EXCURSIÓN A LA FORTALEZA DE CASTROS Y LA OLIVA

UNA EXCURSIÓN DESDE PUENTE

A LA OLIVA POR LA FORTALEZA DE CASTROS

Recorrido aproximado 12 kilómetros, 3 horas y media

También desde Puente del Arzobispo nos acercaremos en un agradable paseo ribereño hasta la fortaleza musulmana de Castros que, aunque se encuentra en término de Villar del Pedroso, es más accesible desde aquí. Los lugareños conocen el paraje como “La Muralla” y para ir hasta allí tomaremos un camino público que coincide con un cordel y que sale inmediatamente a la izquierda del puente, discurriendo por la ribera del río. Justo al comenzar nuestra ruta vemos enfrente los molinos de Santa Catalina que también podremos curiosear de vuelta en el pueblo

Puerta norte de la fortaleza de Castros junto al Tajo

Desde esta orilla tenemos una pintoresca vista de la villa con el puente, los molinos y el caserío. Después de andar unos dos kilómetros, tropezamos con la desembocadura del río Pedroso, que se despeña en cascada sobre el Tajo en un hermoso paraje. Una curiosa leyenda dice que una mora que vivía en el castillo que vamos a visitar, despechada por mal de amores, se arrojó desde estas alturas al río y todavía se la puede ver saltando y se escuchan sus lamentos en las noches de luna del día de San Juan.

Justo en el codo que hace el río Pedroso antes de su desembocadura, se observan sobre el cauce los restos de un batán, con cuyos beneficios dejó también estipulado el arzobispo Tenorio que se financiaran los hospitales de Puente. Siguiendo el cauce del riachuelo nos encontramos con el bonito conjunto que forman un puente y un molinillo de ribera. En la elevación situada entre los dos ríos se sitúa la fortaleza que formaba, junto a las de Vascos, Espejel, Alija, Azután, Canturias o Talavera, una fuerte línea defensiva destinada a impedir que los cristianos atravesaran la frontera natural del Tajo en su avance hacia el sur. En este caso nos encontramos ante una alcazaba con un poblado alrededor, sin contar en este caso con el amurallamiento que rodea al caserío en la Ciudad de Vascos pero que, como se deduce por sus características constructivas, también se levantó entre los siglos IX y XI por las aguerridas gentes bereberes con las que los árabes repoblaron estas orillas.

Fortaleza de Castros vista desde el otro lado del río

La vista desde sus murallas es impresionante y vemos al río Tajo que discurre por terreno quebrado con su cauce cortado por las azudas o presas que llevaban agua a los molinos, como las aceñas del Conde de Oropesa, un gran edificio que se contempla algo más abajo de esta fortaleza Castros, en la otra orilla. Parece que este castillo tenía también como misión la defensa de un puente que se encuentra a sus pies y del que se mantienen todavía los tajamares. Reconquistada esta tierra por Alfonso VI fue encomendada la defensa de este castillo a los caballeros de Calatrava y de ahí que a unos molinos cercanos, situados río arriba, se les conociera como molinos “de Calatravilla”.

Tajamares del puente de Castros

Desde la fortaleza seguiremos por el camino indicado hasta el paraje de La Oliva, un antiguo despoblado rico en restos arqueológicos. Es una de las diecisiete heredades del Pedroso que Fernando III otorgó a Talavera para que las repoblara. Se trata de La Oliva, situada en una hermosa dehesa con buenos ejemplares de encina y alcornoque y que, al igual que El Villar, muestra signos de las diferentes culturas que se asentaron allí a través de los siglos. Se han hallado al menos tres verracos en su entorno, de los cuales quedan dos, uno apenas reconocible en un prado cercano a la arruinada iglesia y el otro, situado junto a la vivienda de los propietarios actuales de la finca, que es conocido como el “Toro Mocho” por haber perdido parte del morro.

El Toro Mocho, hoy en El Villar de El Pedroso

Para algunos eruditos, los cimientos de la iglesia tienen en sus aparejos la apariencia de haber sido romanos, civilización que confirma su presencia por la inscripción de un ara que se sitúa frente a la puerta norte, entre otros restos arqueológicos. La construcción de la iglesia medieval pudo hacerse en su mayor parte durante el siglo XV, como indican los arcos conopiales de sus portadas. La cúpula ochavada que cubre el ábside tiene aspecto de haber sido construida en el siglo XVIII y en ella todavía se percibe el camarín donde se alojaba la Virgen de las Misericordias, según la tradición aparecida sobre una oliva y con fama de milagrosa en la comarca.

Iglesia de La Oliva

Volveremos a Puente por el camino indicado o desandando el que hemos traído.

Dehesa de la Oliva desde la otra orilla del Tajo.Al fondo La jara y la sierra de Altamira

CONDICIONANTES GEOGRÁFICOS EN EL TRAJE TRADICIONAL DE LAS TIERRAS DE TALAVERA

CONDICIONANTES GEOGRÁFICOS EN EL TRAJE TRADICIONAL DE LAS TIERRAS DE TALAVERA

Campesinos con sus vestimentas tradicionales a principios de siglo en la plaza del Reloj

Muchos de los datos etnográficos pueden llegarnos desde el análisis de la distribución geográfica de la tipología de los trajes en general y de sus diferentes prendas y complementos en particular. Este reparto territorial sólo a grandes rasgos coincide con delimitaciones históricas, casi nunca con delimitaciones político administrativas, y jamás con las arbitrarias aunque consolidadas divisiones provinciales. Sí que es, sin embargo, más coincidente con regiones y comarcas naturales, aunque tampoco de manera absoluta.

El problema surge cuando hay que determinar el límite de las comarcas naturales en función de su geología, su topografía, su clima, su fauna y su flora, o factores de más difícil determinación como son los étnicos o históricos que además se difuminan entre las divisiones políticas y administrativas, que poco tienen que ver con las comarcas estrictamente naturales y culturales. Éste es el caso de Talavera y su Tierra que como zona de intersección de varias comarcas naturales formaría más bien una “región” en el sentido estrictamente geográfico de la palabra, como ha indicado don Fernando Jiménez de Gregorio. La integración de todos estos aspectos, unidos al estudio de la cultura material y espiritual de esas zonas, es la que en definitiva nos dará una visión más aproximada de una geografía de la indumentaria.

Talaveranas dibujadas en 1809 por un oficial británico herido en la batalla de Talavera

Este método nos llevará al trazado de mapas donde podremos delimitar centros de aparición de características concretas de los trajes, así como determinar las áreas de extensión de elementos específicos de la indumentaria. De gran utilidad será comparar estos planos con los de distribución de los aperos, los ajuares, la ornamentación etc…

Talavera de la Reina se sitúa en una zona de confluencia de tres regiones administrativas, Castilla-La Mancha, Castilla y León y Extremadura, y son por tanto variadas las influencias culturales que inciden en su etnografía y costumbres. Por otra parte, la actividad comercial ha sido una constante histórica en la ciudad, que se ha convertido durante siglos en el lugar donde acudían las gentes de una extensa zona de influencia para vender sus productos o comprar herramientas, aperos y todo tipo de suministros.

Una mujer y dosniñosen una vista parcial de una postal de Ruiz de Luna

El Mercado de Ganados, uno de los principales del territorio nacional, ha traído hasta la ciudad a ganaderos y tratantes de toda España desde hace ochocientos años. Las ferias locales, tan unidas al mundo agropecuario, han condicionado también el flujo de numerosos visitantes a Talavera, que hoy día cuenta con una parte muy importante de su población venida de diferentes lugares de su extenso alfoz. Por otra parte, son muchas las cañadas y cordeles ganaderos que atraviesan por nuestra comarca, con el trasiego humano que en dirección norte-sur se producía todos los años con el paso de los “serranos” con sus rebaños. En dirección este-oeste las tierras de Talavera han sido siempre el lugar de paso hacia Extremadura y Portugal desde el centro peninsular y las capitales del reino, Toledo o Madrid según las épocas.

Esa extensa comarca natural es además variadísima en su orografía, edafología y ecosistemas, a los que el hombre ha debido adaptarse produciéndose en el entorno una gran variedad cultural desde el punto de vista etnográfico, condicionando numerosas variantes en la arquitectura popular, la gastronomía, o la cultura material, e influyendo concretamente también en el traje tradicional.

Campesino  en un anuncio comercial de comienzos del siglo XX

La zona geográfica que abarca el presente trabajo, aunque no considera todas las comarcas de esa región etnográfica talaverana, sí va a fijar su atención en tres partes bien diferenciadas desde todos los puntos de vista geográficos y culturales: la Sierra de San Vicente, La Jara y la propia Talavera con el Horcajo de Santa María y el valle del Tajo.

Otro de los factores que modifican desde el punto de vista geográfico el diseño de los trajes es algo tan sencillo como la disponibilidad de las materias primas o de los artesanos necesarios, y así por ejemplo, en el pueblo de Segurilla vivía una artesana del pueblo abulense de Navalosa que como otras personas de su localidad salían de su apartada aldea en Gredos para recorrer los pueblos cercanos del valle del Tiétar y del Tajo ofreciendo su artesanía como cesteros, banasteros, hojalateros etc. y que incluso a veces se asentaban en esos pueblos. Esta señora ha hecho muchos de los refajos que hoy se utilizan en Segurilla, dejando en los motivos de fieltro con que se les adorna la impregnación cultural de su pueblo de origen. Otro ejemplo es el de algunos pueblos de la Sierra de San Vicente, que adquieren sus refajos en Pedrobernardo, y aunque la Sierra de San Vicente fue repoblada por la ciudad de Ávila en la Edad Media y tiene también por proximidad características comunes con el valle del Tiétar, no deja de desvirtuar el traje propio y los motivos decorativos que tradicionalmente se han utilizado, aunque el mestizaje de culturas es algo inevitable que siempre se ha producido en todos los niveles.

Anciana a principios del sigloXX

CERÁMICA DE RUIZ DE LUNA EN EL MUSEO SOROLLA

El zócalo de esta habitación es cerámica de Ruiz de Luna, aunque con motivos trianeros.

Como vimos en otra entrada, la correspondencia entre Ruiz de Luna y Sorolla demuestra que el genial pintor era admirador de la cerámica talaverana del famoso artesano.

No solo era amante de la cerámica de Talavera sino que en su casa- museo podemos ver piezas de otros orígenes; Manises, como valenciano que era, Teruel, o alfarería andaluza como la de Úbeda o Granada, además de cacharrería de muy variados lugares.

Dibujo de Sorolla con el esquema de la habitación que está decorada con azulejería de Ruiz de Luna en su zócalo

El encargo de mayor entidad que realiza al taller talaverano es el zócalo de una de las dependencias que diseñó junto a sus patios, pero que tiene, por deseo del pintor, motivos trianeros que nada tienen que ver con los habituales en la azulejería de nuestra ciudad.

Los azulejos fueron colocados por un mozo del taller de Ruiz de Luna y la percepción de su salario originó algún problema con Sorolla, como se deduce de la correspondencia.

Detalle del zócalo o arrimadero del jardín de Sorolla obra de Ruiz de Luna

También hay repartidos otros elementos de Ruiz de Luna por las diferentes dependencias, como por ejemplo los azulejos que enmarcan un relieve de la Virgen y el Niño.

También se puede ver un paragüero blasonado blanco con el escudo en azul que lleva el rótulo de su taller.

Relieve enmarcado en azulejería talaverana
Paragüero de la casa museo de Sorolla.

El arrimadero dela habitación del patio es de escasa altura, no como el de una de una de las habitaciones cuyo motivo es el típico florón que decora tantos arrimaderos de El Escorial. También están decoradas con piezas de cerámica talaverana las esquinas de esa dependencia en la que se encuentra el relieve antes aludido con una cenefa similar.

Arrimaderos con el motivo del florón típico de los que decoran El Escorial.

También hemos visto en la correspondencia cómo Ruiz de Luna le consigue a Sorolla algunas piezas antiguas de cerámica de Talavera o Puente, como la que aparece en la fotografía de abajo y que podría ser el frutero de cerámica de Puente al que se refiere una de sus cartas. También hay otras piezas de cerámica clásica de Talavera como algunos albarelos en los que depositaba sus pinceles. Otros elementos cerámicos del jardín también fueron elaborados en el taller de Ruiz de Luna.

Frutero de Puente del arzobispo que probablemente es el que consiguió Ruiz de Luna a Sorolla

También se deduce de la correspondencia que Ruiz de Luna consiguió algunos elementos arquitectónicos antiguos para el jardín de la casa Sorolla como unas columnas que pudieran ser las de la fotografía.

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DESCRIPCIÓN DE LA IGLESIA MUDÉJAR DE SANTIAGO

DESCRIPCIÓN DE LA IGLESIA MUDÉJAR DE SANTIAGO

Sagrario y panel de azulejería talaverana en Santiago

Esta magnífica muestra del arte mudéjar en Talavera es monumento nacional desde 1931 y Quadrado, en su obra «Recuerdos y bellezas de España» ,ya sugiere su importancia cuando dice que es obra «en alto grado monumental».

Se trata de un templo de planta rectangular sin cabecera y distribuido en tres naves separadas por pilares y arcos de piedra. Solamente se levantan capillas adosadas sobre el muro norte, la ya mencionada del Santo Sepulcro que, como hemos visto, es construcción gótica del siglo XV con bóveda de crucería y entrada enmarcada en arco rebajado. En el exterior presenta una graciosa ventana también ojival.

Interior de la iglesia de Santiago con el retablo al fondo

A los pies del templo, la capilla bautismal, que tuvo la advocación de San Juan Bautista, cuenta con una curiosa dependencia subterránea dotada de su pasillo de acceso y rematada con bóveda de ladrillo. Su utilidad se desconoce y según refiere Mª Concepción Abad Castro en su estudio sobre el mudéjar del Arzobispado de Toledo, podría estar relacionada con el edificio anterior cuyos muros fueron aprovechados para la construcción de la iglesia actual.

Original planta de la iglesia de Santiago

La estructura primitiva puede intuirse por la diferencia entre el aparejo irregular de canto rodado con el que se ha levantado el primer nivel de los paramentos, restos de la construcción más antigua, y los ornamentados muros de ladrillo del nivel superior, típicamente mudéjares y edificados posteriormente, en el siglo XIV. En esta capilla de San Juan se puso después una imagen del Cristo de la Salud al que se celebraba antiguamente una fiesta el día 14 de Septiembre.

Paramentos de cal y canto muy antiguos en el edificio de Santiago

La torre está construida en su base con mampostería irregular de aspecto antiguo y el resto es de ladrillo con arcos de herradura inscritos en alfices en la parte superior que alberga el campanario.

Detalle de los arcos ojivales de la torre de Santiago

La fachada oeste es la más característica de Santiago el Nuevo. Está rematada a modo de frontón y decorada con cinco arcos lobulados que encierran otros tantos de ojiva túmida. Pero es el rosetón de labores caladas de ladrillo el elemento de mayor belleza y singularidad de nuestra iglesia. Dos arbotantes saltan sobre la travesía de Santiago dando un aspecto pintoresco a esta callejuela. Como detalle podemos destacar una pequeña ventana con un crucero labrado sobre una de sus jambas.

Fachada oriental de la iglesia de Santiago

También es digna de resaltar la fachada oriental donde se asienta la cabecera del templo con sus dos arcos lobulados inscritos en alfices y separados por tres óculos. Quedan aquí restos, así como en el interior del templo, de algunos platos de cerámica encastrados en el muro con finalidad decorativa.

Puerta sur de la iglesia de Santiago

En las fachadas norte y sur se abren sendas puertas bajo pórticos más modernos. Están formadas por tres arcos de herradura fabricados en ladrillo que cobijan otro interior casi de  medio punto. En estos muros solamente se pueden ver las ventanas lobuladas y de herradura de la parte superior, pues las construcciones anejas y los pórticos han ocultado la zona inferior.

Detalle del retablo mayor de la iglesia de Santiago

En el presbiterio se encuentra un buen retablo del primer renacimiento con pinturas y  pequeñas tallas de santos que se apoya sobre un friso de cerámica talaverana del siglo XVIII. Las dos naves laterales se rematan con sendos retablos barrocos con sendas imágenes de la Virgen.

IGLESIA MUDÉJAR DE SANTIAGO EL NUEVO: HISTORIA

SANTIAGO EL NUEVO

HISTORIA

Iglesia de Santiago en dibujo de Enrique Reaño

«Ay en muchos pueblos de España templos en honra deste Sagrado Apóstol, pero en donde más se han aventajado ha sido en esta villa de Talavera, mostrándose muy sus devotos, porque en los arrabales viejos ay una iglesia de su nombre de quien adelante se hará particular mención, y dentro de la villa ay otra yglesia que se llama Santiago el Viejo, y ésta de que escrivimos agora que es una de las principales parrochias desta villa y se llama Santiago el Nuevo; de manera que ay en este pueblo tres templos en honra del bien aventurado Apóstol y una capilla en el claustro deste monasterio de Santa Catalina que es el entierro de los cavalleros Meneses»

Fachada oeste de Santiago con rosetón y ventanales mudéjares

No es de extrañar que una población como Talavera, durante tanto tiempo acosada por los ataques de las tropas musulmanas y desde la que a su vez tantas acometidas cristianas partieron contra el territorio que se encontraba bajo dominio árabe, tuviera desde antiguo devoción por Santiago Matamoros. Este texto de Fray Andrés de Torrejón demuestra la existencia de una iglesia de Santiago dentro del primer recinto amurallado que es diferente asimismo de la iglesia del Hospital de la Orden de Santiago conocida popularmente como “Santiaguito”. Esa primitiva iglesia de Santiago el Viejo se habría situado según otros autores en la zona comprendida entre la “Colegial” y la también desaparecida iglesia de San Clemente, extinguiéndose su parroquialidad en 1631.

Piedras de molino de mano y fustes romanos o visigodos forman parte de los muros de Santiago

Nos ocuparemos ahora de Santiago el Nuevo, un templo de difícil datación ya que para algunos, su origen arrancaría de tiempos visigodos si tenemos en cuenta la reutilización de columnas y otros elementos de mampostería, como por ejemplo ruedas de molino, visibles en la base de la torre, o también las grandes lanchas y bloques graníticos que refuerzan el zócalo del muro occidental.

Ventanal de la capilla lateral de Santiago

Tempranas referencias aluden a la iglesia de Santiago en un documento de 1154, cuando se indica cómo deben las parroquias talaveranas contribuir a la construcción de la catedral de Toledo. En 1204 aparece nombrada esta iglesia en un acuerdo entre las parroquias sobre los itinerarios de las procesiones que partían de la iglesia mayor de Santa María, más tarde “La Colegial”. Además conocemos que en las inmediaciones de la parroquia existió desde tiempos medievales una alberguería, temprano precedente de hospedaje en la calle que más tarde se llamaría de Mesones. Los testimonios de antigüedad de esta iglesia y su curiosa planta, sin ábside de ningún tipo, ha hecho que se especule con una primitiva utilización del edificio como mezquita, sinagoga o simplemente como construcción de utilidad civil .

Interior y órgano de la iglesia de Santiago

Sí que contamos con algún dato más sobre la capilla gótica que se sitúa en la fachada norte, junto a la torre. Sabemos que primitivamente estaba dedicada a San Sebastián y San Laurencio o Lorenzo, que en el siglo XV se encontraban enterrados en ella los restos de la familia Fernández Aceituno y que en 1469 Alonso Férnandez Aceituno se obliga por una escritura a labrar una nueva capilla «de paredes fuertes con su bóveda de cal y canto y ladrillo» en cuyo interior se situaron los restos de sus antepasados en un sepulcro de mármol blanco con una inscripción del siglo XVI que decía «Aquí yace el virtuoso cavallero Alonso Fernández Aceituno»

Ventana en el pórtico norte de la iglesia de Santiago

En esta misma capilla se encontraban depositadas varias reliquias enviadas desde Roma por Alonso Ramírez de Arellano, concretamente «una canilla de San Tiburcio y otras reliquias de San Valeriano, su hermano». Las reliquias iban acompañadas de «una bulla del consistorio de los Cardenales por la cual concedieron cien días de perdón a todas las personas que estando contritas y confesadas rezaran un paternoster y un avemaría» en varios días señalados del santoral. En la actualidad se conoce como la capilla del Santo Sepulcro por albergar esa imagen tan venerada por los creyentes talaveranos que acuden a contemplarla al paso de su procesión el Viernes Santo.

El historiador y humanista Juan de Ferreras fue su párroco en 1776, llegando este cura a ser Bibliotecario Real  además de académico fundador de la Academia Española. También data del siglo dieciocho el órgano restaurado de la iglesia.

LA CABRA Y EL VACUNO EN LA GASTRONOMÍA JAREÑA

LA CABRA Y EL VACUNO EN LA GASTRONOMÍA JAREÑA

Cabra representada en la azulejería de San Antón del pórtico de la ermita

LA CABRA

Un terreno tan abrupto y de vegetación tan montuosa, con suelo tan pobre y escasos pastos, es terreno ideal para el ganado cabrío. Las tribus de la Lusitania, donde como hemos dicho se encontraba nuestra comarca, comían con deleite la carne de macho cabrío. Y como también dice nuestro paisano Alonso de Herrera, “por comer de todas las yerbas en los años fortunosos se sostienen muy bien y mejor que los otros ganados, y en los buenos temporales son iguales y aún mejores que las otras crías, y la verdad es que nunca cabra se vido muerta de hambre, que de todo comen y aún cosas ponzoñosas, que ninguna cosa les daña y aun en falta de otros mantenimientos, lamen las paredes y aún las derruecan”.

Antiguamente se comía el macho cabrío, especialmente en las fiestas de quintos, como símbolo de iniciación sexual en este rito de paso en el que los varones pasaban a la edad adulta, También se consumía en ocasiones la cabra accidentada o cuando ya estaba próxima su muerte, pero hoy día es raro en nuestra zona el guiso de la cabra como carne habitual de consumo. Sí que lo ha sido en comarcas cercanas como La Vera, en las que todavía se puede adquirir en las carnicerías, aunque tal vez el sabor más suave de su especie autóctona haya sido la causa de su persistencia en el consumo.

Cabras en el antiguo teso de ganados en vista parcial de foto de Ruiz de Luna

Pero sin embargo, sí es actualmente más frecuente consumir los cabritos, al contrario de lo que sucedía antiguamente pues, al igual que sucedía con los corderos, tampoco respecto a los cochinillos o las terneras se consideraba económicamente rentable su consumo, debido a la ajustada economía de subsistencia de nuestros pueblos, y a que además no estaba culturalmente bien considerado, e incluso desde un punto de vista médico se pensaba que era insalubre su consumo. De hecho, la carne más frecuente en las cocinas hasta hace un siglo fue el carnero, como figura en los numerosos documentos de abastos que se guardan en los archivos históricos, como el de Talavera, donde por ser cabeza del alfoz se regulaba el consumo de los pueblos de La Jara.

En Aldeanueva de Barbarroya se criaba durante el siglo XVIII según el Catastro de Ensenada ganado cabrío especial para carne, y diferenciado del de leche, llamado entonces de “machadas”.

En muchos de los pueblos jareños con buena cabaña de caprino se podían ver hasta no hace tantos años a los vendedores ambulantes de leche que iban con sus cabras más “bolsadas” ordeñándolas delante de los clientes a las puertas de sus casas y despachándoles directamente de la ubre con un cacillo de latón de un cuartillo de capacidad.

Ganado vacuno representado en el panel de San Antón del pórtico de la ermita del Prado. Siglo XVI

VACUNO

Por la razón que antes hemos comentado de la pobreza de los suelos La Jara, además de su clima extremado, sobre todo en verano, no son los pastos de esta comarca los ideales para la cría de vacuno, salvo el que de manera extensiva pasta en algunas zonas de la Jara Baja, ya más cercanas al valle del Tajo, aunque es cierto que en las más antiguas relaciones históricas aparece este ganado sin ser muy numerosas las cabezas enumeradas, pues eran utilizadas mayoritariamente como animales de tiro.

Este ganado también aparece incluso en leyendas como la de la aparición de la Virgen de Piedraescrita, cuando es un vaquero el protagonista de la aparición, o en el caso de la aparición de la Virgen de Guadalupe, territorio entonces perteneciente a La Jara como ya hemos dicho, cuando el pastor se dispone a sacrificar una de sus vacas, aunque como vemos, en ambos casos nos encontramos en zonas serranas de pastos más frescos.

Ganado vacuno en el teso de ganados hacia 1920

Otra razón es que el vacuno  se criaba fundamentalmente como animal destinado al trabajo, siendo los bueyes y no las especies equinas, las destinadas a la labor. Las dehesas boyales, como su nombre indica eran dehesas comunales en las que se llevaba a pastar a los bueyes y no al vacuno destinado a carne. Herrera nos decía sin embargo que la carne de ternero “es muy singular vianda, ansí en su sabor como en su virtud, de gentil substancia, de muy singular mantenimiento y de fácil digestión, y por eso es carne de caballeros y ricos” Sin embargo considera de muy mala calidad e incluso enfermiza la carne de reses ya viejas.

Y añade en consideración a este ganado: “…Pues quien hiciere por ganado vacuno débelo bien tratar, que es de mucha ganancia y honra, y antes procure tener cien cabezas bien tratadas y de buena casta, y más darán que doscientas mal regidas y miradas”