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PARAJES EN EL ENTORNO DE VALDELACASA, SIGUIENDO EL CAMINO DE CARLOS V A GUADALUPE (12)

Castillo de Espejel

Son numerosos los parajes pintorescos de su término. En primer lugar, debemos visitar el castillo de Espejel a las orillas del Tajo donde los aficionados al piragüismo pueden realizar recorridos solitarios por esta zona del río donde a su paso levantarán el vuelo las cigüeñas negras, las rapaces o las garzas. En las orillas del río Pizarroso visitaremos el embalse donde los aficionados pueden practicar la pesca y, aguas abajo, cerca ya del Tajo, el terreno se hace más abrupto y hay parajes de interés como los que rodean a los dos arruinados molinos. Los olivares colonizan las riberas con sus casillas de bonita arquitectura tradicional.

Caseta de olivar techada con falsa cúpula en las orillas del Tajo

Valdelacasa tiene también una parte serrana, refugio desde antiguo de las gentes que en diversas épocas se echaron al monte, con paisajes curiosos como sus bravías cumbres cuarcíticas o la llanura situada entre la sierra y el Gualija conocida como el Planchón. El río Gualija corre por aquí montaraz entre sobrecogedoras soledades y se remansa en pequeñas pozas donde podemos tomar un baño y donde no será raro ver a los venados o a los corzos bajar a beber y a los buitres volar sobre los riscos.

Riberos del Tajo en la zona de Valdelacasa

Ahora hablaremos de uno de esos personajes. Como ya comentamos en el capítulo de “Aldeanovita”, en término de Valdelacasa, en el paraje conocido como Las Gargantillas cayó el guerrillero “Quincoces”, luchador antifranquista de estas sierras, muerto en una emboscada de la Guardia Civil tras capturar a un enlace originario de Valdelacasa que también murió en el encuentro, además de su hermano que acompañaba a Jesús Gómez Recio.Estos hechos sucedieron justo el día antes de abandonar la lucha para huir a Francia. Dicen que en el paraje queda un majano como mudo testigo del lugar en que encontraron la muerte los tres maquis.

Ermita del despoblado de La Oliva

DOS EXCURSIONES

El término de El Villar es muy extenso y gran parte de nuestro recorrido hasta Guadalupe lo haremos todavía a través de su demarcación, pero, antes de alejarnos, a una distancia de algo más de seis kilómetros hacia el suroeste, podemos acercarnos a otra de las diecisiete heredades del Pedroso que Fernando III otorgó a Talavera para que las repoblara. Se trata de La Oliva, despoblado situado en una hermosa dehesa con buenos ejemplares de encina y alcornoque y que, al igual que El Villar, muestra signos de las diferentes culturas que se asentaron allí a través de los siglos. Se han hallado al menos tres verracos en su entorno, de los cuales quedan dos, uno apenas reconocible en un prado cercano a la arruinada iglesia y el otro, situado junto a la vivienda de los propietarios actuales de la finca, que es conocido como el “Toro Mocho” por haber perdido parte del morro. Para algunos eruditos, los cimientos de la iglesia tienen en sus aparejos la apariencia de haber sido romanos, civilización que confirma su presencia por la inscripción de un ara que se sitúa frente a la puerta norte, entre otros restos arqueológicos. La construcción de la iglesia medieval pudo hacerse en su mayor parte durante el siglo XV, como indican los arcos conopiales de sus portadas. La cúpula ochavada que cubre el ábside tiene aspecto de haber sido construida en el siglo XVIII y en ella todavía se percibe el camarín donde se alojaba la Virgen de las Misericordias, aparecida sobre una oliva según la tradición y con fama de milagrosa en la comarca.

Molinos de Espejel

Si todavía tenemos ganas de andar unos dos kilómetros, podemos descender por el camino de La Barca hasta el río Tajo, donde disfrutaremos de un paraje de singular belleza que sobrevuelan las rapaces y en el que se encontraban antiguamente los viejos molinos de Los Sacristanes y de Tani, hoy sumergidos por el embalse de Valdecañas, aunque todavía hoy asoma fantasmal una antigua central eléctrica que daba luz a Valdelacasa y Valdeverdeja, un curioso ejemplo de arquitectura industrial de los años treinta.

Entrada a la ermita de la Virgen de Burguilla con el jarro de azucenas, símbolo de la Virgen, sobre el dintel.

La otra excursión nos llevará a conocer la ermita de la Virgen de Burguilla, en la carretera de El Villar a Valdelacasa. En realidad se trata de una imagen de la Virgen de Guadalupe que se entronizó en este paraje ya en el siglo XV y que servía como adelanto e impulso al peregrino para llegar hasta la Virgen de Las Villuercas. El edificio, que también perteneció con su dehesa al monasterio, mantiene algunas huellas de su antigua utilidad conventual e incluso unas cochineras de mampostería que por sus dimensiones podríamos calificar de monumentales si no fuera por el fin a que estuvieron destinadas. Hasta Burguilla se realiza una romería desde ambos pueblos limítrofes el ocho de septiembre.

HISTORIA FÁCIL DE LA CERÁMICA DE TALAVERA (1) CACHARREROS DE HACE 6000 AÑOS

HISTORIA FÁCIL DE LA CERÁMICA DE TALAVERA

ANTECEDENTES PREHISTÓRICOS

En los monumentos megalíticos de la comarca se han hallado algunos de los primeros fragmentos cerámicos fabricados en esta tierra.

Talavera de la Reina se sitúa a las orillas del río Tajo, en una vega que llamó por su fertilidad la atención de los viajeros desde hace siglos. Los depósitos sedimentarios hacen que tanto en la propia Talavera como en poblaciones cercanas como Calera y Chozas se pueda extraer un barro especialmente apropiado para la cerámica. La disponibilidad de materia prima es un factor importante que a veces se olvida en el estudio del origen de nuestra artesanía más famosa.

La vega talaverana ha sido poblada desde la prehistoria y las diferentes civilizaciones que han pasado por ella han dejado desde el neolítico muestras de sus elaboraciones cerámicas.

Los arqueólogos han demostrado que el origen de la cerámica no se debe datar en los tiempos en los que el hombre comenzó a producir sus alimentos mediante la agricultura y la ganadería allá por el neolítico, sino que mucho antes, cuando todavía los grupos humanos eran cazadores y recolectores, ya elaboraban vasijas cerámicas para producir y tal vez almacenar entre otros, determinados productos del pescado o los crustáceos y mariscos que se recogían en el mar o en las zonas inundadas y fluviales. Ese origen estuvo muy alejado de nuestra tierra, pues uno de esos focos estuvo en Japón y en la Siberia más oriental y otro en el este central africano. Por ello, nuestra comarca es de las más alejadas y de las que más tardarían en ver llegar la cultura tecnológica de la cerámica, coincidiendo, aquí sí, con el neolítico final.

Cerámica hallada en el dolmen de Navalcán. Fotografía libro de P.Bueno y R Balbín

EL NEOLÍTICO EN LAS TIERRAS DE TALAVERA

Es muy discutida la presencia de yacimientos arqueológicos con una clara dotación en el periodo neolítico dentro del territorio de la meseta sur. Algunos autores han aventurado la hipótesis de que parte de los asentamientos calcolíticos, como los que luego describiremos, tienen sus estratos más antiguos identificables con culturas del neolítico final. Otras opiniones, sin embargo, consideran esas dudosas muestras neolíticas como pertenecientes a culturas calcolíticas arcaizantes.

En las orillas del Tajo, el embate de las aguas del embalse de Valdecañas ha descubierto, en el interior de abrigos graníticos, algunas muestras escasas, pero bastante significativas de cerámicas, industria lítica y pesas para las redes de pesca que se enmarcan dentro de las tipologías neolíticas tardías que conectarían a esta zona -hoy extremeña pero incluida en el ámbito comarcal de las tierras de Talavera- con el mundo todavía no muy bien conocido del neolítico del occidente peninsular[1].

Cuenco hallado en un enterramiento neolítico del valle del Arcipreste en San Martín de Pusa

Más cerca de Talavera, se han localizado sobre la ribera del Tajo en la finca El Arco materiales similares, y también en las orillas del Embalse de Navalcán, cuencos de casquete esférico, cazuelas con carena, ollas de vasos de bordes exvasados, son algunas de las formas más frecuentes de las cerámicas encontradas[2].

La excavación de los dólmenes de la comarca nos aportan datos que confirman esa presencia neolítica, «las formas cerámicas de estilo antiguo, los tratamientos a la almagra, mamelones perforados e incluso alguna impresión, conviven con elementos líticos geométricos trapezoidales, triangulares, núcleos y desechos de talla, láminas y laminitas, prismas de cuarzo y todo un interesante conjunto de industria tallada muy diversificada que se conoce bien en yacimientos de habitación neolíticos al aire libre»[3]

En el dolmen de Azután, muy expoliado desde antiguo, solamente se han encontrado pequeños fragmentos. En el de La Estrella sí se encontraron cuatro cuencos más completos y algunos restos de ollitas. En el de Navalcán se han encontrado fragmentos cerámicos del llamado campaniforme  tipo Ciempozuelos, de fecha algo posterior y que conoceremos en el capítulo siguiente.

Se han hallado restos cerámicos también en la zona de Mesegar de Tajo en viejos fondos de cabaña y en el Valle del Arcipreste,  término de San Martín de Pusa en un enterramiento en una fosa en forma de pera con forma de ollita.

Puede que sea esta la clave de la escasez de yacimientos neolíticos documentados en estas tierras, los yacimientos al aire libre son de más difícil localización, y más teniendo en cuenta que estas culturas no se solían asentar en elevaciones del terreno, como es el caso del calcolítico, por lo que se hace aún más dificultosa su identificación. A esto se añade que las cubiertas vegetales, ya dominadas por las culturas neolíticas, no dejan apenas restos de habitación identificables arqueológicamente.

No es tan convincente la razón aducida por otros de lo inadecuado de los suelos locales para esas culturas, ¿No son acaso fértiles las vegas del Tajo o de otros ríos talaveranos?, ¿Por qué, entonces, los lugares donde se han localizado los escasos restos de estas culturas no son precisamente las zonas con más posibilidades agrícolas, sino que son riscos y riberas pronunciadas y poco fértiles generalmente con suelos de granito degradado?

Cuencos hallados en el dolmen de La Estrella

[1]GÓNZALEZ CORDERO, A. Y QUIJADA GONZÁLEZ, D.: Los orígenes del Campo Arañuelo y La Jara Cacereña y su integración en la prehistoria regional, Navalmoral de la Mata ,Excmo Ayuntamiento, 198     , pp.

[2]MÉNDEZ-CABEZA FUENTES, M., comunicación personal.

[3]BUENO RAMÍREZ, P. :Megalitos de la Submeseta Sur, en Actas del Primer Congreso de Arqueología de la Provincia de Toledo, Toledo, Diputación Provincial, 1987, p.154.

ARQUITECTURA POPULAR PUEBLO A PUEBLO, CARRASCALEJO

Chozo de pizarra en Carrascalejo. Se ven las lanchas de la falsa cúpula de pizarra pero ya ha perdido la capa de compresión de tierra que las cubría, o tal vez no se le acabó de echar.

El caserío cuenta sin embargo con bastantes construcciones y algunos rincones que nos pueden dar una idea de lo pintoresco que debió ser el aspecto de estas poblaciones jareñas cuando todavía conservaban su bonita arquitectura popular en pizarra y algo de granito.

Muro de pizarra con adobes en la parte superior

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CAMINO DE CARLOS V A GUADALUPE (2) CONOCEMOS VALDELACASA

Arquitectura popular en Valdelacasa

En Valdelacasa todavía se conservan numerosos elementos de arquitectura popular jareña en pizarra, a veces enjalbegada, y granito. También cuenta con un hermoso calvario de cruces de piedra a la entrada del pueblo y varias cruces más en la salida de los caminos. También es de destacar el verraco que describimos en el anterior capítulo.

Calvario del viacrucis de granito de Valdelacasa

Es también muy interesante darse una vuelta por el entorno del pueblo y observar las numerosísimas zahurdas que se construyeron en su entorno, especialmente todo un barrio de ellas situadas al este del casco urbano. Se disponen incluso en calles donde construcciones cubiertas con falsa cúpula de lanchas y en mampostería, nos muestran toda una tipología de ellas, desde las más modestas con capacidad para un cerdo hasta otras con numerosas parideras para guardar a los lechones.

Una de las agrupaciones de zahurdas de Valdelacasa
Otro grupo de zahurdas de Valdelacasa

La iglesia está construida en granito y es de buena factura, sobre todo las bóvedas de crucería de su interior y la curiosa entrada porticada. Parece construcción de finales del siglo XV y comienzos del siglo dieciséis, aunque la torre es de construcción más moderna.

Iglesia parroquial de Valdelacasa

En Valdeacasa se celebran dos fiestas estivales. Por un lado Santiago y Santa Ana el veinticinco de Julio y por otro la conocida como “Fiesta del Remolino” el 27 y 28 de Agosto. Esta última se conmemoraba con mayor esplendor en tiempos pasados pues incluso tenía lugar esos días una feria de ganado. Hoy cuenta con gran concurrencia ya que acuden muchos de los hijos del pueblo que emigraron.

Peculiar azulejo que da nombre a una calle de Valdelacasa

En cuanto a la artesanía tenemos que destacar la presencia de un guarnicionero que realiza sus trabajos en cuero. Tal vez el plato más típico sea las migas, como ocurre en tantos pueblos jareños cuya gastronomía gira también en torno a la matanza y a la caza mayor de sus sierras y la caza menor de sus llanos. Podemos hospedarnos en una casa rural y seguro que encontramos algo de comida casera en sus bares.

INICIAMOS CAMINO DE CARLOS V A GUADALUPE POR VALDELACASA DE TAJO

Verraco vettón de Valdelacasa en el que se aprecian labradas algunas cazoletas

Otra opción para llegar Guadalupe es la que, recorriendo el Camino Viejo desde Talavera por Puente del Arzobispo, se desvía de éste al cruzar el río Pedroso y en lugar de seguir hasta el Puerto de Arrebatacapas por Villar, continúa hacia Valdelacasa, Garvín y Peraleda para enlazar después con el Camino de Los Ibores que más adelante conoceremos.

Desde Puente tenemos dos opciones, la primera es seguir la carretera hacia Villar y tomar la desviación a la derecha pasado el río Pedroso y la segunda consiste en recorrer el camino que va directamente desde Puente hasta Valdelacasa pasando por La Oliva, antiguo despoblado que conserva su iglesia, sus inscripciones romanas y sus dos verracos. Este último camino viene a desembocar también a la carretera, junto al río Pizarroso algo más de tres kilómetros antes de llegar a Valdelacasa.

Reja en una casa de Valdelacasa

Como todos los pueblos de la Jara Occidental también éste es rico en hallazgos arqueológicos. Hay ruinas de amurallamientos de viejos castros prerromanos en algunas de sus elevaciones, encontramos en su término restos de hasta tres dólmenes bastante deteriorados que son conocidos como el del Tesoro, Talayuelas I y Talayuelas II. En el paraje conocido como el Castillejo, además de los restos de una atalaya musulmana, se encuentran cerámicas del calcolítico y algunos grabados rupestres muy sencillos pertenecientes al Arte Esquemático. Un verraco, que demuestra la presencia vetona en el pueblo, se ha instalado a la entrada del caserío. Los romanos dejaron en el lugar dos inscripciones epigráficas, una de ellas en mármol sobre el enterramiento de varios personajes de la época a los que se aludía como gente de la tribu “taganana”, nombre relacionado probablemente con el paso del Tajo (Tagus) por la zona. Otros topónimos como Los Villares, el Castrejon o las Moralas nos hablan también de antiguas poblaciones.

Murallas del castillo de Espejael y el Tajo al fondo

Los árabes dejaron en su término una de las fortalezas que formaban con Canturias, Vascos, Castros o Alija esa línea defensiva fluvial que protegía a los musulmanes del avance de los cristianos. En este caso, se trata del castillo de Espejel cuyo nombre tiene resonancias mozárabes y en cuyo entorno también existía un poblado, más tarde habitado por los primeros repobladores cristianos, resultando por ello el antecedente directo del pueblo de Valdelacasa, en cuya localización actual, más fértil y menos abrupta, acabaron asentándose.

Una de las plazas de Valdelacasa

Esta antigua población medieval se sitúa concretamente entre la desembocadura del arroyo del Madroño y el Tajo. Apenas quedan en pie las murallas y restos de un foso defensivo en la cara este y las paredes caídas de antiguas viviendas del poblado repartidas por las empinadas laderas. Hoy las aguas tienen elevado su nivel por el reculaje del embalse de Valdecañas y esto hace que no se puedan visitar los cercanos molinos de Espejel, propiedad en otros tiempos de los jerónimos de Guadalupe y de los que sí podemos ver las antiguas dependencias donde habitaban frailes y molineros. Este castillo fue otorgado por Alfonso VIII a la orden de Santiago en el siglo XII para que lo defendiera y lo restaurara, aunque se entabló un pleito por la reclamación que hizo sobre la fortaleza un tal Juan Martínez al que se lo había donado Sancho IV, pero que al final transige pasando a los caballeros santiaguistas.

Abrevadero y fuente de granitoen Valdelacasa de Tajo

Fernando III el Santo concede a Talavera los territorios de las diecisiete heredades del Pedroso para que desde la villa sean repobladas. En su ámbito se encontraba nuestro pueblo y desde entonces perteneció Valdelacasa a la Tierra de Talavera y por tanto a los arzobispos toledanos hasta la desaparición de los señoríos en el siglo XIX, centuria en que también se divide La Jara incluyendo en Extremadura esta parte del alfoz talaverano.

LA GUERRA CARLISTA COMENZÓ EN TALAVERA

Foto de la plaza del Reloj a principios de siglo. Con un aspecto no muy diferente del que tendría durante el pronunciamiento carlista
Foto de la plaza del Reloj de Talavera de la Reina a principios del siglo 20. Con un aspecto no muy diferente del que tendría durante el pronunciamiento carlista del siglo XIX

UNA GUERRA CIVIL COMIENZA EN TALAVERA

1833. Cuatro hombres se abrazan y sonríen mientras los soldados cierran los portones de la prisión madrileña. Los barrotes, la humedad, el frío y los gritos de los carceleros no han conseguido que se movieran ni una pulgada de sus convicciones. Manuel María González, el jefe de correos de Talavera, se apoya en el hombro de sus compañeros y, mirándoles con fiereza, besa un enorme escapulario que cuelga de su pecho y dice: Dios, la Patria y el Rey legítimo de España premiarán y reconocerán nuestra lucha. ¡Viva el rey Carlos!. Dos de sus compañeros del batallón de Reales Voluntarios Realistas de Talavera, hoy destituidos por el gobierno liberal, han llevado caballos frescos a su comandante y todos juntos toman el camino de Extremadura.

Semanas más tarde, ya en Talavera, se empiezan a agrupar algunos jinetes en la plaza del reloj que acaba de dar ocho campanadas, Bajo sus capotes, apenas disimulan las armas. Los mercaderes de la plaza Real ya han recogido los géneros de los soportales y van cerrando sus tenderetes. Los caballistas, con las bestias tan nerviosas como ellos y armados hasta los dientes, se concentran en el lugar mientras que algunos de ellos, obedeciendo la voz de su jefe, se dirigen a cada una de las puertas de la muralla de la ciudad cerrando el paso.

Escena costumbrista en la Plaza del Reloj recreada por Enrique Reaño sobre una foto antigua
Escena costumbrista en la Plaza del Reloj recreada por Enrique Reaño sobre una foto antigua

Un zapatero comenta con su vecino el espartero que el hombre que parece mandar la tropa es comandante de los Voluntarios Realistas Manuel María González quien, en ese momento, saca un pliego de una de sus cartucheras y comienza a leerlo en voz alta ante la sorpresa de los vecinos. El caballo gira haciendo que salten chispas del empedrado sin que deje de leer su manifiesto. Los vecinos escuchan estupefactos que Manuel María, el manchego que dirigía correos, está proclamando rey de España al infante don Carlos María Isidro, exigiendo volver al orden tradicional y a la sucesión masculina al trono. Los talaveranos, que son llamados a unirse a la sublevación, comienzan a darse cuenta de la gravedad de los hechos que están presenciando y se encierran en sus casas. La plaza queda desierta.

Placa de una asociación carlista en la Plaza del Reloj de Talavera

Pasa el tiempo y los rebeldes comprueban que nadie se une a ellos, ni siquiera los correligionarios que daban por seguro que iban a sumarse al pronunciamiento. Irritados, se dirigen al ayuntamiento y retienen al alcalde y a algunos concejales. Dos de los carlistas se dirigen al domicilio del general Antonio María de Rojas y le conducen a la plaza del Pan arrestándole junto a la corporación. El cabecilla decide reponer a los regidores de 1832 y destituir a estos que él denomina hatajo de liberales y traidores. Pero los antiguos concejales se niegan a salir de sus casas y los sublevados se ven obligados golpear a alguno de ellos mientras otros son llevados de la pechera hasta el ayuntamiento. Nadie quiere implicarse en una causa que nunca tuvo arraigo en la ciudad y que de antemano se da por perdida.

Exaltados y nerviosos, los revolucionarios encierran a sus rehenes en el claustro de los jerónimos. Mientras pasan la noche en vela, se engañan a sí mismos pensando que a la mañana siguiente una multitud se unirá a su causa. Pero, sin embargo, varios vecinos liberales se apostan en las calles cercanas y se oyen algunos disparos contra los sublevados.

Soldados carlistas

Manuel María no sale de su asombro, es hombre de convicciones profundas y había pensado muchas veces en cómo, al llegar este momento, sus paisanos se revelarían contra el sindiós en que se estaba convirtiendo España. Se da cuenta de que mantenerse en Talavera es encerrarse en una ratonera. No se resigna y vuelve a intentarlo con otra proclama a la mañana siguiente. Únicamente obtiene el silencio sepulcral de la ciudad roto tan solo por algunos adversarios que comienzan a sacar sus caballos y a situarse en las calles vecinas. Una masacre o un enfrentamiento no conducirían a nada y Manuel María, que es al fin y al cabo un hombre religioso, decide retirarse hacia Calera.

Requisan todos los caballos que pueden y se apoderan de los fondos públicos, ciento veinte mil reales. Disparando al aire, el grupo sale a galope por la puerta de Mérida y se dirige hacia el oeste. Hay que acercarse a Portugal, allí se han refugiado don Carlos y los suyos. Las sierras de Guadalupe les darán el amparo que siempre ofrecieron a los que se echaron al monte por estas tierras. Llegan a Calera y en la plaza otra vez proclaman a su rey, y otra vez predican en el desierto, sólo silencio.

Desde Talavera una fuerza armada ha partido ya en su persecución y va pisándoles los talones. Al llegar a Puente del Arzobispo están esperándoles sus habitantes armados y comienza el tiroteo. Seis hombres se entregan y salvarán así sus vidas pero otros seis son apresados. Entre ellos se encuentra un hijo de Manuel María que, como sus compañeros, es fusilado en Talavera, junto al Calvario, y enterrado en el cementerio de Santa Leocadia.

Torre de la iglesia de Santa Leocadia donde fueron enterrados los rebeldes carlistas tras su ejecución

A finales de Octubre el resto de la partida es apresada en Villanueva de la Serena y sus miembros son fusilados .

Los pronunciamientos salpican todo el territorio nacional. Acaba de comenzar otra guerra entre españoles.

 

ALBERCHE (20) HACIA LA DESEMBOCADURA

 

Las barranquillas de la orilla norte del embalse de Cazalegas

HACIA LA DESEMBOCADURA

La localidad de Cazalegas cuenta con numerosas huellas del paso de los romanos, que incluso puede que dejaran el nombre de Cazalia al lugar. Daremos una vuelta por su caserío contemplando algunas de sus viviendas que tienen una curiosa decoración en sus revocos con esgrafiados, técnica de tradición segoviana que es única en la comarca. La orden de Calatrava tuvo aquí casas y una torre y también hubo algunos palacios como el de los condes de Aguilafuente.  San Vicente Mártir es la advocación de la iglesia parroquial construida en ladrillo, y en su honor se hacen las fiestas con gran hoguera en la plaza.

Embalse de Cazalegas

Volvemos a descender hacia el río donde se encuentra el mayor atractivo de Cazalegas, la presa del Alberche, que sirve como azud para desviar el agua por el canal construido a finales de los años cuarenta para extender el regadío a la vega talaverana. Las obras de los canales y el embalse fueron en su mayor parte realizados por los presos forzados republicanos de la Penitenciaría de Santa Apolonia en Talavera. La orilla izquierda del embalse está ocupada por una urbanización, pero en la orilla derecha hay un camping y fue durante los años setenta una verdadera playa en la que acampaban cientos de familias que provenían en gran parte de Madrid y que disfrutaban del baño y del embarcadero, donde se podían hacer viajes en una barcaza de recreo. Hoy se quiere reactivar el turismo, que también puede disfrutar de los agradables parajes del vivero de Obras Públicas que se extiende por esa misma orilla. En la orilla de enfrente, aguas arriba de la urbanización, el paisaje es diferente, una gran dehesa con pequeñas barrancas en la ribera.

Patio de Las Torres de Salinas

Desde el embalse el río continúa descendiendo y pasa por el antiguo vado de la Cabra, por donde cruzaban gentes y ganados si había estiaje. Cerca se encuentra la finca de Salinas donde se encuentra una pequeña laguna salada que en tiempos fue explotada para extraer la sal, como la del arroyo de la Sal que discurre cerca, camino del Alberche. Desde aquí hasta la desembocadura en el Tajo pasamos por una zona que tanto en la Batalla de Talavera en 1809, como durante la Guerra Civil formó parte de la línea del frente entre los dos bandos. Los franceses vadearon el río por sorpresa en cierta ocasión y lord Wellington que mandaba las tropas inglesas fue cogido por sorpresa en la labranza de La Torre y hubo de salir precipitadamente para salvar su vida. Junto al puente del Alberche se conservan varios búnkers que fueron construidos por las tropas nacionales para batir el puente e impedir los intentos de recuperar el terreno por los republicanos.

El embalse de Cazalegas con la sierra de San Vicente al fondo

Las inmediaciones del puente por el que atraviesa la vía del tren fueron utilizadas por el rey Alfonso XIII en cierta ocasión en que pasando hacia Extremadura paró a merendar con toda su comitiva. El siguiente puente es el que actualmente da servicio a la nacional V y se construyó en los años cuarenta. Junto a él se encuentra el viejo puente que desde los romanos, según atestiguan los restos de algunos de sus tajamares, sirve para cruzar el Alberche. En la orilla izquierda, estaba la Venta del Alberche, hoy completamente arruinada. Junto a ella se cobraban pontazgos y el impuesto de la asadura, que percibía la Santa Hermandad en concepto de protección por esta institución de policía rural a los ganados trashumantes que cruzaban las tierras de Talavera.

zulejo de Ruiz de Luna como muchos de los rótulos de los canales del Alberche

Siempre fue lugar de paso, frecuentado por ganaderos, soldados, prostitutas, pícaros y jugadores. La comarca que se encuentra entre el Tajo y el Alberche fue tierra de Talavera que se llamaba el Horcajo, debido a la horca o “Y” formada por los dos ríos. La zona más próxima a la desembocadura es el Soto de Entrambosríos. En la zona se han hallado tres verracos  que atestiguan la presencia vetona. Cuando el Alberche va crecido por lluvias y deshielos y el Tajo también lleva elevado caudal, el agua inunda Talavera corriendo a través de la vieja cañada, como nos explica el dicho: “Si el Alberche y el Tajo se amistan, Talavera Dios te asista”.

Podemos volver a Cazalegas por el antiguo cordel que sigue el trayecto indicado.

LA EXCURSIÓN

 El embalse a  la desembocadura

 Después de disfrutar de las riberas del embalse de Cazalegas seguiremos bajando por la orilla norte y recorriendo las riberas del Alberche hasta el puente de la antigua Nacional V, donde podremos observar los búnkers que defendían el paso en la Guerra Civil, el viejo puente tantas veces derruido por las avenidas del Alberche pero en el que podemos ver las bases de los tajamares de probable origen romano y, ya derruida, la antigua venta que tantos viajeros vio pasar. Seguiremos hasta la desembocadura del Alberche en el Tajo y volveremos al pueblo por el cordel tal como se indica en el texto.

 

Recorrido aproximado 15 kilómetros. 3 horas y media

ALBERCHE (19), POR EL BAJO ALBERCHE

BAJO ALBERCHE

Detalle del rollo de Cardiel de los Montes

Vamos a seguir descendiendo el río por el último tramo, el más llano, arenoso y plácido que, aunque está sitiado por urbanizaciones abusivas, mantiene un bosque de ribera que sorprende por su gran belleza. Densas alamedas naturales o repobladas, alisedas y fresnedas que se prolongan por los arroyos tributarios y saucedas que festonean el cauce hacen muy agradable el paseo por la zona contemplando las arboledas y las viñas silvestres y el lúpulo y las hiedras que trepan por sus troncos y ramas. Incluso hay algunas zonas pantanosas con pequeñas pozas en la zona de El Casar. En la orilla izquierda discurrimos por el término de Nombela, y otros pueblos ya en el ámbito de la Sierra de San Vicente de los que hablaremos en otros capítulos. En la orilla derecha se encuentran otras dos poblaciones que pertenecieron al señorío de Escalona.

Paisaje del bajo Alberche

Hormigos es una pequeña aldea del señorío de Escalona cuya iglesia es del siglo XVII, construida en ladrillo pero con una parte granítica con restos de una espadaña de mayor antigüedad. Encontramos en un paseo por el casco algunas casas de arquitectura tradicional de interés.

En algunas zonas del bajo Alberche podemos ver el lúpulo subiendo por las ramas del arbolado.

Río abajo nos encontramos con El Casar de Escalona que antiguamente se llamó El Casar de Alberche. Los lugares hoy despoblados de El Bravo al sur, y Hortúm Sancho, junto al río, estuvieron en el término de El Casar, que cuenta con poco patrimonio histórico en su casco urbano. Su iglesia parroquial está construida en ladrillo y canto rodado, destacando la torre y los aleros de ladrillo aplantillado del ábside y el crucero. También tiene cierto encanto la ermita de San Roque a las afueras del pueblo.

Arenales del Vado de San Benito en el Alberche

Podemos recorrer las riberas por un camino paralelo al río hasta llegar al reculaje del embalse de Cazalegas. Muy cerca se encuentra la pequeña localidad de Cardiel de los Montes, cuyo nombre han relacionado unos eruditos con los cardos y otros con los jilgueros (“carduelis” en latín). Es lugar que se sitúa junto a un antiguo vado del Alberche al que protegía la atalaya que da nombre a una urbanización cercana. En esta zona el río se remansa y es agradable navegar en piragua entre sus saucedas y carrizos. Perteneció el lugar al marqués de Navamorcuende hasta que se independizó judicialmente con el privilegio de villazgo que es simbolizado por el magnífico rollo erigido en la plaza.

Cormoranes en las choperas del Alberche

En las relaciones de Felipe II se dice que los vecinos consideraba a Cardiel el pueblo más antiguo de la zona y que había un despoblado con ruinas de una iglesia en el lugar llamado Casas del Bispo. En ese mismo documento se describe así nuestro río: “Que cerca de dicha villa pasa un río que tiene por nombre Alberche, el cual de invierno es muy caudaloso y de verano tiene poco agua, el cual no tiene frutales en las riberas, ni árboles algunos, ni otro aprovechamiento que el abrevadero de ganados, porque la dicha ribera son grandes barrancos. El río por la parte de la villa no tiene puente ninguno sino una barca que es del señor don Enrique, en el que llaman puerto de Atacón. En dicho río se crían bogas, y barbos y peces más pequeños que se pescan con mangas y cestos y, en tiempos de desovadero, con atarrayas para la rexaca”.

La tupida vegetación ribereña del Alberche forma verdaderos manglares en algunas zonas

En el lugar ribereño de El Rincón hay un paraje en el que las praderas llegan hasta el río y las gentes acuden a disfrutar de un buen día en el campo. También hay en el pueblo dos viejas fuentes, la del Arco y la Fuentona.

La iglesia se construye en varias fases que comienzan en el siglo XIV y conserva tallas de antiguas como las de Santa Brígida, San Gregorio o San Benito

Lavanderas en el Alberche a su paso por El Casar

LA EXCURSIÓN

El recorrido que planteamos para conocer estos pueblos y los parajes de su entorno parte del puente de la carretera que une la Nacional V con Cardiel de los Montes cuando cruza el Alberche. Un poco antes de llegar al río sale un camino que nos llevará paralelamente al cauce, aunque nos podemos acercar al mismo por caminos trasversales que a veces se dirigen a antiguos vados.

Es el caso del vado de San Benito por el que si el río no lleva mucho caudal podremos cruzar a la otra orilla con facilidad para dirigirnos hacia Cardiel a través de un paisaje de hermosas dehesas y sotillos de fresnos que festonean los arroyos.

Desde Cardiel podremos bajar de nuevo hasta el Alberche por la carretera o por un camino paralelo a la misma que nos lleva hasta el reculaje del embalse de Cazalegas. Allí cerca podremos visitar el paraje de El Rincón.

Si no podemos cruzar el Alberche la alternativa es subir hasta El Casar de Escalona para después volver por los caminos y cordeles indicados hasta nuestro punto de partida, aunque este es un recorrido mayor, recomendable en bicicleta o todoterreno pues son unos 30 kilómetros.

 Recorrido aproximado primera parte 15 kilómetros, 4 horas. Segunda parte treinta kilómetros.

EXCURSIÓN DE LA PEÑA DE CADALSO A LA PEÑA DE CENICIENTOS

 

Nos encontramos numerosas gamonitas en nuestro recorrido

Desde la zona sureste del casco urbano de Cadalso parte un camino que nos llevará a en dirección a la Peña Muñana. Es un camino transitable en todo terreno hasta la base de la peña en su cara norte, pero es un paseo agradable entre pinares que podemos perfectamente hacer andando. Desde allí ascenderemos por una senda que nos llevará hasta la cumbre,  transitando entre las afloraciones graníticas aprovechadas desde antiguo como canteras y entre las que crecen los pinos, las gamonitas y las madreselvas. Desde la senda observamos hacia el noreste algunas de las grandes canteras modernas que explotan el blanco granito de Cadalso. Arriba vemos que hay tres pequeñas elevaciones donde hay restos de edificios, como también las hay en el llano del collado que da acceso a las ellas.

Canteras en Cadalso de los Vidrios vistas desde peña Muñana

Los historiadores han querido ver aquí una atalaya de observación de las muchas que jalonaban el valle del Tajo en época medieval. Aunque son tres las elevaciones de la cumbre en las que se encuentran restos de murallas y viviendas, es en la más alta, en la que aloja el vértice geodésico, en la que se hallan los restos de muros de mayor entidad cogidos con argamasa. En uno de ellos y orientado como solían  los musulmanes, hacia el sur se encuentra un hueco que bien podría haber sido un minrhab del que estaban dotadas todas las mezquitas. Puede que no solamente fuera por tanto una torre de observación, sino que tal vez se tratara de un ribat, esa especie de monasterio de monjes armados que al igual que las órdenes cristianas tenían los árabes en la línea fronteriza de confrontación.

Probable minrhab de la mezquita musulmana de la fortificación de peña Muñana

La vista panorámica sobre el valle del Alberche al sur y Gredos al norte es impresionante. Hasta aquí es tradición subir en romería  el Lunes de Pascua, para degustar el llamado “hornazo”, un bollo típico con un huevo en el centro que encontramos en las fiestas populares de otros pueblos.

Afloraciones graníticas en peña Muñana

Volveremos después otra vez al pueblo para tomar el camino de Los Huertos o del Lancha para llegar, cerca del collado de la carretera que nos lleva de Cadalso a Cenicientos, donde parte en dirección a poniente por la ladera de la peña de Cenicientos una pista que nos llevará entre magníficos pinares hasta las proximidades de la Peña, donde ya no pueden pasar los vehículos, pero  hay una senda que en unos minutos nos pondrá en la base de dicha peña podemos bajar por el lado norte hasta la presa de las Albercas, para volver por la carretera a Cadalso.

Puente romano en término de Cenicientos

También podemos hacer una ruta desde Cenicientos para conocer la Piedraescrita, un lugar de culto romano en el que  sobre una gran roca  se halla labrada una escena de una ofrenda que el celo de un párroco cristianizó grabando un rótulo en el que dice que los personajes son las «tres marías» y no una escena de culto pagana. Cerca se encuentra también un puente romano y varios molinos de agua.

Piedraescrita, un santuaio romano con una escena que representa una ofrenda de un matrimonio a una diosa. Abajo a la izquierda se percibe la inscripción «a las tres Marías» hecha por un párroco del pueblo.

Otros parajes de interés en Cenicientos son las pequeñas pozas de un arroyo en el paraje conocido como Las Ollas, a unos dos kilómetros del pueblo.

 Recorrido aproximado 17 kilómetros 5 horas

TALAVERA LA VIEJA, LA AUGUSTÓBRIGA SUMERGIDA

TALAVERA LA VIEJA, LA AUGUSTÓBRIGA SUMERGIDA.

EN EL CAMINO DE LOS IBORES A GUADALUPE

Los «Mármoles», el antiguo templo de Diana de Talavera la Vieja salvado junto al embalse de Vldecañas

La mayor parte del término de Talavera la Vieja, incluido el caserío, pasaron tras la inundación provocada por el embalse de Valdecañas en los años sesenta, a formar parte de la demarcación de Bohonal de Ibor. Fue una gran pérdida para la historia y la arqueología de la zona el anegamiento de “Talaverilla”, pues esta población asentaba sus cimientos sobre la antigua Augustóbriga de los romanos.

Los «Mármoles» o templo de Diana, y para otros la curia romana en su emplazamiento original de Talavera la Vieja

Ya el nombre orienta de por sí a la existencia de una población prerromana anterior, pues la raíz “briga” indica “lugar fortificado” en el idioma de los pueblos célticos anteriores a los romanos que, al colonizarlo, pusieron el apellido de Augusto a la primitiva ciudad. Es como si se hubiera llamado algo así como “El Castillo de Augusto” al igual que Talavera de la Reina se llamó Caesaróbriga, “El Castillo del César”.

Talavera la vieja descubierta por la bajada de aguas del embalse

Visto desde el aire el plano de Talavera la Vieja era la típica cuadrícula con la que urbanizaban los romanos sus fundaciones. Son muy numerosas las huellas de su colonización encontradas en el caserío y sus alrededores. En primer lugar debemos destacar el conjunto monumental conocido como “Los Mármoles”. Se trata, según el investigador Marcelino Santos, del edificio que habría servido de curia o tribunal en la antigua Augustóbriga.

Restos sumergidos del templo de la Cilla

En 1963 fue salvado de las aguas trasladándose piedra a piedra hasta su emplazamiento actual junto al puente del embalse por el que discurre la carretera de Navalmoral de la Mata a Guadalupe, en un marco realmente pintoresco. Se conserva íntegro el basamento granítico sobre el que se asientan cuatro grandes columnas en el frente y dos a los costados, sobre un zócalo interrumpido por la portada coronada con un arco también de granito.

El templo de Diana, los mármoles o la curia,  en su situación actual

Todo el edificio es de piedra y parece que en él se distinguían restos de estuco. En el pueblo se decía que el nombre de Los Mármoles derivaba de que anteriormente las columnas habían estado decoradas con vidrio que por su brillo hacía que las gentes denominaran así al monumento. No sabemos si el resto del edificio estaría formado por más columnas o si fue simplemente una construcción de sillares berroqueños. El monumento está datado en el siglo II.

Las tres columnas salvadas del templo de la cilla que hoy se encuentran junto al templo de Dianao curia  fuera del embalse

Cerca del emplazamiento actual de Los Mármoles se pueden ver también, mirando hacia el oeste, tres fustes pertenecientes a las cuatro columnas que formaban parte del pórtico de otro edificio singular que todavía conserva bajo las aguas los gruesos muros de su construcción. Se trata de la construcción conocida como “el Templo” o la cilla, pues fue utilizada como panera por el feudal del pueblo y en sus sótanos es tradición se mantuvieron presos a los Santos Mártires. Según antiguos viajeros en su fachada se podía ver una inscripción en la cual podía leerse que el templo había estado dedicado a Júpiter.

Restos sumergidos de Talavera la Vieja

En el siglo tercero de nuestra era dicen los eruditos que fue construida la muralla romana de forma semicircular y fabricada en mampostería y argamasa de la que todavía se perciben restos cuando bajan las aguas. Además, también quedan ruinas de lo que parece haber sido un antiguo acueducto o más bien una tarjea, además de conducciones subterráneas de agua con restos de baños y de otras estructuras tal vez relacionadas con actividades metalúrgicas.

Restos sumergidos de Talavera la Vieja con el templo de la cilla en primer término

Hasta treinta y una inscripciones epigráficas documentó Marcelino Santos entre las ruinas anegadas del pueblo junto a otras halladas anteriormente en el pueblo. En ellas se pueden leer diferentes textos entre los que señalaremos la de los Santos Mártires, una que habla de la propia Augustóbriga y otra funeraria de una tal Tita Salvia que por avaricia mató a sus hijos. También se encontraron restos de calzadas, esculturas romanas entre las que destacan dos bustos de ambos sexos, cerámica, piedras de molino, monedas e incluso un tesorillo de plata que estaba embutido entre unos ladrillos del edificio de “Los Mármoles”.

Er,ita en la orilla más cercana a Talavera la Vieja, levantada con sillares de la misma por sus antiguos habitantes