UNA FIESTA SINGULAR EN VILLAR DEL PEDROSO

UNA FIESTA SINGULAR EN VILLAR DEL PEDROSO

CAMINO REAL DE GUADALUPE  (10)

Dos animeras en el carnaval de Villar del Pedroso

Aparte de un considerable patrimonio histórico, cuenta El Villar con unas fiestas de especial interés en las que se mezclan diferentes rituales que permiten percibir las huellas de celebraciones paganas ancestrales mezcladas con una fiesta puramente religiosa. Se trata del Carnaval, que tiene elementos de culto a las ánimas unidos a una típica fiesta de soldadesca y a la pintoresca procesión del “ramo” entre otros. Como tantos festejos de invierno, conserva aspectos muy arcaicos y llenos de colorido que sorprenderán al viajero.

Las fiestas duran más de una semana y tienen la peculiaridad de que en cada uno de los días se visten los participantes de un color diferente: el domingo de piñata se ponen ropas de color de rojo, el lunes de avellana y verde, de gris el miércoles de ceniza, el domingo de carnaval de rojo y amarillo etc.

Desfile de animeras

No voy a describir pormenorizadamente todo su desarrollo pero sí diré que son dignos de presenciar los desfiles de la soldadesca con sus generales, tenientes, alférez y bastoneros armados de las vistosas alabardas y vestidos con sus característicos trajes típicos; o las cuestaciones al son del tambor y las salvas de escopeta, con cestos, cántaros y palos para recoger los donativos mientras se cantan coplas populares, como, por ejemplo, la del domingo de piñata, cuando los varones de la soldadesca van “a por el aguardiente” y recorren el pueblo en jubilosa comitiva.

Autoridades antes de la ofrenda

Las autoridades, simbolizadas por la Guardia Civil, el Juez de Paz o el Alcalde, también participan en varios momentos de la fiesta, como en el ofertorio, que presiden mientras bailan los lugareños y los forasteros son sacados también para que depositen sus ofrendas.

Ramo en el carnaval de ánimas del Villar del Pedroso

En este acto se mezclan las máscaras profanas, con los bailes folklóricos y con la religión en una ceremonia llena de encanto aunque, estéticamente, la procesión del ramo es el acto más colorista de las fiestas. Los hombres van a buscar las ramas de olivo y se hacen las roscas que con las cintas y las banderitas adornarán el ramo. Su ejecución es todo un ritual en el que se utiliza desde tiempo inmemorial la misma sabanilla para cubrir la tarima sobre la que, a las tres de la madrugada, comenzará a decorarse una armadura donde se colocan todos esos elementos. La misa de ánimas se acompaña con redobles de tambor en lugar de la habitual campanilla, se besa la estola y a continuación ofrece el cura uno de los numerosos convites rituales que debe dar a la soldadesca, antes con vino de misa y roscas, y actualmente con auténticas comilonas.

Baile del serengue en la ofrenda

El baile del “serengue”, de nombre y ritmo tan arcaico, es digno de ser presenciado, así como el baile de la bandera, los desfiles de la soldadesca con sus alabardas y bandera desplegada en los que se pueden ver los trajes tradicionales y los originales peinados de las mujeres de El Villar. Todo ello dejará nuestra retina repleta de imágenes sugerentes de que estamos ante un despliegue de verdadera cultura popular.

Desfile en el carnaval de ánimas

COSAS DEL CAMINO REAL DE GUADALUPE EN VILLAR DEL PEDROSO (11)

COSAS DEL CAMINO REAL DE GUADALUPE EN VILLAR DEL PEDROSO  (10)

Hospital de Peregrinos de Villar del Pedroso

También se pueden visitar en el pueblo algunos edificios de interés directamente  relacionados con el Camino de Guadalupe. Es curioso observar como el caserío más antiguo se situaba en torno a la iglesia, pero el trasiego de romeros y todo lo que conllevaba hizo extenderse al pueblo hacia la transitada vía de peregrinación. Hoy día una serie de edificios singulares nos hablan de la vitalidad económica que suponía para cualquier pequeña población ese intenso discurrir de los viajeros.

Placa fundacional del hospital de Peregrinos de Villar del Pedroso

En primer lugar hemos de fijarnos en un gran edificio con portada gótica que albergó en su tiempo al hospital de Villar del Pedroso. Una placa con escritura del siglo XV conmemora su fundación por el canónigo de la Colegial de Talavera don Hernando de Alonso, un personaje que, durante toda su vida y en el legado que dejó a su muerte, dedicó sus afanes a la caridad hospitalaria. En Talavera fundó el Hospital de la Misericordia cuyo edificio se conserva hoy frente a la “Colegial”, dirigió también el hospital de Puente del Arzobispo y fundó éste de Villar del Pedroso, pueblo en el que había vivido como párroco.

Fachada que es tradición fue la hospedería de Villar donde pernoctó Carlos V.

Frente a este edificio se sitúa la actual casa-curato que en sus tiempos fue la hospedería,  lugar donde se alojaban los viajeros sanos, mientras que los peregrinos enfermos eran acogidos en el hospital. A lo largo de la calle se pueden ver todavía algunas casonas entre la que destaca una blasonada también de estilo gótico.

A la salida del pueblo hacia Guadalupe se nos muestran algunas viviendas con escalera de acceso de sabor extremeño. La arquitectura popular del pueblo es muy vistosa por la mezcla en su mampostería del granito de tonos claros y la pizarra más oscura, como sucede en las construcciones tradicionales de otros pueblos de La Jara occidental.

En la calle Real, vía del antiguo camino Real de Guadalupe, se encuentran algunos edificios de mayor empaque de los tiempos del camino más frecuentado en el sigloXVI

En el aspecto etnográfico destacaremos también un bonito y rústico puente medieval sobre el arroyo Morcillo y sobre todo, algo muy peculiar de Villar, las cruces que se conservan a la entrada de todos los caminos del pueblo. Una al norte con un calvario encantador, otra al sur en el camino de la desaparecida ermita de San Blas, la del camino de Guadalupe, la del camino de La Oliva, alguna rematada en cruz de hierro, otras de piedra e incluso una del siglo XV. En el pueblo, para decir que algo está en el casco urbano se suele decir que está “de cruces adentro”. También es curioso el edificio del ayuntamiento, construido en el siglo XVIII.

Una de las cruces que delimitan el casco urbano en las salidas de la población de Villar

El pilón que hay junto al camino de Navalmoralejo es casi monumental, aunque hay otros pozos y fuentes en el pueblo donde podemos también imaginarnos a los peregrinos lavando sus heridas o calmando su sed. En muchos pueblos de los que vamos a visitar se pone en las fuentes una imagen de la Virgen de Guadalupe dibujada en azulejos e incluso representada con una figura de plástico.

Pozo y lavadero en Villar del Pedroso

La artesanía va desapareciendo con las últimas generaciones que mantuvieron el contacto íntimo con la naturaleza, aunque hasta hace poco un anciano fabricaba miniaturas de alabardas y de ramos además de otros elementos de arte pastoril.

En la gastronomía debemos destacar el típico ajocano, las peculiares morcillas mondongueras, hechas de sangre, cebolla y acelgas y, de postre, las típicas rosquillas de pan de El Villar, las floretas o los azucarillos, entre otros dulces tradicionales.

CAMINO DE GUADALUPE (10) VILLAR DEL PEDROSO

Uno de los verracos de Villar del Pedroso

CAMINO DE GUADALUPE (10) VILLAR DEL PEDROSO

UNA VISITA A EL VILLAR DEL PEDROSO

El Villar es un pueblo jareño donde civilizaciones sucesivas han ido dejando su huella. En primer lugar tenemos que resaltar que nos encontramos en la población de la comarca donde se han hallado un mayor número de verracos. Hasta ocho ejemplares diferentes de estas esculturas zoomorfas se han podido localizar en el casco urbano y en diferentes parajes de su entorno. A la entrada de la población se puede ver hoy día una de ellas en una zona ajardinada por el ayuntamiento, otros se localizan en una calle cercana paralela al arroyo Cagancha  y otras halladas en fincas privadas como el toro de La Oliva que también se ha llevado a Villar y está situado en una de las plazas del pueblo.

Ya hemos apuntado que el propio nombre de El Villar nos señala la existencia de poblaciones antiguas asentadas en su solar y así, la presencia de los romanos está documentada por la presencia de algunas lápidas con inscripciones que incluso se pueden ver embutidas en los muros de las viviendas, como es el caso de la que aparece en la fotografía. Otras lápidas han sido encontradas en La Oliva y en la dehesa de La Argamasa, cuyo nombre ya nos indica la presencia de restos de muros romanos en un importante yacimiento que además contaba con una antigua mina en su entorno.

Portada musulmana de la Torrecilla en El Marco

La presencia musulmana está constatada por la fortaleza de Castros que ya conocemos y por la referencia en antiguas relaciones a una cerca de tapial que protegía el caserío de El Villar. En la sierra de El Villar se puede ver una torre de observación o atalaya rodeada por una pequeña muralla. Se accede a ella por una puerta con su arco de herradura y de la torre apenas quedan restos pues según cuentan en el pueblo hace unas décadas se encontraron en su entorno algunas monedas de oro corriéndose el rumor de que había un tesoro escondido por lo que se llegó a derruir la atalaya casi por completo. Se conoce el paraje como La Torrecilla y se sitúa al norte del camino de Guadalupe.

Espadaña de la iglesia de El Villar del Pedroso con otra espadaña mmás antigua encastrada en el muro

En el muro oeste de la parroquia se observa formando parte de la estructura la espadaña de la primitiva iglesia que se erige en el siglo XV, más modesta que la actual y construida en ladrillo, aunque sobre ella se levanta la gran espadaña de sillería de fecha posterior. El edificio mantiene elementos desde finales del siglo XV hasta el XVIII y cuenta en el ábside con buena bóveda de crucería, es de buenas proporciones y se adorna con un pórtico norte y una buena portada al sur. Su interior alberga un patrimonio de interés pues, aunque en la Guerra Civil fueron destruidas veintitrés imágenes, se conservan dos retablos del siglo XVIII, un retablo del XVII con cinco lienzos de la misma época, el retablo mayor del siglo XVI y dos buenas tablas que representan a Santo Tomás y San Pedro.

En sus muros podemos contemplar buena azulejería de Talavera de estas mismas centurias que en uno de sus paneles representa a Santo Domingo. Se reconoce por el perro que sostiene la antorcha y en los trazos de sus azulejos demuestra haber sido pintado por las mismas manos que dibujaron las estilizadas figuras de la ermita de Velada, en la que algunos han querido ver a algún discípulo del Greco como autor.

Inscripción romana funeraria sobre un verraco vettón de Villar

LOS VERRACOS

Antes de llegar los romanos a estas tierras, deambulaba en ellas con sus ganados un pueblo celta conocido como los vetones. En todo su ámbito de influencia, en las provincias de Ávila, Salamanca, Cáceres y la comarca de Talavera, quedaron repartidas cientos de esculturas zoomorfas de machos o sementales que son conocidas como verracos. Algunas de ellas representan a cerdos o jabalíes y otras a toros. Tienen una mayor o menor tosquedad en su factura ya que en algunos se representan detalles como el rabo, los cuernos, los colmillos, la papada, el espinazo o los genitales, mientras que otros son de una sencillez esquemática. Existen ejemplares que cuentan con pedestal y otros que no y también podemos encontrar verracos con profusión de cazoletas, que son unos huecos semiesféricos labrados en la piedra con una significación probablemente religiosa cuya interpretación es desconocida hasta ahora. Se pueden ver también verracos que tienen inscripciones epigráficas.

Toro vettón de La Oliva en El Villar del Pedroso

El significado y función de estas esculturas ha sido muy discutido. Algunas estaban situadas a la entrada de los castros y de las cercas donde encerraban los vetones a sus ganados, tal vez con una simbología mágico-religiosa de protección de los ganados y las personas. Hay autores que van más lejos y los consideran elementos religiosos que podrían representar a una divinidad, mientras que otras teorías proponen a los verracos como indicadores de caminos ganaderos, de pastos, de abrevaderos o de zonas de influencia de una tribu determinada. Algunas de estas esculturas han aparecido asociadas a enterramientos o reutilizadas en ellos como monumentos funerarios.

Testículos marcados en uno de los verracos de El Villar

CAMINO REAL DE GUADALUPE (9) ENTRAMOS EN LA JARA

ENTRAMOS EN LA JARA

Chozo de falsa cúpula en La Jara Occidental

PUENTE DEL ARZOBISPO- VILLAR DEL PEDROSO

Después de conocer un hito del camino de Guadalupe tan significativo como es Puente del Arzobispo, vamos a cruzar el río Tajo y nos adentraremos en la actual provincia de Cáceres, concretamente en la comarca de La Jara que, aunque fue segregada de las Tierras de Talavera por la división provincial del siglo pasado, estuvo desde la Edad Media incluida históricamente en la comarca de influencia de esta ciudad. Una huella de aquella unidad territorial persiste en el hecho de que todavía estas comarcas segregadas administrativamente se mantienen a efectos eclesiásticos en el arzobispado de Toledo.

Colmenas de corcho en La Jara, los colmeneros fueron los primeros pobladores en la Edad Media

La Jara: Esta comarca natural está situada entre el Tajo y el Guadiana y forma un conjunto geográfico muy definido, aunque hoy día su territorio se encuentre dividido entre las provincias de Cáceres (Jara occidental y Los Ibores), Badajoz (Castilblanco y Valdecaballeros) y Ciudad Real (El Rincón de Anchuras).

Debido a su situación fronteriza entre cristianos y musulmanes en el curso de la Edad Media, fue La Jara durante varios siglos tierra casi despoblada que sufría los ataques y razzias de ambos bandos. Poco a poco, los colmeneros, ganaderos y cazadores se atrevieron a adentrase en su territorio y fueron asentándose en estas tierras roturando sus extensas zonas de monte agreste.

Paisaje jareño

Las tierras son generalmente pobres salvo algunos tramos de vega fluvial y las características llanuras elevadas llamadas rañas. Geológicamente hablando, los terrenos son antiquísimos, y todavía podemos observar las numerosas minas que intentaron explotar desde la prehistoria el oro, el hierro, el plomo o la plata de sus entrañas.

Desde un punto de vista paisajístico dividiremos la comarca en Jara Alta y Jara Baja. La naturaleza de La Jara Alta o serrana es mucho más rica debido a la variedad de sus ecosistemas, tanto en las elevaciones de la sierra de Altamira como en las zonas elevadas que son cabecera del río Pusa o el Jébalo, donde podemos contemplar bosques de robles o de rebollos, castaños, alcornocales y sobre todo encinar.

Paisaje de La Jara Alta

La caza es abundantísima ya que los venados, corzos y jabalíes pueblan sus montes. En el llano la caza menor hace las delicias de los aficionados. Son numerosos los cazadores, muchos de ellos italianos, que visitan la comarca para practicar la caza del zorzal; sin olvidar la abundancia en las especies clásicas: conejo, liebre, paloma y perdiz.

Cuadrilleros y tienda de la Santa Hermandad de Talavera en dibujo del siglo XVII

La carretera que nos lleva a Guadalupe coincide en sus primeros kilómetros con el viejo camino que todavía puede seguirse paralelo a ella durante la mayor parte del trayecto que nos separa del río Pedroso. Concretamente en este tramo el camino no es otra cosa que la Cañada Leonesa Oriental que al llegar frente al río Pedroso sigue recta hacia Navalmoralejo mientras que nosotros deberemos continuar en dirección suroeste, hacia El Villar del Pedroso, bajando hacia el cauce fluvial. Cerca de la carretera vemos aisladas construcciones levantadas en adobe y más tarde en pizarra. Algunas de ellas servían de precarias ventas que daban ocasionalmente paja y refugio a los romeros.

Labranzas, majadas y alguna venta arruinada jalonan el Camino Real de Guadalupe en este tramo

Antes de descender al valle del río Pedroso, la carretera se desvía del viejo camino que discurre durante quinientos metros más a la derecha después de separarse del cordel. Hoy no existe ya el primitivo puente que saltaba este riachuelo y si lleva agua deberemos cruzar por el de la carretera. Para los que quieran ser más escrupulosos en cuanto al seguimiento de la vieja ruta, pueden descender hasta la orilla oeste y subir aguas arriba unas decenas de metros para tomar luego el camino que todavía discurre entre un bosquecillo de chaparros y que volverá a salir a la carretera al cabo de dos kilómetros, pues el antiguo camino viejo de Villar a Puente ha desaparecido en un trecho de un kilómetro aproximadamente. El camino original iba paralelo al arroyo Morcillo y a la carretera, entre medias de ambos, como se observa en el plano del Instituto Geográfico. Lo más sencillo es seguir desde este momento la carretera durante los dos kilómetros que nos quedan hasta llegar a El Villar.

Un puente sobre el arroyo Morcillo junto a Villar del Pedroso

CAMINO REAL DE GUADALUPE (9) UNA PARADA EN PUENTE, ARTESANÍA Y FESTEJOS 

UNA PARADA EN PUENTE, ARTESANÍA Y FESTEJOS 
Alfarero en una feria de artesanía en Puente
La construcción del puente y el trasiego de gentes, ganados y mercancías que supuso, unido a las exenciones de impuestos de una villa franca como esta de Puente del Arzobispo, atrajo desde su fundación a una numerosa población de artesanos y comerciantes entre los que se encontraban numerosos judíos.
Cerámica de Puente del Arzobispo

La artesanía es por tanto una actividad que nace con el propio pueblo, conocido hasta hoy día principalmente por su cerámica. La historia de la alfarería de Talavera y Puente discurre por caminos paralelos y, como se deduce de las excavaciones realizadas en su testar -lugar donde se han ido arrojando durante siglos los cascotes y piezas defectuosas cocidas en los hornos- todas las variaciones que en el transcurso del tiempo sufrieron las decoraciones y técnicas de su cerámica han sido bastante similares. Aún así, hay ciertas características que tradicionalmente se han asociado con el arte del barro de Puente. Una de ellas es el tono verde esmeralda de muchas de sus producciones, la segunda es el fondo más cremoso de su vidriado que lo diferencia del más blanco de la cerámica talaverana debido a una mayor cantidad de estaño en su composición. En tercer lugar, algunos de los motivos más repetidos por sus pintores, como “el pino” que en realidad tiene forma de ciprés y aparece sólo o en número de tres decorando muchos de sus platos. Otro motivo típico en la cerámica de Puente es la “cola de gallo” acompañada de diversos motivos florales y la encantadora “pajarita”, un ave estilizada también abundante entre los motivos de esta alfarería. La cerámica de Puente del Arzobispo siempre ha tenido fama, sobre todo en sus producciones antiguas, por los motivos populares en los que se ve la mano del humilde artesano que decora su obra con sencillez artística llena encanto y de sabor popular. De todas formas, otras series famosas similares a las de Talavera, como la de las “mariposas”, la “tricolor”, las alcoreñas, los cántaros del siglo XIX con motivos de héroes de la Guerra de la Independencia a caballo o con la efigie del rey Fernando VII y otros, no han tenido nada que envidiar a los de la hermana ciudad alfarera, aunque sus precios también fueran más populares.

Actualmente producen cerámica alrededor de sesenta talleres que en muchos casos comercializan su propia producción. No debe el peregrino marcharse sin llevar una de esas piezas de cerámica de Puente que todavía se pueden encontrar en muchos de los hogares de los pueblos que cruzaremos en nuestro camino a Guadalupe.

Herramientas de artesano del esparto

En cuanto a la cacharrería, siempre fue bueno el barro de Puente para “agua”, no para “fuego” siendo sus botijos y cántaros  muy apreciados, aunque hoy día los podemos ver sobre todo en su versión vidriada y decorada de cerámica.

Además de la alfarería cuenta la villa con un espartero artesano que comercializa objetos realizados en esta fibra vegetal. Es el único de la comarca en activo que puede ofrecer al viajero piezas tradicionales como los serones, los capachos, las aguaderas, las esteras o los peludos, especie de felpudos con el esparto deshilachado, los moldes para el queso, los soplillos para el brasero y otras muchas piezas que se complementan con otras de diseño más actual y demandadas para la decoración. Puede verse todavía al artesano tejer con sus grandes agujas las duras fibras del esparto.

Reproducción del rito gitano de mojar la vara en el Tajo en Puente del Arzobispo

LAS FIESTAS: Como ya hemos dicho, el Arzobispo Tenorio era muy devoto de Santa Catalina y por ello puso bajo su advocación muchas de sus fundaciones. Esta es la patrona del pueblo cuya fiesta se celebra el 25 de noviembre con la “Quema del Chozo” por la noche entre otros actos.

Como no podía ser menos, en Puente se tiene también devoción a las santas alfareras Justa y Rufina, patronas de los ceramistas, cuya festividad es el 19 de julio. Pero el acontecimiento festivo que fue desde siempre más conocido y concurrido en Puente del Arzobispo es la Feria de San Juan. Ese día se celebraba antiguamente un mercado de ganados al que acudían además los serranos y veratos a comerciar con sus cerezas y gentes de diversos lugares que traían sus ajos para vender. Venían a esta feria agricultores, ganaderos y tratantes, entre ellos los de raza gitana que bajaban al Tajo a mojar sus varas para tener más suerte en sus negocios, un ritual de los muchos que tienen que ver con el agua en el día de San Juan y que se pueden encontrar repartidos por toda nuestra geografía. Por último, la romería a la ermita de la Virgen de Bienvenida se celebra los lunes de Pascua y es muy concurrida por los puenteños, aunque antiguamente venían gentes de toda la comarca.

Cuenta nuestra villa con restaurantes donde podremos reponernos de las fatigas del camino.

Azulejos de cerámica popular de Puente que representa la ermita y romería de la Virgen de Bienvenida

CAMINO DE GUADALUPE (8) UNA EXCURSIÓN A LA FORTALEZA DE CASTROS

UNA EXCURSIÓN A LA FORTALEZA DE CASTROS

Puerta Sur de la fortaleza musulmana de Castros

Ya que estamos en Puente nos acercaremos en un agradable paseo ribereño hasta la fortaleza musulmana de Castros que, aunque se encuentra en término de Villar del Pedroso, es más accesible desde aquí. Los lugareños conocen el paraje como “La Muralla” y para ir hasta allí cruzaremos el puente e inmediatamente tomaremos un camino que sale a la derecha bajando por la ribera del río. Desde esta orilla tenemos una pintoresca vista de la villa con el puente, los molinos y el caserío.

Desembocadura del río Pedroso, donde se desarrolla la leyenda de la mora

Después de andar unos dos kilómetros tropezamos con la desembocadura del río Pedroso que se despeña en cascada sobre el Tajo en un hermoso paraje. Una curiosa leyenda dice que una mora que vivía en el castillo que vamos a visitar, despechada por mal de amores, se arrojó desde estas alturas al río y se la puede ver todavía saltando y escucharse sus lamentos en las noches de luna del día de San Juan.

Justo en el codo que hace el río Pedroso antes de su desembocadura se observan sobre el cauce los restos de un batán con cuyos beneficios dejó también estipulado el arzobispo Tenorio que se financiaran los hospitales de Puente. Siguiendo el cauce del riachuelo nos encontramos con el bonito conjunto que forman un puente y un molino de ribera.

Molino-batán sobre el río Pedroso

En la elevación situada entre los dos ríos se sitúa la fortaleza que formaba, junto a Vascos, Espejel, Alija, Azután, Canturias o Talavera, parte de una línea defensiva  destinada a impedir que los cristianos atravesaran la línea del Tajo en su avance hacia el sur.

Puerta de la torre de la alcazaba de Castros

Se trata de una alcazaba con un poblado alrededor sin contar en este caso con el amurallamiento que rodea al caserío en el caso de la Ciudad de Vascos pero que, como se deduce por sus características constructivas, también se construyó entre los siglos IX y XI por las aguerridas gentes bereberes con las que los árabes repoblaron estas orillas.

Puente y fortaleza de Castros

La vista desde sus murallas es impresionante y vemos al Tajo que discurre por terreno quebrado con su cauce cortado por las azudas o presas que llevaban agua a los molinos, como las aceñas del Conde de Oropesa, un gran edificio que se contempla algo más abajo de Castros.

Aljibe de la fortaleza de Castros

Parece que esta fortaleza tenía también como misión la defensa de un puente que se encuentra a sus pies y del que se mantienen todavía los tajamares. Reconquistada esta tierra por Alfonso VI fue encomendada la defensa de este castillo a los caballeros de Calatrava y de ahí que a unos molinos cercanos, situados río arriba, se les conociera como molinos “de Calatravilla”.

Molino de Calatravilla frente a la fortaleza de Castros

EL CAMINO REAL DE LA GUADALUPE (7) EL PATRIMONIO DE PUENTE DEL ARZOBISPO

EL PATRIMONIO DE PUENTE DEL ARZOBISPO

ROLLO JURISDICCIONAL DE pUENTE DEL ARZOBISPO

El símbolo del privilegio de villazgo de Puente del Arzobispo se conserva todavía y es un magnífico rollo jurisdiccional. Se sitúa a la entrada del pueblo por la Cañada Real y se ha datado a finales del siglo XV. Se asienta sobre una gradería labrada en granito como el resto del monumento. La columna es claramente de estilo gótico tardío y su fuste se compone de nueve tambores. Dos de sus caras están decoradas por sendas piletas labradas pero sin imágenes y las dos opuestas con las cabezas de dos animales fantásticos. En el capitel destacamos los escudos y los cuatro canes que recuerdan a las gárgolas góticas.

DETALLE DECORATIVO DEL ROLLO DE PUENTE DEL ARZOBISPO

La afluencia de romeros a Guadalupe era tal que se hizo necesaria la institución de dos hospitales que acogieran por un lado a las mujeres y niños expósitos y por otro a los hombres. Sus dependencias se situaban en torno a dos patios y su estructura general se conserva, pues formaban parte del edificio que ocupa todo el lado oeste de la plaza mayor puenteña. El concepto medieval de hospital es muy diferente del actual y en su mayor parte eran simplemente edificios donde se cobijaban de las inclemencias del tiempo los viajeros pobres sin que su fundación conllevara, en la mayor parte de los casos, la manutención ni los servicios de médico o barbero-cirujano propios de la época. En el caso de los hospitales de esta villa, el arzobispo Tenorio dejó ordenada la entrega de pan a los peregrinos y para hacer frente a los gastos les dotó de una serie de rentas que durante mucho tiempo permitieron su mantenimiento, como las de la Dehesa del Carrizal, el huerto, el batán, los molinos harineros, los diezmos y el pontazgo que se cobraba a los ganados mazariegos, pues el impuesto que se cobraba a los ganados mesteños o trashumantes correspondía a las monjas de San Clemente como compensación por los perjuicios que ocasionó el nuevo puente a las rentas del suyo de Pinos en Azután. Todas estas rentas fueron aumentando a lo largo de los años por las donaciones realizadas por particulares en sus testamentos, de manera que ya en el siglo XVIII los enfermos tenían asistencia médica y también se abastecían sus dependencias de leña y alimentos.

ANTIGUO HOSPITAL DE PUENTE DEL ARZOBISPO, HOY RESIDENCIA DE ANCIANOS

El edificio actual, en el que se alberga una residencia de ancianos, está construido en aparejo mudéjar con los huecos protegidos por rejas, de las que es especialmente llamativa la central con una reja-mirador de grandes proporciones. En el interior se conserva un patio cuadrado con doble galería y en el exterior podemos distinguir una espadaña de construcción más moderna y un pasadizo que comunicaba directamente con la iglesia. Por otra parte, en la hospedería se refugiaban los viajeros que no estaban aquejados de ninguna enfermedad.

IGLESIA PARROQUIAL DE PUENTE DEL ARZOBISPO

La iglesia parroquial de Puente del Arzobispo conserva poco de la primitiva edificación del siglo XV pero en detalles como la torre con los escudos del arzobispo Tenorio, la escalera de caracol de piedra, una portada mudéjar y la lacería gótica de la capilla bautismal persisten muestras de su antigüedad, a pesar de haber sido reedificada en su mayor parte en el siglo pasado debido a los destrozos ocasionados por los enfrentamientos con los franceses durante la Guerra de la Independencia. Es curioso el remate de la torre en un campanil de planta octogonal y decorado con cerámica del siglo XVII.

SOPORTALES DE PUENTE DEL ARZOBISPO, DONDE DESCANSARON MUCHOS PEREGRINOS A GUADALUPE

La plaza donde se sitúan el hospital y la iglesia cuenta con mobiliario urbano decorado con cerámica puenteña al igual que alguno de los edificios del entorno. Delante de la fachada del hospital se ha erigido un monumento al fundador y benefactor de Puente, el arzobispo Tenorio. La arquitectura popular puenteña es en el caso de las viviendas humildes una arquitectura, como la de Alcolea, edificada en adobe y tapial, aunque todavía sobreviven algunas construcciones antiguas porticadas con columnas graníticas de curiosos capiteles. Podemos imaginar a los muchos peregrinos que por aquí deambulaban descansando o guardándose de la lluvia bajo estos pórticos.

CONVENTO FRANCISCANO DE PUENTE DEL ARZOBISPO

El convento franciscano de Puente, del que persiste la iglesia todavía en pie, fue construido con las limosnas de toda la villa y en especial con las de Juan de Villaroel, personaje local que deseaba que se trasladaran sus restos y los de su familia a este monasterio. Su hermano fue Diego de Villaroel, capitán en la conquista de América y fundador de San Miguel de Tucumán.

Ya nada queda de los dos claustros, las celdas y la huerta. En el templo se veneraba la Virgen del Majano, llamada así por haberse aparecido sobre un majano o montón de piedras a un sacristán de Alía. Construida en 1620 es de sillería en las esquinas con mampostería en el resto y ladrillo moldurado en sus cornisas. A los pies tiene una espadaña herreriana y el interior es de una sola nave de buenas proporciones con cúpula sobre pechinas.

MOLINOS DE PUENTE DEL ARZOBISPO EN EL TAJO

LOS MOLINOS DE PUENTE: Varados en el río se hallan los olvidados molinos de Puente que por su importancia etnográfica e histórica bien merecerían la atención de las diferentes administraciones para su conservación. En el siglo XVIII se dice de ellos que “no hay en el Tajo otros mejores ni más resistentes”, pues tenían nada menos que mil fanegas anuales de trigo de utilidad, es decir de ganancia a efectos fiscales. Estos molinos presentan en la actualidad un aspecto impresionante con su gran edificio de al menos siete cuerpos con cuatro tajamares y hasta once piedras, cada una con su propio nombre: Rayo, Vapor, Espolique, San Juan, Santa Catalina etc. Tres de ellas se sitúan en un edificio construido en un nivel más elevado, se trata del molino de invierno que se utilizaba cuando las otras piedras estaban inundadas por las crecidas. Contaban también estas aceñas o molinos con otras dependencias para cernedero, almacén de los costales e incluso una pecera para mantener frescos los barbos y las anguilas que se pescaban en el “cañal” del mismo molino. El conjunto se complementa con otro edificio también rematado en tajamar donde se situaban la carretería y la herrería, las cuadras y los alojamientos.

Estos molinos eran la más jugosa fuente de ingresos para los hospitales de Puente y gracias a sus beneficios se atendió a miles de peregrinos y enfermos. Es posible que existieran ya en época musulmana aunque más tarde el arzobispo Tenorio los heredó de su madre, legándolos luego para sus obras pías y poniéndoles por nombre Santa Catalina. Era muy devoto de esta santa ya que puso también bajo su advocación a los hospitales y a la iglesia de Puente, así como a otras fundaciones suyas como el monasterio de jerónimos de Talavera o el puente de esta misma ciudad. El edificio molinero, que a su entrada tiene labrada en la piedra la rueda dentada con que se martirizó a esta santa, es digno de que curioseemos en su interior y tiene su mejor perspectiva desde la orilla opuesta del río.

EL CAMINO REAL DE GUADALUPE (6) LOS PUENTES DE PUENTE

EL CAMINO REAL DE GUADALUPE (6) LOS PUENTES DE PUENTE

Puente entre Alcolea y Puente del Arzobispo sobre el arroyo de Bienvenida

Antes de llegar a Puente del Arzobispo desde Alcolea hemos de cruzar un puente sobre el arroyo de Bienvenida por donde cruzaban peregrinos y ganados que discurrían por el Camino Real y la Cañada Leonesa Oriental. Es un buen puente de un solo ojo construido en buena sillería.

Otro puente blasonado con un escudo arzobispal se sitúa en el rincón sudeste del casco urbano cerca de la desembocadura del mismo arroyo.

Puentecillo sobre el arroyo de Bienvenida junto al casco urbano

Hablaremos ahora de la leyenda del origen  del puente del Arzobispo, aunque dejaremos para el próximo capítulo su descripción.

Se puede decir que Puente del Arzobispo es un pueblo que nace directamente del camino de Guadalupe. Aguas abajo de Talavera de la Reina eran muchos las leguas que recorría el Tajo sin que hubiera ni un solo puente estable desde el tiempo de los romanos. Talavera mantenía a ultranza sus derechos sobre el paso del río por los grandes beneficios económicos y estratégicos que ello le reportaba, y ponía por ello toda clase de dificultades a la construcción de algún otro puente que hiciera competencia al suyo, aunque a duras penas se mantuviera en pie y hubiera de sufrir continuas reparaciones causadas por las crecidas. Por este motivo, incluso llegó a haber encuentros violentos con las gentes de la villa de Azután que defendían el paso a través del Puente Pinos, situado bajo el embalse de la villa de Azután cerca del muro. Era éste muy precario en su construcción y pertenecía a las monjas del convento de San Clemente de Toledo, señoras de esta villa ribereña. Las gentes que querían cruzar el Tajo y aventurarse en La Jara, bien para repoblarla o para dirigir hacia los pastos de invierno a sus ganados trashumantes, debían vadearlo en las zonas más favorables durante el estiaje o atravesarlo en las barcas y cajones que cruzaban el río y que estaban frecuentemente situados aguas arriba de las presas molineras.

Grabado idealizado del puente del Arzobispo del siglo XIX, conservando aún las dos torres

A finales del siglo XIV detentaba la mitra toledana el arzobispo Tenorio quien al parecer tenía propiedades en la zona de Alcolea que había heredado de su madre Juana Duque, de una noble familia talaverana. El prelado frecuentaba la zona por esta razón y conocía de los peligros que debían hacer frente los miles de peregrinos que se dirigían al monasterio de Guadalupe. Conmovido por los riesgos que afrontaban, el arzobispo inició la construcción de un magnífico puente medieval,  aunque parece que antes de este puente existió otro de madera junto a una pequeña población llamada Alcherina.

El Puente del Arzobispo representado en el plan de navegación del Tajo de Carducci del siglo XVII

La Leyenda del puente.

Como hemos visto, la construcción del puente tuvo su origen en razones devotas y en otros motivos económicos no tan altruistas pues las monjas de San Clemente percibían “el pontazgo que pagaba el ganado trashumante y todo ganado forastero de pezuña hendida, yeguada y muletadas”. El Alcaide de las torres se llevaba también en tiempos de Felipe II diez mil maravedíes,  un leño por cada carga de leña que pasara y mil maravedíes por cada esclavo fugitivo que se apresara en la villa, o se quedaba con él si no aparecía el dueño.

A pesar de todas estas circunstancias, el pueblo tejió sobre la magnífica edificación una bonita leyenda: “En cierta ocasión bajaban las aguas bravas. Tanto que se habían llevado con la crecida algunos ojos del puente de Talavera y los tablones del puente Pinos. El arzobispo tenía que cruzar sin falta el río para acudir a las granjerías que su madre le dejó en herencia por estas tierras. Esperó varios días pero las aguas seguían bajando altas. Al cruzar, un remolino hizo casi zozobrar la barca y, al sujetarse el prelado en la pértiga del  barquero para no caer al río, su anillo se hundió en las aguas. Era una joya magnífica con un rubí del tamaño de un huevo de gorrión que le habían regalado los judíos de Toledo. Tan disgustado quedó su eminencia por la pérdida, que ofreció una bolsa de monedas al mozo que consiguiera sacarlo del fondo del Tajo. Muchos lo intentaron en los días siguientes pero no consiguieron encontrarlo aunque ya sabéis que el agua de este río si no hay riada es como un cristal.

El Puente del Arzobispo representado en azulejería local

Cuando volvió el Arzobispo al cabo de unos meses y preguntó por su anillo. Unos pastores le dijeron que había sido imposible encontrarlo por más que hasta los zagales se sumergían en las pozas gritando  ¡A por el anillo del obispo!

Pues escuchad pastores -dijo el arzobispo Tenorio- Sed testigos de mi promesa: Si el anillo volviera a mí, he de construir un puente por el que ganados, peregrinos y viajeros crucen el río sin los trabajos con que ahora lo hacen.

Pasaron dos años y cuando el Arzobispo se disponía cierto día de primavera a comer en sus casas de Alcolea, ordenó le sirvieran uno de los grandes barbos del Tajo que tanto le gustaban y que se pescaban en el canal del molino de las monjas de Azután. Al abrir el pez las cocineras comenzaron a gritar y a reír pues entre las tripas brillaba el rubí. Conmovido por el hallazgo y considerándolo milagro de la Virgen de Guadalupe, esa misma noche ordenó que se comenzaran los trabajos para hacer un puente en el paraje donde había perdido su anillo”.

CAMINO REAL DE GUADALUPE 5, NOS ACERCAMOS AL EMBALSE DE AZUTÁN Y EL BERCIAL

Embalse de Azután en la zona de Ciscarros

CAMINO REAL DE GUADALUPE 5, NOS ACERCAMOS AL EMBALSE DE AZUTÁN Y EL BERCIAL

Un paseo hasta el embalse de Azután. En el transcurso de nuestro viaje por los caminos de Guadalupe iremos sugiriendo algunas pequeñas excursiones que pueden realizarse desde el trayecto principal recorriendo distancias no mayores de cinco kilómetros aproximadamente. Andando, en algo más de una hora, podemos acercarnos desde Alcolea hasta el muro de hormigón que embalsa desde 1969 las aguas del Tajo para la producción de energía eléctrica.

El Tajo por las tablillas de Azután

El inmenso lago artificial llega en su reculaje casi hasta Talavera, poco antes ya hemos hablado de la riqueza en avifauna de las llamadas “tablillas” de Azután junto al camino del Barro o en el reculaje de la desembocadura del Jébalo. Un ecosistema lacustre artificial en el que asientan colonias de garcillas bueyeras, martinetes, garcetas, avetorillo, avetoro, garza imperial, calamón, aguilucho lagunero y pájaro moscón. En invierno anátidas de diferentes especies, grullas, cormoranes o águilas pescadoras alegran con su bullicio este gran lago mesetario.

Tablillas de Azután

El río discurre entre los más encajados riberos de Calera y Aldeanueva de Barbarroya en la otra orilla. Antes del embalse, el agua corría por estos parajes en “rapidos furiosos” que amedrentaban a los ingenieros que desde el siglo XVI recorrieron el río para intentar hacerlo navegable. Bajo sus aguas se encuentran los antiquísimos molinos de Ciscarros, una calzada romana o el puente Pinos que servía para cruzar el río antes de que el arzobispo tenorio construyera el suyo. Estos riberos son un magnífico lugar para la práctica del piragüismo observando la fauna que se concentra en sus encinares y acebuchales.

UN CASTRO JUNTO AL MURO DE AZUTÁN

Otro castro que está siendo estudiado se sitúa también junto al río cerca de El Bercial, en Alcolea de Tajo, muy cerca del embalse de Azután. Bajo el pantano estaba el antiguo vado de Puente Pinos.

Recreación de la planta del castro de Puente Pinos en El Bercial
Recreación de la planta del castro de Puente Pinos en El Bercial

El castro está amurallado, con dos recintos levantados en piedra con taludes que la refuerzan y con torres de diferente planta. En el interior se encuentran varias fases de población iniciándose en la fase orientalizante anterior de la que se han hallado significativos elementos cerámicos.Bocado de hierro del atalaje de un caballo hallado en el castro de El BercialBocado de hierro del atalaje de un caballo hallado en el castro de El Bercial

Hay como en otros yacimientos de esta época muestras de haberse desarrollado una industria metalúrgica doméstica en pequeños hornos caseros. También se han hallado cerámicas griegas que subieron hasta aquí con la influencia tartéssica. Se han encontrado numerosos huesos que nos hablan del predominio de la ganadería en la economía vettona.Bastión de la muralla del castro de Puente Pinos en El BercialBastión de la muralla del castro de Puente Pinos en El Bercial

OTRO YACIMIENTO

También hay junto al muro de la presa de Azután un importante yacimiento paleolítico excavado en el que se han encontrado numerosos útiles de piedra.

La excavación del yacimiento paleolítico de Azután

EL CAMINO DE LOS CARLISTAS

Podíamos denominar así al camino que venimos recorriendo porque, aunque parezca curioso, el primer levantamiento carlista de España se produjo en Talavera de la Reina. Fue el jefe de correos de la estafeta local, don Manuel María González, quien el dos de octubre de 1833 proclama al infante don Carlos María Isidro rey de España con el nombre de Carlos V. Es ayudado por dos de sus hijos y un batallón de voluntarios realistas. El pronunciamiento no tiene respaldo en la ciudad. Se depone al gobierno municipal, se repone contra su voluntad al equipo anterior a la etapa liberal y los sublevados se apoderan de los fondos públicos y de todos los caballos posibles Se dirigen hacia Calera donde intentan hacer una proclamación similar pero el pueblo tampoco se suma al levantamiento.

Panel de azulejos en honor del levantamiento carlista de Talavera, el primero de la historia

En Puente del Arzobispo la población les hace frente con las armas y mueren varios de los sublevados entre los que se encuentra uno de los hijos del jefe de Correos. Seis de ellos que son apresados tuvieron un juicio sumarísimo en Talavera y fueron fusilados, el resto de la partida fue sorprendida en Villanueva de la Serena y aniquilada, muriendo también su cabecilla.

CAMINO REAL DE GUADALUPE 4, HASTA ALCOLEA

CAMINO REAL DE GUADALUPE 4, HASTA ALCOLEA

Torre de la iglesia de Alcolea

Hemos llegado por el cordel a Alcolea de Tajo, a la izquierda del camino,  al sur de la población, se encuentra el paraje de Vaciatrojes. Allí se han encontrado restos de animales prehistóricos en las excavaciones de una gravera. Se trata de huesos de mamut (Elephas Antiqus) y de cérvidos (Cervus Elaphus) datados en el cuaternario. Junto a ellos también se han hallado cantos rodados tallados por el hombre del paleolítico que cazaba en estas terrazas del Tajo.

Las fértiles tierras ribereñas de los grandes ríos estuvieron pobladas desde la prehistoria por lo que en estas estratégicas vegas de Alcolea, además de con los restos arqueológicos aludidos, podemos tropezarnos con yacimientos  de la Edad del Bronce situados en elevaciones cercanas.

Los verracos de El Bercial o de El Rincón  nos hablan de la presencia vetona durante la Edad del Hierro. En el próximo capítulo nos acercaremos al embalse de Azután y al yacimiento del cerro de la Mesa que es de la Edad del Hierro y tiene un aula de interpretación en El pueblo de El Bercial.

Arquitectura popular en Alcolea de Tajo

Los romanos dejaron también su impronta en la zona, como en la cercana finca Torrejón, situada junto a la cañada y cuyo nombre es sugerente de antiguas fortificaciones. En una fuente cercana se ha utilizado otro sepulcro antropomorfo como abrevadero. En la finca El Rincón se han encontrado capiteles labrados y columnas como muestra del paso de los visigodos.

La huella musulmana la lleva Alcolea en su propio nombre pues “Al- culay´a” quiere decir “el castillejo” en árabe. Tras la reconquista de la comarca, la que entonces se llamaba Alcolea de Talavera es cedida por Alfonso VI al arzobispo de Toledo D.Bernardo. Pero es en el siglo XIV cuando otro arzobispo vinculado a estas tierras por las propiedades de su madre doña Juana Duque, funda en la jurisdicción de Alcolea, como más tarde veremos, la Villafranca de la Puente del Arzobispo. Alcolea también estaba vinculada a los señores de Oropesa y eran ellos quienes nombraban a los justicias desde que el rey Felipe II, que la había recibido de los arzobispos toledanos, se la vendió a Cosme de Meneses, de la casa de Oropesa.

Artesonado de la iglesia de Alcolea

Desde la fundación de la Villafranca se fue desplazando el centro económico de la zona hacia el entorno del puente por el que cruzaban miles de peregrinos y ovejas merinas. Al mismo tiempo se fue desarrollando una importante actividad artesana en los alfares de Puente del Arzobispo que fue adquiriendo mayor número de pobladores y aumentando su caserío, aunque su expansión se encontró con el problema de la escasa extensión de su término, ya que Alcolea rodea completamente al pueblo de la cerámica verde.

Si damos un paseo por el caserío de Alcolea podemos observar que su arquitectura popular se caracteriza por el empleo del adobe y el tapial como material de construcción, es tal vez, junto a Alcañizo, la localidad de la comarca en la que este tipo de edificaciones en barro son más abundantes. De unas charcas cercanas se extraía el barro adecuado que se amasaba con paja para darle más consistencia y resistencia. Un molde llamado “gradilla” daba forma a cada uno de los adobes que más tarde se dejaban secar al sol.

Barandilla de Alcolea de Tajo en cerámica de Puente del Arzobispo

El ladrillo nos habla también de las tradiciones mudéjares de la comarca y su expresión más hermosa es la original torre de la iglesia parroquial adornada con tres niveles de arquerías. Su advocación es la de Nuestra Señora de la Asunción y se celebra el 15 de Agosto, aunque la fiesta grande del pueblo se dedica a la Virgen de los Dolores el 12 de Mayo continuándose con la festividad de San Isidro el día 15 del mismo mes.

En cuanto a la artesanía, algunos de los talleres de cerámica de Puente se han instalado en el ámbito del pueblo hermano de Alcolea.

Cerradura del herrero Bernardo Igual, cuya artesanía vemos en muchos de los pueblos de la zona

En el camino hacia Puente nos encontramos con algunas de las extracciones de arcillas que se utilizan en sus alfares y un buen puente de sillería sobre el arroyo de las Praderas por el que cruzaban las ganados trashumantes y los peregrinos que deambulaban por la Cañada Leonesa Oriental que venimos ahora recorriendo. Otro vetusto puentecillo salva casi en su desembocadura el arroyo de Bienvenida en cuyas riveras, a menos de dos kilómetros, “a dos tiros de ballesta”, por la carretera de Puente a Oropesa se sitúa la ermita de Nuestra Señora de Bienvenida. Se trata de un bonito edificio de considerables proporciones.

Ermita de la Virgen de Bienvenida en término de Alcolea de Tajo

Tiene tres naves con bóveda de crucería gótica en la central. El conjunto se adorna con un porche de acceso bajo arcadas y algunos detalles de cerámica de Puente del Arzobispo. Según cuenta la tradición, la Virgen se apareció sobre una morera a un labrador mientras dormía. El hombre se despertó y se dirigió a la aparición diciendo “Bienvenida seáis” y de ahí el nombre de la advocación de la ermita. En las crónicas antiguas se dice que, como los vecinos de Alcolea tenían abandonado el lugar, las gentes de Puente comenzaron a cuidar de él, aunque la devoción a la imagen considerada milagrosa era grande en todos los pueblos vecinos que acudían a su romería.