Villarejo del Valle es una de las cinco villas que pueblan «Barranco» del que Mombeltrán era capital como alfoz medieval.
Al este de la población y muy cerca de la carretera se erigió entre los siglos XV y XVI una pintoresca ermita de pequeñas dimensiones pero que guarda un pequeño tesoro de azulejería talaverana del siglo XVI.
Sabemos de la devoción que se tenía en la Edad media a este Santo cuya orden cuidaba de los enfermos del «ignis sacer» el fuego sagrado, llamado así por producirse un enrojecimiento de los afectados por la frecuente intoxicación en la época con el cornezuelo del centeno. Es un santo con San Sebastián y San Roque a los que se erigían ermitas a la entrada de los pueblos para proteger de determinadas enfermedades a sus habitantes.
La ermita es de planta cuadrada erigida con sillares de granito y con tejado a cuatro aguas que está adornada con un gracioso pórtico sobre dos columnas en la entrada que se abre al lado oeste de la misma. Una cruz de hierro corona el tejado.
Su interior se cubre con bóveda de cañón y el muro oriental tiene adosado un altar cubierto de azulejería en su frontal, así como el muro que también se haya cubierto de azulejos.
El altar consta de azulejos de repetición con diferentes motivos, que han sido evidentemente recolocados y en el cento se sitúa la imagen de San Antonio con el báculo que simboliza su autoridad como abad y una curiosa barba rematada en tirabuzones que cubre su rostro.
En el retablillo se reproduce la crucifixión de Cristo con los dos ladrones y la Virgen a los pies de la cruz. A ambos lados se ha dibujado sobre los azulejos a la luna y al sol. Los dos astros se representan con frecuencia junto al crucificado y hay numerosas teorías sobre su significado, desde la representación de la «Jerusalén Celeste» hasta la simbología del antiguo y el nuevo testamento o simplemente reminiscencias de cultos paganos al sol que llegaron a nosotros a través de los romanos por la relación del cristianismo con el culto de Mitra y otras religiones paganas. En el remate superior del retablo se representa la imagen de Dios Padre.
Es cerámica del siglo XVI de considerable calidad y no sería de extrañar que el autor coincidiera con alguno de los que hicieron los paneles de la Vida de la Virgen en la basílica del Prado de Talavera.
Esta santa nació a las faldas del volcán Etna, en la Catania de Sicilia. Su martirio sucedió como tantos otros durante el gobierno de Decio en el siglo III. El prefecto que gobernaba la isla de nombre Quintiliano, atraído por la gran belleza y la riqueza de la joven, que ya desde niña había hecho voto de castidad, intentó seducirla, pero, al resistirse la muchacha a tener relaciones con él, la encerró en un lupanar. Lo regentaba una mujer llamada Afrodisia y la santa se vio obligada a convivir con nueve prostitutas, aunque milagrosamente la mártir consiguió mantener su virginidad, al igual que santa Inés en una situación parecida. Como la santa se mantiene casta, el pretor ordena someter a Águeda a martirio dándole tormento en el potro primero y atándola luego a un poste y arrancándola los senos con unas tenazas.
Durante la noche recibe en su mazmorra la visita de San Pedro precedido de un niño con un farol. El apóstol cura sus heridas, quedando sus pechos en mejor estado que antes de ser martirizada. Como todavía seguía con vida, fue llevada de nuevo ante un tribunal que la condenó primero a ser lanzada a un suelo lleno de fragmentos de vidrio, la introdujeron después en una caja metálica con púas y por último fue quemada sobre unos carbones encendidos hasta que murió gritando de alegría y dando gracias a Dios por su martirio.
Es curiosa la descripción de la muerte de Quintiliano según “La Leyenda Dorada”. Cuando va a examinar las riquezas de la santa para confiscarlas, se desbocan los caballos de su carruaje y cae a sus pezuñas, mordiéndole uno de ellos y dándole el otro una coz tan fuerte que lo lanzó a un río cercano y desapareció para siempre.
En Catania dicen conservar sus restos y su velo que ante la amenaza de erupción ha sido sacado en otras ocasiones en procesión alrededor del Etna. La muerte de la joven fue acompañada de terremotos y en el año de su aniversario se produjo una erupción del volcán, pero los habitantes de la región consiguieron salvar su vida gracias a una procesión con el velo de Águeda que desvió la corriente de lava.
Es por ello protectora contra volcanes y terremotos, y por extensión contra el fuego, el rayo y la tormenta. Es curioso constatar por ello que en Montesclaros, donde se celebra su fiesta el día cinco de enero, se hacen hogueras en las puertas de las casas, aunque al igual que en otros lugares este elemento del fuego es frecuente en muchas de las fiestas invernales, que en muchos casos suelen tener en sus ritos un origen pagano que más tarde fue cristianizado. Las fiestas de Santa Águeda tienen en muchos pueblos a las mujeres como protagonistas, tomando el mando de manera simbólica, por lo que se han relacionado sus fiestas con las de las antiguas matronalia romanas.
La santa siciliana, al igual que Santa Catalina, era de sangre noble, por lo que se la suele caracterizar ricamente vestida con la túnica talar de las nobles y la cabeza descubierta como las doncellas. Sus atributos más frecuentes, además de la palma del martirio, son los dos pechos sobre una bandeja, como en la representación de azulejos de la ermita de la Virgen de Gracia de Velada, donde aparece en uno de los retablillos laterales del siglo XVII. Las figuras son tan esbeltas que algunos han querido identificar a su autor con algún pintor del taller de El Greco. Más raro es que aparezcan otros elementos como unas tijeras con los pechos cortados, carbón incandescente, una antorcha como símbolo del fuego o el unicornio simbolizando a la virginidad.
Por supuesto, según las tradiciones populares, la santa ha sido considerada la protectora contra las enfermedades del pecho, aunque también es benéfica contra las quemaduras y la desgracia en general.
*Basílica de Nuestra Señora del Prado. Talavera de la Reina. Siglo XVII. Policromía. Enmarcado en cenefa de glifos y motivos renacentistas. La Virgen está ante un escritorio con un libro en el que según San Bernardo estaría leyendo la profecía de Isaías (7: 14): “La joven está encinta y dará a luz un hijo”, y para otros, como Alberto Magno, simboliza que María es la maestra de las siete artes liberales.
SAN GABRIEL
Es el tercer arcángel del que conocemos el nombre y como San Miguel o San Rafael tiene antecedentes en las religiones antiguas. Es aceptado por los hebreos y también por los musulmanes, que lo consideran el ángel que trasmitió el Corán a Mahoma. Una leyenda babilónica dice que estuvo temporalmente castigado por no haber seguido exactamente la misión encomendada por Dios. Aunque no se expresa explícitamente el nombre del ángel que se apareció a la madre de Sansón para anunciarle el nacimiento de éste, se le ha identificado tradicionalmente con San Gabriel, que también anuncia a Daniel el nacimiento del Mesías en un plazo de setenta años. En los textos apócrifos hay numerosas alusiones a él y tiene además la función de ángel guardián como San Miguel, por lo que en ocasiones podemos verle en las puertas de las iglesias como símbolo protector contra los demonios.
En el Nuevo Testamento aparece en varios pasajes y se le ha identificado tradicionalmente como el ángel que, por ejemplo, anuncia a los pastores el nacimiento de Jesús o se le ha considerado que es el ángel que anuncia la resurrección de Cristo, o el que trasmite por tanto a los hombres la voluntad de Dios.
*Convento de la Encarnación de las madres bernardas. Talavera de la Reina. Siglo XVII-XVIII. Policromía. San Gabriel sobre nubes sostiene el cetro mientras mantiene la mano derecha levantada.
Además de las anteriores, dos son las escenas en que aparece más representado en el arte cristiano. La primera es la de la anunciación a Zacarías de que iba a tener un hijo, el que sería San Juan Bautista, aunque al no creerle quedó mudo hasta su nacimiento. La segunda escena y la más abundante es la de la Anunciación a la Virgen del nacimiento de Jesucristo. En ella aparece María de pie o sentada, a veces con el cesto de la costura, y el ángel entre nubes con el dedo índice levantado. También suele verse a la paloma del Espíritu Santo o a Dios Padre en el cielo
*Ermita de la Virgen del Puerto de Plasencia. Siglo XX. Policromía.
San Gabriel La escena está pintada en tonos manganeso y pertenece a una representación de la Anunciación. Siglo XX. Mano levantada en actitud de bendición y arquitecturas en el fondo. Ruiz de Luna
San Gabriel suele aparecer vestido con túnica larga y ceñida, y a veces con manto. Se le caracteriza como un joven imberbe de cabello largo y rubio y, a partir del siglo XV, ceñido con una diadema. Casi siempre su dedo índice está levantado en actitud de hablar y lleva el palo del mensajero o una palma. Su atributo más característico es la azucena, la flor que simboliza la pureza de la Virgen María que es sostenida por San Gabriel o está en un jarro en medio de la escena. También aparece en muchas ocasiones la cinta o filacteria en la que se pueden leer las primeras palabras del Ave María. En la escena de la Anunciación, el ángel está casi siempre de pie pero a partir del renacimiento suele representarse de rodillas o descendiendo del cielo.
*Museo Ruiz de Luna. Policromía. Siglo XVI.
Forma parte de una escena de la Anunciación con el dedo índice levantado en señal de su anuncio, con la filacteria en la que se lee el Ave María. Viste túnica y manto y presenta larga melena rubia.
*Iglesia de Garciaz. Policromía. Siglo XVI.
Forma parte de una escena de la Anunciación con el dedo índice levantado en señal de anuncio, con la filacteria en la que se lee el Ave María. Melena rubia y alas amarillas. Se apoya sobre nubes de formas espirales como Dios Padre en la parte superior.
El alcornoque es una especie arbórea que precisa de algo más humedad que la encina y de terrenos preferentemente silíceos. Es por ello que en nuestra región se puede encontrar en las zonas donde el clima extremado continental mesetario se suaviza por la influencia atlántica como es el caso de nuestra comarca.
Casi 20.000 hectáreas se dedican a su aprovechamiento con una producción importante que podrían ser mucho mayores si, como sucede con muchas otras de nuestras materias primas, las plusvalías generadas por su manufacturación no se quedaran en otras regiones. En efecto, las industrias corcheras de Talavera o Velada por ejemplo, se limitan a seleccionar, cortar, cocer y embalar las planchas de corcho para que sea en Cataluña, en la mayor parte de los casos, donde se transforman en la industria taponera, de aislantes o de las nuevas artesanías industriales del corcho, que fabrican desde carteras hasta faldas de este material natural y cada día con mayor demanda.
Un material de gran calidad con infinitas posibilidades pero que ya fue conocido por nuestros artesanos que lo trabajaron desde un punto de vista principalmente utilitario pero también estético en los casos de artesanía pastoril que luego comentaremos.
Cuando llegaba la canícula en las dehesas de Velada y Oropesa, en las umbrías de la Sierra de San Vicente o la Jara Alta, las cuadrillas salían
a la saca del corcho, labor por la que se despega la corteza del alcornoque. Se hacía el trabajo durante las horas más calurosas del día y los meses más calurosos, «desde San Pedro», que era el tiempo más adecuado para esta actividad, y de hecho, era necesaria la presencia de un trabajador exclusivamente dedicado a suministrar agua para evitar la deshidratación de los operarios, el aguador, que a veces también ayudaba al ranchero, que era el corchero al que se encomendaba el aprovisionamiento de leña, manteniendo el fuego y los pucheros individuales de las más de veinte personas que componían estas cuadrillas, además de cuidar de la intendencia general del campamento encargando a un ordinario que se acercara al pueblo a por los encargos y suministros.
Los corcheros dormían en las mismas dehesas en los campamentos que en forma cónica se hacían con palos y ramaje alrededor de un alcornoque, aunque a veces dormían en media caña de corcho colgada de una rama a modo de litera. No descansaban ni siquiera los domingos y solamente acudían al pueblo en la Virgen de agosto, San Roque, Santiago y Santa Ana. El jabón casero, un peine, la navaja, una manta y algunas viandas era el modesto ajuar del corchero.
El accidente de trabajo más frecuente era la picadura de los escorpiones que se escondían en los recovecos de la corteza, y se utilizaba para aliviar el dolor un curioso remedio» homeopático» el aceite de alacranes, que se obtenía de freír casi hasta la carbonización un número impar de escorpiones en aceite de oliva, para luego utilizar este mejunje masajeando la zona afectada.
Ser taponero era sinónimo de ser corchero «de fábrica». Utilizaban el cuchillo curvo de corchero para recortar las piezas y deben su nombre a que completaban sus jornales con la elaboración casera a destajo de tapones. El escogedor elegía y agrupaba las piezas según su calidad y características que sería largo de describir aquí.
SANTUARIOS DE LA CERÁMICA EN LA COMARCA (4): EL CASAR DE TALAVERA
El Casar de Talavera, Ayuntamiento de Talavera de la Reina
La pequeña iglesia parroquial del Casar de Talavera es un templo fabricado en mampostería con sillería en esquinas y vanos que está rematada por graciosa espadaña de ladrillo.
Es construcción del siglo XVI y guarda en su interior dos altares laterales ornamentados con paneles de cerámica talaverana también del siglo XVI que representan a varios santos. Los azulejos han sido en parte removidos y recolocados pero presentan magníficas representaciones enmarcadas en decoración de ferroneríe o cenefas renacentistas clásicas de repetición.
Es de interés la visita al templo no solo por la cerámica sino también por su artesonado mudéjar, algunas imágenes, especialmente un Cristo con la pintura deteriorada y una pila bautismal blasonada de granito entre otros atractivos.
Parece que algunos de los paneles cerámicos fueron traídos de la desaparecida ermita de San Roque que se encontraba a la entrada del pueblo viniendo desde Talavera.
En el retablo cerámico del lado del evangelio se puede ver una magnífica flagelación de Cristo y sobre ella el martirio de tres personajes con una prensa que oprime sus cabezas. Podríamos pensar que son los Santos Mártires Vicente, Sabina y Cristeta, pues sufrieron ese tormento, pero las tres figuras son de cuerpos masculinos. A los lados del retablo paneles de San Cristóbal y San Sebastián. En el frontal del altar y enmarcados en ferroneríes, San Miguel, San Bartolomé y San Pedro. En otros medallones que decoran los paneles se representan santos como San Francisco, María Magdalena, Santa Catalina o Santa Lucía, y otros. La decoración de los azulejos de repetición es muy variada, como ferroneríes, diseños renacentistas y otros de tradición decorativa mudéjar.
En lado de la epístola figuran otros paneles. En el centro y como retablo hay un panel que representa la Anunciación. En uno de los laterales vemos a San Blas y enfrente un “Santiago Matamoros”. En el frontal del altar aparece una imagen en azulejos de la Virgen de la Concepción, advocación del templo.
Son de destacar varios paneles como el de San Blas. Siglo XVI. Policromía. Altar lateral de la epístola. Enmarcado con columnas y azulejos renacentistas reutilizados. Aparece simplemente vestido de obispo con el báculo y la mitra, por lo que podía ser confundido con cualquier otro santo obispo de no ser por la cartela que debajo indica que estamos ante una imagen de San Blas y porque en todas las representaciones en azulejo talaverano de este santo tiene similar actitud de bendecir y el báculo cruzado.
San Bartolomé: Frontal de altar del evangelio. Policromía. Siglo XVI.Enmarcada en recortes de ferroneríe con pequeñas flores y frutos en los huecos, y flecos simulados en la parte superior. San Bartolomé sujeta la cadena con la que tiene preso al diablo y en la otra mano la espada o cuchillo de su martirio. Varias terrazas y árboles esquemáticos adornan el fondo.
San Sebastián: Policromía. Enmarcado por columnas acanaladas que sostienen un arco y friso con greca renacentista inferior. Las flechas sin punta atraviesan transversalmente las carnes de San Sebastián. Presenta también la peculiaridad de lucir un cuidado bigote como el que se dejaban muchos jóvenes en el siglo XVI, centuria en la que se realizaron los azulejos.
San Cristóbal: Siglo XVI. Policromía. Altar lateral. Enmarcado en retablillo renacentista en azulejo formado por dos columnas acanaladas con capiteles decorados en color que sostienen motivos de grutescos y venera central. San Cristóbal lleva al niño y se apoya en un árbol. Se ve al ermitaño en la orilla del río y en el medallón de recortes con decoración vegetal de la zona inferior del retablo se ha dibujado al que probablemente es el ermitaño de la leyenda de San Cristóbal orando ante un crucifijo.
San Miguel: Policromía. Siglo XVI. Enmarcada en recortes de ferroneríe con pequeñas flores y frutos en los huecos y flecos simulados en la parte superior. San Miguel vestido con túnica clava la lanza en la boca del diablo y sujeta la balanza de la psicostasia.
Santiago Matamoros. Siglo XVI. Policromía, enmarcado en restos de cenefa de ferroneríe. Tradicional representación del santo a caballo pisoteando restos despedazados de enemigos musulmanes.
En otros medallones que decoran los paneles se representan santos como San Francisco, María Magdalena, santa catalina o Santa Lucía, y otros. La decoración de los azulejos de repetición es muy variada, ferroneríe, renacentistas y otros de tradición decorativa mudéjar.
Para acceder hay que ponerse en contacto con el párroco o el ayuntamiento.
En el Casar también podemos ver su calvario de granito a la entrada , la atalaya musulmana del cerro de Malojo y el cubo de un viejo molino sobre el mismo arroyo.
En Arenas de San Pedro podemos visitar varias obras del gran taller de la cerámica talaverana de los Ruiz de Luna.
En 1924 se quemó el retablo de la iglesia de Castillo de Bayuela y don Marcelo Gómez Matías, su párroco, decidió hacer uno de cerámica encargándoselo a Juan Ruiz de Luna, que traemos aquí porque se completaba con unos paneles laterales en los que aparecían cartelas con santos y mártires vinculados a la diócesis de Ávila, a la que hasta los años 50 pertenecía Bayuela.
Don Marcelo marchó años después a un nuevo destino en Arenas de San Pedro y allí promovió a principios de los años 40 la decoración del presbiterio de la iglesia con un motivo similar al de Castillo de Bayuela, aunque completado con unos paneles superiores que ocupaban el espacio bajo los arcos y donde se dibujaban ángeles. El diseño de las representaciones de santos y las cartelas son muy similares, prácticamente iguales en los dos pueblos, aunque en el de la Sierra de San Vicente se representan además a los apóstoles en una fila de azulejos inferiores.
La capilla mayor se encuentra pues decorada con azulejos que cubren los tres muros de ocupando los espacios ojivales que dejan los arcos y nervaduras. La parte superior de las tres paredes están cubiertos por una fantasía de ángeles, puttis y cabezas aladas que sujetan guirnaldas de flores o juguetean en composiciones muy hermosas.
Dos paneles corridos a lo largo de los dos muros laterales muestra a los santos y beatos vinculados a la diócesis de Ávila en medallones enmarcados en decoración renacentista . En el lado de la Epístola están los Confesores, como San Pedro de Alcántara, Santa Teresa, San Juan de la Cruz, y en el del Evangelio los Mártires, entre los que destacan San Segundo, Vicente, Cristeta y San Pedro Bautista, natural del cercano San Esteban del Valle.
Entre cada dos imágenes se reproduce algún símbolo relacionado con la figura representada como por ejemplo el escudo de Talavera junto a San Vicente Mártir, por ser nacido con sus hermanas Sabina y Cristeta en nuestra ciudad. Otros muestran el escudo de Arenas de San Pedro, la cruz del Carmelo, símbolos del obispado, de María, la tiara papal etc…
También cuenta el templo con un precioso Víacrucis del mismo autor con representación en los brazos de la cruz de los símbolos de la pasión y en el centro la escena de cada estación.
Otros dos paneles situados en ambas naves laterales son placas conmemorativas de dos sacerdotes fusilados en la guerra civil y de la ocupación de Arenas por las tropas nacionales. Se enmarcan en las típicas obras de posguerra con este motivo y sobre las que otro día hablaremos.
En retablo de la cabecera de la nave norte está enmarcado también por azulejos con una curiosa composición polícroma de motivos florales y frutales en dos paneles alargados a ambos lados.
Ermita de la Virgen de las Fuentes en San Juan del Olmo (Ávila)
Hoy nos vamos a ir a la Sierra de Ávila, cerca del valle del Amblés. Aunque nuestro objetivo es conocer la cerámica de Talavera que se encuentra repartida por todo el territorio nacional, la Ermita de nuestra Señora de las Fuentes en el municipio de San Juan del Olmo cuenta con otros atractivos que vamos a comentar.
La ermita se sitúa en uno de esos parajes mágicos que desde siempre han tenido una especial atracción para el ser humano. Está en la misma Cañada Leonesa Occidental y junto a ella pasaron y descansaron millones de ovejas merinas que formaban los rebaños que iban a Extremadura a aprovechar los pastos de invierno o que volvían para pastar en los prados serranos en verano. El ganado vacuno avileño famoso por su calidad es también muy abundante en esta tierra vettona que tan cerca tiene ese gran yacimiento de Ulaca.
Pero no solo fue lugar de paso para el ganado, sino que también discurrían por el paraje muchos arrieros con sus mercancías y de hecho hay en el muro oriental una pequeña hornacina con una imagen muy deteriorada de madera llamada la Virgen de los Arrieros, y ante ella se postraban cuando pasaban con sus recuas de mulas, rezaban una oración y dejaban alguna perrilla. Al norte de la ermita se sitúa la necrópolis altomedieval de La Coba cuyos sepulcros labrados en la piedra nos confirman la antigua y persistente población de este territorio.
Pues bien, la construcción se levanta junto a dos bonitas fuentes y de ahí el plural de su advocación. Es la típica ermita instalada sobre una surgencia de agua, lugares que desde tiempos prehistóricos han alojado diferentes deidades en alguno de estos locus amoenus donde tan frecuentemente la mentalidad popular ha referido apariciones marianas. Como ejemplos cercanos podemos señalar casos similares como la ermita de la Virgen de la Fuentesanta en la Iglesuela o en Parrillas, o en la propia ermita de Piedraescrita, en la que junto al altar había otra surgencia de aguas y nacimiento de ríos, en ese caso el Gévalo, y en el de la Virgen de las Fuentes el río Almar. Y es que además, en el lado de la epístola del presbiterio hay un pequeño pocillo donde mana agua que era muy demandada por las mujeres de la zona porque tenían la creencia de que bebiendo de ella sería más fácil quedar embarazadas.
Por otra parte, el templo actual construido en 1669 parece que se levanta sobre otro que estaría datado en el siglo XII o XIII y que habría tenido una imagen más antigua. En el exterior se sitúa al norte la casa del santero y al noroeste, en unos prados cercados, una rústica plaza de toros con su tribuna granítica de autoridades y los chiqueros, pues al igual que junto a la Virgen del Prado de Talavera en Las Mondas se hacían concurridos festejos taurinos.
El templo se tuvo que reformar a principios del siglo XVIII y cuenta con una sola nave adornada con buenos retablos y algunas imágenes de cierto valor, así como una buena reja, pinturas barrocas murales y yeserías, algunas de ellas muy curiosas como el tetramorfos de la capilla mayor.
El camarín está cubierto de pinturas y yeserías algo deterioradas y tiene el suelo de azulejería talaverana instalada en el año 1759, aunque el motivo de su ornamentación es el típico florón que decoró El Escorial y otros palacios reales desde el siglo XVI, cuando parece que lo diseñó el famoso ceramista talaverano Juan Fernández.
Junto al retablo de la capilla mayor se puede observar en el piso un jarrón de azucenas en azulejería, símbolo de la pureza de María, muy gastado pero que por sus motivos barrocos nos recuerda al de la sacristía de la ermita de la Virgen del Prado de Talavera.
Solamente tenemos una imagen figurada de azulejería talaverana en esta ermita. Puede que formara parte del frontal del altar mayor o de alguno de los altares laterales y representa a San Pedro de Alcántara arrodillado sobre unas nubes en hábito franciscano y orando ante el crucifijo y la calavera. Entre nubes aparecen unas cabezas aladas de querubines en un rompimiento de gloria y al fondo se ve un paisaje con una casa un río y montañas. La escena se enmarca arriba y abajo con cinta bicolor de azul y blanco con flores y hojas. Policromía en manganeso, verde amarillo, azul, blanco y anaranjado.
Nació en 1549 en Almendral de la Cañada, en la comarca de Talavera de la Reina. Con diez años quedó huérfana y hubo de dedicarse al pastoreo. Ya entonces tenía experiencias místicas retirada en una cueva de la vieja iglesia del pueblo convertida hoy en cementerio, según relata en sus escritos autobiográficos, donde asegura también que tenía conversaciones con el Niño Jesús.
La Iglesia vieja de Almendral, donde refería experiencias místicas la Beata Ana
A los veintiún años quisieron casarla sus hermanos con un joven de buena posición, pero su vocación la hizo presentarse ante él con un aspecto tan desaliñado que el muchacho desistió de la boda. Por consejo del párroco de su pueblo decidió dirigirse al convento de San José en Ávila y, aunque al principio sus hermanos se opusieron, fue tanta su insistencia que acabaron por conducirla ellos mismos hasta allí.
Monumento a la Beata Ana en su pueblo, Almendral
Fue la primera hermana lega que ingresó en el Carmelo reformado por expreso deseo de Santa Teresa al comprobar su vocación sincera. Su salud era muy precaria y aun así la santa la encomendó la tarea de ser enfermera de las demás monjas y “priora” de las novicias, como ella misma la llamaba. Aunque era analfabeta, llegó a ser la discípula predilecta de Santa Teresa y su secretaria, acompañándola en su deambular fundacional. Llegó la santa abulense a decirle que de ella era la fama, pero las obras eran de Ana. Destacó siempre por su sentido de la caridad y su despego de todo lo material. Santa Teresa murió en sus brazos, pasando después a Francia, donde realizó nuevas fundaciones.
Murió en Amberes en el año1622 habiendo sido de gran influencia espiritual en Bélgica, hasta el punto que en la Segunda Guerra Mundial, cuando la ciudad se salvo de los desastres bélicos se atribuyó a la intercesión de Ana.
REPRESENTACIONES EN CERÁMICA DE TALAVERA
*Iglesia Parroquial de Castillo de Bayuela. Serie de Juan Ruiz de Luna y Rojas sobre los santos y mártires de la diócesis de Ávila. Siglo XX . Policromía: amarillo, azul, anaranjado, verde y blanco. Enmarcado en óvalo con motivos renacentistas vegetales y de ferroneríe con querubines.
*Iglesia parroquial de Arenas de San Pedro. Mismo diseño (hacia 1933)
Aparece con su hábito carmelita y con el corazón en la mano simbolizando su fervoroso amor a Cristo.
Hoy, día del Padre traemos varias imágenes de San José en azulejería talaverana de los siglos XVI y XXVII.
La primera de ellas se encuentra en el pórtico de la basílica del Prado aunque procede de otro edificio religioso de la ciudad, probablemente del Hospital de San Antonio Abad que estaba situado en el barrio de la puerta de Cuartos.
Es una hermosa figura de cerámica renacentista enmarcada por dos columnas con decoración, vegetal, de guirnaldas y con grutescos, todo de un bello colorido y probablemente del mismo autor que otras similares de Piedraescrita. En lugar de la vara florida o terminada en hojas como es su atributo más habitual, parece que en este caso lleva lo que parece una palma, aunque evidentemente el no fue mártir y puede que sea un báculo con hojas pero más estilizado. Lleva el nombre de «San Josepe» en la corona.
Hay algunos errores en la colocación de los azulejos.
En esta imagen la Virgen y San José se encuentran ante el sacerdote y se dan la mano. El santo lleva su atributo de la vara con hojas brotando de ella como símbolo de su elección.
Las vírgenes del templo de Jerusalén debían salir del mismo antes de que “mancillaran” el lugar, es decir, antes de que tuvieran la primera menstruación. Por eso los sacerdotes decidieron que María debía casarse cuando llegaba a la pubertad, como se dice en el Protoevangelio de Santiago. En algunos textos apócrifos se habla de que María tenía 12 años y en otros catorce.
Reunidos los viudos del pueblo se decide que acudan todos con una vara y sobre el que Dios de alguna señal portentosa, ese será el que se case con María. El «Libro de la Natividad de María» cuenta que el dueño de la vara que germinara y en la que se posara una paloma sería quien se desposara con ella.
San José en una escena de la Natividad en la Basílica del Prado. Siglo XVIINo vamos a entrar aquí a describir las numerosas escenas de la Natividad en azulejería de Talavera. Solo diremos que en todas aparece San José, como en esta de la basílica del Prado. Es curioso que parece querer proteger al niño del asno y el buey con sus manos.
En principio San José se representó como un joven pero a partir del siglo XIII ya se presenta como un anciano. En estos casos de la Basílica curiosamente aparece como un hombre maduro.
Preciosa representación de San José en la basílica del Prado, en la que aparece en la huida a Egipto tocado con sombrero y con un cesto donde porta las herramientas de carpintero.
Otras dos escenas en las que aparece San José como mero espectador es en la Circuncisión y en la Presentación, traemos en este dos imágenes de Piedraescrita en las que sí aparece San José como un anciano. De todas estas escenas hablaremos en otras ocasiones más detenidamente. Sólo comentar la presencia de San José. En la Presentación aparece como anciano y con su báculo.
SANTUARIOS DE LA CERÁMICA EN LA COMARCA (8) LAS PLACAS FUNERARIAS DEL CEMENTERIO DE OROPESA
Además de la magnífica azulejería que adorna iglesias ycapillas hay otras producciones de la cerámica talaverana menos conocidas y de elaboración más tardía y popular que, no por menos llamativas desde el punto de vista estético, carecen de interés como expresión artesanal y llena de contenido antropológico, sobre todo en cuanto al estudio de la mentalidad popular referida a un tema como es la muerte. Se trata de la cerámica popular funeraria que se puede observar en casi todos los cementerios públicos situados en torno a Talavera y Puente del Arzobispo.
Uno de los mejores y que además son fácilmente visitables es el viejo cementerio de Oropesa, ocupado hoy por un parquecillo bajo las murallas de la villa al oeste del castillo. En el parque se ha instalado como elemento decorativo una buena colección de estas placas funerarias.
Muchos de los camposantos fueron trasladados desde las céntricas iglesias de los pueblos hasta su más higiénica periferia por la normativa promulgada el siglo pasado. Es por ello difícil saber si durante los siglo XVI y XVII se produjo esta manifestación cerámica funeraria y de hecho los ejemplares más antiguos que he podido encontrar se datan a finales del siglo XVIII. Posteriormente hay una verdadera explosión en la segunda mitad del siglo XIX y vuelve a reavivarse cuando se produce el renacimiento de la cerámica talaverana con Ruiz de Luna.
Las abundantes piezas del pasado siglo son monocromáticas, en tonos marrones o sepia y con una gran sencillez en la decoración, sin embargo, tienen una gran expresividad en cuanto a la lírica popular de sus epitafios se refiere. Una excepción a este modelo son algunas placas de Puente del Arzobispo que adaptan a ciprés su tradicional motivo del “pino” con sus hermosas tonalidades verdes.
Página Talavera y su Tierra de Miguel Méndez-Cabeza Fuentes
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