FOTOS GENERALES DE LOS JARDINES DEL PRADO

FOTOS GENERALES DE LOS JARDINES DEL PRADO

Siguiendo con la serie de entradas de fotografías antiguas y descripción e historia de los Jardines del Prado traigo hoy varias fotografías del paseo central del Prado y vistas y postales generales de este elemento patrimonial tan talaverano

El «paseo de enmedio» de los jardines del Prado en postal de 1927 de J.Camino

 

Paseo del Prado en otra postal de principio de siglo de ediciones Campos, el paseo grande o de «enmedio» es llamado el  «salón».
Otra vista del paseo central del Prado en los años 40
Una de las jaulas de aves del Prado a principios del sigo XX. Postal de J del Camino de 1927
Vista parcial de una postal de ediciones campos realizada a principios de siglo desde el tejado de la ermita
Vista aérea del Prado y la plaza de Toros en los años 60
Vista aérea de los Jardines del Prado en los años 60. Detalle ampliado donde se ven los paseos, el estanque y los viveros.
Paseo de la Ermita de los Jardines del Prado en una postal de los años 70

LA «MEZQUITA», LA FUENTE Y KIOSKOS DEL PRADO

LA «MEZQUITA», LA FUENTE Y KIOSKOS DEL PRADO

Los urinarios o evacuatorios de los jardines del Prado fueron desde la creación del parqueun elemento pintoresco, tanto el primer edificio decorado con cerámica de Ruiz de Luna como el posterior de aspecto arabizante o mudejarista y que los talaveranos bautizaron como «la mezquita», o como la ironía local apodó «la mezquita de «Ben-ir-a- Mear».

Los primeros urinarios en postal de José del Camino de 1929 . Por delante se ve la fuente de Ruiz de Luna. Los urinarios tienen una planta y una decoración cerámica muy diferente a la que probablemente en los años 40 se le dio
Los urinarios de los Jardines del Prado ya con su estructura de «mezquita» y la fuente por delante en una postal de García Garrabella de 1954
La «mezquita», urinarios públicos de los Jardines del Prado en una postal de los años 50

Aunque hablaré más extensamente de la cerámica de los jardines, sí adelanto que la fuente se construyó con un pilón poligonal de 6 m de diámetro y 2,5 m de altura con cuatro puentes para macizos de flores en los que se sitúan sendas ranas surtidoras y de ahí el nombre tradicional de «fuente de las ranas». Se apoyan en un pedestal y sobre éste la taza central que recoge el agua, y en sus cuatro caras cuatro faunos que arrojan un chorro al pilón. Todo el conjunto se apoya en una plataforma de dos escalones que aumentan el diámetro a 7 metros, según descripción de Isabel Hurley.

La fuente de Ruiz de Luna en una foto de los años 20
Fuente de Ruiz de Luna de los Jardines del Prado en una foto de los años 20
Postal de los años 70 con la fuente de Ruiz de Luna

Además del Kiosco Dámaso y del kiosco Villa Rosa que se encontraba al este de la ermita hubo otros dos, uno junto a la casa de los Patos y otro junto al paseo que conduce al parque de la Alameda, sin olvidarnos de la pista de Baile La Banca.

Kiosko Dámaso, el más cercano a Los Arcos después de una nevada, a la izquierda el propietario Doroteo Conde
Otra escena nevada del kiosco Dámaso

JARDINES DEL PRADO (2), LOS ARCOS

JARDINES DEL PRADO 2, LOS ARCOS

En la entrada anterior expuse la historia de los Jardines del Prado y mostré fotos antiguas de uno de sus elementos más entrañables, la Casa de los Patos.

Hoy traigo otro de esos lugares integrados en el alma talaverana, los arcos del Prado. ¿Qué talaverano no ha dicho la frase : Quedamos en los Arcos del Prado, o tomaba  allí el autobús en generaciones anteriores  para ir a las piscinas o salir de excursión?

Los arcos han sufrido diferentes trasformaciones que vemos en las fotos antiguas  como éstas

Postal de Esperón de 1930 en la que aparece la entrada de los Jardines del Prado, entonces de Alfonso XIII, como reza el rótulo bajo la imagen de la Virgen del Prado en el centro del arco metálico
ARCO EN HONOR A LA VIRGEN DEL PRADO CON SU IMAGEN EN EL CENTRO FLANQUEADA POR DOS LEONES Y EL ESCUDO DE TALAVERA A LA IZQUIERDA Y EL DE TOLEDO( ¡¡¡) A LA DERECHA. LA FOTO PARECE SER ALGO MÁS ANTIGUA QUE LA ANTERIOR POR EL ARBOLADO
Arcos del Prado al poco tiempo de su construcción. Foto del Archivo Municipal del proyecto de ensanche de 1944. Al fondo se ve la Alameda y el inicio de la actual Ronda del Cañillo
Los Arcos del Prado en foto de periódico de los años cincuenta. Es curiosa la torre de San Francisco al fondo, pues no estaba tapada por edificios construidos posteriormente como el de «Simago» y el Hotel Talavera
Los Arcos del Prado en postal de los años 60
Postal de los años 70 con los Arcos del Prado y uno de los vetustos autobuses urbano que dejaron de funcionar no hace tanto
Vista Parcial de una foto aérea de los años sesenta en la que aparecen los arcos del Prado y detrás el movimiento habitual que había junto a la estación de autobuses el Hotel Arellano
Los Jardines del Prado con Los Arcos en primer término en una postal de los años 70

JARDINES DEL PRADO (1) LA CASA DE LOS PATOS

LOS JARDINES DEL PRADO; HISTORIA

 

Comenzamos hoy la descripción de los Jardines del Prado con fotos antiguas y actuales.

Desde antiguo fue el lugar que hoy ocupan los jardines del Prado una zona de paseo y esparcimiento de los talaveranos que, además, unía la ciudad con su más significativo monumento, la ermita del Prado. Desde hace siglos tuvo la zona esa misma finalidad y ya aparece en documentos del siglo XVIII como “alameda de recreo”. En algunos planos ingleses de la Batalla de Talavera figura sobre la zona del Prado la palabra “gardens”,  es decir jardines. Pero es en 1864 cuando se trazan las primeras glorietas. Una noria era la encargada de regar los jardines durante  el siglo XIX, hasta que en 1875 se proyecta la primera fuente que tiene un diseño rústico. Pero en 1925, con el proyecto del nuevo parque llamado de Alfonso XIII, Ruiz de Luna diseña la fuente monumental de cerámica y otras de menores dimensiones situadas en las pequeñas “rotondas”.

El periodista Santiago Camarasa describía así el parque  en 1930 : «Su hermosa alameda central, con el grandioso fondo de la ermita de la Virgen del Prado- el maravilloso museo de la vieja cerámica talaverana – bordeada toda con pérgolas y grandes macetas, sobre machones de ladrillo; sus magníficas rotondas con la original y grandiosa fuente de cerámica, rodeadas de sencillos y bonitos bancos; sus plazoletas tan lindísimas y atractivas, con blbliotecas públicas -que invaden los lectores-, con grandes jaulas de canarios, de pájaros diversos americanos y dos monos- el encanto de la gente menuda-; su precioso estanque y casita para patos y palomas; su singular rosaleda; su esbelto templete para la música».

Fue el alcalde Justiniano López Brea y el concejal, y gran pintor ceramista, Francisco Arroyo quienes impulsaron con ilusión el proyecto de dotar a Talavera de su zona verde más emblemática. La aportación de Ruiz de Luna fue importantísima y en muchos aspectos desinteresada, también la donación de veintidós mil pesetas que hicieron el marqués de Mirasol y su hermana doña Vicenta de Palavicino ayudó a la ejecución de las obras que fueron dirigidas por  el arquitecto municipal Pérez del Pulgar.

Se trata, por su distribución geométrica, de un parque de estilo francés, pero el significativo papel que la cerámica protagoniza en su decoración, la utilización del ladrillo y la importancia que se otorga a las pequeñas fuentecillas, hoy desaparecidas, no deja, en fin, de ser una estética adecuada por la influencia cultural que el legado árabe y mudéjar dejó en las tradiciones talaveranas. No debemos dejar de remarcar la peculiaridad de las construcciones complementarias como el edificio de los urinarios, cuyo aire musulmán hizo que los talaveranos lo bautizaran con el nombre de “La Mezquita”  o el elemento que tal vez es el más entrañable de todos: La Casa de los Patos que traemos hoy en fotografías y postales.

LA CASA DE LOS PATOS

Ha sufrido numerosas modificaciones por el desgaste de los años o por vandalismo, aunque permanece la estructura básica original.

Es llamada la casa de las Palomas en algunos textos y postales por ser la parte superior un palomar, aunque la parte inferior sirve de refugio a los patos, que han dado el nombre popular al estanque. Es muy probable que se construyera con la reforma de los años veinte en que intervino Ruiz de Luna que decora el vallado y el mobiliario urbano con cerámica de arista.

La casa de los Patos en la que parece la imagen más antigua de la misma, con el vallado del estanque y diferentes del actual. y las grandes piñas cerámicas en las esquinas. No está aún  el kiosko que se instaló posteriormente  al este de ella. Postal de la Librería Camino de 1927
La casa de los Patos en una postal de Arribas de 1944.  Vallado diferente
La Casa de los Patos en una foto de los años cincuenta.
La casa de los Patos en una postal coloreada de García Garabella de 1954 pero ya con el kiosco junto a ella
La casa de los Patos en una postal de los años 70 ya con el vallado actual
Los talaveranos disfrutando del estanque de los Patos en una postal de los años 70

LA CAÑADA POR LOS PÁRAMOS DE ALCAÑIZO

LA CAÑADA LEONESA ORIENTAL VIII
NOS DESVIAMOS A ALCAÑIZO

Patio interior de la antigua Casa de Postas donde comienza nuestro recorrido de hoy

Recorrido aproximado 14 kilómetros (con desviación a Alcañizo) 3 horas y media
Desde la Casa de Postas tomamos nuevamente la cañada atravesando por un puente sobre la autovía Nacional-V. Comenzamos así un nuevo trecho de nuestro camino trashumante, sumamente deforestado pero que en invierno o primavera es agradable  recorrer por las llanuras de cereal y pasto que nos rodean, con la panorámica de las sierras de La Jara al sur y de Gredos al norte, rompiendo solamente la monotonía algunos chopos en los arroyos que dan algo de verticalidad al paisaje.

Puente de Alcañizo sobre el arroyo del mismo nombre

A unos dos kilómetros cruzamos una pista que nos llevaría a Calera tomándola hacia la izquierda y otros dos kilómetros más tarde, para amenizar el estepario trayecto que llevamos, podemos tomar un camino a la derecha que nos lleva a la población de Alcañizo, recorriendo sólo unos cuatro kilómetros. También tenemos la opción de seguir desde la Casa de Postas el cordel que va paralelo a la autovía para llegar a Alcañizo, para luego volver desde el pueblo a la Cañada Leonesa que venimos siguiendo desde Velada.

Son pocos los hallazgos arqueológicos del término, aunque en las orillas del arroyo de Alcañizo se encuentran algunas lascas paleolíticas similares a las de los yacimientos del Guadyerbas. Pero tal vez, el primer indicio de ocupación nos lo da el propio nombre del pueblo, de evidentes raíces árabes y que para algunos significaría lugar de cañaverales o cañizares y para otros “las iglesias”.

La Cañada Leonesa a su paso por los páramos de Calera y Alcañizo

El historiador arañuelo Miguel Ángel Reviriego sacó a la luz un documento de la Colegial de Talavera por el que doña María de Portugal, la reina que entonces era señora de esa ciudad, concede en el siglo XIV al alguacil de la misma, don Juan García de Palomeque “que pueda convertir en dehesa la casa de Alcañizo del Campo Arañuelo”. Esto es un dato que nos sugiere la pertenencia de Alcañizo a las Tierras de Talavera antes de pasar al señorío de Oropesa. Lo confirmaría el hecho de que al hacerse cargo los arzobispos toledanos del señorío de Talavera, se les permite ocupar el castillo de Alija y el lugar de Alcañizo que habían sido tomados contra ley por el feudal de Oropesa.

Arquitectura popular de Alcañizo

Pero antes de la fecha de estos datos históricos se pueden encontrar algunas otras referencias a lugares situados en el término de Alcañizo. Aparecen en deslindes de Ávila o del señorío de Velada con Talavera durante el siglo XIII, cuando aparecen por ejemplo lugares como Mengacenar o las Ventas de Perobenegas, topónimo hostelero del que es curioso constatar su pervivencia, pues todavía hoy día, después de setecientos años se mantiene el edificio de dichas ventas convertido en hotel de carretera junto a la autovía, habiéndose dedicado a estas funciones ininterrumpidamente durante ochocientos años. Pocos establecimientos podrán exhibir en España tal antigüedad. En esta venta salían a recibir los feudales de Oropesa a los reyes en viaje por estas tierras, y aquí esperó el señor de Oropesa la llegada del emperador Carlos I en viaje hacia Guadalupe.

Uno de los balnearios populares en el ámbito de la Dehesa del Horcajo, aunque estos son los baños de Torralba.

Cerca de allí, en la hermosa Dehesa del Horcajo, se halla unos de esos balnearios populares, apenas unas charcas de barro entre juncales, a los que las gentes han atribuido tradicionalmente propiedades curativas para el reuma, con la consabida leyenda de que una señora llegó a bañarse tullida en un carruaje sin poder apenas moverse desde hacía meses y salió de su chapuzón completamente restablecida y por su propio pie. Estos baños han tenido siempre fama sobre todo entre las gentes de la Vera que se desplazaban hasta aquí para intentar aliviar sus dolencias. El entorno de estas dehesas y arroyos del norte del término de Alcañizo es agradable para pasear entre sus encinares y los bosquecillos de ribera de sus arroyos. Ya en Alcañizo, podemos dar una vuelta por el pueblo. Veremos algunos ejemplares de arquitectura popular en adobe y ladrillo, algunas fuentes y lavaderos de granito y su rincón más pintoresco, el que rodea al puente que, construido en el siglo XVIII, tiene tres arcos con bóveda de cañón en ladrillo sobre pilares de granito, probablemente más antiguos que la actual construcción. Está rematado con barandilla de mampostería y en una de sus piedras puede verse la fecha de su construcción, 1760.

Otros elementos de arquitectura de Alcañizo en adobe y tapial

También visitaremos al otro lado del puente la iglesia parroquial bajo la advocación de Santiago. Se trata de un templo de una sola nave con ábside poligonal de cinco lados. La capilla mayor se separa del resto mediante arco rebajado y el coro está a los pies sostenido por una sola columna El acceso se realiza por dos puertas enfrentadas con arco rebajado de ladrillo, la del norte bajo soportal adintelado de dos columnas. Son curiosas las tres espadañas que se han ido superponiendo durante las diferentes fases constructivas y en el interior, las tablas pintadas del siglo XVIII, probables restos de un retablo.

Lavadero de Alcañizo

Además de la Venta de Perobenegas, o Pelabanegas que se dice ahora, en Alcañizo hay algunos bares y en su gastronomía hay que destacar un plato local, las patatas a la alcañizana, que podemos acompañar con los dulces característicos de la zona como floretas, mangas o suspiros. También son típicas las puches que se hacen sobre todo en las vísperas de boda. Como en todos los pueblos de la Campana de Oropesa, la artesanía del bordado está presente en Alcañizo. Entre las fiestas tradicionales es de destacar la soldadesca con el baile de la bandera y las cuestaciones típicas. Son también fiestas de verano las de Santiago el 25 de Julio y la de la Virgen del Rosario el último domingo de Agosto. A su ermita se celebra también una romería el último sábado de Mayo y en ella se ha instalado la campana de la capilla del Dehesón del Encinar.

RETOMAMOS LA CAÑADA LEONESA

Después de conocer Alcañizo volvemos a la cañada y continuamos nuestro trayecto rodeados de un paisaje cada vez más árido entre los barbechos de las llanuras cerealistas de Calera y Alcolea. El arroyo Torrejón va paralelo a la cañada al final del recorrido. Junto a la labranza que le da nombre  se sitúa una fuente de aspecto antiguo en la que se ha utilizado un sepulcro de granito, probablemente romano, para dar de beber al ganado. Podemos acercarnos a alguna de las arruinadas labranzas que se sitúan en las elevaciones cercanas y observar la arquitectura popular característica de Alcolea con la utilización mayoritaria del adobe como material de construcción.

DESCRIPCIÓN DEL MONASTERIO JERÓNIMO DE SANTA CATALINA

 MONASTERIO JERÓNIMO DE SANTA CATALINA

DESCRIPCIÓN

Puerta llamada de «los Serafines»

 Las primitivas construcciones de esta iglesia, por ser en su mayoría edificadas a finales del siglo XIV e inicios del XV , fueron levantadas en estilo gótico-mudéjar, de ellas apenas nos quedan restos, solamente la conocida como puerta del Serafín, frente a la desembocadura de la calle Empedrada y alguna ventana cegada , como la que se observa en esa misma construcción frente a la torre de la Colegial. Algún otro detalle como la rejería o los canecillos y aleros nos orientan sobre la antiguedad de esta parte del monasterio de Santa Catalina.

Puerta sur de la iglesia del monasterio de Santa catalina

Ya hemos comentado que la misma puerta del Serafín era la que daba acceso al templo primitivo y por ello era necesario entonces pasar por el claustro para acceder al templo. Para remediarlo, en 1452, concede el papa Nicolás V permiso para construir una nueva iglesia cuyo edificio coincide con la nave de la actual. Precisamente el retablo de esta nueva construcción fue estofado por Copin de Holanda y pintado por Juan de Borgoña, aunque hoy ha desaparecido. La nave está cubierta por una bóveda de cañón y a los pies otra bóveda rebajada soporta el coro.

Cúpula de la iglesia de los jerónimos

Los canónigos de la Colegial se opusieron a la nueva edificación, como también se negaron a que se construyera la capilla mayor que, sin embargo, se comenzó a levantar en 1536 con el permiso de Pablo III . Esta parte del monasterio es la más característica del mismo y un elemento característico del paisaje urbano de la antigua Talavera. El padre Sigüenza, en su Historia de la Orden de San Jerónimo, decía: «Por ignorancia o malicia de los oficiales no se ha podido acabar fábrica de harta costa y apariencia, sin fundamentos, de tal suerte que estando casi cerrada la cúpula del cimborrio, se venía toda al suelo, y el mejor medio es deshacerla piedra a piedra.»  No hizo falta llegar a tanto, ya que se llamó a Juan de Herrera que se encontraba entonces construyendo otro monasterio jerónimo,el de El Escorial. Vino a Talavera y consiguió salvar el edificio, aunque quedaron como recuerdo de aquellos percances los antiestéticos machones y contrafuertes de la cara sureste del testero y las fisuras que todavía hoy  se perciben en el mismo.

Retablo de la iglesia de los jerónimos de Santa Catalina

Diferentes avatares históricos hicieron perder a esta iglesia su primitiva grandeza. En la capilla mayor estaban los enterramientos de los señores de Gálvez y Jumela y en el claustro se hicieron sepultar numerosos caballeros y nobles talaveranos. Celebrábanse los oficios «con toda grandeza, puntualidad y magestad que puede encarecerse teniendo siempre capilla de sonoras voces e instrumentos. Los ornamentos son muchos, ricos y costosos. El aderezo de plata es muchísimo»

Detalle de la decoración renacentista del edificio de los jerónimos de Santa Catalina

El acceso actual al templo desde la calle se realiza a través de la portada de piedra de la fachada sur, un tanto vulgar si la comparamos con la grandeza del resto del edificio. En el interior destacaremos la capilla mayor. Los mármoles que la decoraban adornan ahora el altar mayor de la basílica de Ntra Sra del Prado. La cúpula es de grandes proporciones, las pechinas se ornamentan con relieves de los cuatro evangelistas y bajo ellas se sitúan las estatuas de cuatro doctores de la Iglesia. La sacristía es de gran belleza, octogonal y con cúpula toda de piedra, menos decadente que el renaciente estilo del resto de la iglesia. También al siglo XVII pertenece la grandiosa escalera de subida al coro, toda de sillería y suspendida en el vacío. Menos conocida aunque muy curiosa se nos muestra la escalera helicoidal de acceso al exterior de la cúpula, “la giralda”, que se rodea de balaustrada con adorno de pirámides.

Contrafuerte que se construyó por indicación de Juan de Herrera, arquitecto de El Escoria,l para evitar que aumentaran las grietas del edificio

Se mantiene en un estado lamentable el claustro sur, que durante años ha sido casa de vecindad hasta su amenaza de ruina. Se perciben los arcos  gótico-mudéjares ya cegados  y en algunas de pendencias pueden observarse restos de pinturas en los muros, muy similares a otras pequeñas muestras que persisten en la granja jerónima de La Alcoba y Guadalupe.

 

TALAVERA, COMARCA VERDE QUE NO SE VENDE

TALAVERA, COMARCA VERDE QUE NO SE VENDE
Barrancas del Tajo en Pueblanueva
Si el AVE o el tren de altas prestaciones se hiciera realidad en Talavera, la ciudad que tendríamos que vender para aprovechar el tirón no sería la ciudad del sky line y el “cortinglés”, sino la ciudad tranquila y acogedora con un patrimonio importante que ofrece calidad de vida, servicios y que está rodeada de una naturaleza envidiable a muy pocos minutos de ella.

La variedad de ecosistemas y paisaje que tiene nuestra tierra se encuentra difícilmente en otros lugares de la península, paisajes que aunque, como me decía Wioming, “no son de postal”, están llenos de encanto por su riqueza natural y por su soledad.

El Guadyerbas en su nacimiento en la Sierra de San Vicente

La Sierra de San Vicente es un cogollito de naturaleza, pequeño pero que está a nuestra disposición en quince minutos de coche. Castañares, robledales y espesos enebrales se reparten por esta sierrecilla llena de senderos que a su vez cuenta con un patrimonio considerable etnográfico e histórico. Molinos, pozos de nieve, iglesias berroqueñas, verracos, castros, fiestas, baños etc. pueden sin lugar a dudas complementar a su naturaleza privilegiada. La Ruta de Viriato, bien estructurada y señalizada es uno de los ejes para su conocimiento y disfrute.

Son muchos los árboles monumentales de la comarc como esta encina de doña Germana en término de Pepino, pueblo de El Berrocal

Una prolongación de la Sierra de San Vicente es El Berrocal, comarca inmediata a Talavera formada por los pueblos situados al norte de la misma. Mejorada, Segurilla, Pepino, Montesclaros, Cervera con su arquitectura, que debe ser protegida por los ayuntamientos,  sus atalayas, sus caleros etc.

Embalse de La Portiña en pleno Berrocal

Cuenta con una preciosa red de estrechos caminos y callejas que nos conducen entre sus dehesas graníticas por parajes pintorescos y amenos. Estos caminos deben conservar su empedrado y vallados de piedra aunque sean restaurados, pues son unas magníficas vías para practicar el cicloturismo o la hípica. Estamos hablando de lugares que conectan con la zona de La Portiña que, a su vez, sería un atractivo más a añadir a esta comarca del Berrocal donde no sería disparatado preparar un aula de interpretación de la Batalla de Talavera.

Alcornocales de Velada

Desde El Berrocal hasta el embalse de Rosarito hay una enorme extensión de terreno adehesado atravesado por cañadas y caminos donde es fácil perderse entre encinas y alcornoques bajo los que corren los venados e invernan las grullas, con árboles de gran porte en las dehesas de Oropesa y Velada. Esta zona cuenta además con el recientemente declarado Parque Fluvial del Guadyerbas y Los Baldíos de Velada- deben haberse conjuntado todos los astros para que la Junta repare en el interés de algo situado en nuestra comarca- que cuenta con parajes llenos de encanto en los bosques de ribera  que acompañan al río y en la peculiar geología de los arenales de los llanos “velaínos”. Estas grandes dehesas de la zona occidental de la comarca se alternan con las llanuras deforestadas del Campo Arañuelo que sobrevuelan las rapaces con Gredos al fondo.

Barrancos de Los Castillos en el reculaje de Azután en Las Herencias

El propio valle del Tajo cuenta en su curso con una gran variedad de paisajes y aunque los embalses de Azután y Valdecañas nos dejaron sin la belleza del Tajo corriente y moliente, han generado enormes extensiones de agua con zonas encharcadas como las Tablillas de Azután que cuentan con una gran riqueza en avifauna. A esas grandes tablas se unen los parajes en los que el Tajo sigue encajonado en riberas solitarias de gran atractivo paisajístico jalonadas por viejas aceñas y molinos, como los riberos de Aldeanueva-Calera y Alcolea o los de Puente-Valdeverdeja, sobre los que dominan las fostalezas musulmanas de Vascos, Castros, Espejel o Alija. Tramos estos del río llenos de sorpresas y absolutamente desconocidos y desaprovechados para el turismo en piragua.

De La Jara ya hemos tratado en un artículo anterior pero tenemos que recordar la Jara Alta con sus ásperas sierras repletas de fauna y monte impenetrable con algunos castañares y buenos rebollares entre canchales y bosque mediterráneo virginal. Las rañas de la Jara Baja son atravesadas por la Vía Verde y los ríos que descienden desde los Montes de Talavera, que así se llamaban desde la Edad Media y así deberíamos acostumbrarnos a llamarlos ahora. Ríos que discurren entre olivares, áridos pizarrales y cañones graníticos de belleza espectacular como el del Uso, el Pusa, el Jébalo o el Sangrera. Cerca ya de Talavera las rañas se deshacen en barrancas de una gran peculiaridad ecológica, donde los enebrales y coscojares salpicados de cornicabras e higueras locas hacen equilibrios para sobrevivir. Barrancas de la Media Luna, del Águila, de Aguaplata o Maricantarillo que todavía esperan un verdadero plan que las proteja.

Pozas en la garganta Blanca de Gredos

Todo ello es necesario cuidarlo, señalizarlo y vigilar con mano de hierro que ese patrimonio público que son los caminos vecinales, los cordeles y las cañadas no sean usurpados por la prepotencia de unos pocos para impedir el disfrute de la mayoría.

Lo que hemos descrito someramente se refiere al primer círculo de influencia talaverana, pero nuestra ciudad es un nudo estratégico desde donde se puede disfrutar del valle del Tiétar, de la sierra de Gredos y la Vera Alta, o de las sierras de Altamira y las Villuercas, todo ello a poco más de media hora de aquí. La promoción de esa comarca verde es la promoción de la Talavera donde muchos urbanitas cansados de la gran ciudad pueden acudir desde Madrid para instalarse o visitarnos cuando el AVE o lo que sea se convierta en una realidad, si es que sucede en el próximo milenio, pero para eso es necesario trabajar y creer en una verdadera comarca verde.

MOLINOS DE LA SIERRA DE SAN VICENTE: NAVAMORCUENDE Y MARRUPE

MOLINOS DE LA SIERRA DE SAN VICENTE:

NAVAMORCUENDE Y MARRUPE

Tercer molino de Navamorcuende de proporciones casi monumentales

Vamos a repasar ahora los molinos de la Sierra de San Vicente propiamente dicha y comenzaremos por su lado occidental con los molinos de Navamorcuende y Marrupe . Algunas de sus poblaciones molían en el Tiétar y sus afluentes, y otras situadas más al sur lo hacían en el alto Guadyerbas y en los arroyos tributarios del Alberche. El mismo río Alberche, aunque relativamente caudaloso, es poco molinero por su escasa pendiente y lo arenoso de su cauce en este tramo. No he hallado restos de molinos en su trayecto más bajo, ni siquiera referencia histórica alguna a su existencia.

Todos los pueblos de esta pequeña sierra pertenecieron a la ciudad y obispado de Ávila, lo que dificulta la investigación histórica por la escasez de estudios publicados en Toledo sobre la zona. Por otra parte,  la documentación histórica referente a esos pueblos se halla en Ávila donde también escasean los estudios generales de la comarca por pertenecer en la actualidad esos pueblos a la provincia de Toledo.

Molino quinto del Guadyerbas en Sotillo de las Palomas

En el ámbito de la Sierra de San Vicente existieron sobre el Guadyerbas hasta cinco molinos. El más bajo (G5) se sitúa próximo al casco urbano de Sotillo de la Palomas y es el artificio al que nos hemos referido como el único que llegó a moler con motor de vapor de agua. Su receptor hidráulico primitivo era un cubo.

En la cabecera del río, la carretera de Navamorcuende a El Real de San Vicente ha destruido el edificio del primer molino (G1), aunque todavía puede observarse junto a la cuneta el cubo de sillarejo con su saetín. Es un curioso ejemplar abastecido por canales labrados en las laderas próximas que recogían el agua de escorrentía, además de captar la corriente de una fuente cuyo caudal se acumulaba en una balsa excavada por encima del cubo.

Primer molino de Navamorcuende sobre el nacimiento del Guadyerbas, la sala del molino se la llevó la carretera y solo queda el cubo

El segundo molino (G2) está dotado de una gran rampa que tomaba directamente el agua que salía por el socaz del primero. El tercer artificio (G3) es una gran construcción propiedad en sus orígenes del cercano monasterio del Piélago . Su edificio, construido en sillería, tiene tres pisos y un enorme cubo al que llega también directamente el agua desde Gu2 a través de un canal elevado sobre soporte de mampostería. Como peculiaridad, se sirve de una escalera helicoidal que comunica el interior del molino con el cárcavo. El cuarto molino de la cabecera del Guadyerbas (G4) apenas es reconocible, solamente quedan escasas restos de una rampa de considerables proporciones.

Gran rampa de segundo molino de Navamorcuende sobre el nacimiento del Guadyerbas

Pudieran muy bien ser éstos los molinos a los que se refiere el Catastro de Ensenada como pertenecientes al convento. En realidad todos eran accionados por la misma captación de la que luego partía un canal que más tarde estuvo también destinado a llevar agua a la central eléctrica de Navamorcuende y  todavía hoy puede observarse.

Más cerca del casco urbano, encontramos sobre el arroyo del Lugar que cruza el pueblo tres arruinados molinos de menor entidad. Dos son de cubo y uno es de rampa. El más cercano a Navamorcuende perteneció al señor feudal de la villa (L1), (L2) y (L3).

Segundo molino del arroyo Marrupejo en término de Marrupe

En término de Marrupe se hallan los tres primeros molinos del arroyo Marrupejo, el de Arriba (M1), el de Enmedio (M2) y el de Abajo (M3). Los tres son de cubo, bien conservado y adaptado a motor el primero y muy arruinados los otros dos. El tercero mantiene todavía una presa paralela a la dirección de la corriente que aprovecha un recodo del arroyo. Uno de éstos podría ser el molino que, si aceptamos la etimología musulmana que atribuye Gómez Menor a la palabra Marrupe, se habría llamado “molino del convento” durante la dominación árabe de la comarca.

Seguimos en término de Marrupe, en el arroyo de la cabecera del Marrupejo conocido como arroyo de Navatejares quedan, junto a una cascada, restos apenas perceptibles de un molinillo con un cubo como receptor (Nt 1).

SOROLLA Y RUIZ DE LUNA (1): SUS FOTOS EN LAGARTERA

Retrato del boticario Platón Páramo Realizado por Sorolla

Hubo un círculo de artesanos e intelectuales que movidos por las corrientes estéticas que impulsó la generación del 98 quiso potenciar la estética popular, la tradición de todo lo español, incluida la artesanía y el mejor folklore.

En nuestra comarca don Juan Ruiz de Luna, el gran ceramista, tuvo contacto con Platón Páramo, farmacéutico de Oropesa, coleccionista de arte en una medida que con la mentalidad actual tal vez consideraríamos digna de un expoliador, aunque eran otros tiempos. Sorolla, como hemos visto en entradas anteriores, vino a Talavera, Oropesa y Lagartera en busca de tipos para los cuadros que le había encargado la Hispanic Society de Nueva York. Platón Páramo era conocido por Sorolla e incluso puso a su disposición su coche de caballos para recogerlo en la estación de Oropesa y su vivienda para residir mientras pintaba en Oropesa.

Por otra parte, Ruiz de Luna era ya famoso por su obra en toda España y sus producciones se distribuían por todo el país, así que los dos artistas se conocieron y mantuvieron una relación artística y comercial como veremos.

Fotografía de Ruiz de Luna en la que aparece Sorolla pintando tipos lagarteranos en el pórtico de la iglesia .

El Museo Sorolla tiene entre sus fondos correspondencia entre los dos y algunas fotografías hechas en Lagartera por Ruiz de Luna que, dicho sea de paso, era tan buen fotógrafo como ceramista, hasta el punto de que tuvo un estudio donde hizo retratos a numerosos talaveranos de su época y una magnífica colección de postales de Talavera que son el mejor documento gráfico de nuestra ciudad a principios del siglo XX.

Se guarda en el museo una serie de cuatro fotografías realizadas por Ruiz de Luna a Sorolla pintando en el pórtico de la iglesia de Lagartera. Las cuatro están protegidas por su paspartú original en el que se puede ver la firma de Ruiz de Luna y el nombre de Talavera.

En la primera foto, y la más conocida de todas, se ve al pintor pintando los tipos que se reproducen en la imagen a color. Está hecha desde el suroeste de la escena y aparece el pintor ya entrado en años y en kilos y frente a él a otro hombre pintando. Se trata de un tal Priede, hijo del dueño del hotel Castilla de Toledo. También se observa a los tres lagarteranos que aparecerán en uno de los cuadros.

Otra de las fotos de Ruiz de Luna de Sorolla pintando en la iglesia de Lagartera.

La segunda foto está sacada desde casi la misma perspectiva, pero más lejos y en ella aparecen además otros lagarteranos y un personaje sentado, que bien podría ser Platón Páramo. La parcela al sur del pórtico se encuentra llena de hierba.

La tercera fotografía de Ruiz de Luna está hecha justo desde el lado contrario y se ve al fondo el muro oeste, donde se encuentra la puerta que da directamente al pórtico desde la calle. Priede con camisa y chaleco observa la pintura de Sorolla.

El Pórtico donde Ruiz de Luna retrató a Sorolla.
Unos lagarteranos, tal vez modelos en el cuadro alguno de ellos, observan la escena desde la pequeña explanada previa al pórtico de la iglesia donde hoy hay un pequeño jardincillo con su pozo.

La cuarta instantánea está sacada desde el propio pórtico y en ella se pueden ver lagarteranos. Puede que alguno de ellos sea uno de los  retratados, además de otros vecinos y vecinas curiosos observando la escena

Los tipos lagarteranos pintados por Sorolla que aparecen en la fotografía de Ruiz de Luna

El historiador lagarterano Julián García Sánchez, tal vez la persona que mejor conocía los entresijos de Lagartera, describe así a los personajes del cuadro y el traje que llevan: “Sorolla sorprende de perfil a Antonio Lozano Bravo y, de frente, dispuesto a unas bodas de sueño, a Pablo Oliva Martín, vestido de novio. Le chorrea una policromía de cintas y borlas, bajo el cordón, que le cruza el vientre, a guisa de broche del sayo. Otras cintas se prenden en el camisón, al lado del corazón. A la camisa amplia lagarterana, por su magnitud, se la llama camisón. El de Pablo es de un lienzo casero, con cabezón redondo, labrado de arquillo Este novio lagarterano que mira a Sorolla en esta segunda década del siglo XX, tiene la misma labor de labrandería en su camisón que Constanza, -La Ilustre Fregona- en la misma ´decada del siglo XVII, pues al decir de Cervantes era su camisa alta «plegado el cuello con un cabezón labrado de seda negra (…) No se ve en el camisón de Pablo la labor de los tambores sembrados en la besana de los hombros y faldones; por sí el deshilado viejo y de escudos, en la pechera. Detrás del novio está, muy tranquilo, Higinio Bula, con sus manos y su blusa sepultadas en la faja negra. Sobre el sombrero de Antonio Lozano, la cabeza prócer de Zacarías Pino Igual”.

Otros cuadros pintó Sorolla con motivos lagarteranos que traeremos en otra ocasión, hoy nos limitamos al que tuvo relación con nuestro ceramista y gran fotógrafo Juan Ruiz de Luna