TIERRAS DE TALAVERA, HISTORIA DE UNA IDENTIDAD (2) de Caesaróbriga a la Talavera Medieval

TIERRAS DE TALAVERA, HISTORIA DE UNA IDENTIDAD (2)
de Caesaróbriga a la Talavera Medieval

Continuamos una serie de artículos sobre cómo la comarca natural de Talavera ha constituido una unidad cultural y geográfica a lo largo de la historia

Ara romana en la que aparece el nombre de nuestra ciudad en la que aparece el nombre romano de nuestra ciudad: Caesaróbriga. En dibujo del padre Fita

Los romanos distribuyen las tierras hispanas en las tres provincias, la Bética, la Tarraconense y la Lusitana. Observan que nuestra tierra está poblada por los vettones, pueblo de la misma etnia que los lusitanos y que por tanto son encuadrados por el Imperio en esta misma demarcación territorial, que tiene como frontera oriental una línea que discurre aproximadamente a la altura de la localidad de Santa Olalla, claramente coincidente con el límite geográfico queaún hoy mantiene nuestra comarca natural. Son varios los autores que consideran que ya en tiempos romanos Talavera era una especie de capital administrativa de un gran territorio rural en el que se distribuían numerosas villas dispersas y donde parece haber tenido importancia económica la minería de numerosas explotaciones de La Jara,  la trashumancia y el asentamiento de las legiones romanas. Talavera fue sin duda una importante ciudad romana, capital de un extenso territorio en la que había lujosos templos y edificios y donde no se descarta que hubiera edificio públicos como circo o teatro, aunque todavía no se hayan encontrado por los numerosos arrasamientos de la época medieval.

Excavaciones de edificios y templos romanos bajo el actual centro Rafalel Morales en la Plaza del Pan

De cualquier forma, la gran cantidad de inscripciones romanas localizadas en nuestra ciudad, de las que entre otras cosas se ha deducido la denominación de Talavera como Caesarobriga, nos hablan de una población de importancia, como se deduce por tener uno de los corpus epigráficos más ricos de la península.

En la época más tardía se produce una crisis generalizada que conlleva una dispersión rural de la población, como demuestran los numerosos yacimientos tardorromanos y las villas que se hallan esparcidas por la tierra de Talavera. Algunas de esas grandes villas romanas presentan plantas basilicales que demuestran la cristianización en la época de las gentes que habitaban la comarca, cuyo ejemplo más representativo es la villa romana de Saucedo en Talavera la Nueva. Estos asentamientos parece que también estaban vinculados a explotaciones metalúrgicas y, de la misma manera que en otras épocas históricas, los arqueólogos han observado en los materiales hallados un gran paralelismo con los de yacimientos localizados en Extremadura. Nuevamente volvemos a percibir esa mayor vinculación cultural de nuestra ciudad con el occidente peninsular que con la zona central, como algo constante en el devenir histórico de esta tierra.

Mosaico de la Villa romana de Saucedo

En época visigoda los nuevos pobladores no arrasan la ciudad, pero sí que dan una nueva orientación urbanística a la misma. La distribución del territorio estaba entonces muy unida a la demarcación eclesiástica y en Talavera parece que se localizaba la sede episcopal de Elbora, sufragánea de la de Mérida. En Aquis, núcleo de población identificado con Talavera o con la cercana finca de La Alcoba, se crea un obispado en relación con la devoción que atrae a numerosos fieles al sepulcro de San Pimenio, pero el metropolitano de Mérida se queja al rey Wamba por la existencia de esta diócesis, por lo que Talavera se mantiene vinculada a la Lusitania hasta la llegada de la invasión musulmana.

Capitel visigodo de Mohedas de la Jara

Durante la época musulmana son diferentes los viajeros e historiadores que califican a Talabayra como una gran ciudad de la que depende “una provincia importante”.Esta provincia o korá es repoblada en gran parte por aguerridas tribus bereberes que, acostumbradas a batallar, son mantenidas aquí para controlar a la levantisca Toledo con la que mantienen no pocos enfrentamientos, pues Talavera, esa ciudad “más al norte de Al-Andalus, en la frontera con los politeístas”, está destinada a servir de bastión ante los cristianos y ante las fuerzas toledanas rebeldes al califato de Córdoba. La ciudad sufre después los enfrentamientos entre el taifa de Toledo y el taifa extremeño de Badajoz, entre los cuales se encuentra geográficamente. Las tierras de Talavera a raíz de la reconquista por Alfonso VI corresponden según J.Gómez Menor con ese territorio o iqlim de la Talabayra musulmana que “no estaba sujeta a Toledo sino que su iqlim formaba una pequeña provincia independiente integrada dentro de la Marca fronteriza Media. Su independencia administrativa está atestiguada: tenía un gobernador, y un cadí o autoridad judicial, y las crónicas árabes nos han conservado el nombre de algunos”.

Lucerna o candil árabe hallado en excavaciones de Talavera

Alfonso VI conquista Talavera y la repuebla con castellanos y francos, que en principio ocupan los arrabales, aunque persiste una numerosa población mozárabe que se asienta en la villa, dentro del caserío que dejaron las clases dominantes árabes. También los moriscos constituyen un núcleo de población importante que se acrecienta durante siglos posteriores, así como la aljama judía, que es de una importancia numérica media-alta entre las comunidades hebreas de Castilla. Más al oeste, la repoblación leonesa es más importante y ya desde la Campana de Oropesa hacia poniente pueden observarse algunos aspectos etnográficos y linguísticos que así parecen confirmarlo claramente.

Alfonso VII participa personalmente en el amojonamiento del término que sería el embrión de las futuras Tierras de Talavera, pasando numerosas temporadas cazando en nuestra ciudad. Fernando III el Santo aumenta la extensión de los territorios talaveranos con la cesión para su repoblación de las Siete Heredades del Pedroso, que formaban parte de La Jara y que actualmente se encuentran comprendidas en Extremadura, desde la división provincial de 1833, como también lo están las dehesas de Ivan Román y Castrejón de Ibor, lo que más tarde sería territorio de Guadalupe y del valle del río Ibor con núcleos de población como Castañar, Navalvillar o el despoblado de la Avellaneda.

El mudéjar quedó como huella de la cultura musulmana en la Talavera ya reconquistada

Hacia el sur, las tierras talaveranas se van repoblando hasta el Guadiana debido a la seguridad militar que se produce en el territorio después del avance de las tropas cristianas tras la batalla de Las Navas de Tolosa. El señorío de La Puebla de Alcocer tendrá no pocos problemas fronterizos con Talavera, principalmente ocasionados por las disputas sobre los pastos y las barcas del río. También son numerosas las luchas de las gentes de Talavera con los caballeros abuleses que abusan de su prepotencia militar y que hace necesario que nuestra villa firme una alianza con Plasencia para intentar afrontar la situación.

Es curioso constatar cómo en la repoblación medieval la cabeza del alfoz se encuentra al norte de la ciudad de cabecera y sus tierras se extienden hacia el sur, tanto en el caso de Talavera que llega hasta el Guadiana como en el caso de Ávila, ciudad cuya jurisdicción comprendía localidades tan cercanas a talavera como Velada, todos los pueblos de la Sierra de San Vicente e incluso la Campana de Oropesa, aunque evidentemente todas esas poblaciones se encuentran desde siempre en el ámbito geográfico y económico de Talavera.

La repoblación cristiana dejó muestras como estas ruinas del castillo de Santisteban en San Martín de Pusa

La repoblación de ese enorme territorio desierto por las razzias permanentes de uno y otro bando a lo largo de la Edad Media hace que sea necesaria la formación de una fuerza armada que defienda a colmeneros y ganaderos del bandidaje que en la fragosidad de los montes de La Jara impide por su inseguridad que se asienten poblaciones estables. Nace así una de las instituciones más antiguas de policía rural y uno de los símbolos de nuestra ciudad durante siglos. Se trata de la Santa Hermandad Real y Vieja de Talavera que junto a la de Toledo y la de Ciudad Real son el antecedente y modelo de la Hermandad Nueva que impulsarán los Reyes Católicos, y de la misma Guardia Civil, que con sus uniformes verdes recuerdan a la vieja institución hermandina. Durante siglos, los nobles se disputaban los cargos de la misma por ser signo de poder en la villa. La Santa Hermandad también protegía de alguna forma los intereses pecuarios, camineros e incluso “ecológicos” de nuestra tierra. Su pendón era colocado simbólicamente a la entrada de la Puebla de Guadalupe en recuerdo de la dependencia de aquellas tierras de Talavera y también perseguía los delitos perpetrados o a delincuentes huidos en la comarca natural de Talavera, en territorios muy lejos ya de los límites históricos de su alfoz.

Las torres albarranas, símbolo de la primera Talavera cristiana tras la reconquista

Doña María de Portugal recibe de su esposo Alfonso XI la villa de Talavera como regalo de bodas, por lo que, al ser señorío de realengo, nuestra ciudad mantiene cierta independencia relativa comparada con las poblaciones que sufren un señorío feudal, siempre más presionadas desde el punto de  vista impositivo o político.

El cambio de Talavera por la villa de Alcaraz con los arzobispos toledanos hace que nuestra ciudad caiga en señorío eclesiástico, aunque los datos apuntan a que históricamente los arzobispos no presionaron en exceso al concejo talaverano, que mantuvo hasta la eliminación de los señoríos en el siglo XIX una considerable independencia de la mitra toledana. Esto permitía, sin embargo, que la nobleza y los ricohombres de la villa fueran quienes realmente detentaran el poder efectivo.

continuará

TIERRAS DE TALAVERA, HISTORIA DE UNA IDENTIDAD (1)

TIERRAS DE TALAVERA, HISTORIA DE UNA IDENTIDAD (1)

Prehistoria

Iniciamos hoy una serie de artículos sobre cómo la comarca natural de Talavera ha constituido una unidad cultural y geográfica a lo largo de la historia

Dolmen de Azután

Los condicionantes naturales han hecho desde tiempos prehistóricos que las Tierras de Talavera constituyan una unidad geográfica, humana y cultural en la que se ha determinado una identidad específica y bien diferenciada de los territorios adyacentes.

Vamos a remontarnos nada menos que 5500 años, hasta la época en que los primeros agricultores del Eneolítico y la Edad del Cobre poblaban nuestros campos y dejaban como muestra de su paso dólmenes como los de Navalcán, La Estrella o Azután.

Estos monumentos megalíticos se enmarcan en el conocido como Megalitismo Extremeño, por tener características similares tanto en su estructura como en el arte esquemático, y en el ajuar en ellos depositado a los megalitos hallados en Extremadura y Portugal, que a su vez se enmarcan en la denominada cultura Alentejana. Es ésta la primera muestra de la vinculación de nuestra comarca con las culturas del occidente peninsular.

Menhir de la Laguna del Conejo en Gamonal

Los menhires de la Laguna del Conejo, cerca de Velada, o el conocido como menhir de Parrillas son también manifestaciones de esta cultura que curiosamente se hallan, al igual que los dólmenes, en las inmediaciones de la Cañada Leonesa Oriental, constituyendo este hecho una primera muestra de esa constante vinculación de las gentes que habitaron nuestras tierras con la actividad de la ganadería.

Ya en la Edad del Bronce se reparten por nuestra geografía varias estelas de guerrero que nos vinculan también con las culturas orientalizantes provenientes del mundo protofenicio de la costa mediterránea de Asia que, después de colonizar la zona de las actuales provincias de Cádiz y Huelva, hicieron sentir su influencia en un recorrido ascendente siguiendo el eje de la Vía de la Plata hasta Talavera y su entorno, localizándose así nuestra tierra en el límite noreste de la referida influencia cultural del oriente mediterráneo.

Estela de Guerrero de Las Herencias

En la transición de la Edad del Bronce a la Edad del Hierro sucedió algo similar, como nos indican los materiales del ajuar encontrado en una tumba de características “principescas” que fue hallada en El Carpio, finca situada en el término de Belvís de la Jara.

Las influencias del mundo tartésico se siguen produciendo durante la Edad del Hierro y son significativos los hallazgos de una vasija piriforme, que se encuentra actualmente en el Museo Metropolitano de Nueva York, y un timaterio o braserillo ritual, como objetos que tienen también características de clara influencia orientalizante, así como un puñal hallado en término de Mesegar datado en torno al siglo IX a.C. o unas fíbulas localizadas en Azután. Todos estos son hallazgos que, en general, coinciden con la llegada a la península de las primeras colonias fenicias.

Verraco de Cabeza del Moro

Los pueblos que se asentaban en Talavera antes de la llegada de los romanos eran pueblos célticos con esas evidentes influencias culturales del suroeste peninsular, que a su vez estaba influido por las culturas orientales llegadas a la península. Los vettones son un pueblo celta que ocupa la comarca de Talavera, Ávila y gran parte de las actuales provincias de Salamanca y Cáceres. Distribución que coincide claramente con el que más tarde llamarían los romanos Conventus Emeritensis. Son más de medio centenar los verracos de piedra que se encuentran distribuidos a lo largo y ancho de nuestra comarca y en el mismo término de Talavera. Estos pueblos celtas están también vinculados a la ganadería y se piensa que hacían desplazamientos con sus ganados, siguiendo probablemente muchos de aquellos viejos caminos y cañadas pecuarias. Esta vinculación con la ganadería como principal forma de vida es, como vamos anotando, una constante de las tierras talaveranas.

Mapa de la Lusitania romana en la que se incluyen las Tierras de Talavera (Caesaróbriga) actuales

Ese sustrato céltico se observa, por ejemplo, en el primer nombre conocido de nuestra ciudad: Caesaróbriga, que quiere decir algo así como “población fortificada de César”. Los vettones, aunque eran bravos guerreros y se enfrentaron duramente a los romanos, se integraron después en sus ejércitos con relativa facilidad como fuerzas indígenas. Antes de ello, en coaliciones con los lusitanos o con los carpetanos, lucharon contra las legiones y, aunque es difícil de comprobar la veracidad histórica de la cuestión, autores como Schulten han asegurado la presencia de Viriato en la zona, concretamente en el Monte de Venus, al cual identifica el famoso historiador con el cerro de San Vicente. En este mismo sentido, también se ha querido localizar la batalla de Quinto Fulvio Flaco contra una coalición carpetovetona en las llanadas del actual polígono industrial de Torrehierro donde, por cierto, existen los restos de una posible tumba turriforme conmemorativa.

Pintura del siglo XIX que representa la muerte de Viriato

Vemos por tanto que nuestra ciudad se encuentra en el centro peninsular, pero claramente vinculada a los pueblos occidentales de ascendencia céltica, al contrario que la vecina Toledo y el resto de Castilla-La Mancha, cuyos territorios se hallan enmarcados más bien dentro del mundo cultural ibérico.

Continuará

ACABAMOS LAS CAPILLAS DE LA COLEGIAL

ACABAMOS LAS CAPILLAS DE LA COLEGIAL

Rejería de la capilla de San Juan Bautista de la Colegial

CAPILLA DE SANTA ANA

La siguiente capilla es la de Santa Ana, también llamada de los Reyes, en ella es de destacar su antigua cerámica.

Hernando Suárez de Toledo fue Limosnero Mayor de Felipe II y ayo de su hijo el infortunado Príncipe D. Carlos. Al morir dejó dispuesto que se celebrara un aniversario a Santiago por el alma de su discípulo, de ahí el segundo nombre de la capilla que perteneció más tarde a los Condes de la Oliva, cuyo palacio se encuentra frente al Teatro Victoria. Antiguamente servía de paso al claustro y por este motivo estuvo dotada de reja por ambos lados.

Fragmentos del retablo mayor con escenas de la vida de la Virgen

Aunque tuvo un retablo plateresco hoy exhibe otro en el que las imágenes sobre la vida de la Virgen sí pertenecen probablemente al primitivo.

Sepulcro de doña Mencía Suárez en la capilla del Pópulo

CAPILLA DE SANTA MARÍA DEL PÓPULO

A continuación, la capilla de Santa María del Pópulo, fundada en 1471 por la familia de los Montenegro, más tarde condes de Villariezo, debido a la devoción que tenían a esta imagen de un monasterio agustino de Roma. Es de destacar la urna funeraria gótica adornada con ramaje en que se sepultó a una tal Mencía Suarez, hija de un regidor talaverano.

Cuenta Fray Andrés de Torrejón que en el escudo de los Montenegro aparecen tres cabezas porque uno de sus antepasados dio muerte en una justa a tres caballeros que importunaban a una dama.

Relieve de San Juan Bautista en su capilla

CAPILLA DE SAN JUAN BAUTISTA

A continuación, se sitúa el paso al claustro que no es otra cosa que la antigua capilla de S. Juan Bautista. Nos lo delata un relieve empotrado del Bautismo de Cristo. También se recoge aquí, como ya hemos visto, la Quinta Angustia, obra pictórica, como muchas de las que adornan la colegial de la época de transición del siglo XV al XVI. Fue también Hernando de Alonso el fundador de esta capilla y, tras el incendio del Hospital de la Misericordia, fueron trasladados aquí sus restos mortales.

Pila bautismal de la Colegial

CAPILLA BAUTISMAL

Él mismo regaló también la pila bautismal que se sitúa hoy en la siguiente capilla, última de nuestro recorrido, que se halla decorada con magnífica cerámica antigua de Talavera adornada de hermosos motivos de lacerías vegetales. Según la historia de la cerámica del padre Vaca “es la obra más exquisita en su género que se hizo en Talavera”. Es una obra de magnífico colorido y dibujo, ejecutada en el siglo XVI con estilo de tradición mudéjar.

Frontal magnífico de azulejería talaverana del siglo XVI con clara tradición mudéjar

El coro fue concedido en 1415 a Gutierre Gaytán para su enterramiento, no sin antes pleitear con el cabildo para ser sepultado en la capilla mayor. En nuestro paseo por las capillas debemos observar las columnas y bóvedas donde nos sorprende a veces la presencia de restos mudéjares de las antiguas estructuras mezclados con las nervaduras de las bóvedas góticas en ocasiones de hermosa factura. Es el  caso de la capilla de Santa María del Pópulo.

Imagen de la Virgen del Rosario en la capilla

RUIZ DE LUNA Y LA CAPILLA DEL CRISTO DEL MAR O DE SAN FRANCISCO DE LA COLEGIAL

RUIZ DE LUNA Y LA CAPILLA DEL CRISTO DEL MAR O DE SAN FRANCISCO

Retablo de Ruiz de Luna para la capilla del Cristo del Mar. En la esquina la estatua orante del fundador de la capilla.

Ya hemos visto las capillas de la Colegial de su lado norte. En este mismo lado del evangelio junto a  la puerta norte, la llamada de los Apóstoles,  la Capilla de San Francisco que también se llamó de San Jerónimo y que desde 1943 se conoce como la Capilla del Cristo del Mar, imagen probablemente de finales del siglo XV que se halla enmarcada por un magnífico retablo de cerámica ejecutado y donado por Ruiz de Luna.

Acoge también una escultura orante del clérigo Francisco Méndez de Arellano, fundador de la capilla en 1529. Dejó rentas para decir misa a cincuenta pobres y después darles una limosna de un duro a cada uno. También dejó fondos para que todos los días del año se diera de comer a los indigentes encarcelados, para sacar de la cárcel a los pobres con deudas, y con el fin de rescatar cautivos naturales de Talavera.

Estatua orante de Francisco Méndez-Arellano

Aunque no fueron suficientes, dejó más fondos para la creación de tres cátedras en Talavera. Se sepultó a mediados del siglo XVI en esta capilla a su familiar Francisco Ramírez de Arellano que fue camarero del papa Paulo III y trajo de Roma varias reliquias, entre las que Francisco de Soto destaca una espina de Cristo que todavía se conserva y una canilla de San Blas.

Después pasó a ser capilla propiedad de D. Rodrigo Albornoz, tío del Cardenal talaverano D. Gil de Albornoz, fundador del colegio de Bolonia y que está enterrado en el sarcófago de yeso que hay en la Iglesia de las Monjas Bernardas en el lado del Evangelio.
Cuando se extinguió el patronato de esta familia dio el Calbildo la Capilla a D. Diego Montero de Espinosa, vecino y corregidor de Talavera.

Santas Justa y Rufina, patronas de los alfareros

Pero la capilla de San Francisco tiene actualmente otro nombre la del Cristo del Mar, con una curiosa historia relacionada con la religiosidad de Juan Ruiz de Luna.

Nuestro gran ceramista no sólo era un gran artista, sino un gran empresario que supo vender su obra por todo el mundo. Entre otras iniciativas comerciales quiso extender su cerámica por América y por ello envió allí a dos de sus hijos en 1934 para difundirla mediante una exposición en Buenos Aires. Entonces, los viajes trasatlánticos se hacían por mar y don Juan tenía el lógico temor de que les sucediera algo a sus hijos Juan y Salvador, por lo que entraba a diario a rezar ante a una imagen de Cristo crucificado solitaria que se hallaba junto a la puerta norte del templo y  que a él le provocaba una especial devoción. Durante dos meses se estuvo arrodillando en el reclinatorio que estaba delante del crucifijo hasta que volvieron sus hijos y prometió hacer una gran obra para agradecer que volvieran sanos y salvos de su periplo marítimo.

Detalle de la reja dela capilla del Cristo del Mar

La Guerra Civil retrasó el cumplimiento de su promesa, pues incluso estuvo la Colegial llena de material bélico durante aquellos azarosos años. Cuando volvió a entrar no vio el crucifijo y pensó si no habría sido destruido, pero afortunadamente se encontraba en la parroquia de Santa Leocadia, entonces en la iglesia de San Francisco. Más tarde restauraría Ruiz de Luna una imagen de San Francisco que había en la capilla para sustituir al Cristo que se iba a traer de dicha iglesia.

Se decidió a comenzar su empresa pidiendo permiso al arcipreste y al obispo. El 3 de mayo de 1942 comenzaron las obras, y  primero se limpió la capilla vendiéndose un viejo retablo que tenía a la iglesia de San Martín de Pusa.

Ruiz de Luna estaba entonces enfermo e incluso sufrió una intervención quirúrgica pero el panel de azulejos para esa misma capilla que representaba a las Santas Justa y Rufina quedaron terminados en septiembre de 1942 y fue inaugurado con la presencia del arzobispo Pla y Daniel que bendijo la capilla. Éstas fueron las palabras de nuestro ilustre paisano como ofrenda de su obra, en la que participaron sus tres hijos.

Ofrenda.
Excmº. Señor.
Mis 70 años en los 79 que llevo vividos son remunerados con exceso en este acto en que V.E. bendecirá esta obra mía que también lo es de mis hijos, labor lograda con perseverancia y amoroso
obstinación. Hoy Excmº Señor hago entrega de ella, sintiendo que mi posición económica no me permita dejarla dotada como era costumbre en la antigua Nobleza.
Los elementos que constituyen el decorado de esta Capilla están hechos con modesta arcilla, materia avalorada por el fuego y nuestra fe Cristiana. “Cristo del Mar” le he titulado, advocación que espera de V.E. ser refrendada, en atención a mi estado de ánimo cuando hice la promesa y en honor, sobre todo, a que esta Sagrada Imagen ha hecho resurgir en los corazones talaveranos su proverbial piedad para allegar fondos y realizar las obras de restauración de nuestra querida Colegial.
A continuación de este acto de bendición de la Capilla el señor Arzobispo hizo el acto de desagravio por los destrozos de la Iglesia terminando con una exhortación a los fieles para que llegasen fondos para la restauración de este hermoso templo, cuyo resultado fue reunir unas ochenta mil pesetas como inicial de suscripción, cuyas obras dieron comienzo el 26 de Abril de 1943.

En julio de 1943, en un acto familiar en el que se bautizó a una de sus nietas y cuando ya Ruiz de Luna contaba 80 años, fue inaugurada la capilla con toda su obra cerámica instalada.

El retablo es copia en cerámica de la de la madre del obispo García de Loaysa en alabastro que se conserva en la iglesia del antiguo convento de Santo Domingo.

Esta es la descripción de la capilla que hace el propio Juan Ruiz de Luna y que me ha llegado de un fragmento de sus memorias inéditas:

Es de planta cuadrilonga de 4 metros 50 cms. Por 5,60 y altura de techo 7,50.
Se le hizo un zócalo de azulejos en tableros o fondos de dibujo repetido, espaciados por pilastras de composición, todo ello enmarcado con mampuestos de rasilla imitando piedra berroqueña del país, esmeradamente imitada, como así también el cornisamento general y las aristas que dividen en cuatro pañoletas la bóveda del techo, que se reúnen en un florón o pendolón con cartel heráldica, pero sin armas. Los fondos de estas pañoletas como las de las paredes están blanqueados.
Este Retablo de cerámica policromada de gusto Plateresco de 6,50 metros de alto, está coronado con un medallón con Virgen tenante por dos ángeles, de puro estilo Luca della Robbia, como así también las columnas y cornisamentos, que constituyeron el Retablo que estuvo expuesto en el pabellón de Castilla la Nueva de la Exposición Hispano Americana celebrada en Sevilla el año 1929-1930 que fue galardonado con el Gran Premio, conjunto que complementan una magnífica mesa de altar, con relieves de cerámica policromada y fondo con tres medallones en forma de Camafeos, con un barco en el centro como alegoría al Santísimo Cristo y de los dos restantes, San Francisco de Asís y San Antonio de Pádua, muy de la devoción del donante. Como detalle original y de gran acierto artístico es de notar el fondo sobre el que se destaca el Santo Cristo, de azulejos de reflejo metálico que dan al cuadro un efecto asombroso.

Retablo de Ruiz de Luna del Cristo del Mar en la Colegial. Foto del Libro del VIII centenario de la Colegiata Mayor de Santa María

En la meseta o Credencia del Evangelio está la escultura orante de alabastro del canónigo D. Francisco Méndez Arellano, ya descrito y la de al lado de la Epístola está completamente hueca, dispuesta
para levantar la solería de ella, para que cuando haya pasado el tiempo reglamentario y las leyes de Sanidad y la Autoridad Eclesiástica lo autorizase, sea trasladados en un cajoncito los restos del donante para estar al lado de su Santísimo Cristo del Mar que es su venerable deseo.