LA LEYENDA DE LA PUERTA DE CUARTOS

Puerta de Cuartos en un grabado del siglo XIX
Puerta de Cuartos en un grabado del siglo XIX

LA LEYENDA DE LA PUERTA DE CUARTOS

La puerta de Cuartos es una de las puertas del tercer recinto amurallado de nuestra ciudad mediante el que se cercaban y protegían los arrabales viejos. Después de la reconquista de Talavera por Alfonso, sus habitantes se dividen en dos comunidades claramente diferenciadas: la de los mozárabes, que ocupan mayoritariamente la villa o casco antiguo, y la de los castellanos y francos recién llegados que pueblan los arrabales.

Cada uno de los grupos se regía por su propio fuero y era juzgado por sus propios jueces, por lo que no eran pocos los enfrentamientos entre ambas poblaciones que, por otra parte, tenían también grandes diferencias culturales por la herencia musulmana de los mozárabes.

Representación de Alfonso X el Sabio
Representación de Alfonso X el Sabio

Corría el año de 1283. Reinaba Alfonso X el Sabio y había muerto su sucesor y primogénito el Infante don Fernando. La ambición de su segundo hijo Sancho había hecho que se levantara contra su padre para impedir que reinaran sus sobrinos, los hijos de don Fernando. El hijo había declarado la guerra a su padre con el apoyo de algunas potencias extranjeras, de los nobles e incluso de la reina doña Violante. El rey Alfonso quedó sólo, enfermo y sumido en la tristeza con el único apoyo de algunas ciudades como Sevilla, Murcia y Badajoz. Sancho fue declarado maldito por su padre, carga que llevaría con angustia durante toda su vida. Sin acuerdo posible, se inició una guerra entre padre e hijo. Talavera no permaneció unida en aquel conflicto, ya que los castellanos de los arrabales se declararían partidarios del rey Alfonso y los mozárabes se aliaron con don Sancho. El cabecilla de los nobles castellanos fieles al Rey era un tal Romero que con cuatrocientos caballeros se preparópara unirse a don Alfonso, pero Sancho se encontraba en Olmedo y vino rápidamente hasta Talavera con su ejército. Aquí castigó duramente a los nobles fieles a su padre, destruyendo sus casas, confiscando Sus bienes, desterrando a los supervivientes y prohibiendo a los castellanos entrar en la villa, poblada por los mozárabes desde la reconquista.

Romero huyó con algunas de sus tropas y cruzó el puente de Pinos, situado aguas arriba de Azután, destruyéndole a su paso y marchado a refugiarse a la inexpugnable fortaleza roquera de Cabañas del Castillo, en las sierras de Las Villuercas.

Castillo de Cabañas en las Villuercas,
Castillo de Cabañas en las Villuercas,

Los más significados nobles del arrabal fueron ejecutados y descuartizados, colgando sus cuartos de la puerta que según la leyenda llevaría desde entonces el nombre de Puerta de Cuartos en recuerdo de tan sangrientos sucesos, aunque es sabido que la puerta ya se conocía con anterioridad como la puerta de Cortes o de Cuarto. La imaginación popular y los historiadores del siglo XIX vieron en estos hechos históricos la justificación del nombre de esta puerta de la muralla talaverana que recibía a los viajeros que venían desde Extremadura y junto a la que nació el padre de las ciencias históricas en nuestro país, el ilustre Juan de Mariana que en su Historia de España hace también referencia a estos acontecimientos.

Sancho IV reinaría después y se reconciliaría con nuestra ciudad, anulando las medidas legales contra sus moradores, aumentando considerablemente los territorios de la Tierra de Talavera y otorgando el privilegio para el establecimiento de los mercados y ferias que tanto marcaron luego nuestra identidad.

ESCUDO DESPIEZADO DE TALAVERA DE LA DERRIBADA PUERTA DE CUARTOS

LA JARA TOTAL

LA JARA TOTAL

Arquitectura popular en Campillo de la Jara
Arquitectura popular en Campillo de la Jara

La Jara es un enorme territorio delimitado por cuatro ríos entre el Tajo al norte y el Guadiana al sur, y entre el Pusa al este y el Ibor al oeste. Las tierras que diferentes monarcas van otorgando a Talavera de la Reina para que sean repobladas después de haber quedado casi desiertas por las guerras de reconquista constituirá la futura comarca de La Jara. Este es un concepto histórico al que debemos otro más importante, el geográfico y cultural, porque como muy bien dice nuestro ilustre paisano Jiménez de Gregorio, “la geografía manda y la historia obedece”.

Esta comarca siempre ha tenido una mayor vinculación con los pueblos y culturas del occidente peninsular y así, las primeras culturas agrarias, las primeras oleadas de pueblos indoeuropeos hacen que nuestra tierra se enmarque en el conocido como megalitismo extremeño, como nos muestran los dólmenes de Azután y La Estrella. También vemos, por los hallazgos arqueológicos de estelas como la de Las Herencias o “Aldeanovita”, que en todo nuestro territorio se encuentra las más septentrionales muestras de las influencias “orientalizantes” y tartéssicas, propias de esa zona cultural del occidente penínsular con la que siempre veremos relacionarse a nuestro territorio.

Navatrasierra, uno de los pueblos de la Jara que fue incluido en Extremadura con la división provincial
Navatrasierra, uno de los pueblos de la Jara que fue incluido en Extremadura con la división provincial

También es cierto que las esculturas zoomorfas, los verracos de piedra de las tribus vettonas que salpican la geografía jareña nos demuestran la pertenencia de la zona a la España céltica. Es el peublo vettón especialmente ganadero, como lo es la cultura de nuestra comarca, surcada por infinidad de cañadas y cordeles por donde discurrían desde tiempo inmemorial millones de ovejas de la cabaña trashumante. Esta cultura, al igual que las anteriormente referidas, también nos une con el resto de la comarca natural de Talavera, con la parte oriental de Cáceres, Ávila y Salamanca, nuevamente con una clara vinculación a la facies cultural atlántica de nuestra península, al contrario que la vecina comarca de los Montes de Toledo, situada más bien en un contexto ibérico.

Los romanos, que como sabemos tenían un concepto muy práctico y realista de la organización del territorio, incluyen nuestra comarca en la provincia lusitana, situándose la frontera con la España Citerior precisamente en el límite oriental de nuestra comarca.

La Edad Media también configuró claramente una distribución geográfica en la que la korá árabe de Talavera incluía todo el territorio de La Jara defendido del avance cristiano por las fortalezas de Canturias, Vascos, Castros, Espejel y Alija, esa fuerte frontera del Tajo que yo denomino línea “maginot” jareña,

Toda la zona —aunque en la parte más occidental es reconquistada para los cristianos desde la ciudad de Ávila—, queda finalmente en el alfoz talaverano por las concesiones reales, aunque incluida en el reino y arzobispado de Toledo, quedando así fuera del obispado emeritense al que parece haber seguido perteneciendo en los primeros tiempos del reino visigodo con el obispado sufragáneo de Aquis.

Chozo en Aldeanueva de Barbarroya
Chozo en Aldeanueva de Barbarroya

En el siglo XIV comienzan las “mordidas” de diferentes casas señoriales a nuestra extensa comarca. Primero la zona más oriental de La Jara pasa a constituir el señorío de Valdepusa que aunque históricamente queda así separado de La Jara, sigue por su paisaje, cultura y condicionantes geográficos muy unido a las tierras jareñas. Alfonso XI segrega un pequeño territorio de la dehesa de Ivan Román para la fundación del monasterio de Guadalupe, aunque Alía, Castañar de Ibor, La Avellaneda y Navalvillar de Ibor siguen en el alfoz talaverano. Ya en el siglo XVI comienza la compra de privilegios de villazgo a Felipe II, necesitado de fondos para la financiación de sus iniciativas bélicas, y es Espinoso del Rey el primer municipio que se segregará de la villa madre, Talavera, que poco a poco irá perdiendo los territorios bajo su directa administración, aunque todas las poblaciones seguirán manteniendo con la ciudad del Tajo su vinculación económica, social y cultural, una vinculación de la que es símbolo más claro la fiesta de las Mondas, en la que el alcalde talaverano cambia su bastón de mando con los de los pueblos hermanos.

Pero en 1833 con la división provincial de Javier de Burgos se produce una distribución del territorio nefasta para nuestra tierra, pues parte de ella se incluye en la provincia de Cáceres (Valdelacasa, Carrascalejo, Villar del Pedroso, Garvín, Peraleda, Navatrasierra)

Como sucede igualmente con esa otra parte de La Jara que hoy llaman Las Villuercas, con Guadalupe, cuya devoción mariana se halla fuertemente arraigada en los jareños, así como Alía, Castañar de Ibor, Navalvillar y la Avellaneda.

Estela de la Edad del Bronce de Las Herencias
Estela de la Edad del Bronce de Las Herencias

Otra parte de nuestra comarca es incluida en la provincia de Ciudad Real y así el muy jareño rincón de Anchuras queda de manera absurda separado administrativamente de La Jara, aunque la geografía manda y hasta para la atención sanitaria siga dependiendo de Talavera. Por último Valdecaballeros, que en su escudo lleva el de Talavera como símbolo de esa pertenencia a La Jara, y Castilblanco, pueblos que, junto a gran parte de la llamada Siberia Extremeña siguen teniendo una fuerte vinculación económica con la comarca.

La Jara no es por tanto ni toledana, ni cacereña, ni pacense, La Jara es una sola comarca y como tal debe considerarse, debiendo tender las asociaciones que estudian y defienden su patrimonio cultural y humano a considerar este hecho histórico y geográfico, aunque por evidentes razones, el estado autonómico tienda a segregar estos territorios e incluso intenten que se olviden las raíces de esos pueblos. Y no digamos nada de la nueva geografía del absurdo que los políticos hacen y deshacen a su antojo con la búsqueda de las subvenciones de los fondos europeos, incluyendo, por ejemplo, Azután y Navalmoralejo en la comarca de La Campana de Oropesa, Navalucillos en Cabañeros o San Bartolomé de las Abiertas en los Montes de Toledo.

LAS OTRAS FORTALEZAS ÁRABES DEL TAJO

LAS OTRAS FORTALEZAS ÁRABES DEL TAJO

Puerta norte de la fortaleza de Castros
Puerta norte de la fortaleza de Castros

Hasta la reconquista cristiana de Toledo y Talavera, en el año 1063, la línea divisoria entre musulmanes y cristianos fue durante mucho tiempo el río Tajo. Ya hemos hecho referencia a que Talavera era descrita en las crónicas árabes como la ciudad situada “más al norte de Al-Andalus, en la frontera con los politeístas (cristianos)” y es por ello que las riberas de nuestro río a su paso por la Marca Media estuvieron jalonadas de numerosas fortalezas que pretendían evitar el avance hacia el sur de las tropas castellano-leonesas.

Centrándonos en nuestra comarca podemos comenzar el recorrido del río desde el castillo de Villalba, en término de Cebolla, y que se eleva frente a otro castillo de época posterior, el de Malpica Esta fortaleza de Villalba ya existía en época romana protegiendo la calzada que discurría paralela al Tajo y es muy probable que  permaneciera habitada también durante la época de dominación musulmana.

Puente bajo la fortaleza de Castros

Río abajo, la misma muralla y fortificaciones de Talabayra nos demuestran esa necesidad estratégica de defender el paso del Tajo.

Seguimos hacia el oeste y encontramos algo más abajo de Las Herencias el castillo de Canturias, hoy en el fondo del río por el derrumbe de las cárcavas sobre las que se situaba. Se sabe que este llamado “castellum ciselli” también existía en época romana y visigoda.

El mismo nombre del pueblo de Azután está relacionado con la existencia de una torre de época musulmana que defendía el paso del río por esa zona. Parece que Azután viene del árabe y significaría “Torre del Sultán” de la que solo quedan los cimientos de dicha construcción junto al río y algún dibujo esquemático en los planes de navegación del Tajo.

CASTROS

Si seguimos descendiendo el río por la orilla sur encontramos otra fortaleza no menos importante que Vascos pero cuya población no está amurallada. Se encuentra en término de Villar del Pedroso, aunque esté en el entorno de Puente del Arzobispo. Los lugareños conocen el paraje como “La Muralla” y para ir hasta allí tomaremos un camino que sale inmediatamente a la izquierda del puente,  discurriendo por la ribera del río. Desde esta orilla tenemos una pintoresca vista de la villa con el puente, los molinos y el caserío. Después de andar unos dos kilómetros, tropezamos con la desembocadura  del río Pedroso, que se despeña en cascada sobre el Tajo en un hermoso paraje.

Justo en el codo que hace el río Pedroso antes de su desembocadura en el Tajo, se observan sobre el cauce los restos de un molino y batán, con cuyos beneficios dejó también estipulado el arzobispo Tenorio que se financiaran los hospitales de Puente. Siguiendo el cauce del riachuelo nos encontramos con el bonito conjunto que forman un puente y un molinillo de ribera. En la elevación situada entre los dos ríos se sitúa la fortaleza. En este caso nos encontramos ante una alcazaba con un poblado alrededor, sin que en este caso haya un amurallamiento que rodee al caserío como en la Ciudad de Vascos pero, como se deduce por sus características constructivas, también se levantó entre los siglos IX y XI. Parece que este castillo tenía también como misión la defensa de un puente medieval de considerables proporciones que se encuentra a sus pies y del que se mantienen todavía los tajamares.

Se la conoce con el nombre de Castros, al menos desde el siglo XII, cuando aparece citada en un privilegio otorgado por Alfonso VIII al concejo de Ávila, sin embargo su construcción data del siglo X.

Entre sus restos más destacables hay que resaltar la puerta de la muralla, flanqueada por dos torreones de planta cuadrada. El interior aparece hoy totalmente desocupado, a excepción de una estructura rectangular que delimita un aljibe y los restos de la primitiva atalaya, desde la cual se comunicarían con las poblaciones vecinas.

Está construida en el espigón que forma la desembocadura del arroyo Pizarroso en el Tajo, vigilando los puentes referidos que enlazaban las orillas de ambas corrientes. Su planta está diseñada y construida, siguiendo un esquema ampliamente difundido por Al-Andalus y el Magreb, consistente en un rectángulo de torres cuadradas, pero adaptado con la cota del otero en el que se asienta.

Fuera del castillo se extienden los restos de una aldea sujeta a su protección, con viviendas de planta rectangular, construidas, al igual que el castillo con mampostería granítica. Como sucede con Vascos, su abandono y despoblación, se inicia con la rendición de Toledo y Talavera por Alfonso VI, y la posterior ocupación cristiana de los valles del Tajo.

Muralla del castillo de Espejal
Muralla del castillo de Espejal

CASTILLO DE ESPEJEL

Aguas abajo y ya en término del jareño pueblo de Valdelacasa se alza la fortaleza de Espejel. Se cita en las fuentes cristianas a partir del siglo XII, cuando Alfonso VIII la dona a la orden de Santiago, en calidad de plaza desierta. Parece que el asentamiento tuvo lugar en el siglo X, constituyendo uno de los castillos mejor caracterizados de la Marca, pues aparte del baluarte central construido a partir de un esquema cuadrangular con torres de la misma planta incrustadas en las esquinas, conserva la barbacana y la coracha. Su aparejo es de granito y pizarra con cal y lanchas de pizarra. Muy cerca se encuentra unos grandes molinos también con el nombre de Espejel.

Ruinas de la fortaleza de Alija junto al Tajo
Ruinas de la fortaleza de Alija junto al Tajo

CASTILLO DE ALIJA

Más hacia el oeste, donde el Tajo recibe el río Gualija y se abre ya al embalse de Valdecañas, se encuentra la fortaleza de Alija emplazada sobre los cerros graníticos que dominan la desembocadura del rio Gualija en el Tajo. Su disposición estratégica cabe relacionarla con el paso de una antigua vía que salvando los puentes del Búho y del Conde alcanzaba las llanuras del Campo Arañuelo.

Este control lo reforzaba, en la otra orilla, la atalaya Peñaflor, de la que hoy no queda más que la cimentación al pie de la roca del mismo nombre. De su importancia se hacen eco las fuentes medievales, mucho más prolijas en datos sobre los avatares del asentamiento. Por Ibn Hazm sabemos que un miembro de la tribu berebere de los «Awraba». Sabrun b. Sabib gobernó la fortaleza de «Alisa» a finales del siglo XI o a comienzos del X, ya que su hijo fue destituido del mismo cargo por el califa Abda al-Rahman III anNasir. Otro cronista, Ibn Hayvan, al hablar del Tajo comenta que pasa al Norte por la fortaleza de «Alisa», situada a ochenta millas de Toledo.

FOTOS ANTIGUAS DE LA CALLE SAN FRANCISCO

Calle San Francisco desde la plaza del Reloj en los años 60
La calle de San Francisco con el café Español en los años 30
Calle de San Francisco con el Metro Chico a la derecha

FOTOS ANTIGUAS DE LA CALLE SAN FRANCISCO

Presentamos hoy en nuestra sección de fotos antiguas algunas de las que tienen como protagonista a la popular y comercial calle de San Francisco. También ampliamos algunos de sus detalles para ver tipos de la época y algunas curiosidades.

Calle San Francisco en fototografía de Ruiz de Luna
Calle San Francisco en fototografía de Ruiz de Luna

El primer nombre conocido de la calle San Francisco, según Pedro Gayarre nos dice en su obra sobre el urbanismo talaverano en el siglo XV y XVI, es el de calle de las Ollas, lo que nos habla ya entonces, antes del apogeo de la cerámica talaverana, de una importante actividad alfarera en la ciudad.

El nombre que más tiempo ha llevado esta importante arteria es el actual de calle San Francisco debido al convento que allí se alojó y cuya iglesia luego quedó como iglesia parroquial de Santa Leocadia y Santa Eugenia y luego simplemente iglesia de San Francisco.

Final de la calle San Francisco con la antigua torre del Reloj al fondo y detrás la torre albarrana del Arco de San Pedro. Principios del siglo XX

Aunque también llevó mucho tiempo el de Calle de la Zapatería o Zapaterías, actividad que hasta muy recientemente ha tenido varios establecimientos en la misma.

Durante algún tiempo se llamó en el siglo XIX calle de Pi y Margall, presidente de la primera república

Tipos a la puerta de un comercio a la entrada de la calle de San Francisco, junto a la plaza del Reloj
Tipos a la puerta de un comercio a la entrada de la calle de San Francisco, junto a la plaza del Reloj. Los niños y su actitud, especialmente la del de la izquierda, no tienen desperdicio. Se ve algún rótulo comercial, como el de la sombrerería Vidal

La calle de San Francisco ha sido siempre una calle eminentemente comercial, es esa calle central con numerosos comercios que hay en todas las ciudades españolas y que en muchos casos es la «calle Real» por ser en general vías de comunicación principales para el acceso a la ciudad.

Nuestra calle partía de la actual Cañada de Alfares, frente a la Trinidad. Su comienzo era una de las puertas principales del segundo recinto amurallado. la puerta de Toledo, llamada así por ser el acceso de los que venían a Talavera desde la Imperial Ciudad, y luego desde Madrid.  También tenemos que decir que en realidad finalizaba frente a la puerta principal del primer recinto murado, una puerta musulmana monumental llamada luego Arco de San Pedro, lo que apoya la importancia de esta calle en el entramado urbanístico histórico de nuestro pueblo.

Estos que van a a continuación son muchos de los comercios de la calle San Francisco que recuerdo, aunque algunos solo por referencias de otros talaveranos mayores que yo.

Acera este:

Bar Chico, hasta hace poco Calzados  Cortés, Comercio Casa Tomás, Fotos Lafuente, Teléfonos, Correos, Cine Coliseum, Club Taurino ( en el callejón junto al coliseum), Banco Central, Carrión, Mi Tienda, La Exposición, Pinilla, Casa Tene, Nicanor Flores

Acera Oeste:

Viuda de Cruz confitería, tejidos y confección Laureano Prieto, Óptica Poly, alpargatería La Carroza, tejidos El Paraíso, Ferretería Santa Cruz, Imprenta Ébora, Almacenes Imperio, Fotógrafo Antoranz, calzados Cortés. Banesto, Vargas, Estilo, Ramiro Gómez, Lamagrande, Ivarte, Círculo de Labradores (luego Banco Central)

Son curiosas las pequeñas tiendas adosadas a la iglesia que son además herederas directas de los tenderetes de palo y lonas que se instalaban pegadas a los muros y murallas durante la Edad Media para luego ir consolidándose como construcciones menos precarias.

Calle San Francisco en su extremo de La Trinidad.
Calle San Francisco en su extremo de La Trinidad.

Vemos los albañales discurrir por las calles entre el empedrado y los floridos balcones talaveranos que han cantado sus poetas, Rafael Morales y Joaquín Benito de Lucas. En la foto se ve al fondo el convento de la Trinidad y diversos personajes que deambulan a principios del siglo XX . Algunas tiendas exhiben  sus productos textiles a la puerta de los establecimientos.

En el detalle inferior vemos a dos de esos personajes rústicos con sus varas de vaqueros o tratantes, sus grandes fajas, su montera y sus blusones  bordados en la pechera que me sugieren a las que actualmente utilizan en Parrillas como traje tradicional.

Tipos con atuendo tradicional pasean por la calle San francisco

Plaza de San Francisco, antiguo bar frente a la torre de la iglesia
Plaza de San Francisco, antiguo bar frente a la torre de la iglesia

Esta es la parte de la calle frente a la torre de la iglesia de San Francisco en la que observamos un elegante bar de principios de siglo con los parroquianos en la terraza y frente a ellos la torre con un soportal de entrada hoy desaparecido y que puede ser el que que los frailes solicitaron  permiso al concejo para su construcción.

Iglesia de san francisco con el soportal hoy desaparecido
Iglesia de san francisco con el soportal hoy desaparecido

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En esta fotografía de la calle San Francisco tomada a la altura de la iglesia es una muestra magnífica de todo el patrimonio arquitectónico que hemos perdido en Talavera, casas de lujosa factura en esta vía

 

Clientes en la terraza de un bar en la calle San Francisco
Clientes en la terraza de un bar en la calle San Francisco a principios de siglo
Calle de San Francisco desde la entrada de la iglesia del mismo nombre
Calle de San Francisco desde la entrada de la iglesia del mismo nombre

principal, aunque coexistan con los albañales y el empedrado de las calles por donde transitan los carros y los animales de los que se ven algunos excrementos.

Asfaltando la calle San Francisco. Todavía está en pie al fondo a la derecha el convento de la Trinidad
La oficina de correos en los años 20