo. En el camino toparon con un vaquero que les informó de que los musulmanes se encontraban descuidados descansando y con los caballos recogidos en un prado a cierta distancia de las tiendas. Ordenó Sancho de Estrada que Fernán López fuera por sorpresa con cien hombres y les quitaran las monturas.

Los moros que cuidaban a los caballos fueron sorprendidos de madrugada y corrieron hacia el campamento, situado en un soto donde Galafrón reposaba junto a una fuente. Atacaron entonces los cristianos haciendo gran cantidad de cautivos y muertos entre los moros, uno de los cuales fue el propio Galafrón que fue hallado con una lanzada. Las bajas musulmanas fueron trescientas veinte, y once las de las tropas abulenses. Entre el botín que llevaban se encontraron muchas cabezas de ganado

Los caballero cristianos salieron de Ávila para defender la sierra de los moros que cruzaron por Talavera
Los caballero cristianos salieron de Ávila para defender la sierra de los moros que cruzaron por Talavera

También fueron aprisionados tres “malos cristianos” que guiaban a las tropas de Galafrón. Los victoriosos caballeros rezaron en acción de gracias y vieron como llegaban los habitantes de las “navas fondas” con becerros y viandas para agradecerles la lucha mantenida en su defensa.

Fernán López fue nombrado juez para devolver los bienes a sus legítimos dueños y los caballos que traían los moros fueron repartidos entre los señores y escuderos españoles y entre los franceses de las compañías de Raimundo de Borgoña. Al otro día “se dio pregón para volver a Ávila” y tocando las trompas comenzaron el viaje de vuelta y se mandaron cartas al obispo y al conde sobre la buena nueva.

La comitiva estaba formada por las diferentes compañías precedidas del pendón del noble al que pertenecían. Unos custodiaban a los cuatrocientos prisioneros, otros a los caballos o al botín. Pararon una noche en la sierra e hicieron allí grandes hogueras y lo celebraron. A siete millas de Ávila les recibió la compañía de Gimén Blázquez y un poco después el obispo“con asaz de prestes y arciprestes”.

En Ávila la población acudió a dar gracias a la iglesia de El Salvador. El señor conde de Borgoña hizo gracia a los caballeros y al obispo de los moros cautivos y de los caballos que fueron repartidos entre todos.

Pero pasados los momentos de alegría, el conde envió a Talavera a Fernando de Llanes y a Martín Roanes para que prendieran a su gobernador Sancho del Carpio y lo llevaran a Ávila, quedando el primero de ellos como sustituto del gobernador. Se le acusaba de no haber sido cuidadoso en la vigilancia de la frontera impidiendo que Galafrón y los suyos pasaran el Tajo. Solamente Álvaro Álvarez se levantó ante el conde para defender a Sancho del Carpio, por considerar que había prestado al rey don Alfonso valerosos servicios de armas y que por ello le había dado en premio el gobierno de Talavera, cuando hacía ya siete años se la había conquistado a los moros. Dijo además que Talavera era de jurisdicción real y que por tanto el conde no podía juzgar lo que allí sucediera. Raimundo de Borgoña se irritó tanto ante la defensa que hacía del gobernador que echó de la reunión a don Álvaro, aunque después el obispo intercedió y fue perdonado. Tanto a él como a los otros cinco nobles que habían intervenido en la batalla el conde les dio como premio el privilegio de armar un molino en el río Adaja.

Llegó al poco la comitiva desde Talavera con el gobernador cargado de cadenas sobre “un magro rocino e con gran tristura”.

Detrás iba su mujer Roma Vélez con gran amargura sobre un palafrén con paños negros rodeada de algunos sirvientes. Álvaro Álvarez la llevó a casa de sus padres y allí acudieron a consolar su llanto las mujeres de los nobles.

Mientras, el nuevo gobernador de Talavera recogía los testimonios de varios testigos que aseguraban que Sancho del Carpio había sabido del paso de los moros y lo había consentido. Otros talaveranos se quejaban también de su mal gobierno. Fueron nombrados además dos nobles llamados Lope Moreno y Gómez Sánchez como sus defensores, pero no consiguieron encontrar en la villa ni un solo testimonio en su defensa. El conde mandó también al Notario Mayor de Ávila para que embargara los bienes de Sancho del Carpio en Palencia y a Fernando Llanes para que hiciera otro tanto en Talavera.

El gobernador fue juzgado y condenado a cortarle la cabeza. En el coso mayor, probablemente la plaza del Pan, se armó un tablado. Veinte escuderos y veinte ballesteros fueron a por el traidor a la cárcel y envuelto en una larga cadena fue subido a un caballo después de confesarle el obispo.

Le fue cortada la cabeza delante de los judíos, moros y cristianos de la ciudad y después fue su cuerpo despedazado en cuatro y puestos los cuartos en los caminos de

CAMINO DE LOS BANDOLEROS A GUADALUPE ( y 17) Y LLEGAMOS AL MONASTERIO CON UNA LEYENDA DE MOROS

Claustro del monasterio con su hermoso templete mudéjar

Abandonamos Alía por el viejo camino de Guadalupe que parte desde el sur del casco urbano en dirección oeste. Seguimos su trazado paralelo a la carretera con la que volvemos a encontrarnos después de recorrer unos dos kilómetros y medio. Junto a la carretera se encuentra la capilla de la Virgen de la Concepción a la que nos hemos referido ya cuando hablamos de la ermita de la misma advocación. Después de una curva muy cerrada salimos de la carretera y tomamos nuevamente el camino que asciende hacia el collado del Madroño dejando una zona recreativa con una fuente a la izquierda. Vale la pena detenerse y contemplar el panorama desde el collado, para después descender por la Hoya de las Infantas hasta encontrarnos con el Río Valmorisco.

Vista panorámica de Alía

Puede que vayamos a parar otra vez a la carretera, junto al puente viejo de este río, pero debemos ascender por la ribera doscientos metros para luego tomar de nuevo la ruta a Guadalupe que sale a la izquierda ascendiendo por un camino que pasa junto a una fuente. Más arriba no debemos tomar el camino de la izquierda pues volveríamos a la carretera. Tomaremos el de la derecha que sigue un recorrido muy agradable entre alcornoques y olivares hasta dar vista a Guadalupe de la que ya solamente nos separa el arroyo de Valhondo. Después de atravesar el abandonado ferrocarril Talavera-Villanueva cerca de su estación y viaducto habremos llegado a Guadalupe.

Vista panorámica de Guadalupe. A la derecha el viaducto de la línea Talavera-Villanueva de la Serena, de la que es parte la vía Verde de la Jara
Guerreros musulmanes se dirigen a la batalla

UNA LEYENDA DE MOROS

En término de Alía existe un lugar conocido como el cerro del Moro y cuenta una leyenda recogida en la revista “Guadalupe” en 1913 que el castillo de Alía pertenecía a un moro llamado Abderramán Ben Muza, señor de los contornos.

“Tenía el moro una hija llamada Zulima, esbelta como las palmeras del desierto y bonita como la sonrisa de una madre” y para custodiarla levantó y fortificó su castillo. En una de sus correrías guerreras el moro capturó a veinte prisioneros cristianos y los encerró en sus mazmorras. Marchó más tarde a otra de sus razzias y dejó a Zulima en el castillo. Conmovida por los gritos y gemidos de los cautivos, visitó la morilla los calabozos y allí se fijó en Gonzalo Vargas, uno de los caballeros cristianos allí encerrados.

Por compasión de los prisioneros ordenó que les quitaran grillos y cadenas y que permitieran los centinelas que bajo su vigilancia pasearan por el patio de armas del castillo. Gonzalo y Zulima se enamoraron mientras Abderramán tardaba en volver de sus correrías. Por intercesión de los cautivos llegó Zulima a un acuerdo con los vecinos cristianos de Talavera por el que conservaría sus tierras y castillos si pagaba las parias. Los prisioneros fueron liberados y desde entonces defendieron a la mora y su señorío. Ella se convirtió al cristianismo y se casó con el caballero.

Pero un día llegó Ben Muza tras la derrota de Las Navas de Tolosa enfurecido por las noticias sobre su hija que le habían llegado al campo de batalla. Abrieron los puentes levadizos y el moro entró en el castillo, subió a la estancia de su hija y la encontró con su marido cristiano amamantando a su hijo. Tomó Abderramán al niño y lo arrojó con furia por una ventana. Todos se abalanzaron para asomarse y observaron que una hermosa mujer morena como Zulima sostenía al niño.

El moro se hizo cristiano y con el correr de los años se identificó a esa señora con la Virgen de Guadalupe.

Detalle de las puertas de bronce de la iglesia de Guadalupe

EL OBISPO JAREÑO PATRIOTA ASESINADO POR LOS FRANCESES

Inscipción en la casa del obispo Álvarez de Castro en Mohedas

EL OBISPO PATRIOTA

Don Juan Álvarez de Castro nació en Mohedas en 1724 en la casa que todavía hoy conserva una inscripción en su recuerdo en Mohedas de la Jara. Fue párroco de la iglesia de Piedraescrita y Navaltorial en la Jara Alta, y después de Azután. En 1780 oposita a la parroquia de los Santos Justo y Pastor de Madrid y en 1789 es nombrado obispo de Coria por Carlos IV a instancias del gobierno de Godoy.

Iglesia de Piedraescrita, donde fué párroco el obispo Álvarez de Castro

Una de sus obras sociales más importantes fue la fundación del asilo de niños expósitos de la Casa de La Misericordia y es conocido que su palacio y catedral siempre estuvieron abiertos a los más necesitados, enfrentándose a veces con la nobleza para que la distribución de los bienes de las fundaciones religiosas cumpliera con las condiciones estipuladas de asistencia a los pobres. También le gustó potenciar «el ornato de los templos» y dotó de órgano a la catedral de Coria.

Retrato de don Juan Álvarez de Castro, obispo de Coria

En Mohedas construyó a su costa la fuente pública de Huertos Redondos y un calvario hoy desaparecido haciendo además otras donaciones a la iglesia del pueblo.

El 14 de Junio de 1808 emite una circular en la que exhorta a la defensa de España contra los franceses y para que sus fieles “olviden resentimientos particulares y derramen la última gota de su sangre en el caso de que sea necesario”, incluso distribuye un decreto por el que ordena que sus sacerdotes y fieles juren que defenderán a la religión y al soberano Fernando VII, sellándolo con su propia sangre. En otra de sus circulares se alegra por la derrota de los franceses en Bailén proclamando que “El Señor en su indignación ha humillado hasta el polvo a los soberbios y ha ensalzado a la cumbre de la gracia a los humildes”. Llega a comparar a Napoleón con Lucifer y antes había acogido a sacerdotes que huían de Francia.

Iglesia de Azután, otro de los destinos de don Juan antes de ser obispo

Hace entrega a la Corona de casi un millón de reales para ayudar a la financiación de los maltrechos ejércitos españoles. Por todo lo referido se hace blanco del odio del invasor y en agosto de 1809 se ve obligado a esconderse en el pequeño pueblo de Hoyos viéndose obligado a deambular por la sierra de Gata siendo ya un anciano enfermo. Ya tenía en el pueblo residencia para convalecer de sus achaques que además le dejaron prácticamente ciego.

El 29 de Agosto conoce,  postrado por la fiebre, la llegada a Hoyos de las fuerzas del mariscal Soult pero esta vez se niega a esconderse. Los franceses entran en su busca y saquean la casa sacando al obispo enfermo de la cama con sus ochenta y cinco años. Los franceses perseguían al Obispo. Y cuando entraron en su casa procedieron a destrozar todo el mobiliario, mataron al que hacía las veces de portero, golpearon hirieron y mortificaron a cuantas personas encontraron a su paso y cuando dieron con él, sin ninguna piedad, le sacaron a golpes del lecho, le despojaron de su ropaje, le tiraron al suelo, la soldadesca hizo burla y escarnio del pectoralmientras el comandante al frente de seis soldados que le acompañaban le gritaba: “¡Viejo loco! O juras hoy obediencia a José Bonaparte o te fusilo sin compasión”. Posteriormente al grito de: “¡Fuego! ¡Fuego!”, le dispararon dos tiros, en la garganta y en los genitales, matándole en el acto. Fue enterrado en la iglesia de Hoyos, aunque no se sabe el lugar exacto y cuentan los vecinos que la mancha de su sangre permaneció mucho tiempo indeleble en el suela de la habitación donde fue asesinado. 

Hoy recuerdan su memoria una calle de Hoyos, otra de Mohedas además de una de las principales vías del casco antiguo de Cáceres. Una placa en la Basílica del Pilar recuerda al “Obispo Santo”, como todavía se le llama en Hoyos .

LA FUNDACIÓN DE SAN PRUDENCIO

ASILO DE  SAN PRUDENCIO

Panel de azulejos de Ruiz de Luna en la portada de San Prudencio

Aunque ya hemos hablado del monasterio de Santa Catalina de los jerónimos, hoy trataremos de esta institución que se aloja en parte de sus dependencias.

A finales del siglo pasado, los hermanos Luis y Jacinto Aguirre Ibarzábal se asientan como otros muchos hacendados vascos, en nuestra ciudad. Adquieren numerosas propiedades que, junto a las herencias de la familia de sus esposas, completan un considerable patrimonio en bienes rústicos.

Jacinto Aguirre fundador del Asilo de San Prudencio y su hijo «Prudencito». Fotografía de Ruiz de Luna.

Jacinto contrae matrimonio con doña Teresa Jiménez de la Llave, hija de familia acomodada talaverana y hermana del historiador Luis Jiménez de la Llave. De ese matrimonio nació un hijo, Prudencio, llamado así por ser el santo de su nombre el patrono de la ciudad de Vitoria, patria chica de Jacinto Aguirre. El niño murió cuando contaba sólo siete años y el matrimonio, al morir sin descendencia, decidió dejar su fortuna para crear una fundación que asilara a niños pobres y huérfanos.

La esposa de Aguirre, Teresa Jiménez de la LLave,  talaverana y cofundadora de San Prudencio, fotografía de Ruiz de Luna

Tienen preferencia los nacidos en Talavera, Vitoria y Velada. La vinculación de esta última localidad con la fundación nace de que la mayor parte de las fincas que son legadas y que financian la institución se encuentran situadas en su término. Es el caso de Villabuena, Trujillanos, La Aliseda y Carniceros que, junto a El Golín de la Senda, cercana a las anteriores pero en las proximidades de Parrillas, Cervines, y algunas otras propiedades de menor extensión, conforman el patrimonio de San Prudencio.

Son fincas adehesadas de considerable extensión donde se explota la ganadería extensiva, la leña, la caza y, uno de cada nueve años, se realiza la saca del corcho que alegra un poco más las arcas del benéfico instituto.

Portada del Asilo de San Prudencio

El patronato se rige por un patronato constituido por el alcalde de Talavera, el párroco de Santiago, y el párroco de Santa María, es decir la Colegial pero hoy, al no tener culto, recae la responsabilidad sobre el Vicario de Talavera. El más antiguo en el cargo de los tres es el Patrono Administrador al que auxilia un secretario.

En principio eran dos casas en la calle de Los Úbedas las destinadas a alojar el asilo, pero inconvenientes económicos y de espacio hicieron que se solicitara el antiguo convento de los jerónimos para su instalación, los agustinos, que entonces lo ocupaban tras la marcha de Talavera de los jesuítas, dejaron el edificio, permitiendo así que en 1913 se ubicara en el antiguo y poderoso Monasterio de Santa Catalina una institución tan talaverana como es San Prudencio.

Ha acogido y formado la institución a lo largo de su historia a más de 1300 niños que la recuerdan con nostalgia y agradecimiento para las monjas de San Vicente Paúl, a cargo de las cuales se dejó su atención. Alumnos que mantienen fuertes vínculos de amistad unidos en una viva asociación. Señalaremos en fin el protagonismo de San Prudencio como institución pionera en el deporte talaverano con la fundación de uno de los primeros clubs deportivos, el entrañable «SAMPRU».

Las dehesas de Velada de La Aliseda,Villabuena, La Grajera o Trujillanos son las propiedades del patronato de San Prudencio que financia la fundación

COBISA, CHOZAS Y TÓRTOLAS, DESPOBLADOS DE CALERA

COBISA, CHOZAS Y TÓRTOLAS, DESPOBLADOS DE CALERA

Plano de Calera y los pueblos circundantes en las Relaciones del Cardenal Lorenzana, elaborado por el párroco de la localidad.

Muchos de los pueblos actuales de nuestra comarca se formaron de otros núcleos de población hoy desparecidos. Hoy comenzamos una serie de entradas que iremos colgando sobre estos despoblados.

El primero de ellos es Chozas, que todavía permanece en el nombre de este municipio llamado Calera y Chozas. Se encontraba muy cerca de la carretera que discurre entre Velada y Calera y de él queda aún el nombre de una finca llamada así, Chozas y una fuente o pozo en la vega cercana.

Fuente de Cobisa

Su nombre se debe probablemente a lo precario de sus viviendas que en el siglo XVI describen de techo retamizo en la mitad de ellas. Por las relaciones de los siglos XVI y XVIII podemos decir que llegó a tener unos cuatrocientos habitantes.

Más significativo para este municipio es el Cristo de Chozas, la imagen más venerada en Calera que procede de la antigua iglesia del despoblado.

Cristo de Chozas

Como dicen las Relaciones del Cardenal Lorenzana en el siglo XVIII:

Tiene este lugar sola una parroquia y su advocación es San Pedro Apostol; tiene un anexo, que es el lugar de Chozas, a distancia de media legua hacia el norte, la advocacion de su iglesia es Santa María Magdalena, hay en ella una imagen de Jesuchristo con la cruz a cuestas, de estatura de dos varas de bulto, de un semblante y aspecto respetoso, muy milagroso; y cada día están experimentando los pueblos de la comarca beneficios de Su Majestad, por lo que de continuo vienen a dar las gracias al Santísimo Christo de Chozas (que esta es su advocación) tiene este anexo trece casas e incluye, con chicos y grandes, cuarenta y nueve personas.

Grandes bloques de cal y canto que formaron parte de la iglesia de Cobisa

El segundo despoblado del que vamos a hablar es Cobisa. Se encuentra al sur del casco urbano de Calera, como a dos kilómetros, muy cerca de la Vía Verde de la Jara. Se sitúa junto al arroyo y dehesa del mismo nombre y sí podemos observar todavía, aparte de los fragmentos de tejas y ladrillos habituales en los despoblados podemos ver en el entorno varios fragmentos grandes de los muros de cal y canto que ya en el siglo XVI dicen que son antiguos y que forman parte de dos viviendas del pueblo. También se encontró un mosaico junto al arroyo, por lo que no podemos descartar lo que dicen algunos, que se trata en realidad de la población romana de  Cusivis , Ya hay datos de Cobisa en documentos del siglo XIII, en tiempos de Alfonso VIII.

En el entorno se pueden ver algunos sillares en las casetas cercanas que curiosamente también dicen en la descripción del pueblo de las Relaciones de Felipe II que formaban parte de sus viviendas, por lo que es posible que  fueran reutilizadas de las construcciones romanas.

Sillares que probablemente pertenecieron a la iglesia de Cobisa

También queda en la zona más alta un muro completo de la construcción romana, que para mí serían los restos de una villa basilical romana o visigoda, pues hay constancia de haberse hallado  una placa decorada de esta época. Además, aunque seca, una fuente con su pilón habría abastecido a la desaparecida localidad.

Se habla de una ermita de Tórtolas y otra de San Blas, y de los molinos silos, entonces aceñas, que estaban en su demarcación.

Un personaje famoso de esta localidad fue fray Mateo de Cobisa, que desde esta aldea se fue a evangelizar nada menos que a los chinos de Taiwan.

Monumento a fray Mateo de Cobisa

Más abajo, también al oeste de la Vía Verde como el de Cobisa se encuentra Tórtolas, un paraje que más que un despoblado es un poblamiento antiguo de interés arqueológico, donde son abundantes los restos de curiosos silos subterráneos a los que probablemente debe su nombre el cercano paraje de Silos. También se hallan huellas de yacimientos romanos con alguna estela, sepulcros.

En su entorno había una ermita y fue también palacio de alguna casa noble después de pertenecer a la Colegial, como casa de recreo de los canónigos.

Tórtolas en término de Calera y Chozas

 

Ara romana en Tórtolas
Uno de los misteriosos silos de interés arqueológico en Tórtolasde Tórtolas

TIEMPOS MEJORES Y TIEMPOS PEORES EN TALAVERA A LO LARGO DE LA HISTORIA

Vista de Talavera de van der Wingaerde en el siglo XVI

TIEMPOS MEJORES, TIEMPOS PEORES

 

Talavera fue percibida desde hace siglos como una ciudad con futuro y así decía Pons en el siglo XVIII

“El territorio hasta Talavera es de más de una legua; y siendo vega muy llana, se podría regar parte de ella con las aguas del Alberche, que me parece vienen someras. Esto, me dijeron, se ha pensado varias veces, pero no se ha hecho. Logra esta villa …una situación tan ventajosa como ninguna otra de cuantas he visto. Está fundada en medio de la referida vega. Baña el Tajo sus murallas por el lado del mediodía, y en la situación es muy parecida a la ciudad de Córdoba.”

También Laborde a principios del XIX vislumbra las posibilidades de nuestra ciudad

“llanura descubierta, muy fértil, hermosa y alegre, y bajo un cielo bellísimo”

“Desde ella se distingue ya a Talavera en toda su extensión, formando con sus grandes edificios, torres y chapiteles, un grupo de diversas pirámides, cuyo golpe de vista agradable, da una idea de la opulencia de esta ciudad.»

“Su vega amena y deliciosa produce mucho trigo, vino, aceite, seda, hortalizas y legumbres, los pastos de sus dehesas mantienen mucho ganado lanar, vacuno y de cerda”.

Y hasta se felicita por el clima.

“El de Talavera es bellísimo, su cielo puro y sereno, los inviernos templados, las aguas muy buenas y los alimentos de sabrosa calidad; pero el verano es muy cálido

Y algunos como Barreiros comienzan a describir una Talavera ya pujante en 1548

“La tierra es buena comarca de pan, vino, miel, frutas y ganado. En ella hay mucha gente noble y rica, eclesiástica como secular y muchos hidalgos honrados…”

O cuando A. Jouvin en 1672 dice que es:

“un terreno semejante al paraíso terrenal…y la venta y el puente del Alberche, que se pasa sobre un puente de madera, un río grueso…, que desagua allí cerca en el Tajo, que sigue por un llano el más fértil de España, donde está Talavera de la Reina”

Aunque la descripción de una Talavera más importante es la que hace de la Tababyra musulmana Al-Idrisi hace mil años

Calle de San Francisco y Trinidad en en los años 20

“Talavera es una gran villa construida en la orilla del Tajo; el castillo está perfectamente fortificado y la villa es notable por su belleza, su extensión y la variedad de sus producciones. Los bazares son dignos de verse y las casas están agradablemente dispuestas; un gran número de molinos se elevan sobre las aguas del río. Capital de una provincia importante, Talavera está rodeada de campos fértiles. Sus barrios son hermosos y antiguos y se encuentran allí monumentos de remota antigüedad. Está situada a 70 millas de Toledo. La villa de Toledo, al oriente de Talavera, es una capital no menos importante”.

Nuestro novelista Céspedes y Meneses vive en esa otra Talavera rica del siglo XVI

 “Gente apacible agradable y cortesana, y en particular la noble, que es mucha, lucidísima y de las más calificadas casas de España”.

“una de las más amenas, alegres, abundantes y deleitosas poblaciones” donde la nobleza se entretiene en “caballos, toros, máscaras, sortijas, torneos y otros pasatiempos”.

El Tajo antes de que nos lo robaran

Y a estas talaveras boyantes podemos añadir esos años llenos de vida de finales de los 60 y principios de los 70 que la consagraron como la segunda ciudad de esta región en la que nos metieron con calzador, para luego olvidarse de nuestra existencia.

Pero también hubo tiempos peores, como la Talavera de después del destrozo de los franceses que hicieron correr el vino y el aceite por las calles o dinamitaron centenares de casas especialmente en el barrio de San Andrés. Talavera vio reducida en casi dos tercios su población, y además había visto poco antes como se cerraban las Reales Fábricas de Seda que daban empleo a tres mil personas en la comarca.

O la Talavera fea y pobre que ve Gerald Brenan cuando se tiene que quedar aquí en los años de la posguerra civil por una avería del tren (¿les suena?)

Lo que sí es cierto es que con la ayuda o sin la ayuda (que es lo habitual) de las administraciones y a pesar de la absoluta incapacidad de nuestros políticos volveremos a salir adelante. Seguro.

TALAVERA NO FUE COMUNERA

TALAVERA NO FUE COMUNERA

Desmantelamiento de la iglesia de San Pedro donde los talaveranos se reunieron y decidieron no sumarse al movimiento comunero

No eran buenas las relaciones de Talavera con la Ciudad Imperial en los tiempos de Carlos V. En 1518 se había intentado recuperar el antiguo obispado que había existido en Talavera durante la época visigoda. La extensión del obispado de Toledo era excesiva y se pretendió crear uno en Talavera, pero en Toledo “pusieron tantas pegas que hubieron de desistir” aunque el papa León X había otorgado una bula para que se crearan sendos obispados en Madrid y Talavera. Los arzobispos toledanos se ocupaban poco de los asuntos de la villa y el concejo era en la práctica el que detentaba el poder. Como refieren las crónicas de la época, sólo se iba a Toledo cuando era estrictamente necesario y se podía obtener algún beneficio, pero en asuntos eclesiásticos se acudía directamente al Papa y en temas de administración se iba directamente al Rey.

Blasón de los Maldonado en la casa de los Maldonado en Salamanca. Fue construida por Rodrigo Arias Maldonado, el doctor Talavera, procedente de nuestra ciudad

En ese contexto, en nuestra ciudad dominaba además la alta nobleza, adicta al Emperador, mientras que en Toledo tomaban cada vez más fuerza la baja nobleza, el clero y los artesanos. En Talavera tenían además una gran preponderancia los nobles de los señoríos vecinos que en muchos casos tenían casa en nuestra villa y participaban del gobierno de la misma.

Sin embargo, una de esas poderosas familias, la de los Maldonado, aunque de origen talaverano, estaba asentada en Salamanca y tuvo un importante papel en el levantamiento, poniéndose del lado de los comuneros y siendo uno de sus tres famosos líderes, Padilla, Bravo y el propio Maldonado, nieto del doctor Talavera.

La capilla de Talavera en la catedral vieja de Salamanca, donde se conservan los restos del doctor Talavera, abuelo del comunero Maldonado. En la capilla de Santa bárbara hay azulejería talaverana.

El último arzobispo de Toledo, el cardenal Croy, había fallecido y gobernaba temporalmente el arzobispado don Francisco de Mendoza. Pero el obispo rebelde Antonio de Acuña, alineado con los sublevados, se apoderó del gobierno de la sede toledana, viéndose el gobernador legítimo obligado a huir a Talavera que ya se había mostrado contraria a la revolución comunera.

La ciudad de Toledo adherida al movimiento de las Comunidades solicitó hermandad a Talavera. El pueblo se reunió en la iglesia de San Pedro donde fue leída la carta, pero uno de los presentes llamado Juan García de Cuerva levantó la voz diciendo: “Señores, buen rey tenemos y estamos como nos estamos”. Fue aclamado por los asistentes, negándose así la ayuda solicitada por el Toledo sublevado.

En enero de 1521 el ayuntamiento de Talavera comienza a prepararse para su defensa ante posibles ataques del bando comunero. Se trasladan las armas del concejo a la torre de la iglesia de San Pedro y, aunque no se reparten gratuitamente armas al vecindario, sí que se ponen en venta, destinando los beneficios obtenidos a reforzar las defensas de las puertas y murallas. En Febrero se cierran esas puertas y se niega el envío de hombres armados en ayuda de los sublevados de Toledo. En Marzo se rechaza que se autoproclame arzobispo de Toledo el obispo de Zamora, Antonio de Acuña, que hubiera sido por tanto señor de Talavera. Es tanta la oposición que incluso por parte de la iglesia talaverana en boca del deán de la Colegial se amenaza con que si viniera a Talavera e intentara acceder a la Colegial “entrando por una puerta todos los canónigos y yo saldríamos por la otra”.

Ejecución de los comuneros Padilla, Bravo y Maldonado

La ciudad se apresta para la lucha, se compra pólvora y plomo y se preparan moldes para la munición. Se ordena a tres alarifes que reconozcan las murallas por si hay que hacer reparaciones y se ponen guardas en las puertas. El autoproclamado arzobispo intenta atraerse la fidelidad de Talavera, pero reunido el pueblo se rechaza nuevamente unirse a él, aunque antes había amenazado con declarar a los que se le opusieran enemigos de la república. Siguen los preparativos tomando fondos del Rey y de la Iglesia por orden de Juan de Ayala y se encargan miles de saetas.

Carlos I agradece desde Worms la fidelidad de Talavera hacia él. Nuestra ciudad nunca fue comunera, pero tampoco fue agradecido por ello el Emperador.

El obispo García de Loaysa fue confesor del emperador Carlos V y fundador del convento de Santo Domingo de Talavera, donde se halla su sepulcro

La capilla de San Salvador (también llamada de Talavera) es la más antigua de todo el claustro de la catedral vieja de Salamanca. Cubierta por una cúpula octogonal con 16 columnas cruzadas denota una clara influencia islámica (siglo XII). Presidiendo la capilla se encuentra un retablo, pieza del siglo XVI de gran valor del que es titular la Virgen.

A principios de dicha centuria Rodrigo Arias Maldonado, natural de Talavera, catedrático y rector de la Universidad cuyo sepulcro y el de su esposa se encuentran en el centro de la capilla.  logró restaurar en ella la liturgia en rito hispano-mozárabe.  A su nieto Francisco Maldonado, comunero de Castilla, pertenecía el pendón que aquí se conserva.

ESTANCIAS REALES EN TALAVERA (y 2)

ESTANCIAS REALES EN TALAVERA (y 2)

Escudo de los Reyes Católicos que actualmente se halla en la Basílica del Prado y que se trajo aquí desde la cárcel de la Santa Hermandad real y Vieja de Talavera en la puerta de Zamora

También camino de Guadalupe y de Andalucía visitan Talavera en varias ocasiones los Reyes Católicos. Estos y otros monarcas solían en general tomar el camino viejo de Guadalupe, por Puente del Arzobispo, Villar del Pedroso, Puerto de Arrebatacapas y Hospital del Obispo. Durante una de las estancias llegan cartas de unos moros de Granada de la tribu de los abencerrajes que querían hacerse cristianos. Según algunos, viajaron a Talavera donde fueron bautizados.

Vista la magnificencia de las fiestas de Mondas en Talavera, quieren los reyes que los fondos que se obtienen en la ermita y en las corridas de toros pasen a engrosar los fondos destinados a la guerra de Granada pero se opone fray Hernando de Talavera aduciendo que esas cantidades están destinadas al culto de la Virgen.

Los problemas sucesorios de los comienzos del reinado de Isabel hace que pase hacia Extremadura en varias ocasiones para conocer la situación y establecer las alianzas necesarias. Durante una de sus estancias, la reina ordenó que se embargaran las rentas del arzobispo de Toledo y un capitán de su confianza tomó Talavera por la noche para evitar que la ciudad, que estaba bajo el señorío de los arzobispos toledanos, se pasara al campo enemigo. En la primavera de 1477 pasa la reina camino de Guadalupe. Los dos monarcas vuelven en el otoño de 1482 a la ida y a la vuelta de otro viaje a Guadalupe, monasterio donde construyeron un palacio que la reina denominaba “mi paraíso”.

Palacio de los Condes de la Oliva, donde se alojaron algunos reyes de paso por nuestra ciudad

Vuelven en la primavera de 1502 para recibir a su hija Juana y a su marido Felipe el Hermoso con los que se encuentran en Cebolla. Felipe duerme en Talavera ese mismo verano y el rey Fernando vuelve a pasar por aquí camino de Andalucía para supervisar la armada.

Durante otra de las estancias de la reina en Talavera intentan llevarse el Santísimo de la iglesia de la Trinidad, que entonces se encontraba a las afueras de la villa y un tanto aislada. Como quiera que en el barrio hay gran número de residentes mudéjares y judíos, doña Isabel, pensando en protegerlo, pide a los escribanos de la villa que velan el Santísimo en la iglesia de Santiago, que lo hagan a partir de entonces en la del monasterio de la Trinidad para darle más seguridad.

Fernando el Católico pasa también, ya viudo de doña Isabel por Talavera camino de Andalucía donde va a pasar revista a la flota. En su último viaje ya en 1515 descansa don Fernando en Talavera antes de viajar a Extremadura donde muere en el pueblecito de Madrigalejo, según algunos a causa de un brebaje compuesto de testículos de toro y ciertas hierbas con el que sus médicos intentaban aumentar su potencia sexual.

El emperador Carlos I pasó y pernoctó en varias ocasiones en Talavera, también camino de Extremadura y Guadalupe, de donde volvió atravesando la Jara hoy adscrita a la comunidad extremeña, por el pueblo jareño de Garvín donde parece que fue huésped de la familia Duque de Estrada, en la torre que allí poseían.

Felipe II consideró a la ermita de la Virgen del Prado como la «Reina de las ermitas»

Felipe II pasa en varias ocasiones por Talavera y durante todas ellas se hospeda en el monasterio de los jerónimos, su orden predilecta. Como su padre y sus abuelos, va de paso para Guadalupe donde en 1570 agradecerá a la Virgen de Las Villuercas su victoria sobre los moriscos sublevados. Seis años más tarde se reúne en el monasterio con su sobrino el rey de Portugal don Sebastián, que le intenta convencer de que se sume a su empresa en África en la que acabará perdiendo la vida.

También pasa el rey Prudente hacia Portugal con su cuarta esposa Ana de Austria, precisamente a tomar posesión del reino de Portugal que le correspondía por herencia dinástica a la muerte de su sobrino. La reina morirá en Badajoz y su cadáver volverá a pasar por Talavera camino de Madrid, como sucedió con los restos de la hija de Juana la Loca, doña Leonor, casada con Francisco I de Francia y muerta en Talavera la Real.

Panel de azulejos que representa el escudo real de Carlos II, pues el el monarca en la fecha que aparece de 1674. No sería por tanto como se ha dicho en ocasiones el de Felipe V que visitó el alfar de Mansilla

María Luisa de Saboya acude a esperar a su esposo Felipe V a la vuelta de sus campañas victoriosas en Portugal durante la Guerra de Sucesión. La reina visita el alfar de Mansilla quien la agasaja tan generosamente que le hace hidalgo. La situación bélica hace que el rey pernocte en Talavera en otras ocasiones. Con su segunda esposa y acompañado del que sería Fernando VI pasa años más tarde para que el infante contraiga matrimonio con la princesa portuguesa doña Bárbara de Braganza. El matrimonio es doble pues la infanta María Ana se casará también con el futuro rey de Portugal José I.

También pasa el infante don Luis que luego viviría en Velada y Arenas de San Pedro desterrado de la corte por su hermanastro Carlos III. Años más tarde María Ana reina viuda de Portugal volvería a pasar por Talavera a visitar a su hermano Carlos.

También pasa Carlos IV por Talavera camino de la guerra con Portugal y en otra ocasión para cazar en Arenas de San Pedro visitando el palacio de Velada, donde vivió su tío el infante don Luis.

Fernando VII desterró a Portugal a su hermano don Carlos que pasó de camino también por Talavera. aunque se prohibió que se les hicieran agasajos.

Palacio de Villatoya donde pernoctaron algunos de los monarcas de paso porTalavera

Los reyes suelen dormir a su paso en los monasterios o en las casas y palacios de los nobles como las de los condes de la Oliva, los marqueses de Villatoya o en las casas de don Manuel Cerdán. Se les salía a recibir al paraje del Olivón, un gran árbol situado junto al arroyo Cordera. Cuando venían de Portugal se les recibía en el arroyo de Bárrago. Corridas de toros, arcos florales, trucos de tramoya, fuegos artificiales, cañas y torneos danzas, misas solemnes y besamanos son los actos más frecuentes que se realizan en honor de los reyes. Esto supone además otros gastos que debe hacer el Concejo para arreglar los caminos y el puente del Alberche

ESTANCIAS REALES EN TALAVERA (1)

ESTANCIAS REALES EN TALAVERA (1)

Encuentro de Tarik y Muza

Tarik y Muza, conquistadores musulmanes de España, tuvieron su encuentro en Talavera, y también sabemos que Abderramán III mandó fortificar sus murallas y construir la alcazaba, en la que tantos reyes pernoctarían. Almanzor destruye y saquea Talavera en su expedición y  descansa en el verano del año 997 en nuestra alcazaba durante sus correrías bélicas por Castilla, a su vuelta hacia Córdoba. Yarya Mamún, rey del taifa toledano, se refugia en Talavera cuando es atacado su reino por el rey de moro de Zaragoza, y desde aquí pide ayuda al rey cristiano Fernando I declarándose su vasallo.

El rey astur-leonés don García hace en 911 una incursión en Talavera quemando sus arrabales. Ramiro II también llega hasta Talabayra para enfrentarse a los ejércitos del califa.

En esta vista parcial del dibujo de Van der Wingaerde se ve el alcázar talaverano, donde se alojaban en ocasiones los reyes a su paso por Talavera

Alfonso VI conquista con sus tropas cristianas la ciudad en 1083 y luego debe volver en varias ocasiones al mando de sus ejércitos para enfrentarse a los árabes que intentan recuperar su Talabayra. Lo mismo sucedía con Alfonso VII que gustaba de pasar temporadas residiendo en su Alcázar y cazaba descansando de sus campañas contra los moros. Dicen las crónicas que incluso llegó él mismo en 1152 a presenciar el amojonamiento de los términos de Talavera para trazar las fronteras con señoríos y ciudades colindantes.

Alfonso VIII en su defensa contra los ataques de los benimerines anduvo por las tierras talaveranas y asentó sus tropas cerca de Castillo de Bayuela en un paraje donde luego se asentaría un pueblo que precisamente por esta circunstancia se llamaría El Real de San Vicente. Antes de la batalla de Las Navas de Tolosa en 1212, viene a Talavera Alfonso VIII en demanda de tropas para su lucha contra los moros, los talaveranos piden al arzobispo que la iglesia mayor se haga colegial.

Prados en el entorno de El Real de San Vicente, donde se alojó el ejército de Alfonso VIII

Por diferentes privilegios y cartas firmados en nuestra villa sabemos que Enrique I estuvo en Talavera en 1217. Sancho IV visita Talavera al menos una vez, pero es para destruir los arrabales donde residían los caballeros castellanos que apoyaban a Alfonso X, su padre, en la guerra que ambos mantuvieron.

Alfonso XI da a Talavera en arras a la reina doña María de Portugal cuando se desposa con ella. La Reina pasa aquí algunas temporadas y manda degollar a la favorita de su marido en su alcázar.

El Rey también pasa en ocasiones por nuestra ciudad y en 1329, estando por la comarca, un bandido talaverano llamado Egas Paes se encuentra en Santa Olalla y el rey con sus tropas sale a su encuentro. Se esconden en la galería de un pozo, pero los encuentran y el cabecilla y sus veinticinco hombres son degollados.

Representación de Alfonso XI

El hijo de la influyente y desgraciada mujer, el rey Enrique de Trastamara, pasa en Talavera bastante tiempo durante las guerras contra su hermanastro Pedro I, que también ocupa la ciudad en otros periodos de la confrontación. Tal vez imitando a su padre Alfonso XI, en un gesto simbólico para legitimar su reinado, también Enrique regala la villa de Talavera a su esposa doña Juana Manuela, hija del noble magnate y escritor del mismo nombre.

Juan I permanece con su ejército en Talavera antes de iniciar la guerra con Portugal para conseguir el derecho de su esposa Beatriz al trono de ese reino por ser hija del fallecido monarca portugués. En 1385 pasa otras temporadas en el alcázar en compañía del talaverano arzobispo Tenorio y aquí tiene noticia de que Perafán de Rivera, luego señor de Valdepusa, dominaba el estuario del Tajo en Lisboa. En 1390 vienen su mujer y sus hijos Enrique, el heredero, y Fernando. En nuestra ciudad reciben la noticia de la muerte de Juan I en un accidente con su caballo. El arzobispo Tenorio tiene gran influencia en la época y mantiene con el maestre de Alcántara una alianza contra el arzobispo de Compostela en las luchas internas por el poder durante la regencia. Pero siendo ya monarca Enrique III sigue teniendo influencia con él, que también pasa en su compañía largas temporadas en el alcázar talaverano durante el año 1397 y desde aquí envía cartas al rey de Francia sobre el cisma de la iglesia.

Doña María de Portugal que dio apellido a Talavera en un monumeto de la ciudad.

Juan II tiene durante su reinado varias estancias en Talavera, la primera cuando en compañía de Don Álvaro de Luna huye de nuestra ciudad y del infante don Enrique que le tiene secuestrado. Durante las luchas con los partidarios de su hijo, Enrique IV vuelve a entrar en nuestra ciudad después de conseguir que el señor Oropesa, de la otra facción, abandonara Talavera. Enrique IV visita también en repetidas ocasiones nuestra ciudad, sobre todo cuando viaja a su querido monasterio de Guadalupe, donde más tarde reposarían sus restos.

Enrique IV el Impotente

TIERRAS DE TALAVERA, HISTORIA DE UNA IDENTIDAD (6) LA «REGIÓN TALAVERANA» Y SUS CÍRCULOS DE INFLUENCIA

TIERRAS DE TALAVERA, HISTORIA DE UNA IDENTIDAD (6)

LA «REGIÓN TALAVERANA» Y SUS CÍRCULOS DE INFLUENCIA

Postal de los años 70 con el Tajo todavía limpio

Podemos en definitiva asegurar que, con grandes dificultades sobrevenidas de la marginación histórica de la ciudad, de la anacrónica división provincial y la caprichosa y perjudicial estructura autonómica condicionada por sus fronteras antinaturales, las Tierras de Talavera vienen manteniendo una unidad geográfica en la que se pueden apreciar varios círculos de influencia de intensidad decreciente según nos alejamos de la propia ciudad.

Llanos de Alcolea de Tajo con Gredos al fondo

El primer círculo estaría compuesto por la parte de las antiguas tierras que actualmente se incluyen en el territorio de Castilla-La Mancha. Estarían aquí incluidas por tanto las comarcas de La Jara, salvo la parte extremeña, la Sierra de San Vicente, El Berrocal, El Alcor, la Campana de Oropesa y las cuatro Villas ribereñas del Tajo (Alcolea, Puente del Arzobispo, Valdeverdeja, El Torrico). Por el este, el Horcajo de Santa María, Valdepusa, que fue segregada en el siglo XIV de La Jara, y otras localidades históricamente no vinculadas a Talavera como Santa Olalla o El Casar de Escalona, Carriches, Erustes o Mesegar, entre otros, que por su proximidad están dentro del área más cercana.

Esta unión de las poblaciones del primer círculo con su cabecera es muy fuerte con una actividad comercial y administrativa intensa que se aprecia en los dos sentidos, además de una vinculación humana que hace raro que cualquier habitante de la zona no tenga familiares o propiedades en Talavera. Incluso se está produciendo el hecho de que por la carestía de la vivienda muchos talaveranos están comenzando a desplazarse a los pueblos más cercanos para domiciliarse en ellos.

Paisaje en La Jara Alta

El segundo círculo de influencia abarca zonas que, aunque históricamente han estado unidas a otras provincias, sus condicionantes geográficos son tan significativos que por fuerza las relaciones con Talavera han de ser intensas, a pesar de que administrativamente no estén incluidas en la misma provincia ni en la misma comunidad autónoma. Me refiero concretamente a las poblaciones del Valle del Tiétar que para acudir a Ávila precisan pasar dos puertos muchas veces nevados y con carreteras de montaña. Sus habitantes acuden con muchísima frecuencia al hospital de Talavera o a la medicina privada de la ciudad de forma que las autoridades sanitarias de las dos castillas se han visto obligadas a firmar un acuerdo para que los vecinos del valle del Tiétar sean atendidos en Talavera no sólo en las urgencias. Pocos son los que van a Ávila para adquirir equipamientos, tanto por las dificultades de comunicación como por la mayor oferta de nuestra ciudad. Otro vínculo importante es el que en dirección contraria se produce cuando los talaveranos adquieren su vivienda de recreo en la sierra de Gredos o simplemente utilizan sus bosques y gargantas como lugares para disfrutar el tiempo libre durante los fines de semana.

El río Tajo a su paso por Aldeanueva de Barbarroya

También podemos incluir en este segundo círculo de influencia a los pueblos de la Vera Alta, es decir Madrigal, Villanueva y Valverde de la Vera, que por su proximidad geográfica tienen similares circunstancias que los pueblos del valle del Tiétar abulense. Además, muchos de sus habitantes formaron parte de los colonos que vinieron a las vegas talaveranas para cultivar sus regadíos y es raro el “verato” que no tiene algún familiar en nuestra ciudad.

Por otra parte, las localidades jareñas que fueron incluidas arbitrariamente en la provincia de Cáceres, habiendo pertenecido geográfica e históricamente a Talavera, siguen manteniendo fuertes lazos de unión con Talavera. Me refiero a Villar del Pedroso, Valdelacasa, Peraleda de San Román, Garvín, Navatrasierra o Alía, que siguen abasteciéndose comercialmente de Talavera y mantienen estrechos vínculos humanos con sus habitantes. El pueblo jareño de Anchuras de los Montes, aunque esté actualmente en la provincia de Ciudad Real, debemos incluirle en el primer círculo de influencia simplemente por cuestiones geográficas evidentes.

El Baldío o llanos de Velada

El tercer círculo de influencia comprende a localidades más distantes, pero que en realidad también se encuentran muy alejadas de otras ciudades de referencia, o éstas son pequeñas poblaciones con pocos servicios y escaso potencial comercial. Me refiero por ejemplo a los pueblos de Campo Arañuelo que, aunque tienen por capital comarcal a Navalmoral de la Mata, se desplazan a Talavera para muchas de sus transacciones, al igual que sucede con las poblaciones del valle del Río Ibor incluyendo a Guadalupe. Parecida circunstancia se da en los pueblos del señorío de La Puebla de Alcocer y Herrera del Duque, con los antiguos pueblos jareños de Castilblanco y Valdecaballeros, además de muchas localidades de la llamada Siberia Extremeña. La Vera Baja ya se encuentra más unida a Plasencia y a Navalmoral, pero mantiene una relación comercial muy fuerte con Talavera.

Como dice Jiménez de Gregorio, el territorio de nuestra ciudad es por tanto una región, en el sentido geográfico estricto del término, ya que está formada por diferentes comarcas y subcomarcas que, aunque tienen sus pequeñas capitales de referencia como Arenas de San Pedro, Belvís de la Jara, Los Navalmorales, Castillo de Bayuela, Oropesa etc… mantienen una inequívoca unión con esa ciudad a la que ellos mismos llaman “el pozo” por considerar irónicamente que es el lugar donde van a parar los frutos económicos de todas ellas.

El embalse de Guadyerbas

Talavera necesita a su comarca y los pueblos necesitan a esa ciudad cuyas calles conocen como si fueran las suyas y por eso, el día de Mondas, cuando el alcalde de Talavera se intercambia en la basílica del Prado el bastón de mando con los alcaldes de los pueblos de las Tierras de Talavera es un día sumamente simbólico, en el cual se representa la unión de todos los habitantes de la que Cervantes denominó “la mejor tierra de castilla”.

El bosque mediterráneo en los montes de La Jara