PELEQUE EL ROBACENCERROS

PELEQUE EL ROBACENCERROS

Uno de los causos recogidos en el libro de La Enramá (Miguel Méndez-Cabeza, Rafael Gómez y Angel Monterrubio) «Causas Criminales de la Santa Hermandad de Talavera». Un tocador de cencerros que los robaba, con otras raterías en La Iglesuela

La Iglesuela, pueblo en el que se desarrollan los hechos de esta causa criminal
La Iglesuela, pueblo en el que se desarrollan los hechos de esta causa criminal

Las gentes de La Iglesuela ya no querían sufrir más los pequeños robos de Ignacio García Peleque, por ello habían hecho llegar sus quejas a la Santa Hermandad Real y Vieja de Talavera que en fecha dos de septiembre de mil setecientos cuarenta y cinco, emite un auto de oficio para que se investigue lo sucedido y se  tome declaración a los testigos que puedan aportar algún dato sobre cómo  Ignacio García Peleque, mozo soltero, hijo de Juan García Peleque y de Melchora Thenorio vecino de esta dicha villa, a muchos años tiene a costumbre hacer diferentes ratterías así en el campo como en las casas, quittando zenzerros a los ganados vacunos, cabríos, lanares … de forma que para vender y cambiar los zenzerros que urtta, con el motibo de ser su padre herrero y zenzerrero los quema, cortta y machaca para que muden de son[i] y no sean así conocidos de sus dueños”.

El Cuadrillero Mayor es comisionado a esta bonita villa serrana para recoger los testimonios y pruebas que conduzcan a esclarecer los hechos.

Comienza por interrogar a un vaquero llamado Jacinto Gómez que pensó en  nuestro ladronzuelo cuando le faltó una “ zenzerra que valía ocho reales a lo menos, y por ser ya muy público en esta villa que Ignacio… tenía esas avilidades de aver urtado otras zenzerras y campanillos, y otras cosillas”.

Otro testigo se llama Roque Herrador. En cierta ocasión le faltó el cencerro a un buey que tenía en su pajar y haciendo indagaciones supo que un pastor merinero[ii] había visto cómo Ignacio trocaba una  cencerra  por un cuchillo con otro pastor. Sabido esto, Roque se dirigió a él amenazándole con una escopeta y con llevar el caso a la justicia. El pícaro,  excusándose con que el diablo le había tentado devolvió la cencerra.

Otro testigo le acusa de haberle robado de la choza tres azuelas[iii] y un destral que el ratero tenía escondidos en la pared de una herrén[iv] de su padre en el paraje de Majaelbuey. A una mujer le hurtó un par de velortas [v]de un arado y a un vecino de Almendral le había quitado otra azuela.

A otra víctima de las raterías de Ignacio  le han desaparecido varios cencerros de sus cabras y aventura la posibilidad de que, al ser el padre del sospechoso herrero y cencerrero, golpea, quema y corta los cencerros robados por su hijo para que así muden de son y poder venderlos. Otros testimonios hablan de una “maleta con una porción de cencerros” que oculta nuestro protagonista cuando está varios días con un amo de El Real de San Vicente al que deja por haberle dado viruelas y porque el hombre duda de su honradez al descubrir la maleta de los cencerros, una escopeta y un cuchillo de zinto que llevaba.

Algunas víctimas cuentan cómo recuperan sus cencerros amenazándole, otros quejándose a su padre o al reconocer en su rebaño el collar de un cencerro robado.

Preso de la Santa Hermandad llegando a la cárcel de la Puerta de Zamora conducido por los cuadrilleros. Dibujo de Virtudes
Preso de la Santa Hermandad llegando a la cárcel de la Puerta de Zamora conducido por los cuadrilleros. Dibujo de Virtudes Portugués

Comprobados los hechos mediante tan numerosos testimonios se ordena que se prenda y ponga en prisión al ladronzuelo para después trasladarle a la cárcel de la Santa Hermandad de Talavera. Tres vecinos, Manuel Cañas, Isidro Herrador y Mateo Sánchez salen en su búsqueda al lugar llamado la Mata del Águila, “sierra áspera y muy intratable por la mucha aspereza de riscos y rebollos”. Pero Ignacio huye con la escopeta. Se le impone al reo en rebeldía una sanción de veinte ducados y no volvemos a saber másprovocan de él hasta que nuevas fechorías  que se instruyan nuevas diligencias desde Talavera. Esta vez  se pretende  comprobar la inocencia del padre y se recogen varios testimonios de gentes de La Iglesuela que le exculpan,  ya que es público y notorio que por quejas que de su hijo le han dado , le a quitado de la guardería de las cabras trayéndole a casa a el exercicio de la lavor y la siega por corregirlo mejor, theniéndole a la vista y que, aunque en algunas ocasiones aya el otro Juan García cortado o golpeado algunos cencerros , abrá sido y es a persuasión de algunos vecinos y no con el fin de venderlos y que si a trocado o vendido algún zenzerro, a savido comprarlos por cargas de los manchegos”. Se da por inocente al padre de Ignacio que sufría las continuas ventas de cabritos del rebaño familiar, que su hijo hacía para satisfacer sus gastos superfluos, aún así se le hace pagar al paciente padre cincuenta reales de vellón por las costas judiciales.

También la madre de Peleque se ve envuelta en una causa cuando, tras escuchar que se ha encontrado el cadáver de un hombre con la vestidura de la tierra en un paraje cercano a Pelahustán llamado Navalmontero, comienza a decir por el pueblo que el muerto es su hijo y que con toda seguridad el justicia Manuel Sánchez Navas y los soldados que han querido prenderle le han dado un arcabuzazo. Manuel denuncia la calumnia  que la mujer a propagado, a sabiendas de que su hijo había estado sirviendo con las armas en el regimiento Victoria de Madrid y que más tarde había tenido noticias de él  vivo y que estaba trabajando en el pueblo de Cenicientos. Más tarde se sabe que el asesinado es un fabriquero [vi]de San Román

Después de otros delitos menores, el mozo es prendido, antes “ha voceado que ya está desesperado de dejar la tierra pero que primero se ha de vengar en matar a uno de la justicia”. La  detención se produce cuando se hallaba cuidando cabras en el lugar de Labradopanadero y se le intervienen “una navaja atada al cinto, un rosario y otros trastecillos de poco valor”, se le ponen grillos y se le lleva a la cárcel de su pueblo pero al ser encerrado toma una piedra de libra y media y amenazante dice que como alguno se apegase a meterle dentro se la avía de tirar a los cascos Es trasladado a  la cárcel de la  Puerta de Zamora de Talavera el 2 de enero de 1746.

La minuciosidad de la Santa Hermandad hace que el reo sea reconocido,  hallándole el cirujano “ manco del brazo yzquierdo por causa de algún golpe o herida grave que en él a padecido y que está imposibilitado de todo travajo con el expresado brazo” . Esta circunstancia le salvará más tarde de penas más duras como la de trabajos forzados o galeras, ya que en el interrogatorio que sigue, el acusado da excusas poco creíbles como la de que sus víctimas le debían dinero, que los frutos del robo eran suyos o de su padre, o que los objetos robados eran hallazgos fortuitos.

Aparecen otros pequeños delitos de Peleque por los que también es juzgado. Hacía unos meses que “había tenido una desazón” con un vecino del pueblo y le había agredido con un puntapié en la cara E[vii]s hecho preso en la cárcel de La Iglesuela pero rompe la “puerta talanquera” y huye con la escopeta de su padre.

Puerta con cierre de talanquera, frecuentes en la Sierra de San Vicente
Puerta con cierre de talanquera, frecuentes en la Sierra de San Vicente

También le saldría caro otro acto delictivo cercano al gamberrismo, pero muy serio para la época,  ya que, cuando se ensayaba el auto que se iba a representar en el pueblo por año nuevo, con otros dos mozos del pueblo acudió al hospital del lugar, haciéndose pasar por la justicia y en el momento en que  los indigentes allí refugiados, con todo su miedo y su respeto se quitaron las monteras, haciendo mofa de ellos, les pidieron las cartas de casamiento que acreditaban que las parejas de indigentes estaban casadas. Cuando en esta ocasión va a ser detenido también huye, sus dos compañeros sin embargo son sacados de la cárcel por la intercesión de dos franciscanos descalzos que andaban predicando en la Iglesuela.

Finalizadas las diligencias judiciales, Peleque es condenado a tres años de destierro de Talavera y La Iglesuela y demás pueblos de su circunferencia a distancia de tres leguas. Ignacio tiene todo el olor de la carne de presidio

[i] Según el tono de los cencerros de un rebaño se conoce a su dueño y va más acompasadas el ganado. El “tocador” o golpeador de cencerros es un artesano que consigue  afinar a un mismo son todas los cencerros del mismo rebaño.

[ii] Pastor trashumante.

[iii] Instrumento corto que sirve para labrar y desbastar la madera.

[iv] Cercadillo sembrado de todo género de grano y que se corta todavía verde para forraje.

[v]  Cada una de las abrazaderas que sujetan el timón a la cama del arado

[vi] Maestro artesano.

[vii] Puerta asegurada con travesaño